miércoles, 27 de diciembre de 2023

Tchaikovski, Concierto para Piano No 1 / Yuja Wang


Era la Navidad de 1874. Piotr Ilich Tchaikovski y su gran amigo y consejero Nikolai Rubinstein se dirigían a casa de un amigo común, donde habían sido invitados a esperar al Papá Noel ruso. Pero Nikolai había sugerido a Piotr que llevara su nueva partitura para que, camino a casa del amigo, pasaran al Conservatorio a examinar el Primer Concierto para Piano que Piotr Ilich acababa de terminar. Piotr accedió encantado pues deseaba escuchar la opinión de un virtuoso, conocer su parecer técnico sobre algunos pasajes muy arduos de la ejecución, que en ese momento los tenía y sigue teniendo.


Cuando terminó de tocar el movimiento inicial, Nikolai permaneció mudo, sin decir una palabra. Piotr no se amilanó y continuó con el resto.
–¿Y bien? –preguntó al final del concierto completo.
Nikolai no escatimó irreverencias. Dijo que el concierto no valía nada, que era inejecutable, que los temas eran poco felices, en suma, trató a Piotr como un principiante inexperto e incapaz. Así, al menos, lo entendió Piotr Ilich. Luego lo contaría en su diario en los siguientes términos:
"Yo no sólo estaba estupefacto, sino afligido por toda esa escena. Ya no soy un muchacho necio, que comienza a hacer sus primeras tentativas de composición; no tengo necesidad de enseñanzas de nadie, sobre todo si se me dan en ese tono áspero y hostil..."
Pero a Nikolai tampoco le salió barato. Piotr tenía pensado dedicarle el concierto a este virtuoso de su tiempo pero, habiéndose enfriado las relaciones a raíz del rudo incidente, finalmente lo dedicó al pianista y director Hans von Büllow, gran admirador del compositor ruso, quien lo estrenó con él como solista en Boston, EEUU, en 1875, y lo dirigió luego por todas partes con gran éxito. Sin embargo, las sugerencias de Nikolai no cayeron en saco roto pues quince años después, Tchaikovski reelaboró por completo la parte pianística, convirtiendo al concierto, desde entonces, en pieza predilecta de los virtuosos del piano, Nikolai Rubinstein incluido.

Movimientos:
I. Allegro non troppo e molto maestoso - Allegro con spirito
El movimiento, inusualmente largo (20 min), lo abre toda la orquesta, luego entra el tema principal llevado por las cuerdas acompañadas por los magníficos acordes del piano que han hecho célebre al concierto completo. El movimiento, una especie de duelo entre el piano y la orquesta, presenta considerables dificultades al solista.

II. Andantino semplice - Prestissimo (20:45)
Se inicia con un tema de gran delizadeza que expone primero la flauta siendo recogido luego por el piano. Una parte central –prestissimo– sirve de contraste por su liviandad y su ritmo de tres cuartos.

III. Allegro con fuoco (27:40)
Está construido sobre temas basados en danzas o ritmos populares rusos. El primer tema, rítmicamente, muestra un marcado carácter ruso. En la coda final vuelve a escucharse el primer tema, para conducir a un final fragoroso y de enorme vigor, algo efectista talvez, que exige del pianista la realización del célebre "pasaje de octavas" que solo algunos virtuosos logran abordar con éxito.

La versión es de la estupenda artista Yuja Wang, acompañada por la National Youth Orchestra de China, dirigida por el francés Ludovic Morlot, en el Carnegie Hall, 2017.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

Chopin, Nocturno No 20, Opus póstumo

La pequeña joya que Chopin no quiso publicar

Como sabemos, los Opus Póstumos en música clásica son composiciones publicadas después de la muerte del compositor. Este fenómeno tiene sus raíces en el siglo XIX, cuando la práctica de numerar las obras musicales con la etiqueta "opus" se volvió común. Un buen número de compositores, digamos Mozart, Schubert, Brahms, dejaron piezas inacabadas o desconocidas al fallecer, y sus herederos o editores las publicaron después de su muerte. Pero algunos de ellos sencillamente no quisieron publicar piezas acabadas, enteramente, por no cumplir los elevados estándares que exigían a su propia obra.

Así, nos encontramos hoy con joyas musicales que permanecieron ocultas durante unos buenos años y que hoy escuchamos con maravillado deleite, y una pizca de estupor, porque no nos cabe en la cabeza la reticencia del autor a publicarla.

Es el caso de Chopin, quien con el Opus póstumo 66 (la celebérrima Fantasia Impromptu) inaugura su extensa obra nunca publicada en vida. En otro ordenamiento, están las obras póstumas sencillamente sin número de Opus, que por supuesto, también son póstumas pero al momento de publicarlas, nadie se tomó la molestia.
A esa categoría pertenece el Nocturno No 20 en Do# menor, publicada por primera vez en 1869, nada menos que 20 años después de la muerte de Chopin. La pieza también se conoce como Lento con gran espressione, por su marca de tempo.  

Władysław Szpilman
(1911 - 2000)

Szpilman y Hosenfeld
Es la pequeña joya que el pianista polaco y superviviente del Holocausto, Władysław Szpilman, tocó durante la última transmisión en vivo de la radio polaca el 23 de septiembre de 1939 cuando Varsovia era sitiada por el ejército alemán.
Avanzado ya el conflicto, Szpilman también interpretó esta pieza para el oficial del ejército alemán Wilm Hosenfeld en su primer encuentro (aunque en la escena de la película El Pianista, Szpilman, el personaje, interpreta una versión abreviada de la Balada No 1).  Hosenfeld ayudó luego a Szpilman a esconderse, proporcionándole comida en los últimos meses de la guerra. El oficial Hosenfeld murió en el campo de concentración soviético de Stalingrado, tras un largo deterioro de su salud, el 13 de agosto de 1952, a los 57 años.

