martes, 21 de mayo de 2019

John Field: Concierto para piano No 1


El pianista y compositor irlandés John Field, inventor de la forma musical "nocturno" (Chopin se solazará en ella) fue durante un tiempo una persona muy reservada, quizás un poquito hosca. Se dice que tal vez sufría de un complejo de inferioridad. Si lo tuvo, en nada ayudó a superarlo su permanencia como "aprendiz" en la casa de pianos de su tutor, Muzio Clementi, pianista, compositor, pedagogo y fabricante de pianos, asentado en Londres. En sus talleres, Field permaneció diez años, mal vestido y peor alimentado, cumpliendo la labor diaria de tocar el piano durante horas para encantar a los potenciales compradores. Sin embargo, logró convertirse en un pianista muy exitoso. Chopin confesó orgulloso, mientras hacía sus primeras armas en París, que a veces se lo comparaba con él.


Pero donde despegó como divo y virtuoso del piano fue en Rusia. Hasta allá llegó, en compañía de su patrón Clementi, en 1803, en gira artística, y de negocios, de paso. Y allá se quedó, decidido a hacerse un nombre, y comenzar una carrera como concertista, de verdad. Lo logró con creces. Y, al parecer, dejó completamente de lado su personalidad reservada. Cuando Clementi lo visitó en San Petersburgo, en 1806, lo encontró convertido en un célebre pianista, compositor y pedagogo, algo dipsómano y seguro de sí mismo hasta lo intolerable.

John Field (1782 - 1837)
En 1808 se casó con una actriz francesa (hay quienes dicen que también fue su alumna). Cinco años más tarde se separaron. En 1814 vio publicados sus primeros tres nocturnos (Chopin tiene cuatro años). En 1822 se mudó a Moscú, donde sus asuntos de faldas se convirtieron en el comidillo de la ciudad. Allí perdió su fortuna, ganó en amargura, y volvió a vestir desarregladamente. En 1832 revisitó París y Londres, causando todavía alguna sensación. Más tarde tocó en Italia, enfermó en Nápoles, y desde allí fue rescatado de un hospital por una familia rusa. Luego fue a Viena y de allí a Moscú, donde murió el 11 de enero de 1837.

Pero John Field también llevó una vida más sencilla, cuando era joven, cuando era tímido. Y más productiva. Durante su vida, compuso ni más ni menos que siete conciertos para piano que, aparte de sus célebres dieciocho nocturnos, constituyen su mayor logro. Según los estudiosos, algunos pecan de lesa arquitectura, pero gran parte de ellos están muy bien logrados.

Concierto No 1 en Mi bemol mayor
Fue compuesto en 1798, cuando Field era apenas un adolescente y se mantenia como "aprendiz" de Clementi. Su estreno tuvo lugar en el King's Theater de Londres, el 7 de febrero de 1799, con ocasión de un concierto destinado a apoyar a músicos retirados. Fue una feliz ocasión para Field, y una oportunidad para integrarse de lleno al circuito musical inglés.
La obra es una pieza sencilla (el autor tiene dieciséis años), de indesmentible estilo clásico, pero de gran atractivo.

Movimientos
00:00  Allegro
09:50  Adagio non troppo
16:49  Allegro vivace

Al piano, el intérprete italiano Paolo Restani.



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martes, 14 de mayo de 2019

Gershwin: Piano concierto en Fa mayor / Yuja Wang


La primera presentación de Rhapsody in Blue, de George Gershwin, tuvo lugar el 12 de febrero de 1924 en el Aeolian Hall de Nueva York con el compositor al piano. La hoy célebre rapsodia formaba parte de un concierto titulado "Un Experimento en Música Moderna", que marcó el primer acercamiento significativo entre el jazz y la música clásica. Gershwin no era propiamente un músico de jazz, pero su sensibilidad hacia la música afro-americana le permitió crear una música inteligentemente coloreada por sus texturas y ritmos.
Aquella velada estuvo presente el director americano de origen alemán Walter Damrosch. Atraído por la novedad, al día siguiente contactó a Gershwin para que compusiera para la New York Symphony Orchestra un concierto para piano a gran escala y en toda la línea de la formalidad clásica.


