viernes, 31 de marzo de 2017

Beethoven: Sinfonía No 1 en Do mayor


Beethoven compuso su primera sinfonía a los 30 años, edad en la que Mozart había compuesto la mayoría (alrededor de 33) de sus 41 sinfonías; el propio Schubert, también, falleció a los 31 años dejando una colección de nueve sinfonías muy respetable. Lo que instala las distancias es que aquello que el maestro de Bonn se aprestaba a realizar en el género era monumental. En la Primera Sinfonía (también en la segunda) su escritura estará todavía marcada por la estética clásica de fin de siglo, pero con ella viene ya un nuevo aire que eclosionará cuatro años más tarde con la Tercera Sinfonía, llamada Eroica. De ahí en adelante, no habrá parangón.


Pero tampoco hay que dramatizar. Se ha insistido a menudo en el particular inicio de la Sinfonía en Do mayor –otorgándole el carácter de osadía revolucionaria, o premonición–, porque abre con una tonalidad distinta a la tónica. Efectivamente, el adagio introductorio comienza en Fa en vez de Do mayor (algo más precisamente, la obra abre con una séptima de Do que inmediatamente resuelve en Fa). Pero siendo esa una característica de las últimas obras de Haydn, creemos que la finalidad de su aplicación por parte de Beethoven responde más bien a una suerte de homenaje al maestro, a su maestro, a quien veneraba, antes que a cualquier otro motivo de corte revolucionario.

Sinfonía No 1 en Do mayor, op 21
La obra fue compuesta en Viena, entre 1799-1800, y estrenada en el Burgtheater el 2 de abril de 1800. Ya ha escrito Beethoven sus primeros dos conciertos para piano y un par de cantatas, pero el maestro es conocido más como pianista virtuoso que como compositor. Ésta, su primera sinfonía, es la obra que señalará la senda por la que transitará hacia la composición de las grandes obras puramente orquestales.
Y lo hace en medio del dolor. Aquel que nace al enterarse de que su creciente sordera posiblemente no tenga cura. Así lo cuenta en carta a su amigo Karl Amenda, de junio de 1800, dos meses después del estreno:
"[...] Debes saber que la más noble parte de mi ser, mi oído, ha declinado grandemente; cuando estuviste conmigo, tuve ya algunos atisbos de este mal, pero preferí no decir nada; y ahora, este pesar ha crecido convirtiéndose en algo peor e irremisible. Si resulta curable o no, es algo que está por verse; me dicen que lo que me ocurre se debe a la condición de mis intestinos. A este respecto, estoy casi totalmente curado. Si a causa de ello mi sentido del oído ha de mejorar, no lo sé, pero me cuesta creerlo, estas afecciones son las más incurables. [...] Te pido que consideres el asunto de mi oído como un gran secreto y que no se lo confíes a persona alguna. [...] Escríbeme más seguido. [...] Tus cartas me hacen bien."
Dedicada al barón Gottfried von Swieten, amigo de Mozart y Haydn, y entusiasta protector de Beethoven en sus primeros años en Viena, la obra fue publicada en Leipzig a fines de 1801.

Movimientos:
00       Adagio molto. Allegro con brio
10:33  Andante cantabile con moto
17:07  Menuetto – Allegro molto e vivace
20:33  Finale – Adagio, allegro molto e vivace

La versión es de la West-Eastern Divan Orchestra bajo la conducción de Daniel Barenboim, desde el Royal Albert Hall de Londres (BBC - Proms 2012)


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lunes, 27 de marzo de 2017

Anton Rubinstein: Piano Concierto No 4


El pianista que sucedió a Liszt en la línea de lo grandioso se llamó Anton Grigorievich Rubinstein, un oso ruso de enormes manos que con su cabellera frondosa y frente amplia al estilo Beethoven encandiló a su público, especialmente a las damas, en la segunda mitad del siglo XIX. A los diecieséis años había tocado para Liszt pero el  maestro húngaro no lo tomó como alumno. Tal vez chocaron sus personalidades. Según se cuenta, Liszt lo despidió, pese a todo, con un buen consejo: "Un hombre de talento debe llegar a la meta que ambiciona gracias a su propio esfuerzo, sin ninguna ayuda". No se sabe de otro alumno brillante que el maestro haya rechazado.

