En oposición a la extendida idea, la popularísima pieza para piano conocida en América Latina como "polka de los perros" (aunque en Colombia se le llama "polka de los gatos"... y en Hungría "marcha del mono", y en Bulgaria "marcha del gato", y etcétera) no surgió desde el folklore ni es producto de la tradición popular sin autor reconocido. Por el contrario, la pequeña obra lleva el No 8 en la serie de 106 ejercicios básicos publicados en 1860 con el título de Vorschule im Klavierspiel (Escuela preparatoria para el piano) por el pianista y compositor alemán Ferdinand Beyer.
Nacido en 1803 al sur de Alemania, Ferdinand Beyer fue reconocido en su época como pianista de salón, autor de variada música ligera y voluntarioso arreglista de himnos nacionales y piezas orquestales populares. Nada de ello se recuerda hoy. Pero dejó un gran legado. El método para piano ya señalado que, al menos en parte, es todavía utilizado hoy, con algunos de sus ejercicios incorporados incluso en antologías sobre pedagogía del piano.
Ferdinand Beyer (1803 - 1863) |
Vorschule im Klavierspiel, opus 101, No 8
La partitura que acompaña estas líneas es una transcripción de la pieza original. Está escrita en la tonalidad de Re mayor (eso es lo que muestra su "armadura": dos sostenidos, Fa y Do). Pero lo cierto es que al oído, la pieza está en la poco usual tonalidad de Sol bemol mayor (una guitarra acompañante, por ejemplo, debiera sostener la armonía en esa tonalidad).
Suponemos, atrevidamente, que así fue escrita originalmente, en Re mayor, y que las alteraciones obligadas se incorporaron sencillamente en cada compás. Lo contrario habría significado enfrentar a un niño con una partitura cuya armadura tenía algunos bemoles: seis, ni más ni menos. Los pequeños pianistas habrían salido arrancando.
La pieza es sencillísima, demás está decirlo. Y la puede abordar cualquier persona a la que se la enseñara "de oído". Esto estriba en una singular propiedad que la caracteriza. Las manos del intérprete no tocan nunca en forma simultánea. Mediante este "artilugio", el fastidioso asunto de la independencia de ambas manos queda resuelto.
De la pianista, solo se sabe que se llama Namtan. Una excelente intérprete. De buen gusto e inteligencia musical, da por finalizada la pieza con un ritardando muy adecuado que Beyer no anotó en la partitura.
Amigo visitante:
Si te gustó el artículo, mucho te agradecemos si lo compartes, con un cómodo clic.