Para la fecha, Gerswin trabajaba en tres musicales para Broadway, así que solo comenzó a bosquejar el Concierto en mayo de 1925. Al regreso de un viaje a Londres, inició la escritura para dos pianos. A fines de julio terminó el primer movimiento, en agosto el segundo y el tercero en septiembre. La orquestación completa de los tres movimientos estuvo finalizada el 10 de noviembre.
A fines de ese mes, Gershwin contrató, a sus expensas, una orquesta de 55 instrumentistas para un ensayo general, con la asistencia del comisionista, Walter Damrosch, quien quedó encantado aunque sugirió algunas revisiones.

Gershwin, a los 37 años.
(1898 - 1937) 
La obra fue finalmente estrenada en el Carnegie Hall de Nueva York el 3 de diciembre de 1925 con el compositor como solista y Damrosh en la dirección. Fue un enorme éxito de taquilla, calurosamente aplaudida por la audiencia. Sin embargo, sus colegas tuvieron opiniones encontradas. Prokofiev calificó la obra de "aficionada". Pero Arnold Schoenberg la alabó sin reparos.
George Gershwin vivió apenas 38 años. El 11 de febrero de 1937 tocó su Concierto en Fa en una velada especial dedicada solo a su música. Gershwin era un pianista muy dotado, al menos tocando su propia música, pero aquella noche sufrió problemas de coordinación y blancos de memoria. El 9 de julio de ese año debió ser internado, y cayó en coma. Sus doctores sugirieron que podría estar sufriendo de un tumor cerebral. Efectivamente, dos días después le removieron un gran tumor, pero el compositor murió esa misma noche, el 11 de julio de 1937.

Concierto en Fa mayor
El día de su estreno, no obstante el éxito de público, los críticos no ocultaban su estupefacción, incapaces de definir si estaban ante música de jazz o ante un concierto clásico.
Pero el mismo Gershwin se encargó de entregar una breve descripción del concierto, muy acertada.
"El primer movimiento emplea el ritmo de charleston. Es rápido y palpitante, y representa el espíritu joven y entusiasta de la vida americana. Comienza con un motivo rítmico dado por los timbales... El tema principal es anunciado por el fagot. Más tarde, el piano introduce un segundo tema. El segundo movimiento tiene una atmósfera poética y nocturna parecida a la del blues americano, pero en una forma más pura que la usual. El movimiento final vuelve al estilo del primero. Es una orgía de ritmos, que se inicia violentamente, manteniendo la misma vivacidad durante todo el movimiento".

Movimientos
00:00  Allegro
14:00  Adagio - Andante con moto
26:25  Allegro agitato

La versión es de Yuja Wang, acompañada por la London Symphony Orchestra conducida por el director estadounidense Tilson Thomas.


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jueves, 9 de mayo de 2019

Joseph Lanner: Vals de Schönbrunn


Si escuchamos hablar de "vals vienés" la asociación inmediata es con los Strauss, padre e hijo. Por eso se dice que el vals no tiene madre, pero sí dos padres. Agreguemos que también tiene "un abuelo". Junto a los Strauss, hubo otro compositor que también sumó su grano de arena para llevar la tradicional danza campesina a los salones de la aristocracia y la nobleza, manteniendo su estructura fundamental, el compás de 3/4, pero refinando sus formas.


Joseph Lanner, cuatro años mayor que Johann Strauss padre, fue alguna vez su director. Un completo autodidacta como violinista y compositor, Lanner dio sus primeros pasos siguiendo "la locura" del vals existente en la Viena de la primera mitad del siglo XIX cuando era apenas un adolescente. Nacido en 1801 formó su propio trío en 1816, el que surtía de música ligera a los café y tabernas de Viena. Pero a veces necesitaban más instrumentos. Así, al poco tiempo se unió Johann Strauss padre como violista. El éxito fue tal que la orquesta debió crecer en cantidad de instrumentistas y para suplir la demanda, Lanner dividió  la orquesta en dos. Strauss padre quedó a cargo de la segunda. Como sabemos, más tarde tomará su propio camino.

Joseph Lanner (1801 - 1843)
Un camino distinto. Mientras Lanner estimaba que el vals era tan propio de Austria que difícilmente sería apreciado por públicos extranjeros, Strauss decidió viajar y darlo a conocer por el resto de Europa. Entre otras audiencias, visitó las de Alemania, los Países Bajos, Bélgica, Inglaterra y Escocia, cosechando éxitos y extendiendo la popularidad del vals sinfónico, y también la suya. Posteriormente, hará lo propio su hijo.
Joseph Lanner, en cambio, no se movió de Viena, encantando con sus valses y otra deliciosa danza folcklórica en 3/4 (el ländler –se baila uno en el film The Sound of Silence) exclusivamente al público vienés. Más tarde, seguirá los pasos de los Strauss, quizá un poco tardíamente. El vals vienés ya era sinónimo del apellido Strauss.