La performance de Szpilman, en 1997
La versión que aquì se presenta (solo audio, lamentablemente) fue grabada en casa de Szpilman en Varsovia en 1997, tres años antes de su muerte, para un documental en que narraba su escalofriante historia. Imaginamos que durante la grabación, Szpilman habrá rememorado, y quizá revivido, los momentos en que tocaba para Hosenfeld y, de pasada, trataba de salvar su vida.
Lo que es difícil de imaginar es cómo tanta sencilla belleza pudo haber sido desestimada por el genio polaco que, a su vez, tampoco imaginó que aquella pequeña joya iba a ser parte de un impensado arte, la cinematografía, 160 años más tarde.

lunes, 4 de diciembre de 2023

John Adams. ¿Debe el diablo tener todas las buenas melodías? - Mov. I - Yuja Wang

Un Concierto para Yuja

John Coolidge Adams, nacido en Massachusetts en 1947, es el autor de la célebre y controvertida ópera Nixon en China, de 1987, con la que llevó la historia contemporánea a la ópera inaugurando con ello un nuevo género. En esa línea –el drama musical postmoderno–, el autor ha incursionado en contenidos tales como la vida y obra del inventor de la bomba atómica o los ataques terroristas de los últimos veinte años.

Inicialmente un compositor minimalista, el autor también ha abordado la música de cámara, orquestal y concertante. En este último género ha compuesto tres Conciertos para Piano, titulados, en su estilo, Eros Piano (1989), Century Rolls (1997), y el que hoy nos ocupa, que desde luego, desbancó a los precedentes, si de títulos se trata: Must the Devil Have All the Good Tunes?, tomado de un aforismo atribuido a Martín Lutero.

El origen del concierto responde a un encargo de la Filarmónica de Los Angeles solicitado especialmente para su estreno mundial por la brillante pianista de origen chino Yuja Wang, premiere que tuvo lugar en el Walt Disney Concert Hall en marzo de 2019. En noviembre de ese año, la orquesta, el director Gustavo Dudamel, y Yuja volvieron a la icónica sede para hacer una grabación en vivo de la obra, que el New York Times calificó como "un concierto hermosamente desconcertante".

John C. Adams (n. 1947)
Must the Devil Have All the Good Tunes?
Como siempre ocurre con la música de Adams, un hilo de inspiración inicial –en este caso la frase que se convirtió en el
título de la obra– se entreteje con muchos otros, incluyendo a Liszt, Ligeti, la música gospel y más. La pieza contiene tres secciones que se tocan sin interrupción, con duración de 28 minutos.

Presentamos aquí la primera sección, marcada "Gritty, Funky" (algo así como arenoso / miedoso), altamente rítmica con exigencias pianísticas aterradoras. El arrebato dura 12 minutos.

Con Yuja Wang al piano, Gustavo Dudamel dirige la Filarmónica de Los Angeles, que en su página oficial reseñó así esta colaboración:

"...la técnica electrizante de la pianista Yuja Wang domina sin esfuerzo la intrincada parte "diabólica" del piano, tejiendo ligereza y elegancia con dinamismo y explosividad para resaltar las cualidades contrastantes pero características de la música de Adams. El Washington Post elogió el estreno mundial de la obra señalando que la Srta. Wang es tan impresionante por su sensibilidad poética como por su deslumbramiento pirotécnico."



Otras obras del autor en este blog:
Short Ride in a Fast Machine

domingo, 5 de noviembre de 2023

Chopin, Vals Op 42, en La bemol

Un obligado verano en París

En 1839, la incansable y prolífica escritora George Sand publicó una màs de sus esperadas novelas. "Spiridion", se tituló, y exploraba temas de religión y espiritualidad, completamente ajenos al estilo y contenido de su obra anterior, romántica por excelencia. Por ello mismo, quizá, no fue el éxito que todos esperaban. Al contrario, resultó un fracaso de público y crítica. Para ser justos, sin embargo, anotemos que hoy Spiridion sigue siendo una parte interesante del cuerpo literario de George Sand, como reflejo de su versatilidad como escritora y su voluntad de explorar temas complejos en su obra.

Pero lo que nos interesa señalar aquì es que, a raíz de ello, el estilo de vida debió ser interrumpido. El verano de 1840 no resultó propicio para que la "familia", conformada por Chopin, la Sand y los hijos de la escritora, Solange y Maurice, recogieran sus bártulos y partieran a gozar de tres meses de merecido descanso en la casa veraniega que la Sand mantenía en Nohant, 200 km al sur de París. No había, sencillamente, cómo solventar la estadía de tres meses, a cuatro mil francos el mes, sin contar los gastos de viaje.

El verano, en París
De modo que permanecieron en París. George Sand corrigiendo y reescribiendo, y Chopin, que ya había comenzado a habituarse a componer exclusivamente en Nohant, debió readecuar su rutina y ponerse a trabajar en París durante el verano. Por lo demás, durante esos meses no tenía alumnos. Y no obstante las desacostumbradas circunstancias, el año 1840 fue fecundo, un año de trabajo ininterrumpido en el número 16 de la Rue Pigalle. De esa fecha son, para muestra un botón y otro más, la Fantasía en Fa menor, y el sinuoso Vals en La bemol, opus 42, publicado ese mismo año, sin dedicatoria.

Vals en La bemol, opus 42
Robert Schumann, abierto admirador de Chopin y quien ya había hablado maravillas sobre el Estudio opus 25 N° 1, escribió acerca de este vals que "si alguna vez hubiese que bailarlo tendrían que hacerlo solo las condesas". No entendemos qué quiso decir realmente, acaso que bailarlo requería una extrema elegancia que solo podìan mostrar, en su opinión, las condesas.
Pero Schumann estaba en lo cierto. La superposición de un ritmo binario de la mano derecha y uno ternario de la izquierda en el tema principal, unido a la velocidad que aquí le imprime el pianista ruso Boris Berezovsky hacen la danza impracticable incluso para las condesas. Una coda brillantísima (2:37) pone punto final a la pequeña pieza rematada por vigorosas notas al unísono, en el registro bajo.

martes, 12 de septiembre de 2023

Beethoven, y sus divinos movimientos lentos – Parte II

Una segunda y breve selección

Como era de esperarse, si nos esmeramos en seleccionar por su belleza algunos movimientos lentos de Beethoven, elegir cuatro de ellos será penosamente mezquino.
Por ello, estamos hoy elaborando una nueva muestra, que esta vez comprende dos sonatas (situadas en las antípodas), una sinfonía, y... una ópera!
En todas ellas está presente ese otro mundo de Beethoven, aquel íntimo y a veces desgarrador universo creativo, del que supo, sin embargo, extraer belleza. 
Agradezco todas las sugerencias recibidas. Y cumplo con ellas.

