jueves, 29 de diciembre de 2022

Yuja Wang deslumbra a la crítica con la sonata No 6 de Prokofiev


En el curso de su vida, el autor ruso Sergei Prokofiev compuso nueve sonatas para piano. dejando una décima inacabada porque lo alcanzó la muerte.
Tres de ellas fueron compuestas entre 1939 y 1944. Son las célebres tres piezas del género que terminaron conocidas popularmente como las “Sonatas de Guerra”. Son ellas la Sexta, la Séptima y la Octava, marcando la cima de su producción para piano solo, al decir de los estudiosos, pese a ser concebidas durante el período más nefasto del descreimiento de la "nomenclatura" en la calidad de su arte y en la transparencia de su compromiso con la revolución. 

Pero fue especialmente con la Sonata No 6 que Prokofiev alcanzó la plenitud en el género. Completada en 1940, fue estrenada por el compositor en una emisión radiofónica en Moscú y en un concierto público en Leningrado. El desasosiego ante el avance de la guerra (que llegaría hasta la Unión Soviética un año más  tarde) y el clima represivo del país parecieran reflejarse en esta obra, enérgicamente angustiosa.

Sonata No 6 en La mayor, Op. 82
Según Myra Mendelssohn, segunda esposa de Prokofiev, la obra se inspira en el libro de Romain Rolland sobre Beethoven, Vie de Beethoven, publicado en 1914. 
Su lenguaje armónico está basado principalmente en la superposición de armonías contrapuestas, acercándose así a la bitonalidad. Aunque la estructura presenta una concepción tonal, la armonía disonante tiende a cubrir o esconder un poco la sencillez del plan armónico.

Movimientos:
00         Allegro moderato: Empieza con una melodía compuesta por intervalos de terceras mayores y menores, acompañadas por disonancias basadas en cuartas aumentadas, produciendo una sensación de atonalidad.
08:59   Allegretto: Rememora una marcha, con acordes staccato.
13:30   Tempo di valzer lentissimo: Similar a un vals, más lento y lírico que los otros movimientos.
20:42   Vivace: Un rondó (forma ABACA) que incluye temas del primer movimiento.

Yuja Wang en el Carnegie Hall
En octubre de 2011, la destacada artista cerró su debut en el Carnegie Hall con una interpretación sin igual de la Sonata que nos ocupa. Un crítico de The New York Times la saludó con estas palabras:

"...Pero lo más revelador fue su interpretación de la Sonata para Piano No 6 de Prokofiev. La obra, de casi 30 minutos de extensión, logra confinar ciertos formidables y arrojados arrebatos dentro de la estructura formal de cuatro movimientos de una sonata. En otras interpretaciones, resulta curioso oír música de tal modernismo agresivo dentro de los constreñimientos clásicos. La señorita Wang reconcilió estos elementos contradictorios a través de una interpretación de un detalle y claridad impresionantes.

"El primer movimiento comienza con un tema laborioso, como una marcha ostentosa que pregonara las disonancias... Aunque la delicada señorita Wang no mostró un sonido particularmente arrollador en el piano, convirtió esto en una virtud jugando con un tono cristalino y una miríada de ricos matices. En el misterioso segundo tema, que se desarrolla en octavas paralelas, aportó sutilezas que suelen pasar desapercibidas en otras interpretaciones. El Allegretto, parecido a una marcha, mostró un humor sardónico, con el tema en hábiles acordes en staccato sobre una línea de bajo algo tosco. Dio forma maravillosamente al movimiento lento, lánguido y de vals, despachando el final como si fuera música escrita para una escena de persecución en una película muda, un rozagante y agradable enfoque."

miércoles, 30 de noviembre de 2022

Chopin: Impromptu No 1, Op 29


Entre los años 1834 y 1842, Chopin compuso cuatro impromptus, de los cuales se publicaron en vida del maestro solo los tres últimos. El primero de los cuatro, de 1834, no solo fue desestimado para su publicación sino enviado a la hoguera. De modo que los tres que vinieron después fueron publicados como aquellos que iniciarían la serie, el No 1 del Opus 29, de 1837; No 2 Op 37, de 1839; y finalmente, No 3 Op 51, de 1842.

Sorprendentemente, el primerísimo de toda aquella producción, aquél enviado al infierno, es hoy prácticamente el único que se escucha en recitales como parte de un programa. Es la popular Fantasia Impromptu, que Julian Fontana, amigo y factotum de Chopin, salvó de la hoguera.

Esta popularidad llevó, sin embargo, a que los restantes impromptus hayan sido destinados, por lo general, a ser parte del bis, o encore, que los intérpretes regalan a la audiencia al final del programa, donde conjugan musicalidad y técnica en una pieza  breve. Qué mejor entonces que elegir un impromptu, aquel género íntimo y lírico en estructura A-B-A, con un tema inicial que simula una improvisación, luego un pasaje central más expresivo y opuesto en carácter al anterior, y finalmente un retorno a la primera idea. Genial.

Impromptu No 1 en La bemol mayor, op. 29
Marcado allegro assai quasi presto, o sea, muy vital, fue publicado en París el mismo año de su creación, 1837. Está dedicado a la condesa de Lobau, de quien no sabemos nada pero podemos imaginarla como alumna del maestro. Su extensión, poco más de cuatro minutos. 

En 2006, la pianista japonesa Aimi Kobayashi tenía 11 años. El 24 de diciembre de aquel año dio un concierto en Moscú con gran éxito de público y crítica. Dirigida por el maestro Spivakov y acompañada por la agupación Virtuoso's Orchestra interpretó el Concierto para piano No 26 de Mozart. La audiencia reaccionó con un aplauso sostenido. En retribución, Aimi regaló al público ruso una performance única del Impromtu No 1 de Chopin.

lunes, 14 de noviembre de 2022

Beethoven, "Rage over a lost penny", rondo / Yuja Wang


The manuscript of Beethoven's sprightly and charming rondo entitled Rondo alla ingharese quasi un capriccio was "lost" for nearly one hundred and twenty years. Today it is a favorite of pianists, to be used as a graceful encore, but during Beethoven's lifetime, it is unlikely to have been heard on any stage. The manuscript, apparently incomplete, was found among Beethoven's belongings after his death in 1827.

The following year, it was published by his friend, colleague, and publisher Anton Diabelli, who reportedly concealed the fact that the composition appeared to be unfinished. After the 1828 publication, the manuscript disappeared and was only rediscovered in the USA in 1945. This time it was found among the belongings of a lady named Noble, who had kept it in her possession for at least 20 years. And indeed, the original shows some discrepancies with the later versions of the Diabelli edition, all based on it.

In any case, with the discovery in hand, it was possible to know the time of the piece's composition, since the manuscript, in its last pages, contains sketches of works of known date, the years 1795-98. Thus it could be concluded that the rondo belonged to the same period. It is the work of a Beethoven in his twenties, approaching his thirties, living in Vienna for at least three years.

