Vistoso edificio de ladrillo rojo, en la Avenida Mozart, París |
En 1778, Wolfgang Amadeus ya no tenía nada de niño prodigio y por ello se encontraba en París intentando cimentar un futuro como músico y compositor maduro. Fruto de ese esfuerzo nacieron allí ese año tres sonatas para piano, mismas que un perspicaz musicólogo e historiador dio en llamar "sonatas parisinas". De ellas, la que escuchamos más a menudo es la sonata en La mayor, debido probablemente a que su tercer movimiento se convirtió con los años en una de las piezas más famosas de Mozart, la popularmente conocida "marcha turca".
Esa estancia en París era el resultado de su "desafectación" de la corte de Salzburgo, a la que había renunciado el año anterior, tras la presentación de una sarcástica carta a su empleador, el príncipe-arzobispo Colloredo. Pero, luego de año y medio de intentos infructuosos por lograr una posición en la corte de alguna ciudad exuberante de vida musical, como Munich, París o Viena, Amadeus se vio obligado a regresar a Salzburgo, con la cola entre las piernas. Pero con las tres sonatas publicadas bajo el brazo.
En enero de 1779, Wolfgang estaba de regreso en Salzburgo para hacerse cargo del puesto de organista de la corte que su padre Leopold había conseguido para él. Volvía a estar bajo las órdenes de Colloredo. Sus obligaciones: tocar en la corte y en la catedral, ayudar en la instrucción de los niños del coro y componer cuando fuera necesario.
Durante el tedioso verano salzburgués de 1780, Mozart recibió el esperado encargo de componer una ópera para la corte de Munich, adonde el compositor debía desplazarse pues era imprescindible conocer a los cantantes para componer las arias. Colloredo accedió a otorgar el permiso pues en cierto modo la petición de Munich lo beneficiaba. Y así pudo Wolfgang emprender el viaje, en una curiosa mezcla de "comisión de servicio" y "pololito".
La ópera –Idomeneo– se estrenó recién en enero del año siguiente, con gran éxito. Leopold y Nannerl acudieron al estreno y luego, al regreso, decidieron celebrar disfrutando de unas merecidas vacaciones en Augsburgo. Pero una orden del príncipe-arzobispo interrumpió el jolgorio. Mozart debía presentarse inmediatamente en Viena pues Colloredo iba de invitado a la coronación de José II y asistiría con toda su pequeña corte personal, que incluía, naturalmente, al tecladista Mozart.
La sonata en La mayor consta de tres movimientos: andante grazioso, menuetto (6:53) y rondó alla turca (10:24). El primer movimiento, a diferencia de lo típico, es decir, en vez de la estructura A-B-A o similar, está conformado por un tema y seis variaciones. La versión, notable, es de la brillante pianista nacida en Letonia, Olga Jegunova.
Probablemente a raíz de este viaje obligado a Viena, Wolfgang entendió que ya sería hora de abandonar definitivamente a Colloredo y su corte ramplona. Por ello, se comportó algo descomedidamente con el arzobispo: comenzó por restarse a la visita de la mañana que debía hacer todo criado; luego sumaría otras muestras de independencia y rebeldía.
Para Colloredo no pasó inadvertido el mal comportamiento de Wolfgang. Lo obligó a sentarse a la mesa después de los ayudantes de cámara, aunque antes de los cocineros. Wolfgang consideró que esto era el colmo y pidió una entrevista que Colloredo le concedió, de malos modos.
La confrontación tiene que haber sido muy áspera. En carta a su padre, Wolfgang relata que Colloredo lo trató de haragán, imbécil y díscolo. Después de soportar estoicamente los insultos, preguntó:
"–¿Su gracia, entonces, no está contento conmigo?
A lo que el arzobispo respondió indignado:
"–¡Miren, miren, ahora este imbécil quiere amenazarme!"
Es en este punto donde algunos estudiosos señalan que se habría presentado el asunto del puntapié en el trasero. La verdad estricta es que Mozart presentó su dimisión al día siguiente y le fue aceptada un mes más tarde.
Este nuevo estilo de vida implicaba estar al tanto de la moda. La de aquellos años, tenía a la sociedad europea con el oído puesto en el sonido de las marchas de los soldados de la guardia imperial turca, por una razón incierta, como toda moda. El rondó, tiene ahí su origen.