Comenzamos con una obra maestra.


Sinfonía No 7 en La mayor, Opus 92 Allegretto (1811 - 1812)
El estreno tuvo lugar en Viena, el 8 de diciembre de 1813, con gran éxito. Hacía cinco años que Beethoven no ofrecía una nueva sinfonía al público vienés. Por ello, fue recibida con gran entusiasmo. Pocos días después se realizó una nueva función, y al igual que en el estreno, a requerimiento del público hubo de repetirse el famoso Allegretto, el segundo de sus cuatro movimientos,
Su popularidad obedece en gran parte a su simplicidad. Descansa sobre una idea rítmica sencilla: una sucesión de notas negras con dos corcheas, que se oyen repetidamente (un ostinato). Todo ello da cauce a una melodía de corte schubertiano, según elucubran los estudiosos.

Gustavo Dudamel conduce la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, de Venezuela. 



Sonata No 29 en Si ♭ Mayor, Op 106, llamada "Hammerklavier" - Adagio sostenuto
(1817 - 1818)
Su título popular, que la obra comparte con la sonata precedente, es simplemente la palabra alemana para "pianoforte". Beethoven quería agradecer así el obsequio del constructor inglés de pianos Broadwood, quien le había hecho llegar un piano moderno, de cuerdas percutidas. Es para ese piano moderno que está escrita la sonata: Große Sonate für das Hammerklavier, su título completo.
El adagio (el tercer movimiento –y no el segundo– de los cuatro) es uno de los movimientos lentos más extensos de toda la literatura pianística, con alrededor de veinte minutos, y uno de los más dramáticos escritos por Beethoven: appassionato e con molto sentimento, anotó el maestro, con fruición.




Fidelio, ópera en dos actos, Op 72 - Cuarteto (1814, la 3a versión)
Esta pieza constituyó para mí toda una sorpresa. Y espero que también lo sea para nuestros lectores.
Como se sabe, Fidelio es la única ópera que escribió el maestro, quizá porque la consumación de ésta le costó sangre, sudor y lágrimas. Escribió tres versiones, y otras tantas para la obertura (las conocidas "Leonoras").
La obra está inspirada en la pieza teatral "Leonora o el amor conyugal", de Jean N. Bouilli, que cuenta la historia de Leonora quien, en su empeño por rescatar a su marido –prisionero político– de una prisión española del siglo XVII, entra a trabajar en ella disfrazada de hombre, como un tal Fidelio.

El guardián de la prisión, Rocco, tiene una hija Marcelina y un ayudante, Jaquino, ambos comprometidos. Todo se complica cuando Marcelina se enamora de... Fidelio.
El Cuarteto pertenece al acto I. Marcelina, Fidelio, Rocco y Jaquino cantan sobre el amor de Marcelina por Fidelio (Mir ist so wunderbar – "Un maravilloso sentimiento me llena")

Dos sopranos, bajo y tenor, son acompañados por la Filarmónica de Israel, dirigida por Zubin Mehta.


Sonata No 3 en Do Mayor - Op.2 No. 3 - Adagio (1794)
Es la tercera sonata para piano escrita por Beethoven, del total de 32. Pero es también la tercera del Opus 2. ¿Cómo puede ser esto? Muy simple. El maestro comenzó a numerar sus opus a partir del segundo.
Y bueno. Luego de instalarse definitivamente en Viena en 1792, Beethoven tomó clases de composición con el maestro Franz Joseph Haydn, entonces una celebridad de sesenta años con sede en Londres, quien de tanto en tanto se aparecía por la capital del imperio de los Habsburgo, para dictar clases. Pero no se llevaron bien, y al cabo de dos años Beethoven abandonó a su maestro, aunque le dedicó su primer Opus, aquel que lleva el número 2.

Sorprendente en su simpleza, el Adagio de esta tercera sonata es uno de los movimientos lentos más bellos de Beethoven. Aquí, el maestro ha tomado prestado material proveniente de un trabajo de juventud, el Cuarteto con piano N° 3, y lo ha transformado en otra pequeña joya, de esas que a mí me encantan.

La versión es del pianista canadiense Joel Hastings.

miércoles, 6 de septiembre de 2023

Beethoven, y sus divinos movimientos lentos – Parte I

Breve selección

Sabemos que Beethoven tenía un carácter difícil, condición que se acentuó con su sordera, que comenzó a fastidiarlo cuando recién pasaba los treinta años. Vivirá hasta los 57, componiendo sus últimas obras en condiciones de sordera total. Por ello mismo, quizá, su fama y reconocimiento mundial descansan en la grandiosidad presente en la obra de un músico sordo, que se empeñó en dejar a la humanidad un legado esplendoroso en condiciones adversas.

Pero también existe el Beethoven íntimo, aquel que entregó su alma y corazón en los divinos, sublimes, movimientos lentos de algunas de sus obras.
Hoy, presentamos aquí una breve selección de adagios, andantes y larghettos, elegidos según el gusto popular, y también el nuestro, con alguna licencia, aunque esperamos que convoque a todos.