"Rage over a lost penny"
The piece is also known by the curious title "Rage over a lost penny, vented in a caprice". The words appear written in the manuscript but not by Beethoven's hand. It is speculated that they could be the work of his friend and first biographer Anton Schindler, who was known for often taking liberties with his famous friend, which led more than once to angry, though transitory, disagreements.

A "harmless rage"
Fantasizing that the master had indeed drawn inspiration from a fit of passing anger, Robert Schumann (who by Beethoven's death was 17 years old) would later write "...it would be difficult to find anything more cheerful than this Caprice... It is about the kindest, most harmless anger, similar to what one feels when one cannot take one's foot out of one's boot."

Marked allegro vivace, the rondo combines the traditional outline of the form with Beethoven's unique inventiveness for variations.
The rendition is by the brilliant Chinese-born pianist Yuja Wang. The piece lasts less than six minutes. 

domingo, 13 de noviembre de 2022

Chopin, 24 Preludes Op 28 / Yuja Wang


Chopin finished the 24 Preludes Opus 28 in Majorca during the winter he spent there in the company of George Sand and her children, in 1838-39. It was no easy task. On the island, Chopin fell ill, got better, and then fell ill again. He first worked on a dilapidated rented piano until he got the pianino sent to him by Camille Pleyel, his publisher friend, pianist, and piano maker. He had promised him, five hundred francs in advance, to finish the preludes there on the island and send them to Paris as soon as they were finished.


Via Julian Fontana, a mutual friend, Pleyel was informed of progress and setbacks over two months. On November 15, Chopin wrote: "You will soon receive the preludes"; on December 3: "I cannot send you the manuscripts because they are not yet ready"; on the 14th of the same month: "I hope to send the texts very soon"; on the 28th: "I cannot send you the preludes. They are not finished. But now I am better and will work". Finally, on January 12, 1839, he writes to Fontana: "I am sending you the preludes [...] It seems to me that there are no mistakes. Give a copy to Probst [the Leipzig publisher] and the manuscript to Pleyel...".
For the 24 little jewels, Chopin charged two thousand francs. Rather, this is what Pleyel promised for the complete series after seeing in Paris the preludes that were already finished; hence, the " advance " of five hundred francs.


Reception
Published in Paris in September 1839 (with a dedication to Pleyel), also in Berlin and soon after in London, the Preludes were very well received, marveling the musical circles of the time.
Liszt asserted of them:

"--Chopin's Preludes are compositions of an order entirely apart... they are poetic preludes, analogous to those of a great contemporary poet, who cradles the soul in golden dreams..."

Schuman, somewhat more cautiously, noted:

"I must mark them as very remarkable. I confess that I expected something very different, with a lot of style, like his Etudes. It is almost the opposite, sketches, beginnings of studies, perhaps ruins.... But in each piece we find his refined, pearly writing: it is Fréderic Chopin's, we recognize it even in the pauses and in his ardent breathing. He is the most daring and haughty soul of today...".

The genesis
Although it is not at all evident in his music, Chopin worshipped Bach; already as a child, he was one of his gods (the other being Mozart). It is not surprising then that he decided to build a series of short pieces systematically ordered, in tribute to the German master, or in tribute to the Well-Tempered Clavier but without fugues: the days are different. In addition, the Polish genius had a recent model: Hummel's Preludes in all keys, fifteen years earlier. Chopin will continue the path.



Arrangement of the series
Apart from the matter of the absent fugue, unlike Bach, Chopin will arrange his 24 preludes in the major and relative minor keys by advancing through the "circle of fifths". That is, starting in the key of C major, the next prelude goes in the relative minor key of C, say, A minor. Now comes the leap of fifth: the next prelude is in G major... the next one in E minor, relative of G. Leap of fifth: D major; relative minor: B minor. Etc.

Unitary work vs. independent pieces
The particular arrangement described above has led some scholars to believe that Chopin's intention was to construct a unitary work whose parts were to be performed in succession, one after the other. But the truth is that Chopin himself rarely played more than three or four preludes in the Parisian salons, and never the complete series. In our days something similar happens: perhaps not discographically, but it is undeniable in public performances. Today's pianists may include one or two preludes as part of the program, but more often than not they give us the short pieces as an encore at the end of a concert.

The unitary work
Let us note, in passing, that there are two other pieces (some speak of three) by Chopin that fit perfectly into the style: a Prelude from opus 45, from 1841, and another in A minor without opus number, from 1843. But when it comes to performing "all" of Chopin's Preludes, even on record, the performers stick strictly to the work reviewed here: the 24 Preludes from Opus 28, whose duration in a recital does not reach 40 minutes, as happens with any sonata of the period intended to nourish the first part of a performance.

The brilliant China-born pianist Yuja Wang, treats us to the complete work in this recording at the Teatro La Fenice, Venice, from a few years ago, during the 2016 - 17 chamber music season. A gem in every sense of the term.

The 24 Preludes Opus 28
Taken individually, there are Preludes to suit all tastes. Their length varies from a scant thirty seconds to five minutes and a little more of that one that could be considered long. In terms of tempo, there are long, or slow, or andantino, or molto agitato or vivace... as shown below.


00:00  No. 1 in C major, agitato
01:21  No. 2 in A minor, lento
03:14  No. 3 in G major, vivace
04:24  No. 4 in E minor, largo
06:12  No. 5 in D major, allegro molto
06:44  No. 6 in B minor, lento assai
08:36  No. 7 in A major, andantino
09:25  No. 8 in F-sharp minor, molto agitato
11:17  No. 9 in E major, largo
12:34  No. 10 in C-sharp minor, allegro molto
13:03  No. 11 in B major, vivace
13:42  No. 12 in  G-sharp minor, presto
15:05  No. 13 in  F-sharp major, lento
18:08  No. 14 in E-flat minor, allegro
18:57  No. 15 in D-flat  major, sostenuto
24:04  No. 16 in B-flat minor, presto con fuoco
25:09  No. 17 in A-flat major, allegreto
28:12  No. 18 in F minor, allegro molto agitato
29:09  No. 19 in E-flat major, vivace
30:41  No. 20 in C minor, largo
32:13  No. 21 in B-flat major, cantabile
34:01  No. 22 in G minor, molto agitato
34:47  No. 23 in F major, moderato
35:36  No. 24 in D minor, allegro appassionato

domingo, 6 de noviembre de 2022

Mozart in Italy, the first trip / Divertimento


Between 1769 and 1773, Mozart made three visits to Italy, accompanied by his father Leopold on all three occasions. The first trip was the most extensive. And also the most profitable if we only consider the number of commissions received by the young fourteen-year-old composer in the many cities they visited. They left Salzburg on December 13, 1769. After 15 months of sharing with the Italian nobility and the highest ecclesiastical dignitaries – for whom Wolfgang played the harpsichord and conducted orchestras –, father and son returned to Salzburg in March 1771, inebriated with Italian music and art.

