Especialmente reconocido como el fundador de la ópera romántica, el también virtuoso del piano Carl Maria von Weber cuenta asimismo con una importante obra instrumental en la que, más allá de sus dos Conciertos para piano, sobresale un grupo especial de obras escritas para instrumentos de viento, específicamente para fagot, trompa, y clarinete. Gran parte de esta particular devoción la dedicó a este último instrumento, el clarinete, escribiendo para él un Concertino, un Quinteto, un Dúo concertante (clarinete y piano) y dos Conciertos en el lapso de cinco años, de 1811 a 1815, época en la que el autor disfrutaba de la segunda mitad de sus veintitantos.
De ese manojo de composiciones, tres fueron escritas en un solo año.
En 1810, fiel a su espíritu viajero, Weber salió de paseo, o de gira (según como se dieran las cosas) por varias ciudades alemanas. A comienzos de 1811 llegó a Munich. Allí, en la corte de Maximiliano I, rey de Baviera, trabó amistad con el clarinetista de la orquesta, Joseph Baermann, para quien compuso en un santiamén el Concertino ya señalado. Baermann quedó encantado, también el rey.
C.M. von Weber (1786 - 1826) |
Maximiliano, un déspota ilustrado amante de la música y las artes (aliado de Napoleón para más señas) no dudó en sacarle partido a tan eficaz y vertiginoso compositor. De modo que cuando Weber se despidió de Maximiliano aquella provechosa tarde, cargaba sobre sus hombros el saludable compromiso de componer para Baermann, por encargo del rey, no uno, sino dos conciertos para clarinete.
¿Un trance complicado?
Para nada. Entre abril y mayo de 1811 el autor compuso los dos conciertos al mismo tiempo y, según cuenta la leyenda, el primer movimiento del que sería catalogado como No 1 fue escrito y orquestado en un solo día.
Como es de suponer, ambas obras están dedicadas a Baermann.
El Concierto No 1, señalado en el catálogo del compositor como J 114, fue estrenado el 13 de junio de 1811 en Munich, con Baermann como solista. Maximiliano, a quien suponemos presente, habrá sonreído satisfecho.
Concierto para clarinete y orquesta No 1 en Fa menor - Movimientos
De duración aproximada de poco más de veinte minutos, su estructura es la habitual: tres movimientos en secuencia rápido-lento-rápido.
00:00 Allegro: Los cellos presentan el tema principal; luego ataca la orquesta completa con un tufillo beethoveniano; a continuación toman la melodía los violines que se van aquietando para dar paso a la entrada del clarinete con un doliente tema, en 1:47.
09:40 Adagio ma non troppo: Muy expresivo, el clarinete entona una melodía intensamente lírica por sobre un comedido acompañamiento de cuerdas. La sección central incluye un novedoso diálogo entre el clarinete y un trío de trompas (13:01) mientras el resto de la orquesta permanece al margen.
17:33 Rondó - allegretto: Airoso y desenvuelto, con una suerte de "final falso". En 19:52 pareciera que tras alcanzar el clarinete su registro más alto, la conclusión hubiera llegado, pero no, luego de una pausa, el clarinete abordará un nuevo episodio, más introspectivo. Más tarde, ágiles semicorcheas conducirán al verdadero final, exultante.
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COMO SIEMPRE, EXCELENTE VUESTRO TRABAJO. GRACIAS
ResponderEliminarHola, Mari: Muchas gracias a ti. Saludos.
ResponderEliminarC. M voy Weber es de esos compositores todavía no demasiado conocidos por los aficionados fuera de un par de oberturas, pero es verdad que tiene un corpus de obras admirable. Casi toda su música es de una fineza de orquestación impresionante e ideas aplicadas siempre con gran acierto. Gran, gran orquestador.
ResponderEliminarHola, Daniel: Así es. Y no olvidemos que murió a los cuarenta años. Mucho más de su música nos habría dejado. Gracias por tu comentario. Saludos.
ResponderEliminarY siempre en estos casos surge una inevitable pregunta: ¿Hasta dónde hubiera llegado de haber vivido más tiempo?
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