Anton Rubinstein (1829 - 1894)
La carrera
Nacido en 1829 en una villa al noroeste de Odessa, debutó a los nueve años. Muy pronto su profesor lo llevó a París donde deslumbró como niño prodigio. Pero no era el único. Según él mismo contará más tarde en su autobiografía, los niños prodigio estuvieron de moda en los años cuarenta en toda Europa.
Más tarde fue Berlín, y luego, Viena. En 1872-73 realizó una gira por Estados Unidos, exitosa profesional y financieramente. Hacía diez años había participado en la fundación del Conservatorio de San Petersburgo, del que fue su primer director (su hermano menor, Nikolai, otro virtuoso del piano, fundará el de Moscú en 1866).

Legado
Al final de su vida, su repertorio, enorme, se vio debilitado, pero aún así continuó con sus célebres "recitales históricos", en los que durante siete recitales cubría toda la historia de la música occidental. Como todo pianista profesional del siglo XIX, fue también un compositor prolífico. Su legado es extenso, aunque gran parte de éste se ha olvidado. Se cuentan veinte óperas, seis sinfonías. música de cámara e innumerables piezas para piano solo. De sus cinco conciertos para piano y orquesta, perdura uno solo, el Concierto en re menor, saludado todavía hoy, y obra integrante del repertorio habitual, al menos en Rusia.

Concierto para piano y orquesta No 4 en Re menor, opus 70
Quizá una pieza maestra del repertorio del siglo XIX, fue compuesta en 1864 y publicada dos años más tarde, junto con un arreglo para dos pianos. Y no es difícil entender el éxito del que gozó en su tiempo (lo que cuesta comprender es que lo haya perdido). Su escritura es colorida y a ratos deslumbrante. De gran atractivo melódico y armónico, muestra también una orquestación harto imaginativa. 

Movimientos
Los tres típicos de la época (aunque ya no lo eran tanto –amén de que el primer movimiento es "algo moderado", y no abiertamente rápido):
00:00  Moderato assai
11:31  Andante
22:18  Allegro

La versión es de la pianista Age Juurikas, de Estonia, acompañada de la Estonian National Symphony Orchestra, dirigida por el maestro también estonio Neeme Järvi.



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viernes, 24 de marzo de 2017

Mozart: Concierto para piano No 17


Instalado Mozart en Viena en 1781 y casado al año siguiente, hubo de sostener la economía familiar con su talento de intérprete y compositor. Por esos años compuso, uno tras otro, conciertos para piano cuyo estreno se programaba para un par de semanas más tarde. Apenas finalizada la composición había que contratar una orquesta, alquilar un teatro (o algún local que se asemejase) y vender el concierto por suscripción. Organizado todo esto a la perfección, el día del estreno Wolfgang se sentaba al piano y dirigía. Esa era la regla general, pero hubo excepciones.


Conciertos a pedido
El Concierto No 17 en Sol mayor fue solicitado por una alumna; sus padres contrataron la orquesta y el estreno se realizó en casa, en un elegante suburbio de Viena, con la pupila al piano y Mozart en la dirección, convenientemente remunerado. No era la primera vez. Dos meses antes, el Concierto No 14 había inaugurado esta nueva forma de "comercialización", para los mismos interesados.
En la oportunidad del estreno del Concierto en Sol mayor, estuvo presente Giovanni Paisiello, invitado por Mozart para que escuchara a su alumna y apreciara su progreso. La velada terminó con maestro y pupila tocando juntos a cuatro manos.

Concierto para piano y orquesta No 17 en Sol mayor, K. 453
Gracias al catálogo de sus obras que Mozart comenzó a llevar en febrero de 1784, sabemos con certeza que la obra fue terminada el 12 de abril de ese año. Por esos días (exactamente el 27 de mayo) Wolfgang se compró una mascota, con alas, un pajarito, un estornino.
Señalado el estornino como un ave cantora con gran habilidad para la imitación, se dice que Mozart se decidió a su compra luego de comprobar que el pajarito era capaz de entonar el tema del tercer movimiento. El estornino lo hacía de maravillas, salvo que un sol natural lo cantaba siempre como sostenido.