Return to Milan
The successful tour soon reached the Imperial Palace in Vienna. And then it was decided to invite Wolfgang to write an opera to be performed in Milan in October 1771 to celebrate the betrothal of Archduke Ferdinand (son of Maria Theresa of Austria and brother of poor Marie Antoinette, who would later meet the guillotine) and Princess Beatrice of Modena. So a few months after returning home, the Mozart family had to leave again, this time for Milan, where they stayed for three months. The opera (Ascanio in Alba) was a resounding success, for Mozart was able to count on the best singers and the most outstanding instrumentalists who were delighted to take part in a work by the young Austrian genius.

The clarinet
Connected with those musicians, Mozart became aware of the preponderance in the Italian orchestras of an instrument that, apparently, the Austrian musicians did not recognize properly: the clarinet. And he set to work to correct the omission.
During his brief stay in Milan, Mozart composed two divertimenti in the style of the famous Italian divertimento. In both (in E-flat and B-flat), a pair of clarinets have outstanding participation, dialoguing, almost comically, with the English horns, the horns, or the bassoon.

Divertimento in E-flat major, K. 113
There are two versions of the work. One, dated Milan, November 1771, for two clarinets, two horns, and strings. The other, for wind ensemble only, excluding the clarinet, bears no date or place of composition. It is presumed that the first one obeys the Italian taste, written for the Milanese. The second is for his fellow countrymen since Mozart would not have had clarinets at his disposal in Salzburg. The discussion is ongoing. 

The first version is presented here, performed by the German C.P.E. Bach Orchestra, conducted by Hartmut Haenchen.

Movements:
0:00  Allegro
3:17  Andante
6:20  Menuetto
7:51  Trio - Allegro

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Franz Schubert, Military March No. 1


Along with the "Serenade" and the "Ave Maria", Military March No. 1 is probably one of Franz Schubert's most famous melodies. Popularly known by the simple title "Schubert's military march", it is the first of the series of Three Military Marches for piano four hands published in 1826, as opus 51, by Anton Diabelli in Vienna.
They are assumed to have been written at Szeliz Castle, about 150 km from Vienna, where Schubert spent the summers of 1818 and 1819, engaged as a musical preceptor to the daughters of Count Johann Esterházy, cousin of Haydn's protector.


The girls, Carolina and Maria 
There were two girls: Carolina, 13 years old, and Maria, 15 years old. With Maria, the lessons were more interesting as she showed a more advanced level than her sister, but by the second summer, the little Schubert began to take a sentimental interest in Carolina, who, of course, was now fourteen. But his proverbial shyness did not allow him to go any further. Nevertheless, his letters of the time to his friends in Vienna are brimming with optimism: "I am perfectly alive and composing like a god [...]", he writes in one of them.

The four-hand piano
As the teacher of two sisters, the compositions – written like a God – that could be of most immediate benefit to him were, of course, the four-hand pieces. So the military marches must have been heard more than once in the palace, Schubert accompanying one of the girls or, perhaps, leaning back in an armchair, listening to his pupils with an attentive ear, ready to correct, although with his eyes fixed on Caroline, I suspect.

Military March No. 1
Countless arrangements and versions have been made of the Military March No. 1 (catalogued today as D.733, together with the other two marches). It has been used in multiple TV and film formats. Among the most serious rewritings, stand out for their importance, the Grand paraphrase de concert by Liszt, and the "quote" of Stravinski in Circus Polka (ballet choreographed for dancers and elephants).

Marked allegro vivace and written in the key of D major, the piece presents the traditional ternary structure A-B-A, its final section a frank repetition of the beginning. It lasts about 5 min.
Presented here is the original version for piano four hands by the pianist duo Salim & Sivan.

domingo, 30 de octubre de 2022

Chopin: El último Nocturno


El año 1846 fue el último que Chopin disfrutó de un plácido verano en Nohant, la casa de descanso de su amiga, o compañera, Amantine Aurore Lucile Dupin, baronesa de Dudevant, la prolífica escritora que firmaba sus escritos con el seudónimo de George Sand. La relación había comenzado a deteriorarse, casi inadvertidamente, después de nueve años de sana amistad. Y decimos sana, sí, porque poco después, la autora escribirá a un amigo de ambos:

"hace siete años que vivo como una virgen, con él y con los otros. He envejecido antes de tiempo...".

George Sand tenía por ese entonces 32 años. Chopin, 26. Se habían conocido en París en mayo de 1836, cuando el autor llevaba ya cinco años en la Ciudad Luz, convertido en aclamado músico y profesor de damas nobles. El encuentro se produjo en el Hôtel de France, en una soirée convocada por Franz Liszt y su compañera, Marie d'Agoult (también seis años mayor que Franz, digamos de paso). Pero su primer vis-a-vis no prometió nada. Al contrario. Se cuenta que la Sand le murnuró a una amiga: "...ese señor Chopin ¿es una niña?". Por su parte, y siempre de acuerdo a la leyenda, Chopin habría murmurado a su vez: "...¡qué antipática es esa Sand! ¿Es una mujer?... lo dudo."

George Sand (1804 - 1876),
pintura de Delacroix
Nohant, el refugio
Sin embargo, estuvieron nueve años juntos. Nohant es el lugar donde la Sand escribe, vertiginosa y pródigamente; y Chopin compone, en los veranos, pues en Paris solo da clases y corrige las piezas surgidas en la placidez de la casa veraniega. Entre ellas, las piezas que él mismo llamó  "petit choses",  aquellas joyas de poco más de 5 min en promedio, sus 19 nocturnos, con número de opus.
Existen tres más, póstumos, aunque muy anteriores, escritos alrededor de 1830. 

El último Nocturno
De aquel año, 1846, el año del adiós a Nohant, data el último nocturno que el maestro polaco escribió. Es, además. el último en ser publicado en vida del maestro. Hablamos del Nocturno No 2 del Opus 62, en la tonalidad de Mi mayor, dedicado a la señorita De Könneritz («à Mlle. de Könneritz»).
Consignemos que el título de "nocturno" no pertenece a Chopin sino al compositor irlandés John Field, aunque la mayor parte de los estudiosos coinciden en que "...las mejores piezas 'nocturnas' de Chopin pueden describirse muy acertadamente como aquello que un genio fue capaz de hacer con el tipo de materiales que Field inventó y utilizó. De ello, Chopin tomó lo esencial y lo intensificó mil veces."

Nocturno Opus 62 No 2, en Mi mayor
Una cálida melodía (que de sentimental tiene poco) sostiene el inicio y final de la pieza. Como muchos nocturnos anteriores, la sección central tiene un caráter más agitado. Hay una especie de diálogo, que contiene muchas sutiles imitaciones melódicas entre las dos voces exteriores. Durante la coda, Chopin pareciera resistirse a abandonar la pieza, a dejarla ir, como si presintiera estar a tres años de la muerte, como si adivinara que ésta sería su última entrada en uno de sus géneros más amados.