Sonata Op 27 No 2, llamada "Claro de Luna" - Adagio sostenuto 
(1800-1801)
Comenzamos, desde luego, con la pieza obvia. Aquella que todo el mundo conoce y quizá pueda tararear. El apodo, desde luego, no es del autor, sino que apareció más tarde, en unas notas del escritor alemán Ludwig Rellstab. Es la única sonata del maestro que comienza con un movimiento lento, novedad que ha llevado a los estudiosos a tildarlo de fantasía o improvisación. Y bueno, el mismo Beethoven quiso subtitularla: "Sonata quasi una fantasia", son las palabras que agregó a la partitura.
Como todos sabemos, fue dedicada a "una mágica niña que me quiere y a quien yo amo", la condesa Giulietta Guiciardi, por ese entonces su alumna, de 17 años.
Si hoy es muy popular, poco se ha dicho que ya lo era, en vida del maestro, cuestión que no le hacía mucha gracia. Se cuenta que a su pupilo Carl Czerny le comentó alguna vez: "He escrito cosas mejores".

Escuchamos este breve "canto fúnebre" en versión del maestro chileno Claudio Arrau


Concierto para violín y orquesta Opus 61 - Larghetto (1806)
En 1806, Beethoven escribió un gran concierto para violín para su amigo, el violinista Franz Clement. Era en parte un agradecimiento por los comentarios que éste le había hecho sobre su ópera Fidelio. Pero en el momento del estreno, el regalo de Beethoven se convirtió en una pesadilla: entregó la partitura tan tarde que Clement se vio obligado a leer a primera vista gran parte de ella.

Hoy en día, el Concierto para Violín se considera uno de los más difíciles del repertorio. Es extremadamente expuesto, huye de la ostentación y requiere una entonación y un control del arco sobrehumanos para tocarlo bien. No es de extrañar, pues, que un Clement a ciegas y leyendo a primera vista no se ganara al público. El concierto no entró en el repertorio hasta 1844, cuando un niño prodigio de doce años llamado Joseph Joachim y su mentor, Felix Mendelssohn, en la dirección, lo interpretaron con gran éxito en Londres.

La elegancia, sencillez y sensación de inevitabilidad del movimiento lento lo convierten en uno de los más exquisitos de Beethoven.

La versión es del joven artista italiano Augustin Hadelich, acompañado de la Colorado Music Festival Orchestra, dirigiada por el maestro canadiense Peter Oundjian.


Concierto para piano y orquesta Opus 73, "Emperador" - Adagio un poco mosso (1806)
El concierto para piano más brillante de todos los tiempos tuvo su génesis en momentos históricos complejos. En la primavera de 1809, por segunda vez en menos de cuatro años las tropas napoleónicas avanzaban sobre Viena. Y tal como había acontecido en 1805, la nobleza y las clases altas abandonaron la ciudad, encabezados por Francisco I de Austria, arrastrando también al archiduque Rodolfo, amigo, pupilo y mecenas de Beethoven.
El maestro permaneció en Viena, entre el humo y las balas de cañón. En carta a su editor en Leipzig, escribe:

"Hemos estado sufriendo miserias en la forma más intensa. A mi alrededor solo veo el caos y la destrucción, y no escucho más que tambores y cañones... la miseria humana en todas sus formas".

Los tres movimientos son memorables, pero hay algo en la sinceridad desgarradora del movimiento lento que lo hace especialmente inolvidable, sobre todo dadas las circunstancias dramáticas en las que fue compuesto.

La versión es del pianista polaco Krystian Zimerman, acompañado de la London Symphony Orchestra, dirigida por Sir Simon Rattle



Sonata Op. 31 no. 1 - Andante
(1801- 02)
Por último, me voy a permitir un gusto personal. Las sonatas para piano del maestro presentan en general bellos movimientos lentos, sin ir más lejos la popular que encabeza estas notas, pero también están en ese grupo la Patética, o la Sonata Op 2 No 3, o la desgarradora Op 10 No 3.
Pero a mí me encanta hasta el delirio este Andante, repleto de trinos de principio a fin.
Esta ornamentación, consistente en tocar dos notas adyacentes alternada y rápidamente, captura casi por completo el movimiento, y está encomendada a ambas manos, en alternancia, con duración de cerca de diez minutos. En mi opinión, este movimiento constituye la pieza precisa para la práctica de este adorno justamente porque la obra está en las antípodas de un ejercicio soso y aburrido como podría serlo su práctica en cualquier parte del teclado y con los dedos que a uno se le antoje. 
En mi opinión, una pequeña joya, 

La versión es de la pianista rumana Alexandra Vaduva.

lunes, 31 de julio de 2023

W.A. Mozart, un talentoso violinista / Concierto para violín No 4


La formación que Leopold Mozart impuso a sus talentosos hijos incluía el violín y el clavicémbalo, de modo que Wolfgang pudo hacer un uso profesional de su habilidad en ambos instrumentos cuando se trasladó definitivamente a Viena y abandonó la esfera de influencia de su padre. Sin duda, en su madurez prefirió el teclado como principal vehículo de virtuosismo. Pero durante los primeros años, cuando aún era concertino en la orquesta de la corte del arzobispo Colloredo de Salzburgo, tocar el violín era una de sus obligaciones.

"No tienes ni idea de lo bien que tocas el violín, si tan sólo te hicieras justicia a ti mismo y tocaras con audacia, espíritu y fuego, como si fueras el primer violinista de Europa". Así le escribió Leopold a Wolfgang en octubre de 1777. Quizá fue ésta, la constante presión paterna, lo que hizo que Wolfgang acabara abandonando el violín como instrumento solista.



Sea como fuere, en su corta vida Wolfgang escribió ni más ni menos que cinco conciertos para violín y orquesta. Cuatro de ellos fueron escritos en 1775, cuando tenía solo diecinueve años, en una época en que el compositor estaba todavía consolidando su expertise en la forma "concierto" y antes de haber desarrollado el alcance y la fuerza dramática de sus conciertos para piano de madurez.
Hasta cierto punto, todavía se asemejan a los conciertos barrocos, con un ritornello de toda la orquesta que se repite, como los pilares de un puente para anclar las secciones solistas.

