Luego de abandonar Varsovia en 1830 en dirección a París, Chopin se detuvo un corto tiempo en Breslau, Dresde, Viena, Munich y luego Stuttgart, adonde llegó en 1831. Allí se enteró de la toma de Varsovia por las tropas zaristas y, según algunos biógrafos, esta noticia lo habría llevado a componer enardecido varias piezas para piano, entre las que asoma como una de las más enérgicas el Estudio N° 12 del Opus 10, llamado por lo mismo "Estudio revolucionario".
Antes de Chopin (y también antes de Liszt) la forma musical estudio estaba ligada a la ejercitación del instrumento para que el estudiante pudiera abordar otras obras en una etapa posterior. No era relevante en ellos la expresividad ni mucho menos el disfrute del cuerpo sonoro. En cambio, si los Estudios de Chopin han adquirido personalidad propia en la historia de la música no es sólo debido a su dificultad técnica (el aporte pedagógico) sino a que Frédérick los tomó como pretexto para crear obras maestras, precisamente porque el ingenio necesario para su construcción iba en este caso de la mano de una inspiración musical portentosa.
Los Estudios de Chopin, para las doce escalas mayores y menores, están contenidos en dos cuadernos de 12 estudios cada uno, a los que se suman otros tres, póstumos. El primero de estos cuadernos corresponde al Opus 10, y fue dedicado a Franz Liszt. El segundo, es el Opus 25 y, como caballero que era Frédérick, los dedicó a la pareja de Liszt por esos años, la condesa Marie d'Agoult. Compuestos en Varsovia, probablemente Viena, Stuttgart, y luego París, fueron publicados finalmente en esta última ciudad, entre 1832 y 1837.
Estudio Opus 10 N°12 "Revolucionario"
La principal dificultad técnica que aborda el estudio N° 12 del Opus 10, "revolucionario", es el manejo de rápidas escalas y arpegios amplísimos confiados a la mano izquierda, llamados a barrer prácticamente todo el teclado, proveyendo a la pieza entera de un carácter que podríamos llamar "estrepitoso", condición sorprendentemente válida asimismo para los pasajes en diminuendo, en cuyo caso la dificultad es todavía mayor.
Sin embargo, habrá que anotar también que, pese a la enorme demanda, la mano, herramienta indispensable en este oficio, permanece "cómoda" durante gran parte de la pieza –y las manos grandes lo estarán más que las manos pequeñas–, es decir, la mano (la izquierda) está casi siempre muy próxima a su disposición natural, disminuyendo así las posibilidades de fatiga y agarrotamiento porque la mano repite estructuras que le "acomodan", aun cuando deba trabajar a gran velocidad.
A principios del s. XX el pianista y compositor polaco Leopold Godowsky (1870 - 1938) sorprendió al mundo musical con unos Estudios sobre los Estudios de Chopin, compuestos quizás a partir de una consideración algo atrevida de que las exigencias originales no eran muchas. En esta obra, Godowsky toma las estudios chopinianos y le pide a la mano derecha que haga lo escrito para la izquierda y viceversa, o crea versiones de ellos para una sola mano, o une dos o tres estudios en uno solo.
El video muestra al pianista ruso Boris Berezovsky interpretando el Estudio Revolucionario a la manera tradicional para continuar sin inmutarse con la sorprendente versión de Godowsky para la mano izquierda sola. (Un simpático comentario en inglés sobre el video señala: If I was Boris, I would be sipping some tea on my right hand while I play this. That would be Epic).
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