En la mitad de su carrera, Lanner fue nombrado Director de Música del Redoutensälle en el Palacio Imperial de Hofburg, encargado de dirigir los conciertos que se celebraban para disfrute de la nobleza, y componer nuevas obras para la orquesta de la corte.
Joseph Lanner falleció en abril de 1843, dos días después de haber cumplido 42 años, en el pináculo de su carrera, a raíz de una epidemia de tifus que ese año asoló a Viena. Dejó un catálogo de más de doscientas piezas, valses, la mitad de ellas.

Die Schönbrunner, vals para orquesta, opus 200 
Es uno de sus últimos trabajos, compuesto el 10 de octubre de 1842. Es un tributo al hermoso palacio Schönbrunn, el Versalles vienés. Se dice que antes de abandonar el podio por última vez en su carrera, Lanner debió repetir el vals veintiuna veces. En el siglo XX, Stravinski pedirá prestada una tonadilla para integrarla, adaptada, a su ballet Petrushka.

La versión es de la Filarmónica de Viena, conducida por Lorin Maazel.


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lunes, 6 de mayo de 2019

Mahler: Sinfonía No 9 - Mov 4, Adagio


En 1907, dos años antes de comenzar a componer su Novena Sinfonía, el mundo de Gustav Mahler cambió del cielo a la tierra. El 17 de marzo renunció como director adjunto de la Ópera de Viena, cargo en el que habia permanecido durante diez años (aunque muy pronto firmará contrato con el Met de Nueva York), capitulando ante las fricciones con la administración y el creciente anti-semitismo de la prensa vienesa. En el interregno de aquel verano, se llevó a Alma y sus dos hijas a su villa en Maiernigg, donde podría componer en la paz de su célebre "cabaña de composición". Pero el 5 de julio, víctima de la fiebre escarlatina, falleció su hija mayor, de apenas cuatro años. Pocos días después, le fue diagnosticada a Mahler la enfermedad cardiaca que se llevaría al compositor a la tumba en menos de cuatro años.


Mahler se negó a regresar a Maiernigg el siguiente verano, por lo que Alma encontró una casa en Toblach, en los Dolomitas (en la cadena montañosa de los Alpes orientales), una enorme granja con once habitaciones, dos terrazas y dos baños, "sin duda algo primitiva, pero en un entorno espléndido", como dijo Alma, refiriéndose a la amplia vista a la montaña. Allí, en el transcurso de los próximos tres veranos, Mahler completará sus últimos trabajos: La Canción de la Tierra, la Novena Sinfonía, e iniciará la décima, que quedó sin terminar cuando finalmente le falló su corazón.

Estas tres obras fueron escritas mientras Mahler estaba obsesionado con la idea de la muerte, y revelan claramente cuán perturbado estaba por su inmediatez. Pero el compositor no se rindió sin pelear, a pesar de que sus médicos intentaron restringir su dieta y le advirtieron que interrumpiera la natación, el ciclismo y el senderismo de que tanto disfrutaba. Sus últimos cuatro años, colmados de compromisos como director, de grandes esfuerzos por componer y variados asuntos personales (una reunión con Sibelius en 1907, sesiones posando para Augusto Rodin en 1909, y una visita única, aquella temida y muchas veces pospuesta sesión con Freud en 1910) difícilmente reflejan la rutina de una persona incapacitada.

Con todo, Mahler había tratado de eludir la composición de exactamente nueve sinfonías, sabiendo que ni Beethoven ni Bruckner habían llegado más lejos que eso. Por ello llamó a La Canción de la Tierra (que siguió a la Octava Sinfonía) "una sinfonía para contralto, tenor y orquesta", sin adosarle número. Solo unos pocos días después de completar la siguiente sinfonía, que él llamó abiertamente, y quizás hasta desafiante, Novena Sinfonía, Mahler se lanzó a componer una décima, como para asegurarse de que había derrotado a la superstición, la que, por supuesto, ganó la partida.