La crítica de la época
El concierto es uno de los pocos publicados en vida de Mozart. La crítica saludó la elegancia del Andante, y las hermosas modulaciones del Allegretto, pero advirtió sobre algunos pasajes algo densos que dificultarían su audición por el público llano. Fueron, quizá, los inicios del periodo de declinación del gusto de la audiencia vienesa por la obra concertística del maestro.

Movimientos
Los tradicionales tres movimientos, en la secuencia habitual, rápido-lento-rápido:
00:00  Allegro  El movimiento inicial característico de Mozart: la orquesta presenta el material temático que luego será tomado por el piano, aportando nuevas ideas y variantes.
13:33  Andante  Diez minutos de elegancia mozartiana.
24:50  Allegretto - Finale: Presto  Tema con variaciones sobre el canto del estornino.

La versión es del brillante pianista húngaro Dezső Ránki, acompañado de la English Chamber Orchestra, dirigida por Jeffrey Tate.


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jueves, 23 de marzo de 2017

Schubert: Fantasía para piano "Wanderer"


Durante su corto ciclo de vida de apenas 31 años, Franz Schubert escribió un total de 23 composiciones para piano que obedecen a la forma musical sonata, aunque solo doce de ellas fueron propiamente acabadas debido a la tendencia del pequeño Franz a la procastinación, es decir, a su propensión a dejar las cosas para más tarde, por una razón u otra.
También escribió ocho "fantasías", de las cuales aquella popularmente llamada "Wanderer" (viajero, caminante) es, en nuestra opinión, una sonata más en toda regla, salvo por el nombre. Poco inclinado el maestro a la pirotecnia instrumental, es sin embargo, una de sus piezas para piano de mayor demanda técnica.


La apatía editorial
Compuesta en 1822, luego de su publicación la obra no gozó de gran reconocimiento, como fue lo habitual para el autor durante largo tiempo. Se sabe que los editores publicaban sus obras con alguna reticencia, bajo la modalidad "a comisión", harto exigua, por cierto. Por ello no sorprende el señalamiento de algunos estudiosos acerca de que Schubert haya dedicado la Fantasia a un pudiente alumno de Hummel con la velada intención de ser recompensado económicamente.
Pese a todo, por la época el autor contaba con solo veintincinco años y disfrutaba de la vida en compañía de sus amigos músicos, poetas y pintores. Son los buenos años de las célebres "schubertiadas".

Fantasia para piano en Do mayor, opus 15, llamada "Wanderer" - Secciones:
Sus cuatro movimientos, o secciones, se tocan sin interrupción, iniciándose cada una de ellas con una variante del motivo primigenio, la frase inicial del lied "Der Wanderer", compuesto por Schubert siete años atrás, y de donde surge el apodo popular. Esta característica permite también concebir la obra como una sonata escrita bajo la forma de tema y variaciones.
00       Allegro con fuoco
06:32  Adagio
13:39  Presto
18:50  Allegro

La versión es del pianista rumano Herbert Schuch.


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martes, 21 de marzo de 2017

Schoenberg: Tres piezas para piano Op 11


En el curso de poco más de veinte años, Arnold Schoenberg, creador del dodecafonismo, compuso cinco conjuntos de piezas para piano solo, que reflejan su evolución desde un primer rompimiento con los cánones armónicos y melódicos que dominaban desde hacía 300 años, pasando por un retorno a una suerte de neoclasicismo, para finalmente abordar abiertamente la más rigurosa atonalidad en sus últimas obras para piano. Tres Piezas del opus 11 es el primer trabajo de ésta, su producción pianística, compuestas en 1909 y estrenadas en Viena al año siguiente.


Schoenberg, músico y pintor
El periodo previo a su creación fue embarazoso y desgraciado para el compositor. Como se sabe, Arnold Schoenberg también fue pintor (y destacado, por cierto), vocación que transcurrió casi paralela a la de músico. Por esos años conoció al pintor austriaco Richard Gerstl, a quien acogió en su casa para recibir de él lecciones de pintura. No fue una buena idea. Gerstl y Mathilde, la mujer de Arnold, se enamoraron. Mathilde huyó con su pintor, pero regresó al poco tiempo. Arnold recobró el aliento, pero Gerstl no soportó el dolor y se mató.

