Curiosamente –al menos para la cultura musical latina– la pianista Yuja Wang, nacida en Beijing, hacía rato que ya era una consagrada intérprete del piano cuando ofreció su recital de graduación, en octubre de 2006. Tenía 19 años y, en efecto, desde los doce ya se presentaba exitosamente en escenarios de Europa y EEUU, recogiendo fervorosos aplausos de público y crítica. Pero si, a esa altura, todavía le interesaba recibir el diploma de "Bachelor of Music" con el que culminaban sus estudios iniciados a los cinco años, debía necesariamente ofrecer un recital en el Field Hall de su alma mater, el Instituto Curtis de Filadelfia.
En la ocasión, el recital ofrecido por la señorita Wang incluyó en su primera parte una sonata de Haydn, transcripciones Schubert/Liszt, y La Valse de Ravel. Luego del habitual intermedio, interpretó tres piezas de Chopin para finalizar estupendamente con la Toccata del opus 11 de Prokofiev, un encore alocado de poco más de cuatro minutos de duración. La serie de Chopin incluyó la Balada No 1 en Sol menor, el vals Op 64 No2 y la Polonesa Fantasia, en ese orden.
Desde luego, llama la atención que la famosa y exigente Balada haya precedido al elegante, delicado y sencillo vals en Do𝄰 menor, pues este último se habría prestado de maravillas para reiniciar la performance con el alma confiada y tranquila. Pero la señorita Wang no lo pensó así, y quizás con razón: el delicado vals funciona también como espléndido oasis donde descansar y juntar fuerzas para lo que viene, después de haberse entregado por entero en la Balada. Ok por Yuja.
Balada No 1 en Sol menor, op 23
Chopin compuso la primera de sus cuatro baladas entre los años 1835 y 1836, etapa en que la relación con su amor de juventud, Maria Wodzinska, iba de maravillas. Era la balada preferida de Chopin y así se lo comentó a Schumann en una ocasión en que la tocó para él, después que éste alabara la interpretación y la obra. Está dedicada a su amigo, el barón Nathaniel Stockhausen, embajador del reino de Hanover. El barón y su mujer fueron ambos alumnos de Chopin.
En la cultura popular
Es claramente una pieza de dificultad extrema. Sin embargo, es ejecutada con frecuencia por su lacerante lirismo y posibilidades de lucimiento por parte del ejecutante virtuoso. Más de alguna vez, algún trozo ha sido parte de la banda sonora de películas; la ocasión más reciente fue en 2002, cuando pudimos escuchar un "arreglo" algo curioso de tres minutos de duración en la película El Pianista, en la escena en que un oficial alemán solicita al protagonista que toque algo en el piano de una casa derruida utilizada como cuartel por los soldados alemanes.
Y bien. Luego del habitual respiro, la señorita Wang, muy formalmente vestida, vuelve al escenario para deleitarnos con la primera Balada del gran maestro polaco. Son aproximadamente las 9 de la noche del lunes 16 de octubre de 2006.