Los tres últimos conciertos, compuestos en el último cuatrimestre de 1775, tienen un marcado parentesco, con movimientos lentos luminosos en la tonalidad dominante (en lugar de la subdominante, más común) y un final en el estilo rondó francés. Al día de hoy, llevan largo tiempo como piezas fundamentales del repertorio. De entre ellos, sobresale notoriamente el que lleva el número cuatro.

Concierto para violín No 4 en Re mayor, K. 218
Compuesto en Salzburgo en 1775, está estructurado en los típicos tres movimientos "vivaldianos". Pero a diferencia de muchos conciertos para solista, el final no supone un destello de brillantez para lucimiento del solista, sino que se apaga tranquilamente.

Movimientos:
00:20  Allegro 
09:10  Andante cantabile
16:20  Rondo: Andante grazioso

La violinista alemana (y también pianista) Julia Fischer, es acompañada por la London Philharmonic Orchestra dirigida por Thomas Søndergård.

domingo, 25 de junio de 2023

Liszt: "Venecia y Nápoles" - Tarantella


En la década de 1830 en París, los salones de la naciente burguesía eran el centro de la actividad artística e intelectual de la ciudad. Poetas, pintores, escritores y músicos se reunían a comentar los acontecimientos en una Francia post-revolucionaria y a dar a conocer su obra a sus congéneres. En ese ambiente un joven Liszt daba sus primeros pasos en la escena musical parisiense. Allí también, en 1832, conocerá a la condesa Marie d'Agoult, quien será su compañera y amante por los próximos doce años.


En su compañía emprenderá, a los 27 años (Marie, de 33) la proverbial peregrinación a Italia. Los paisajes y cultura de la península ejercieron una gran atracción en la pareja. A comienzos de 1839, con sus dos pequeñas hijas, Blandine y Cosima, se instalaron en Roma. Allí permanecieron diez meses, empapándose del arte italiano y recibiendo el nacimiento de su tercer hijo, un varón. También nacerán allí las ideas o bocetos que integrarán la futura Suite Italia, la segunda parte de la célebre trilogía Années de Pelerinage.

Años de peregrinaje
Los Années de Pelerinage son un conjunto de tres suites para piano compuestas por Franz Liszt durante un extenso período, aproximadamente entre 1837 y 1877. En ellas Franz plasmó la fascinación que despertaron en él los paisajes y las vivencias experimentados en sus continuos viajes. La segunda suite, titulada "Italia", incorpora revisiones de los Tri sonetti del Petrarca, compuestos alrededor de 1839-1846, esta vez no inspirados en los paisajes sino en la lectura de los sonetos del poeta italiano. 

Venecia y Nápoles - Tarantella
Mucho después, en 1861, el maestro incorporó a esta segunda suite un suplemento que tituló "Venecia y Napoli", probablemente compuesto dos años antes, Son tres piezas tituladas GondolieraCanzone y Tarantella. Se presenta aquí esta última, una recreación de temas del compositor y editor de aquel tiempo, Guglielmo Cottrau.

La versión es del joven pianista ucraniano Vitaly Pisarenko, ganador del Concurso Internacional de Piano Franz Liszt en 2008. 

lunes, 12 de junio de 2023

J.S. Bach: Suite Inglesa No 2 / Pogorelich

 
Así como las Suites Francesas del maestro barroco no tienen de francesas más que el hecho de haber sido publicadas con el título Suites pour le clavecin, las Suites Inglesas tampoco tienen nada de inglesas. El origen del título es un completo enigma.

Nunca fueron publicadas en vida de Bach, pero alguna vez existió una copia manuscrita donde se leía la inscripción "fait pour les anglois". Entonces comenzaron las especulaciones, que van desde una errónea interpretación de lo escrito (alguien entendió "anglois" donde podría decir otra cosa), hasta la posibilidad de que hayan sido escritas efectivamente para un anónimo noble inglés que las habría solicitado a Bach durante una visita a Köthen.
El debate continúa.


Seis suites "inglesas"
El grupo de seis suites para teclado fue compuesto posiblemente en la década de 1720, poco antes de las Suites Francesas y de las Seis Partitas, probablemente en Köthen donde el maestro se desempeñó como Kappellmeister desde 1717 hasta 1723. Especulaciones aparte, habrán sido compuestas para el uso privado de alumnos, familiares y conocidos. Quien leyó "Anglois" también pudo haber leído "Angoisses", congojas, dada la dificultad de muchos de sus movimientos.

Sus danzas, o  movimientos
Al igual que las "francesas", las seis suites "inglesas" mantienen la estructura tradicional, con sus cuatro movimientos, o danzas: allemande courante sarabande giga, a los que se agrega, entre la sarabanda y la giga, un número variable de movimientos suplementarios como un minueto, una gavota, bourré, o un aria. La diferencia está en que en las "inglesas" Bach incorporó un preludio, que va al principio (como era de esperarse), y que ya no aparecerá en las suites francesas posteriores.

Suite Inglesa No 2 en La menor / Secciones:
00:00  Preludio
04:05  Allemande
07:48  Courante
09:33  Sarabande
12:10  Bourrée I
15:01  Bourrée II
22:18  Giga

Pogorelich, un pianista controvertido
Ivo Pogorelich debe ser quizá el único pianista del mundo convertido en una celebridad instantánea por un premio que no ganó. En 1980, quedó eliminado en la tercera ronda del Concurso Chopin de Varsovia, lo que enfureció a Martha Argerich, miembro del jurado, quien dimitió luego de señalar: "Pogorelich es un genio". El escándalo provocado le hizo famoso de la noche a la mañana. 

Nacido en Belgrado en 1958, empezó a tocar el piano a los siete años. Tras su formación clásica en el Conservatorio de Moscú, recibió clases magistrales de Aliza Kezeradze.
Desde el escándalo de Varsovia, Pogorelich ha desarrollado una brillante carrera internacional. Sus debuts en Londres, París, Nueva York, Madrid, Bruselas, Amsterdam, Roma, Milán y Tel Aviv fueron triunfales. Ha actuado con prácticamente todas las grandes orquestas del mundo, y en sus recitales casi siempre se agotan las entradas.

