lunes, 27 de diciembre de 2021

P.I. Tchaikovski: El Lago de los Cisnes / Vals Acto I


Es una gran verdad que para cualquier mortal la palabra "ballet" trae aparejados otros cuatro términos: tutú, baile, cisnes, y un lago. Quizá también asome un apellido ruso. Y si la palabra insiste y no quiere soltarnos, vendrán a nuestra memoria unas cuantas melodías célebres que podemos tararear.
Sí. Hablamos del ballet más famoso del mundo, "El Lago de los Cisnes", cuya romántica historia unida a la bella música de Tchaikovski, convirtieron al célebre ballet en una obra maestra inigualable.


Sin embargo, en sus inicios, nada hacía presagiar tal éxito, comenzando por el escaso entusiasmo con que el propio maestro aceptó el encargo, remunerado con 800 rublos: "La Dirección de la Opera me ha encargado que escriba la música del ballet 'El Lago de los Cisnes'. Acepté la obra particularmente porque deseo el dinero, aunque también porque hace tiempo que quería probar mi mano en este tipo de música", escribió en septiembre de 1875 a su amigo Rimsky-Korsakov.

Estreno
Era, efectivamente, la primera incursión en el género de un joven Tchaikovsky, de 35 años. Al recibir el encargo estaba trabajando en su Tercera Sinfonía de modo que no comenzó la tarea de inmediato. Pero en un par de semanas, tuvo terminado los dos primeros actos, de cuatro que demandaba el argumento, basado en una leyenda teutónica. A fines de ese año, la obra había sido completada. Se estrenó un año más tarde, el 4 de marzo de 1876, en el Teatro Bolshoi de Moscú. Fue un fracaso total.

Tchaikovski (1840 - 1893)
Una suma de desaciertos

Entre las opiniones vertidas en los periódicos de aquella época, destaca una que reza: “difícilmente se convertirá en un ballet de repertorio y nadie lo va a lamentar”. Por razones inexplicables, se juntó un yerro tras otro. El montaje fue desastroso, la coreografía era vulgar, pobres fueron el vestuario y la escenografía. Director y bailarines mostraron su molestia porque todo era muy difícil y muchas piezas indanzables. Casi una tercera parte de los números fueron reemplazados por otros que los bailarines ya conocían. Po último, los ensayos se realizaron apresuradamente para complacer a una bailarina que, al parecer, tenía otro compromiso alrededor de esas fechas. 

Enmiendas, cortes y manipulaciones
En fin, aquel 4 de marzo se estrenó algo parecido a lo escrito por Tchaikovski quien, después de todo, no se desanimó, introduciendo posteriormente varios cambios que, al parecer, entusiasmaron a su vez a los futuros directores y coreógrafos para variar el argumento y escoger piezas y actos y números al gusto del productor de turno: no existe otra obra más deformada en el tiempo, para bien o para mal, que el famosísimo ballet de que hablamos, incluyendo finales felices, menos felices o abiertamente desgraciados.

Vals del Acto I
Por fortuna, muchas piezas, aquellas que podemos tararear, no sufrieron transformación alguna y todavía son lo que alguna vez fueron. Es el caso del célebre Vals del Acto I, de poco menos de ocho minutos de extensión, que nos lleva a imaginar una noche de luna junto a un lago en un bosque aledaño a las ruinas de una capilla.
Se presenta aquí en versión de concierto, con Zubin Mehta dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Israel. 

No hay comentarios :

Publicar un comentario

Deja aquí tus impresiones, por sencillas que sean. Tu opinión siempre será bienvenida.