La versión es del pianista polaco Jakub Kuszlik.

miércoles, 26 de octubre de 2022

Thalberg, Opera Fantasies - Barbieri di Siviglia


In the early 1800s, concertgoers were mostly music professionals or knowledgeable amateurs. But it wasn't long before an emerging middle class moved in that direction. It is a time when music is moving beyond the courts and churches. As a result, specialized magazines and music criticism are emerging, and the publication of printed music is on the rise. The cultural horizon of the middle class widened and, one day, they decided that they also wanted to go to concerts.

New audience, new musicians
And for this new audience, there were also new musicians: pianists of outstanding craftsmanship who were also composers, although their work survives them faintly. In the first half of the 19th century, there were dozens of them.

Sigismund Thalberg
, born in Geneva in 1812 (two years after Chopin) was one of them. A pupil of Hummel and Moscheles, and possessing an extraordinary technique, he made his debut in Vienna in 1829 to great acclaim. From then on, taking advantage of his aristocratic and elegant bearing, he built up a good following, primarily women, almost, almost, in the style of Liszt.

Reaping success
A successful musician, he was also a gentle person. It was not unusual for his admirers to honor him with sumptuous gifts. One of them gave him a magnificent mansion in Vienna.
He toured all over Europe and the USA, achieving success everywhere. By the time he retired in 1863, he had earned more money than he could spend. So he went to Italy, where he devoted himself to winemaking. His retirement was for real: there was no piano in his Italian home.

Chopin's approach
And just as he had admiring colleagues (Mendelssohn, Schumann) he also had detractors. Chopin, not much given to praise, left only a sketch of his personality: "...women like him, he is younger than I am and makes potpourris with La Muette [an opera of the time]...".

Fantasies about operas
Indeed, Thalberg specialized in fantasies on operatic themes. He composed around fifty or more, which usually made up a large part of his performances. His music is not particularly ingenious or novel but it is pianistic to a high degree, and often very difficult. But it was short-lived. Today, from time to time some pianist recalls it, perhaps lest we forget that this music once captivated an era and an audience.

Grand Fantasia opus 63 - Variations on themes from The Barber of Seville by Rossini
At the piano, the Ukrainian performer Valentina Lisitsa.

lunes, 17 de octubre de 2022

Rachmaninoff, "Vocalise" / Yuja Wang


El año 1915 no fue bueno para Sergei Rachmaninof. En abril murió su compatriota y colega Alexander Scriabin. Para recaudar fondos para la viuda, Rachmaninof realizó una serie de recitales dedicados a composiciones de su amigo. Era la primera vez que Sergei se presentaba en público con composiciones que no fueran suyas. Poco después, falleció su amigo Serguei Taneyev, pianista y alumno de Tchaikovsky. Fue un año trágico. Pese a todo, a fines de año había completado sus catorces canciones del Opus 34, la última de ellas titulada Vocalise, la más popular de todas.

Fueron varias las canciones que Serguei Rachmaninov escribió a lo largo de su vida, Se inscriben en varios opus, pero el más popular es el Opus 34, integrado por 14 piezas compuestas en 1915, en base a textos de reconocidos poetas rusos. Cada una de ellas estaba adaptada a la personalidad vocal de un cantante concreto de la ópera del Bolshoi, a quienes el autor conocía. La segunda pieza, por ejemplo, fue dedicada al gran bajo Feodor Chaliapin, cuya capacidad para transformar las palabras en declaraciones musicales dramáticas era legendaria. Y la última de ellas, a Antonina Nezhdanova, de quien suponemos hoy que debió poseer una voz singularmente agradable y flexible,

Pero Vocalise no necesitó de poeta en quien descansar, pues sencillamente no lleva texto. Es lo que se llamó una "canción sin palabras". Escrita para soprano, o tenor, y piano, solo requiere del cantante que "vocalice", es decir, que cante la melodía con una vocal de su elección. (El ejemplo más popular del género es la Bachiana Brasileira  No 5, de Heitor Villa-Lobos.)

Vocalise es una melodía muy sencilla y bella, versionada hasta la saciedad y que se ha convertido en una de las composiciones más populares del compositor ruso.
En efecto, de ella se han hecho arreglos para orquesta, para diversos conjuntos de cámara, duetos varios, e instrumentos de cuerda, incluido el piano.

Se presenta aquí la versión para piano solo, a cargo de la inigualable intérprete Yuja Wang.

sábado, 8 de octubre de 2022

César Franck, Piano Quintet in F minor


As the renowned French pedagogue and composer Nadia Boulanger (1887-1979) once remarked, no piece of music contains a greater profusion of pianissimos and fortissimos than the Piano Quintet in F minor by the Belgian composer César Franck. The work was composed in the winter of 1878-79, when the composer, in his late sixties, was showing a somewhat unseemly interest in one of his female students. This highly expressive work (as demonstrated by the profusion of ppp and fff) has led some biographers to venture that it may have been inspired by that winter passion.

A repeated story
The one who had no doubts was Eugénie Desmousseaux, Franck's wife, who by then had given him four children (survived two). Eugénie openly declared that the piece was not to her liking. But why make it public? Perhaps she noticed unusual behavior in her husband, a state of mind that she could easily identify... Eugénie had also been his pupil. From there to her disaffection with the piece was only one step.

Cesar Frank (1822 - 1890)
A masterpiece
In any case, the work marked César Franck's return to chamber music after more than 35 years. And he did so with a masterpiece, which from its premiere in Paris in January 1880 won the applause of audiences and critics, with the notable exception of its performer for the occasion, Camille Saint-Säens. Despite being the dedicatée of the work, Camille left the stage at the completion of the piece annoyed by the incessant modulations that Franck's language demanded. The future French master thus joined Eugénie's disaffection, with as much or less justice.

Movements:
00       Molto moderato quasi lento - begins with a dramatic tone which then develops into a powerful and passionate discourse.
15:00  Lento, con molto sentimento - is presented as a long aria where the piano dialogues with the string quartet.
26:35  Allegro non troppo, ma con fuoco - takes up the themes exposed in the preceding movements in a fiery atmosphere, creating a kind of musical drama. 

The rendition is by the French ensemble Quatour Ébéne and the Russian pianist Vyacheslav Gryaznov.

viernes, 26 de agosto de 2022

G. Giménez: "La Boda de Luis Alonso" - Intermezzo


Durante los siglos XVII y  XVIII, fue acostumbre incorporar una brevísima ópera cómica, de corte popular, en los entreactos de una ópera seria. Son los llamados intermezzi (plural de intermezzo), una pausa refrescante en medio de tanto drama. El que hoy todavía recordamos es el incorporado en La Serva Padrona, de Pergolesi. Con el tiempo fueron evolucionando, llegando a convertirse en el siglo XIX en fragmentos orquestales interpretados en los entreactos, que muchas veces terminaron siendo más célebres que la ópera que los albergaba. El mejor ejemplo de ello es el intermezzo de Cavalleria Rusticana de Pietro Mascagni, de 1890. 