Comparándolo con Horowitz, el New York Times escribió en una ocasión: "Era toda una orquesta". Sus interpretaciones, a menudo controvertidas y siempre asombrosas, confirman la originalidad de su talento e intelecto.
En sus manos dejamos la Suite Inglesa No 2.

 

jueves, 8 de junio de 2023

Franz Lehár, vals de "La Viuda Alegre"


Cuarenta años tuvieron que pasar para que el público vienés –y también del resto del mundo– volviera a encantarse con un vals que no fuera el celebérrimo Danubio Azul, estrenado en 1867 por el no menos célebre Johann Strauss hijo. Hablamos del vals conocido en España y Latinoamérica como "el vals de la Viuda Alegre" cuyo verdadero título es Lippen schweigen (labios en silencio), que se canta y baila en el tercer acto de la opereta La Viuda Alegre –cómo no–, estrenada en Viena en diciembre de 1905, con música del compositor austrohúngaro Franz Lehár.


La trama transcurre en un territorio ficticio, Pontevedre, un pequeño Principado de la Europa austrohúngara de principios del siglo XX. Una hermosa y joven dama ha perdido a su acaudalado marido y quedado viuda en posesión de todo su patrimonio. Sus paisanos temen que pudiera casarse en segundas nupcias, muy probablemente con un pretendiente extranjero. Ello supondría la salida del país de su riqueza y con ello la ruina del Principado, que no destaca precisamente por su exuberancia. Para evitarlo, en la embajada de Pontevedre en París (sí, el principado tiene embajada en París) barones, baronesas, secretarios, consejeros diplomáticos y agregados militares se afanan y desviven por conseguir que la rica viuda elija a un pontevedrino como su futuro segundo esposo.

Franz Lehár (1870 - 1948)
El autor

Recordado hoy como compositor de operetas, Franz Lehár también escribió en otros géneros. Es autor de sonatas, poemas sinfónicos y marchas (era hijo de un director de banda del ejército austrohúngaro).
Pero nada de eso llegó hasta nosotros, sólo La Viuda Alegre y, quizás, de toda su partitura, el famoso vals como caballito de batalla. Sin embargo, pese a todo ello, la opereta cuenta hoy con algunas versiones cinematográficas, y coreografías diversas para ballet. Se ha grabado también innumerables veces con la participación de connotados cantantes.

Se presenta aquí el meloso y pegadizo vals en versión de concierto con Renée Fleming y el barítono británico Christopher Maltman.

lunes, 15 de mayo de 2023

El "trio", en música, breve historia. Beethoven, Trio Op 11


Comencemos por señalar que el término "trio", hoy en uso para una composición musical para tres instrumentos (incluida la voz humana), se usó en sus orígenes para designar la sección media de un movimiento en forma ternaria, es decir, la sección "b" de una forma "a-b-a", como puede serlo un minueto o un scherzo. Y la palabra escogida no podía ser otra, puesto que muchas de tales secciones se escribían para tres instrumentos. Posteriormente, se agregó a ellos el bajo continuo, cuya labor era doblar la parte del bajo y contribuir al soporte armónico. Nació así la llamada sonata a trio de la era barroca. 


Pero será en el Periodo Clásico cuando el trio llegue a constituirse en propiedad como un género de la música de cámara. El más usual será el trio de cuerdas, formado por violín, viola y cello. De ellos hay notables ejemplos debidos a Mozart y Beethoven (los tríos de cuerda de Haydn son para dos violines y cello).
Más tarde, cuando el piano invadió los salones de las clases medias, surgió el trio para piano, violín y cello, cuya más variada textura atrajo la atención de los compositores: Haydn escribió cerca de cuarenta; Beethoven disminuyó el tranco y solo publicó alrededor de once.
Entre los compositores románticos, asoman Schubert y Brahms como los más prolíficos; también Dvorak, algo más tarde. 

Beethoven: trio para clarinete, cello, y piano, Op 11
Desde luego, también existen trios para otras combinaciones de instrumentos, aunque con el piano como eje. Sobresale entre ellos, aquel para clarinete, cello y piano en Si bemol mayor del maestro de Bonn, compuesto en 1797 y publicado en Viena al año siguiente. Responde a sus primeros trabajos en música de cámara, reemplazando el violín por un instrumento de viento madera, en este caso, un clarinete, popular y novedoso instrumento por esos años. Está dedicado a la Condesa Maria Wilhelmine von Thun, una de sus mecenas. 

La pieza es también conocida por su apodo, Gassenhauer Trio, debido a su tercer movimiento, nueve variaciones sobre un tema de una popular ópera bufa de aquel tiempo. La palabra, en alemán de la época, aludía a una melodía popular y pegajosa, ideal para silbar en las calles, u hoy, en la ducha,

Secciones:
00:00  Allegro con brio
09:53  Adagio
14:56  Tema con variazioni

La versión es del  Camerata Pacifica, grupo de cámara asentado en Santa Barbara, e integrado por los músicos José Franch-Ballester, clarinete, Ani Aznavoorian, cello, y Warren Jones al piano.

miércoles, 3 de mayo de 2023

Beethoven, "Grande Sonate", No 4, Op 7


Si alguno de nosotros hubiera sido parte de la servidumbre del Palacio Keglevich, en la Bratislava de fines de 1796 (entonces llamada Presburgo), habríamos podido ver una mañana cualquiera a un joven regordete, de baja estatura pero frondosa cabellera, avanzar orondo por los pasillos ataviado de pantuflas, bata y un gorro de dormir con visera. Se dirigía presto al salón de música donde, junto al piano, le esperaba la contessina Anna Louise Barbara von Keglevich, doncella de tiernos dieciséis años, cuya tutoría musical había sido encargada por su padre al joven regordete de 26 años, Ludwig van Beethoven.  

