jueves, 10 de diciembre de 2020

Rachmáninof, Danzas Sinfónicas, op 45


La familia de Sergéi Rachmaninof pertenecía a la aristocracia rusa, cuyos blasones se remontan hasta el siglo XV. Por mucho tiempo fue una familia acomodada hasta que el padre de Sergéi dilapidó la fortuna familiar debido a malas gestiones financieras, el juego y asuntos de faldas. En tales circunstancias, los Rachmaninof hubieron de abandonar sus fincas y trasladarse a un pequeño departamento en Moscú, en 1882. Al año siguiente, el padre abandonó a la familia. Sergéi tenía diez años.

Veinte años después, Rachmaninof se había graduado, había formado una familia, y era reconocido como aclamado pianista y director de orquesta en el Teatro Bolshoi, de Moscú. Pero la situación económica no era de las mejores. Sin embargo, y pese a los golpes de la vida, la familia aun exudaba un cierto aire aristocrático. Ello explica que los vientos revolucionarios no fueran de todo el agrado de Sergéi. En 1906, marchó con su familia a Dresde, donde permaneció tres años. Tras el estallido de la revolución en 1917, salió en gira por Escandinavia, y en noviembre del año siguiente embarcó desde Oslo con la familia en dirección a Nueva York.

Rachmáninof, 1915
en algún lugar de EEUU
El compositor nunca regresó a Rusia, a pesar de viajar todos los años a Europa, en extensas giras, o sencillamente, a pasar los veranos. Por otra parte, su vida en EEUU no podía descansar en la composición, de modo que debió incrementar enormemente su repertorio y lanzarse a conquistar América como pianista, lo que desde luego cumplió con creces.
Ello explica también que, siendo autor de más de cien obras de distinto género, en EEUU apenas haya completado seis en veinticinco años. Alguna vez escribió: "Al dejar Rusia, dejé atrás mi deseo de componer: al perder mi país, me perdí también a mí mismo".


Danzas Sinfónicas, para orquesta o dos pianos, opus 45

Es una suite en tres movimientos, completada en 1940, tres años antes de su muerte.
Es su última obra y también la única escrita enteramente en EEUU. Su nombre sugiere que talvez pudiera ser danzada y por ello el compositor hizo arreglos con el coreógrafo ruso Mikhail Fokine para crear un ballet. La muerte del coreógrafo en 1942 no lo hizo posible.
Las Danzas evocan la nostalgia de la Rusia que el autor conoció, al tiempo que nos muestran la fascinación de Rachmáninof por los temas eclesiásticos.

El estreno tuvo lugar en enero de 1941, con la Orquesta de Filadelfia bajo la dirección de Eugéne Ormandy, a quien el compositor invitó a dirigir debido a su delicado estado de salud. Rachmáninof la escuchó complacido, desde un balcón.

Mientras componía la versión orquestal, Rachmáninof escribió un arreglo para dos pianos, estrenado por su amigo y compatriota Vladimir Horowitz y él mismo, en el verano de 1942, en una velada privada en su casa de Beverlly Hills, California.

Es la versión que aquí se presenta, a cargo de los notables maestros rusos Nikolai Lugansky y Boris Berezovsky.

Movimientos:
00:00  Non allegro - Lento-Tempo I 
10:45  Andante con moto (Tempo di valse)
19:18  Lento assai - Allegro vivace 

viernes, 27 de noviembre de 2020

Mozart: Sinfonía concertante violín y viola


Esta vez no se sentó en las faldas de Madame Pompadour. La amante de Luis XV había  muerto hacía 14 años. Tampoco fueron invitados a Versalles. Todo aquello quedaba en el recuerdo. En el recuerdo de su primer viaje a París, cuando el pequeñín Wolfgang Amadeus tenía siete años. Ahora era un adulto y buscaba trabajo, en compañía de su sola madre, en París, en el verano de 1778. Esta vez, tristemente, los parisienses ya no hacían cola para agasajarle. El niño prodigio tenía ahora 22 años. Madre e hijo sobrevivían con el dinero obtenido de las lecciones particulares de Mozart, refugiados en habitaciones frías e insalubres. Anna Maria, la madre, no pudo soportarlo. Murió en su cuchitril parisino el 3 de julio de ese año.