Otro muy famoso que no le va en zaga es el conocidísimo intermezzo de la zarzuela "La Boda de Luis Alonso" (1897) con música del compositor y director español Gerónimo Giménez, pieza que un buen número de amantes de la música podrían tararear con facilidad aun cuando no sepan de qué obra se trata ni menos quién fue su creador.

El Autor
Autor de más de sesenta obras entre sainetes, zarzuelas y operetas, Gerónimo Giménez fue un niño prodigio nacido en Sevilla que a los 12 años ingresó como primer violín al Teatro Principal de Cádiz. A los 17 ya era director de una compañía de zarzuela debutando en Gibraltar con la ópera Safo de Giovanni Pacini. Estudió violín en Paris. Luego vivió en Londres, instalándose definitivamente en Madrid en 1885, donde se desempeñó como director de teatros y sociedades musicales promoviendo la música sinfónica contemporánea, hasta su muerte en 1923.

Gerónimo Giménez (1854 - 1923)
"La Boda de Luis Alonso"
Es una zarzuela en un acto, dividido en tres cuadros, en verso, con libreto de Javier de Burgos. Es una precuela de una obra anterior, igual de célebre y por la misma razón: su intermezzo.
Su estreno tuvo lugar en el Teatro de la Zarzuela de Madrid, el 27 de enero de 1897. 

La acción tiene lugar en 1840 en Cádiz, donde está a punto de celebrarse la boda del famoso maestro de baile de la ciudad, Luis Alonso, quien va a casar con María Jesús, una hermosa dama harto más joven que él. El maestro siente celos de Gabrié, un ex de la chica, lo que lleva a éste a gastarle una pesada broma en la boda. Aprovechando el encierro de toros cercano, anuncia a gritos en mitad de la boda que los toros se han desmadrado y que van corneando por el pueblo a diestra y siniestra. Los invitados y el propio Luis Alonso huyen, espantados. Gabrié y María Jesús se quedan solos y él le reprocha que vaya a unirse de por vida con un anciano.

El Intermezzo
Como era la costumbre en la España de la época, estamos ante una mezcla de varios bailes tradicionales, pues la trama simbólica de toda zarzuela era sencillamente el vehículo indicado para presentar en escena muchos bailes populares. Sin ir más lejos, uno de los bailes aquí presentados es una seguidilla que también usó Manuel de Falla en El sombrero de tres picos

La versión es de la hr-Sinfonieorchester – Frankfurt Radio Symphony, conducida por el maestro Pablo Heras-Casado.

jueves, 11 de agosto de 2022

Schubert, Sinfonía No 4 "Trágica"


Alrededor de 1815, el pequeño Franz tomaba clases privadas con Antonio Salieri, al que nadie inculpaba todavía de haber envenenado a Mozart. El maestro Salieri, por entonces la primera autoridad musical de Viena, instruyó a Franz en composición y contrapunto, instándolo a continuar con aquello que parecía tan difícil, componer sinfonías, en momentos en que el sinfonista de la época era ni más ni menos que Beethoven, que ya iba por la octava.

Pero el pequeño Schubert tampoco se iba a quedar atrás. Después de todo, el maestro de Bonn había compuesto su primera sinfonía cumplidos los treinta. Schubert, en cambio, a los 19 años ya sumaba tres e iba por la cuarta, que verá la luz en 1816 con la inquietante apostilla de Sinfonía Trágica, impensado título para un autor veinteañero.

Pero así fue. A diferencia de cientos de autores cuyas obras etiquetó el editor, sin preguntar siquiera, esta vez fue el mismo Schubert quien eligió el apodo. ¿Tanta desgracia acumulaba el pequeño Franz antes de cumplir los veinte años? En principio no lo parece. Pero nunca se sabe.

Olvidado el fracaso de su aspiraciones matrimoniales con Thérese Grob en 1814 a causa de las leyes de la época que exigían a todo aspirante a novio contar con recursos económicos, el año 1816 contempló algunos cambios positivos, que lo arrancaron en algo de la monotonía como maestro ayudante en la escuela que dirigía su padre. Un amigo lo invitó a vivir con él en la casa familiar, y abandonó las clases en la escuela para aventurarse en la enseñanza privada.

Franz Schubert, joven (1797 - 1828)
¿Un drama adolescente?
Al mismo tiempo, buscó un ascenso académico postulando a una reputada escuela de lengua alemana en la ciudad de Laibach (la actual Ljubljana, en Eslovenia) como maestro de capilla. Pero no le fue bien. Su postulación fue rechazada. Aquello significaba ni más ni menos que en algún momento –como realmente ocurrió– debería volver a la escuela de su padre.

Pero por desalentador que fuere, nada de esto implicaría alimentar el alma de sentimientos terriblemente trágicos.
Y, de pasada, la música, su música, la mismísima Cuarta Sinfonía, lo desmiente. El apodo de "trágica" responde más bien a una suerte de dramatización juvenil de la vida, porque lo que escuchamos es, sencillamente, bella música.

Sinfonía No 4 en Do menor, "Trágica"
Para nuestro gusto, lo que más destaca en ella es su movimiento lento, una maravilla, "schubertiana" hasta la médula, un anticipo del sublime Impromptu en La bemol del Op. 142, de 1828, el año de su muerte. Como si hubiera sido su sino, y tal como gran parte de su producción, no fue interpretada en vida del gran y pequeño maestro. La primera presentación pública tuvo lugar en Leipzig en 1849, 21 años después de la muerte de su autor, que solo estuvo en este mundo 31 años.

Movimientos:
Son cuatro, los habituales de toda sinfonía clásica:
00:00  Adagio molto – Allegro vivace  ∙
09:57  Andante   ∙
19:14  Menuetto. Allegro vivace – Trio – Menuetto   ∙
22:44  Allegro   

La versión es de la Frankfurt Radio Symphony, conducida por el maestro colombiano Andrés Orozco-Estrada.

sábado, 30 de julio de 2022

Beethoven: Sonatas del Opus 49 - No 1


Alguna vez leímos por allí que si pretendías participar como pianista en algún concurso de repertorio libre, al elegir una sonata de Beethoven, debías descartar de plano cualquiera de las dos sonatas del opus 49. Ambas son bellísimas... ¿Por qué, entonces? preguntaréis. Porque el mismo Beethoven no quiso publicarlas, debido a sus modestas proporciones. En efecto, son piezas breves, relativamente fáciles, destinadas a la práctica y ejercicio de sus alumnos, o para el deleite de sus amigos nobles más avezados. En ningún caso, es de suponer, para que el intérprete y postulante a algún reconocimiento universal dé muestras de su excepcional virtuosismo.

Es probable que si el maestro hubiera decidido publicarlas, lo hubiera hecho bajo el título de "sonatinas". Fue su hermano menor, Kaspar Anton Karl, en algún momento su secretario y encargado de lidiar con los editores (con no mucho tino, según se cuenta), quien por sí y ante sí, decidió llevarlas a publicación en 1905, bajo el llano título de "Sonatas para piano", sin sutilezas, porque también es cierto que en ese momento su hermano Ludwig era acosado por algunas urgencias financieras.