Hasta allá había llegado el maestro el 26 de noviembre de 1796, invitado por la generosa familia Keglevich a pasar un tiempo con ellos. Como de costumbre, ofreció allí los habituales recitales privados y, como era de esperarse también, dio clases a la contessina, familiarmente llamada Babette, a quien Beethoven ya conocía, pues la había tenido de alumna en Viena, hasta donde los nobles se trasladaban en invierno pues el verano lo disfrutaban en sus palacetes de las afueras.

"Babette" von Keglevich
(1778 - 1813)
Las dedicatorias
Se dice que la contessina fue uno de los amores fallidos del maestro. Quizá. Lo que nadie discute es el talento musical del que la doncella hacía gala, y es lo que explica las varias piezas que el maestro dedicó a Babette durante su corta vida –35 años– comenzando por el Concierto No 1, ni más ni menos.

Durante la estadía en Bratislava, el joven maestro comenzó y culminó la Sonata No 4 en Mi bemol mayor, una de las más extensas de su producción sonatística. Publicada en 1797 con el subtítulo de Grande Sonata, fue dedicada, como se habrá adivinado, a la contessina... ¿hubo entre ambos algo parecido a un encantamiento mutuo? ¿o le fue dedicada por simple cortesía? No lo sabemos. Tal vez, todo fue más sencillo: el padre de Babette comisionó a Beethoven una sonata... para ser ofrendada a su hija. Usanzas de aquellos años.

Sonata No 4 en Mi bemol mayor, Op 7, "Grande Sonata"
Como ya se dijo, después de la célebre Hammerklavier, es la sonata más extensa escrita por el maestro, con duración aproximada de treinta minutos. Según algunos estudiosos, con esta sonata Beethoven mostró tempranamente al mundo musical de la época –lleva el número 4, de 32– que su genio iba mucho más allá de una cándida imitación de Haydn o Mozart. En la misma vena, Karl Czerny sugirió que debió haber sido ésta la sonata que llevara el apodo de Appassionata y no la que conocemos hoy, que verá la luz ocho años más tarde.
Cuatro son sus movimientos.

Movimientos:
00:00
  Allegro molto e con brio
08:30  Largo, con gran espressione
18:12  Allegro - Trio
23:17  Rondo. Poco allegretto e grazioso.

La versión es del maestro argentino-israelí Daniel Barenboim. 

martes, 11 de abril de 2023

Tchaikovsky, "Francesca da Rímini", poema sinfónico

 
Francesca da Rímini fue una noble dama italiana que vivió en el siglo XIII. Era hija de Guido da Polenta,  gobernador de Rávena por esos años. Largo tiempo enemistado con la familia Malatesta, nobles de la ciudad de Rímini, el príncipe Guido quiso asegurar una paz futura mediante el matrimonio de Francesca con Giovanni Malatesta, el hijo mayor de su adversario, un muchachito valioso aunque discapacitado.

No fue una buena decisión. Giovanni tenía un hermano, Paolo, muy bien parecido, y además, sano de sus dos piernas... Sí, pues el pobre Giovanni era cojo.
Paolo estaba casado, pero apenas Francesca arribó a Rímini se enamoró de ella, y Francesca de él. Al poco tiempo de su llegada, ya eran amantes.
Giovanni, que era rengo pero no tonto, se enteró de la relación y en cuanto pudo, los mató a ambos. Francesca da Rímini tenía por entonces solo veinticinco años.

Las repercusiones 
El crimen causó enorme conmoción en la región. Y la trágica historia inspiró al instante, y también más tarde, obras literarias, óperas, y poemas sinfónicos a un nivel impensado para nuestros días. Dante Alighieri, contemporáneo de Francesca y Paolo, inmortalizó la historia en el canto V de La Divina Comedia: Francesca y Paolo están en el Infierno (como era de esperarse) aunque la mirada de Dante es compasiva. El amor y la pasión prohibidos pueden ser también sujetos de arte. Lo mismo pensó Tchaikovski quien, curiosamente (o ni tanto), se sintió identificado con el trágico asunto del amor ilícito, seiscientos años después.

Piotr Ilich, conmovido
La historia intrigó sin reservas a Piotr Tchaikovski, y cuando un amigo, también crítico literario, le propuso, en 1876, componer una ópera con base en el fatal episodio recreado por Dante, puso manos a la obra de inmediato. Pero los planes ulteriores fallaron y la ópera nunca llegó a término. Su hermano Modesto sugirió entonces a Piotr la composición de un poema sinfónico con el material esbozado para la fallida ópera.
Para la época, Antonina Milyukova ya había escrito a Tchaikovski un buen número de cartas, pero faltaba todavía un año para que el maestro decidiera, torpemente, casarse con ella para acallar las dudas sobre su orientación sexual. Tchaikovski no deseaba el destino de Francesca, y apostó por el amor "lícito", aunque no fuera parte de su naturaleza.

"Francesca da Rimini", poema sinfónico, en Mi menor, op 32 (Fantasie d'aprés Dante)
Dedicada a un amigo y ex alumno, la obra fue compuesta en apenas tres semanas del verano de 1876, en Moscú, luego que el compositor regresara de una visita a Bayreuth para escuchar los "dramas musicales" de Wagner.
Fue estrenada en Moscú en febrero del año siguiente, bajo la dirección de Nicolás Rubinstein, en un concierto programado por la Sociedad Musical Rusa.

Secciones
Si bien la obra está estructurada en un solo movimiento con duración aproximada de 25 minutos, se acostumbra distinguir en ella una introducción y tres secciones, marcadas andante lugubre, allegro vivo, andante cantabile non troppo, y allegro vivo. Como en toda obra programática, cada una de ellas guarda relación con la historia que se está "contando", en este caso, los tormentos de los amantes en su vida después de la muerte, en el Infierno.