Sinfonía No 9 en Re mayor - 4to Mov - Adagio
La obra se estrenó  de manera póstuma en junio de 1912 por la Orquesta Filarmónica de Viena conducida por el director alemán Bruno Walter, amigo personal de Mahler.
Está estructurada en cuatro movimientos, lentos el primero y el último, rompiendo así con la tradición, aunque Mahler ya había experimentado con un finale lento en su Tercera Sinfonía.
La obra completa dura aproximadamente una hora y media.
Se presenta aquí el cuarto movimiento, el Adagio, marcado, en alemán, Sehr langsam und noch zuruckhaltend, algo así como "muy lento y 'retenido'", o literalmente, "reservadamente". Lo inician las cuerdas.

El final es casi puro silencio, quietud y espera. Los primeros violines cantan una frase del Kindertotenlieder, las canciones del dolor por la muerte de los niños que Mahler, para su propio horror, escribió poco antes de la muerte de su hija María. En los últimos veinticuatro compases, muy lento y pianissimo –una de las páginas más conmovedoras jamás escritas, no obstante las escasas notas la música se aleja gradualmente, serena y resuelta.

La versión es de la Filarmónica de Viena conducida por Leonard Bernstein.


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jueves, 2 de mayo de 2019

Mozart: Concierto para dos pianos


Maria Anna Walburga Ignatia Mozart, llamada Nannerl en su círculo familiar, vivió hasta los 78 años, superando largamente a su hermano Wolfgang Amadeus. Pero esa fue su desgracia, ser la hermana de Mozart. Nannerl era tan musicalmente dotada como su hermano genio, tocaba el violín y el clave a la perfección cuando tenía siete años. Por eso, cuando el pequeñín Wolfgang tuvo seis y ya brillaba tanto como Nannerl, de once, su padre Leopold tomó a los dos niños y se los llevó en gira por las cortes de París, Viena y Londres, para dar a conocer al mundo el milagro divino: tenía dos hijos genios. Sin embargo, cuando estuvieron algo más crecidos, Leopold, un hombre de su época, optó por privilegiar la carrera del varón. Nannerl debió quedarse en casa.

Maria Anna Mozart (1751 - 1829)

Pero Wolfgang nunca echó en saco roto el notable talento de su hermana mayor. Si estaba de gira, o posteriormente, desde Viena, envió siempre a Nannerl una copia de sus creaciones para teclado, a fin de solicitar su parecer, a la vez que alentarla a su cuidadoso estudio.

El Concierto para dos pianos No 10 se supone compuesto para ser interpretado, alguna vez, con Nannerl. Mozart lo terminó en 1779 pero hay indicios de que los primeros bocetos serían muy anteriores, de 1775, mientras los dos adolescentes vivían en Salzburgo. Es su único concierto para dos pianos y el último escrito antes de abandonar Salzburgo en dirección a Viena, adonde llegó a los veintitrés años para seguir un camino propio, y escapar así al dominio abrumador aunque bondadoso de su padre Leopold, quien, dicho sea de paso, nunca participó de buen grado de esta idea de independencia.

Concierto para dos pianos No. 10 en Mi bemol, K. 365
Un concierto para dos pianos difiere del formato de concierto para piano solo porque la naturaleza misma del conjunto asume que habrá una cierta cantidad de diálogo entre los dos pianos a medida que brotan las ideas musicales de uno y de otro, como si estuvieran en competición. Pensando en Nannerl, quizá, Wolfgang tuvo la delicadeza de entregar a los dos solistas pasajes igualmente llamativos, aunque el concierto es mucho más que una oportunidad para la rivalidad musical de dos hermanos frente a un público.

Movimientos:
00:00  Allegro - Vigoroso por momentos y lírico en otros, no presenta ideas musicales especialmente relevantes. Pareciera que Mozart solo se está divirtiendo, dejando fluir sus ideas libremente.
10:16  Andante - Un movimiento fino y delicado. La orquesta, en su mayor parte, permanece en segundo plano, permitiendo que el encantamiento surja de la pareja en las partes solistas.
17:31  Rondo: Allegro - El final es enérgico en alto grado, lleno de impulso rítmico en el tema principal del rondó. Uno de los grandes momentos en los rondó mozarteanos es la novedosa forma en que Mozart retorna al tema principal. Este movimiento no es la excepción.

La versión es de las extraordinarias pianistas sudamericanas Martha Argerich y Maria Joao Pires.


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