La feliz excepción
Ambas sonatas fueron escritas casi diez años antes de su publicación. Y la que lleva el número 2 (otra amalgama feliz de simplicidad y genio) es incluso anterior a la No 1. que hoy nos ocupa. Constituyen así una excepción en cuanto al criterio de publicación que Ludwig acostumbraba con sus obras. Todas se publicaban por orden cronológico, en cuanto el maestro las terminaba. 
Es posible que estas dos maravillas hubieran podido sobrevivir sin la participación de Kaspar. Pues así sucedió con muchas de sus obras que hoy llevan el subtítulo WoO (Werke ohne Opuszahl - Obras sin número de Opus). Pero ello no quita que hoy, agradezcamos a Kaspar, por su ocurrencia.

Sonata No. 19 - Op. 49 No. 1 - Movimientos
Escrita en la tonalidad de Sol menor, la pequeña joya consta de solo dos movimientos. El primero es un Andante en forma sonata, aunque muy abreviada. El segundo, un rondó, que a nivel técnico es algo más complicado que el primero.

0:00   Andante
4:02   Rondo: Allegro

La versión, impecable, es de la pianista ucraniana Valentina Lisitsa.

lunes, 20 de junio de 2022

Chopin: Vals en Mi menor, póstumo


Como muchos otros autores, Chopin creó obras que hoy nos sorprenden por su belleza pero que, en su tiempo, no fueron publicadas por incumplir las altas exigencias musicales que el propio autor se imponía. Un ejemplo emblemático pudiera ser la popular Fantasía Impromptu que Chopin solicitó expresamente arrojar al fuego en carta a su amigo Julian Fontana.
Otra pieza, con una buena historia tras ella, es el sencillo vals llamado "del adiós" (Op 69 No 1), cuya copia autógrafa envió Chopin a su amada Maria Wodzinska, de 19 años (Chopin, de 25), en 1835, y que más tarde dedicará a otra dama aunque no será publicada en vida del maestro.


Y su compañero de opus, el Vals en mi menor, también corrió la misma suerte. Es una obra de juventud, claramente. Fue compuesto alrededor de 1830, con Chopin todavía en Varsovia, poco antes de abandonar su patria para probar suerte en otras latitudes, patria a la que nunca volverá. Se publicará en mayo de 1851, dos años después de su muerte, catalogándose hoy como la primera publicación póstuma del maestro polaco. Más tarde, se incorporarán al registro póstumo ni más ni menos que 25 composiciones, entre valses, nocturnos, polonesas y rondós, amén de diecisiete canciones. 

El vals es contemporáneo, desde luego, del Primer Concierto para piano, (que lleva el No 2) cuyo movimiento lento está inspirado por la joven soprano Konstanza Gladowska, el primer amor de nuestro héroe. Se comprenderá entonces el entusiasmo por la vida y espíritu juguetón de la breve pieza de poco menos de tres minutos de duración.

Vals Op 69 No 2, póstumo
Comienza vivazmente pero luego se vuelve reflexivo. Tras una encantadora sección media, retorna el primer tema, pero sólo parcialmente, prescindiendo esta vez de la mirada reflexiva. Su final es algo inesperado a la vez que espectacular.

Es increíble que una pieza de esta categoría haya sido estimada irrelevante por su inspirado autor. La rigurosidad de un genio.

La versión es del maestro ruso Evgeny Kissin.

miércoles, 27 de abril de 2022

Beethoven: Sonata No17, "La Tempestad", en un piano de "temperamento irregular"


Por inaudito que parezca, si tenemos un piano en casa, algo desafinado, y llamamos al afinador, cuando éste haya hecho su trabajo impecablemente, el piano habrá quedado más desafinado todavía. De ello podríamos colegir, algo ingenuamente, que todos los pianos del mundo están desafinados... ¿Cómo es posible tamaña extravagancia?
La respuesta, de simple no tiene nada. Involucra algo de matemáticas, de física... de ondas, frecuencias, amplitudes, y por cierto, algún conocimiento de escalas y notas musicales.
Pero no queremos aquí quebraderos de cabeza. Simplificaremos el fenómeno al máximo, apelando a la intuición y la buena voluntad.

El temperamento
Se llama "temperamento" a los sistemas de afinación que han existido en la historia de la música. Todo comenzó con Pitágoras y el círculo de quintas, es decir, el modo de construir nuestros doce semitonos avanzando por intervalos de "quintas" (do-sol-re-la-mi-si-fa♯-etc.). Pero esta construcción tiene un problema serio: el "do" final no es la octava del do inicial. Presenta una diferencia que se llamó la "coma pitagórica". Resultó preferible entonces conservar nuestro do inicial y su octava justa, y acomodar los intervalos restantes al gusto de los oídos de la época. Cada una de estas afinaciones "a la carta" se llamó temperamento desigual. Los hubo por montones. 

Uno de ellos fue el que Bach empleó en su célebre Clave Bien Temperado. Tenía la ventaja de que los distintos intervalos no impedían tocar en diferentes tonalidades (se comprenderá que al cambiar de tonalidad los intervalos de tercera, cuarta, quinta, etc. no serán los mismos que en la tonalidad anterior). Esta diferencia es sutil, pero importante y enriquecedora. El temperamento desigual otorga características únicas a cada tonalidad, las que adquieren cierta vida propia, por así decir. Surgieron así descripciones populares para todas las tonalidades mayores y menores: inocentes, anhelantes, vivaces, sombrías, alegres, etc.

El temperamento igual
Pero en el siglo XIX llegó la ciencia y la tecnología, o más bien, la popularización de ellas. Y con ello, la propensión a medir todo lo que fuera medible. Fue posible entonces dividir la octava justa en tantas partes como quisieras, exactamente iguales. Es lo que hoy llamamos temperamento igual: la octava dividida en doce semitonos perfectamente iguales, relacionados entre ellos por la sencilla raíz doceava de 2. Dado un tono, o una frecuencia cualquiera, la nota que viene se obtiene multiplicando su frecuencia por la raíz 12 de 2, y la anterior dividiendo por ella. Muy sencillo. 

¿El piano está desafinado?
Este guarismo matemático permite que las relaciones de intervalo en cada tonalidad sean exactamente las mismas, facilitando las modulaciones, si bien, con excepción de la octava los intervalos están ligeramente alterados respecto de la frecuencia natural, es decir, están algo "desafinados". Pero no lo notamos. Nuestros oídos se han acostumbrado a aceptar estas ligeras imperfecciones. Por lo mismo ya no sabemos cómo sonaba realmente Beethoven en el siglo XIX. A menos que alguien se dé el trabajo...