La versión es de la Orquesta Filarmónica de Moscú, dirigida por Igor Manasherov.

viernes, 17 de marzo de 2023

Gabriel Fauré, "Pavana", Opus 50


Gabriel Fauré, organista, compositor y pianista francés, se quedó completamente sordo al final de su vida, tal como Beethoven (con el debido respeto). Pero a diferencia de Ludwig, el músico francés se quedó sordo cuando ya había cumplido los setenta. La ciudad de París decidió rendirle homenaje en 1922, con motivo de su 78 cumpleaños, para agradecer su enorme contribución al desarrollo de la música francesa desde el Romanticismo hasta el modernismo de Debussy Ravel, este último su aventajado alumno en el Conservatorio de París, que también escribirá una pavana, aquella para una infanta difunta.

La revista británica The Musical Times resumió así la ocasión:

"...[fue] una espléndida celebración en La Sorbona, en donde participaron los más ilustres artistas franceses, lo cual le dio mucha alegría. Se trató de un espectáculo conmovedor: el de un hombre presente en un concierto de su propia obra e incapaz de escuchar una sola nota. Solo observaba, pensativo. Pese a todo, mostraba agradecimiento y satisfacción."

El riesgoso oficio de músico
Fauré nació en París en 1845, cuatro años antes del fallecimiento de Chopin, en el seno de una familia en la que no había ningún músico. El propio Fauré recordó una vez lo sorprendente que había sido para él descubrir su amor por la música a los diez años y que sólo de adulto fue consciente del gran riesgo que habían corrido sus padres al apoyar su elección de carrera.  
Pero el joven Gabriel tenía talento, y buena estampa. Su gran amigo y protector, Camille Saint-Saëns, será quien se encargue de presentarlo ante los círculos musicales parisinos, donde más tarde hará de las suyas en el universo femenino.
Gabriel Fauré (1845 - 1924)

Pavana, opus 50

En 1887, una breve pieza escrita para piano y voces, Pavana, encantó a su patrona Elizabeth, condesa de Greffulhe, a quien estaba dedicada. Dulce y elegante, la pieza recordaba con propiedad aquella danza española de las cortes del siglo XVI, la pavana.
Cuando al año siguiente se estrenó la versión orquestal, Elizabeth sugirió a Fauré, muy suelta de cuerpo, que incorporara un coro "fuera de escena" y, si no sería mucho, algunos bailarines. Todo ello, desde luego, entrañaba embarcarse en un evento de gran envergadura. Pero Elizabeth no dio su brazo a torcer y, en 1891, con el indispensable respaldo de la condesa en la producción, la versión orquestal de la Pavana se montó como un gran espectáculo coreográfico. Coros y bailarines engalanaron, una vez más, una de las tantas fiestas que Elizabeth acostumbraba celebrar en los jardines del Bois de Boulogne.

Con coro o sin ellos, la obra se escucha hasta hoy como fondo musical en variados medios, televisión, publicidad, o cine. Y las versiones cantadas tampoco menudean. Barbra Streisand, ni más ni menos, tuvo el acierto de incorporarla a su álbum Classical Barbra. 

Peter Dijkstra dirige la Radio Philharmonic Orchestra, de Amsterdam.

jueves, 12 de enero de 2023

Yuja Wang, recital de graduación, 2006. Chopin, Balada No 1


Curiosamente –al menos para la cultura musical latina– la pianista Yuja Wang, nacida en Beijing, hacía rato que ya era una consagrada intérprete del piano cuando ofreció su recital de graduación, en octubre de 2006. Tenía 19 años y, en efecto, desde los doce ya se presentaba exitosamente en escenarios de Europa y EEUU, recogiendo fervorosos aplausos de público y crítica. Pero si, a esa altura, todavía le interesaba recibir el diploma de "Bachelor of Music" con el que culminaban sus estudios iniciados a los cinco años, debía necesariamente ofrecer un recital en el Field Hall de su alma mater, el Instituto Curtis de Filadelfia.

El programa
En la ocasión, el recital ofrecido por la señorita Wang incluyó en su primera parte una sonata de Haydn, transcripciones Schubert/Liszt, y La Valse de Ravel. Luego del habitual intermedio, interpretó tres piezas de Chopin para finalizar estupendamente con la Toccata del opus 11 de Prokofiev, un encore alocado de poco más de cuatro minutos de duración. La serie de Chopin incluyó la Balada No 1 en Sol menor, el vals Op 64 No2 y la Polonesa Fantasia, en ese orden.

Desde luego, llama la atención que la famosa y exigente Balada haya precedido al elegante, delicado y sencillo vals en Do𝄰 menor, pues este último se habría prestado de maravillas para reiniciar la performance con el alma confiada y tranquila. Pero la señorita Wang no lo pensó así, y quizás con razón: el delicado vals funciona también como espléndido oasis donde descansar y juntar fuerzas para lo que viene, después de haberse entregado por entero en la Balada. Ok por Yuja.

Balada No 1 en Sol menor, op 23
Chopin compuso la primera de sus cuatro baladas entre los años 1835 y 1836, etapa en que la relación con su amor de juventud, Maria Wodzinska, iba de maravillas. Era la balada preferida de Chopin y así se lo comentó a Schumann en una ocasión en que la tocó para él, después que éste alabara la interpretación y la obra. Está dedicada a su amigo, el barón Nathaniel Stockhausen, embajador del reino de Hanover. El barón y su mujer fueron ambos alumnos de Chopin.

En la cultura popular
Es claramente una pieza de dificultad extrema. Sin embargo, es ejecutada con frecuencia por su lacerante lirismo y posibilidades de lucimiento por parte del ejecutante virtuoso. Más de alguna vez, algún trozo ha sido parte de la banda sonora de películas; la ocasión más reciente fue en 2002, cuando pudimos escuchar un "arreglo" algo curioso de tres minutos de duración en la película El Pianista, en la escena en que un oficial alemán solicita al protagonista que toque algo en el piano de una casa derruida utilizada como cuartel por los soldados alemanes.

Y bien. Luego del habitual respiro, la señorita Wang, muy formalmente vestida, vuelve al escenario para deleitarnos con la primera Balada del gran maestro polaco. Son aproximadamente las 9 de la noche del lunes 16 de octubre de 2006.