De entre todas las obras de Beethoven, la sinfonía N° 9 en re menor, llamada también "Coral", es la que presenta un proceso de preparación más largo. Su origen inmediato se remonta a 1817, cuando Beethoven recibe un encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres para componer una pieza sinfónica.
La ocasión encuentra al maestro Ludwig, de 47 años, pasando por momentos difíciles. A su sordera, completamente declarada e irreversible, se suma la ardua batalla en la que está inmerso por conseguir la tutela de su sobrino Karl, hijo de su hermano Kaspar, muerto en 1815.
Pese a todo ello, para 1818, un año después del encargo, Beethoven tiene en mente la composición no de una sino de dos sinfonías. Para una de éstas −que llamaría Sinfonía Alemana− tiene previsto un final de carácter coral, pero la realidad dispone otra cosa y la producción musical toma otro rumbo. Ludwig se aboca a la Missa Solemnis, las últimas sonatas para piano y las Variaciones Diabelli. Cuatro años más tarde, en 1822, la Sociedad Filarmónica de Londres sugiere la firma de un contrato por el que Beethoven se compromete a dar cuerpo definitivamente al encargo que cinco años antes le había hecho la sociedad londinense.
De modo que Ludwig se puso serio y para 1823 ya tenía escritos tres movimientos de lo que iba a ser su novena sinfonía, la que iba adquiriendo gradualmente un carácter grandioso, lo que consolidó la idea de que la obra debía terminar con un coro. Poner música a la oda de Schiller An die Freude (A la alegría) era una antigua idea del maestro, y la magnificencia con que venían desarrollándose los primeros movimientos parecían reclamar las palabras del poeta alemán como el perfecto remate para el edificio monumental que venía construyendo.
Solo restaba salvar el asunto no menor de la transición entre los movimientos puramente instrumentales y el movimiento coral. Para ello, Beethoven encontró una solución genial: una "cita" breve de cada uno de los movimientos anteriores, confiados a violoncellos y contrabajos, y a continuación, casi como en un murmullo, la melodía más famosa del mundo encargada también a las cuerdas bajas, y que luego tomará toda la orquesta en un ambiente de entusiasmo después de que el solista anuncia: "¡Entonemos cantos más agradables y llenos de alegría!", palabras que Beethoven ha puesto antes de que comiencen las del poeta, su famosísima –Beethoven mediante– Oda a la Alegría.
El estreno de la obra símbolo del espíritu creador humano tuvo lugar en Viena el 7 de mayo de 1824.
La versión del movimiento coral que se presenta aquí cuenta con la participación de un coro de 10.000 cantantes. Yutaki Sado dirige la Sendai Philharmonic Orchestra, con ocasión de un homenaje a las víctimas del maremoto de marzo del 2011, en Japón.
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