Muy lamentablemente, no tenemos el nombre del excelente intérprete que aquí nos muestra ni más ni menos cómo sonaba Beethoven en vivo. El piano es un Broadwood de 1819, afinado en el temperamento llamado Kirnberger III, muy común en el barroco, aunque persistió hasta el siglo XVIII.
La pieza es la Sonata No 17, en Re menor, "La Tempestad". La "nueva" masa sonora es sorprendente.

jueves, 31 de marzo de 2022

Schumann / Tausig: "El Contrabandista"


Si hubo un compositor del siglo XIX que hizo numerosas transcripciones para piano de los grandes maestros, ese fue sin duda el pianista y compositor húngaro Franz Liszt. Sus arreglos, fantasias, reminiscencias y paráfrasis abordan un abanico de alrededor de cien compositores, de modo que si algún otro compositor hubiese querido hacer su propia transcripción de su músico favorito, se hubiese encontrado probablemente con que Liszt ya lo había hecho. Pero uno de ellos tuvo suerte. Y fue, cómo no, precisamente un alumno de Liszt. Su nombre, Karl Tausig, joven polaco y pupilo señalado del maestro húngaro.

En el año 1849, Robert Schumann estaba a cinco años de su primera gran crisis psicológica y a siete de su temprana muerte. Aquel año, sin embargo, señala una etapa de "creatividad sin límites", en sus propias palabras, que incluye un segundo gran periodo de composición de lieder, musicalizando poemas traducidos de poesías españolas, principalmente del Siglo de Oro, realizadas por el poeta romántico alemán Emanuel Geibel. Un primer ciclo de lieder se llamó Spanisches Liederspiel, conformado por 10 canciones, solos, dúos, y cuartetos, coronadas por un dramático aunque bufonesco lied para barítono, de nombre "El Contrabandista" ("Der Kontrabandiste"). 

Tausig, arreglista
A todo esto, Karl Tausig tenía ocho años. Ya mayorcito, convertido en notable pianista y privilegiado acompañante de Liszt en sus habituales giras por media Europa, se topó con el célebre lied de Schumann, por entonces célebre, declarándose de inmediato su más entusiasta admirador y propagandista. Siguiendo los pasos de su ilustre maestro, y pese a las dificultades que entrañaba la pieza, se dio en hacer de ella un formidable arreglo para piano solo. Lo mismo hará más tarde Sergei Rachmaninof, pero esa es otra historia.

Karl Tausig (1841 - 1871)
El lied
Musicalmente, la personalidad de Robert Schumann estaba lejos de ser cómica, lo que hace de este movido lied una pieza singular dentro de su repertorio de canciones. Romántico y atrevido, habla de un contrabandista, de sus mercancías y negocios, de su caballo y de su amor por la vida.
Con una coloratura extravagante, utiliza las semicorcheas para sugerir los brincos del "querido y buen caballito" y el sonido de la guitarra y las castañuelas. La ejecución correcta del tempo requiere un pianista muy hábil y un vocalista de articulación fácil y flexible. De allí que la transcripción para piano solo, no obstante sus escasos dos minutos, también requiriese de un pianista todavía más hábil. 

Y Tausig lo fue, como se desprende del video.
También fue compositor, pero hoy es recordado por sus arreglos para piano de diversos autores y por sus obras pedagógicas. Tampoco tuvo mucho tiempo para brillar. Karl Tausig murió en Leipzig, de tifoidea, a la temprana edad de 29 años.

La versión, notable, es de la extraordinaria pianista china Yuja Wang.

miércoles, 2 de marzo de 2022

Beethoven: Obertura "Coriolano"


El general y cónsul romano Gayo Marcio (siglo V a.C.) fue un militar romano de vida trágica, recogida por el historiador Plutarco en su magna obra Vidas Paralelas. Fue un paladín de los ciudadanos patricios y un acérrimo detractor de la plebe, a la que aborrecía. Tal determinación lo llevó a conseguir importantes victorias militares. En retribución a sus desvelos, le fue concedido un tercer nombre: Coriolano. Pero al militar le pareció poco. Así que presentó su candidatura a cónsul. Su ideología antiplebeya, sin embargo, le jugó en contra. Sus enemigos lo acusaron de traidor, siendo finalmente condenado al destierro. Desde allí, iniciará un ataque contra Roma. 

Veinte siglos después, William Shakespeare recreará la historia en su tragedia en cinco actos de c. 1608 que lleva por título el tercer nombre de Gayo Marcio. Es una de las obras menos representadas del bardo de Avon y suponemos que luego de dos siglos, se representaría todavía menos. Es aquí entonces cuando entra en escena el poeta austríaco Heinrich von Collin, quien, imaginamos, estimando que podría hacer un remake exitoso, retomó la historia de Gayo Marcio agregando un tinte de modernidad. Coriolan subió a escena en Viena en 1802.

El final
Como ya se dijo, la historia de Coriolano es trágica. A punto de asolar Roma con sus huestes (conformadas por sus ex enemigos), solo los ruegos de su madre, su esposa, y su pequeño hijo, le harán desistir. Pero esta decisión le conduce a la muerte. Sus huestes le acusan, a su vez, de traidor, y es ajusticiado en la plaza pública. Una verdadera tragedia, que Heinrich von Collin supo reconstruir muy bien, logrando encantar con ella a los vieneses de principios del siglo XIX.

También encantó a Beethoven. El maestro, un héroe solitario, será seducido por el tema, el conflicto moral y su resolución. Y le pondrá música, en 1807, en momentos en que las huestes de Napoleón ocupan Viena.

Obertura Coriolano, op 62   
Beethoven se inspiró en la versión de Collin, no en Shakespeare, tampoco en Plutarco. Lo curioso es que el drama de Collin fue muy bien recibido por el público, y así se mantuvo durante un par de años, hasta que finalmente desapareció de la escena, literalmente, y para siempre.
Nada sabríamos hoy del drama si no fuera porque una noche de 1807, en el palacio del príncipe Lobkowitz en Viena, revivió, por una sola vez. Esa noche fue estrenada privadamente una obertura destinada a operar como introducción musical a Coriolan, el drama del hoy olvidado poeta.

Un primer tema, tormentoso, muestra la naturaleza levantisca de Coriolano. Un segundo tema, más calmo, aborda una caracterización de su amante madre. El finale, la muerte de Coriolano, es el único posible: la música se desvanece.
La obra está dedicada a Collin, y dura ocho minutos.

El director belga Philippe Herreweghe dirige la Orquesta hr-Sinfonieorchester.

lunes, 21 de febrero de 2022

Chopin: Rondó en Do menor, Op 1


A sus quince años, Chopin era el caricaturista de la familia, y el imitador de personajes variopintos. Adicionalmente, en compañía de sus tres hermanas, gozaba recreando oficios que hoy dejarían turulatos a los padres. Con Ludwika, por ejemplo, escribía a dúo libros infantiles. Con Emilia, escribían comedias en verso para ser representadas ante sus padres con ocasión de algún aniversario. Un cuarteto de niños artistas era el que entonces iluminaba los días en casa de los Chopin, en Varsovia, en la década de 1820.

