A comienzos de 1839, Richard Wagner, de 26 años, fue contratado como director de la ópera nacional de Riga, la capital de Letonia. Un extravagante estilo de vida unido al retiro de los escenarios de su esposa, la cantante Minna Planer, le hicieron incurrir en grandes deudas. Imposibilitado de afrontarlas, ideó un plan para evadir a sus acreedores. Terminaría la obra en que trabajaba, la ópera Rienzi, con la idea de representarla en París y hacer con ella algún dinero. Hacia allá se largó, vía Londres.
La leyenda del barco fantasma
Luego de cruzar ilegalmente la frontera prusiana, la pareja se embarcó en un navío en el que vivirían la peor experiencia navegante de sus vidas. Enfrentado a una serie de tormentas, el barco pudo por fin guarecerse en un fiordo noruego luego de días de interminable lucha con un mar embravecido. Llegaron a Londres tres semanas después de haber abandonado Riga. La experiencia hizo recordar a Wagner la antigua leyenda del barco fantasma, el barco imposibilitado de recalar, obligado a surcar los mares de por vida, en busca de redención.
Y ya en París, las cosas tampoco mejoraron. Wagner no pudo conseguir trabajo como director y la Ópera de París se negó a llevar a escena su Rienzi. La pareja se vio enfrentada a grandes penurias económicas, debiendo vivir de la ayuda de amigos y del escaso dinero que Wagner podía conseguir mediante la publicación de artículos de música y la copia de partituras. En esas circunstancias, echó mano de su reciente experiencia e ideó la composición de una breve obra en un acto sobre la leyenda del barco fantasma, que en algunas versiones tiene como capitán a un holandés, un "holandés errante".
Richard Wagner (1813 - 1883) |
La obra estaba destinada a fungir como "apertura de cortinas" para un ballet, en la Ópera.
Wagner se basó en una sátira de Heine que recogía la leyenda del holandés errante, modificando la historia para presentar al capitán errante como un personaje maldecido que solo puede redimirse por el amor leal de una mujer. El libreto, con el título de "El Barco Fantasma", y junto a tres pasajes importantes de la ópera, fueron dados a conocer en julio de 1841 a la Ópera de París, que acordó comprar los derechos a Wagner por 500 francos, y encomendar la música y el libreto en francés a otros artistas.
"El Barco Fantasma" fue un fracaso rotundo. Luego de su estreno, en noviembre de 1842, caerá en el más completo olvido.
Der fliegende Holländer
En el ínterín, durante el verano de 1841, Wagner escribió el resto de la ópera, ampliando la obra a la más tradicional forma en tres actos, y ahora titulada Der fliegende Holländer. El libreto inicial ambientaba la obra en Escocia. Wagner cambió los nombres de los personajes y la ambientación a Noruega, en un intento por tomar distancia del fracasado Barco Fantasma.
Fue estrenada en Dresde en enero de 1843, bajo la dirección del autor, pero no fue el éxito que Wagner anhelaba. Al poco tiempo, sin embargo, ganó en popularidad y se convirtió en favorita del público hasta el día de hoy, pues pese al desencanto inicial, es una de las óperas más accesibles del autor alemán.
El Holandés Errante - Obertura
La obertura es la última sección que escribió Wagner. En ella están contenidos todos los leitmotiv de la obra, aquellos célebres pasajes musicales que ilustran y acompañan ya sea a los personajes o las situaciones por las que estos atraviesan conforme a la trama, y de los cuales hizo Wagner su marca de fábrica para el resto de su obra.
Se inicia con un motivo que podríamos llamar "oceánico", o "tormentoso".
La versión es de la Orquesta Sinfónica de Chicago dirigida por sir Georg Solti.
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