Arnold Schoenberg (1874 - 1951),
retratado por Richard Gerstl (1883 - 1908)
El novedoso giro
Mathilde regresó en octubre de 1908. En febrero del año siguiente Schoenberg inició la composición de las Tres Piezas. Y por primera vez en la historia de la música, cada sonido o intervalo mostró aquí un valor singular e independiente, libre de las jerarquías del discurso tonal. No obstante el novedoso giro, para el propio Schoenberg no constituía más que el camino idóneo, obligado, en la evolución natural del lenguaje musical. Y así lo señaló expresamente, en noviembre de 1909:
"Estoy esforzándome por llegar a una meta que parece ser clara y siento ya la oposición que tendré que superar... No es falta de inventiva ni de capacidad técnica, ni de desconocimiento de las exigencias de la estética contemporánea lo que me ha llevado a esto... [simplemente] estoy siguiendo una compulsión interna que es más fuerte que la educación, más fuerte que mi formación artística..."
Tres piezas para piano Opus 11 
00       Pieza No 1  Mässige (moderato)
03:20  Pieza No 2  Mässige (moderato)
09:47  Pieza No 3  Bewegte (movido)

La versión, brillante, es de la pianista china Di Wu.




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domingo, 19 de marzo de 2017

Ignaz Moscheles: Piano concierto No 3


Ignaz Moscheles fue uno de aquellos pianistas virtuosos de la primera mitad del siglo XIX que compartieron audiencia y celebridad con los grandes maestros de la época, gozando en su momento de la misma consideración y fama que Chopin, o Liszt, o Mendelssohn. En ese sentido, visto desde la perspectiva de hoy, Moscheles compartió el destino de un Thalberg o Kalkbrenner, brillantes virtuosos cuya obra compositiva no tuvo el ímpetu o careció del genio de los creadores insignes.

Ignaz Moscheles (1794 - 1870), alrededor de 1815,
en la cúspide de su fama

Praga, Viena, París y Londres
Uno de los últimos grandes músicos de la escuela clásica, Moscheles es anterior a los grandes creadores ya nombrados (fue maestro de Mendelssohn cuando éste tenía catorce años). Nacido en Praga en 1794, pronto se instaló en Viena donde fue rival de Hummel por allá por 1816, y donde también conoció a Beethoven. Luego estuvo un tiempo en París, de pasada, porque en 1826 ya estaba establecido en Londres, haciendo de esta ciudad su sede desde donde arrancaba a sus frecuentes giras por Europa continental.

El olvido
Fue un músico respetado por sus colegas y amado por su público. Compositor prolífico, cautivó a su audiencia con piezas diversas para piano donde no escasean las "fantasias" sobre temas de ópera, amén de un buen número de estudios, variaciones, sonatas y conciertos. Pero gran parte de esta obra fue cayendo en el olvido a medida que el siglo avanzaba. Una de las piezas que logró mantenerse por más tiempo en el repertorio (hasta 1900 todavía se interpretaba en público) fue su Tercer Concierto para piano, el único de un total de ocho que compuso.

Concierto No 3 en Sol menor
Es una obra que Schumann tenía en gran estima. Y no le faltaba razón: no obstante su deuda con los modelos clásicos (Beethoven) el tercer concierto para piano de Moscheles (compuso ocho) presenta un colorido que anuncia a los grandes románticos, incluido su pupilo Mendelssohn. Compuesto alrededor de 1820, se habría escuchado en Varsovia por primera vez en 1826, brotado de las manos de un pianista de dieciséis años, Frédéric Chopin.

Movimientos
00       Allegro moderato
12:06  Adagio - atacca (es decir, el Allegro agitato ataca sin pausa)
16:44  Allegro agitato

La versión es del pianista alemán Michael Ponti, acompañado por la Orquesta Philharmonica Hungarica, conducida por el director alemán Othmar Maga.


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