Como se habrá adivinado, quien reunía los mayores talentos era el varoncito. 

Frédérick había compuesto su primera polonesa a los 7 años. Pero escribir un rondó, parece, y parecía, un género de largo aliento, inalcanzable para un niño. De modo que esperó un poco. A los quince, vio llegado el momento de escribir, y publicar, su primer rondó, mismo que llevará el Opus 1 cuando más tarde sea reeditado en París, cuando los editores adviertan la conveniencia de publicar las obras de juventud de esta nueva celebridad.

La forma rondó
¿Y qué hacía de un rondó una pieza "no apta" para niños? La madurez requerida, suponemos, porque lo típico de la forma rondó es una muy sabia alternancia entre dos o más temas contrastantes, siguiendo una secuencia similar a la siguiente: ABACA, donde A es el tema principal, al que siempre se regresa después de visitar B y C, los temas contrastantes. La forma llegó a su esplendor cuando se integró, también sabiamente, como último movimiento de la sonata clásica.
El rondó más célebre que existe es la popular bagatella Para Elisa, que Beethoven escribió, curiosamente, cuando tenía cuarenta años.

Rondó en Do menor, Op 1
Su primera publicación es desde luego la de Varsovia, en 1825. Lleva la dedicatoria "A la señora Linde" quien, al parecer, era la esposa del director del Liceo de Varsovia. Entre 1835 y 1836 se publicará en París, Berlin y Londres, esta vez como Opus 1. Años más tarde, Chopin lo tomará de base para la composición del rondó para dos pianos, del Opus 73.
Se inicia con un allegro con ritmo de danza. Le sigue una sección más contenida. Luego vendrán los pasajes de bravura, tras lo cual regresa el tema inicial. Todo ello, 9 minutos, escrito a los quince años.

La opinión de un colega
Robert Schumann, entusiasta admirador de Chopin, expresó así su opinión de la pieza: "Una dama diría que es bastante bonito y alegre, casi Moschelesiano. [...] Está lleno de espíritu y tiene pocas dificultades". Estamos dudando si a Frédérick le hubiese gustado el comentario.

La versión es del pianista ruso Dmitry Shishkin.

sábado, 29 de enero de 2022

Mendelssohn: "Duetto", canción sin palabras


"Si me preguntas qué tenía en mente cuando la escribí, diría: simplemente la canción tal como está. Y si tengo ciertas palabras en mente para una u otra de estas canciones, nunca querría contárselas a nadie, porque las mismas palabras nunca significan lo mismo para los demás. Sólo la canción puede decir lo mismo, puede despertar los mismos sentimientos en una persona que en otra, pero ese sentimiento no se expresa con las mismas palabras."

Así respondía Félix Mendelssohn en 1842 a un inquieto amigo que preguntaba sobre el proceso de composición de la extensa serie de piezas breves para piano conocida en conjunto como "Canciones sin palabras". 


Todo había comenzado en 1828 cuando Félix, de 19 años, envió a su hermana Fanny, de 23, una canción que no se cantaba, como regalo de cumpleaños. Una canción para piano. 
"Mi cumpleaños se celebró muy bien... Félix me ha regalado una 'canción sin palabras' para mi álbum", anotó Fanny en su diario. 

Con los años, Fanny, también pianista, incursionará a su vez en el género. Es la época en que todas las familias de la incipiente clase media contaba con un piano en el salón. Y los compositores escribían para ellas piezas breves, al alcance de pianistas de diversas habilidades, para solaz y entretenimiento hogareño.

Un total de 48 canciones escribió Mendelssohn en un extenso lapso de dieciséis años. Parte de la colección, que consta de 36 canciones, se publicó en seis volúmenes durante la breve vida del compositor. Dos volúmenes más, con otras 12 canciones, se publicaron después de su muerte en 1847, a los 38 años.

Duetto, Op 38 No 6
La más famosa de las cuatro docenas de Canciones es la Canción de primavera. que ya ha sido comentada en este portal. Pero existe una que no le va en zaga en popularidad, el célebre Duetto del volumen 3, llamado así por el mismo Mendelssohn porque ofrece dos melodías que pretenden representar a dos "cantantes". Marcada Andante con moto, fue compuesta en Frankfurt en junio de 1836, poco después que Félix conociera a su futura esposa, la bellísima dama Cécile Jeanrenaud.

La versión es del joven pianista lituano, Vadim Chaimovich.

martes, 18 de enero de 2022

Mozart: Sonata para piano No 3, K 281


En el mundo de hoy –y hace largo tiempo ya– podemos escuchar cualquier tipo de música donde y cuando se nos dé la gana. Incluso, con algo más de disposición, es posible disfrutarla mientras se recrea, asistiendo a su presentación en vivo. No ocurría lo mismo en tiempos de Mozart. La audición quedaba reservada a quienes estuvieran presentes en el salón adonde el compositor hubiese sido invitado esa velada. Y de ahí en adelante, la posibilidad de repetir la experiencia era enteramente nula. Es más. De algunas de esas piezas a las que nosotros accedemos a través de un displicente clic, nadie tuvo noticia en su tiempo, pues no fueron publicadas sino hasta mucho después de la muerte de su autor. 

Es lo que sucedió con el grupo de seis sonatas para teclado compuestas por Mozart en 1775. Pese a que el pianoforte por esos años daba sus primeros pasos para convertirse en instrumento obligado en los salones de la naciente clase media, de aquellas seis sonatas se publicó solo una en vida del autor. Además, eran las primeras sonatas que Mozart componía para teclado, lo que es de por sí una rareza puesto que Wolfgang, a sus 19 años, había hecho su reputación como tecladista virtuoso. Pero la rareza no es tal si recordamos que en la corte de Salzburgo, donde se desempeñaba como Konzertmeister, la música para teclado solo no era del interés de su patrón Colloredo

De visita en Münich
De modo que hubo de salir de Salzburgo para volcar su talento compositivo en la música para teclado solo. Esto ocurrió a fines de 1774 cuando en compañía de su padre Leopold abandonaron la provinciana corte para trasladarse a Münich, en busca, naturalmente, de otra posición para Wolfgang, una de mayor alcurnia que la que regentaba Colloredo. Allí permanecieron hasta marzo de 1775 y allí compuso Mozart las primeras cinco sonatas de este inaugural grupo de seis (del total de dieciocho sonatas para solista, más seis para cuatro manos y dos para dos pianos, que va a escribir en toda su vida). Una de las más populares es la Sonata No3.

Sonata No 3 en Si bemol mayor, K 281
Como se puede advertir fácilmente, es la tercera del grupo. Con catorce minutos de duración, y rebosante de gracia y encanto, está concebida en tres movimientos –al igual que las cinco restantes.

Movimientos:
00:00  Allegro
04:50  Andante amoroso
09:45  Rondeau. Allegro

La versión es del pianista surcoreano Seong Jin Cho, ganador del Primer Premio en el XVII Concurso Internacional de Piano Chopin de Varsovia, año 2015.