En 1840, Franz Liszt inventó el recital de piano tal como lo conocemos hoy: el concierto de un solo instrumentista que hace música con obras propias o ajenas, junto al piano. Entre ese año y 1847 (cuando conoció a la princesa Carolyne de Sayn-Wittgenstein, quien le instó a privilegiar la composición, en casa) realizó múltiples y extensas giras por toda Europa, visitando ciudades tan alejadas como Sevilla o Moscú. En todas ellas recibió "el cariño de su público", como diríamos hoy. Liszt se esforzaba por complacer a esa audiencia, llegando a tocar tres o cuatro veces a la semana, para especial disfrute de las damas, que se desmayaban en medio del recital, o armaban una trifulca para adueñarse del pañuelo del artista, cuando éste se retiraba, luego de ofrecer un bis con un par de rapsodias húngaras.
Según unos pocos pero intrépidos estudiosos, las rapsodias húngaras de Franz Liszt representan "el lado menos respetable" del compositor. Su encanto residiría no en su invención musical sino en la deslumbrante expansión del espectro de expresión posible en el piano, o dicho de modo menos elegante, en "la variedad de ruidos que pueden hacerse con un piano". Duras palabras.
Liszt visitó Hungría en 1839, después de trece años asentado en París. Una nueva visita al año siguiente condujo a la producción, entre 1840 y 1847 (precisamente sus años de "piano star"), de diez volúmenes de piezas para piano basadas en temas húngaros. Entre 1851 y 1853 publicó quince de ellas bajo el título de Rapsodias Húngaras. En 1882-1886 publicará cuatro más.
Fotografía de Liszt, en 1843 (1811 - 1886) |
Las rapsodias húngaras de Liszt derivan de un estilo y danza del siglo XVIII llamada verbunkos, utilizada en Hungría durante el reclutamiento de tropas (para entusiasmar, imaginamos). Cuenta con al menos dos secciones contrastantes: una lenta, o lassan, y una rápida, o friska.
Rapsodia Húngara No 6, en Re bemol mayor
Descontada la aplastante presencia popular de la Rapsodia Húngara No 2 (en Do sostenido menor), la No 6 es una de las más conocidas, incorporando en menos de siete minutos la pompa y lo lúdico, lo exótico y lo ostentoso, a la vez. Cuenta con cinco secciones, marcadas: Tempo giusto, Presto, Andante, Allegro y Presto.
La pieza es altamente exigente. El Presto final ilustra el extraordinario virtuosismo con que el maestro contó para provocar desvanecimientos y reyertas varias por media Europa.
En oposición, la obra responde exactamente al tipo de pieza que durante un tiempo permitió etiquetar erróneamente a Liszt solo como un pianista virtuoso.
La versión es de la pianista ucraniana Anna Fedorova.
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