Poco después, Mozart abandonó París en dirección a Munich. Allí se reencontró con Aloysia Weber, convertida ya en una soprano de renombre que, ahora, ha dejado de quererlo.
Por esos días recibe desde Salzburgo una carta de Leopoldo, el padre. Resultado de engorrosas tratativas, ha conseguido un puesto de mejor rango para Wolfgang: maestro de conciertos y organista de la corte. Wolfgang Amadeus se toma su tiempo. Lo que menos desea es seguir atrapado en el provincianismo de su ciudad natal. Finalmente, la realidad obliga. Regresa a Salzburgo el 15 de enero del año siguiente. En el verano de 1779 compondrá allí la Sinfonía Concertante K 364.

Sinfonía Concertante para violín, viola y orquesta, en Mi bemol, K 364
La obra es la única obra completa del género concertante que ha sobrevivido, género que incorpora elementos de la sinfonía y el concierto. Generalmente escritas para dos o más instrumentos solistas y orquesta, fue un género muy popular en París durante el siglo XVIII. 
De regreso en Salzburgo, Mozart comenzó también otros dos trabajos en el género, uno para violín y piano, y otro para violín, viola y cello. Pero ninguno llegó a término. Se cree que la obra que comentamos pueda ser un reintento de la abortada sinfonía concertante para violín y piano.

Mozart exige aquí una afinación más alta que lo usual para la viola. De este modo, el instrumento adquiere un sonido más brillante para evitar ser eclipsado por su compañero, el violín, más penetrante.

Movimientos:
00:00  Allegro maestoso
15:22  Andante
26:50  Presto
(En los tres movimientos, el público tose complacido)

La versión es de la Staatskapelle Berlin Orchestra, conducida por el maestro argentino-alemán-israelí Daniel Barenboim, con los solistas invitados:  Wolfram Brandi (violin) y Yulia Devneka (viola)

martes, 10 de noviembre de 2020

Grigoras Dinicu: "Hora staccato"


Siempre ha habido, y siempre los habrá, talvez, compositores que en su tiempo fueron muy reconocidos pero que hoy los recordamos por una sola obra. Mejor dicho, reconocemos de inmediato la mentada única obra pero no tenemos idea de quién fue su autor, incluso si nos lo nombran. Es el caso de la deliciosa pieza para violín y piano llamada "Hora staccato", obra del compositor y violinista rumano de origen romaní Grigoras Dinicu, nacido en  Bucarest el 3 de abril de 1889. 



El precoz Grigoras entró al Conservatorio de Budapest a los trece años y se graduó a los diecisiete. Para tal ocasión, compuso la obra que hoy recordamos. Una obra temprana, pudiera decirse, que arrancó aplausos y despertó esperanzas y creó justas expectativas, pero que lamentablemente opacó para siempre las creaciones subsiguientes, y también las tardías.

En el plano de intérprete, sin embargo, Grigoras Dinicu destacó como un violinista notable, un artista que recibió elogios por su virtuosismo por parte de los más reconocidos intérpretes de la época, incluido el gran maestro ruso-americano Jascha Heifetz, quien lo consideraba el violinista más talentoso de todos los que había conocido.

Grigoras Dinicu (1889 - 1949)
Luego de su graduación, participó en la Orquesta del Ministerio de Educación Pública y dio recitales como solista en Bucarest y en Europa Occidental. Durante cuarenta años, dirigió conciertos de música popular, y nunca titubeó en tocar en nightclubs, hoteles, restaurants y cafés de toda Europa.

Permaneció activo hasta fines de la guerra pero después de 1946 disminuyó sus presentaciones.
Murió en Bucarest, el 28 de marzo de 1949.

Hora staccatto, para violín y piano
El original de 1906 nunca fue publicado. La obra, tal como la conocemos hoy es un arreglo muy posterior de Jasha Heifetz, con permiso del autor. Debe su nombre al particular estilo "stacatto" (no ligado) del arco que permite que muchas notas claramente articuladas se reproduzcan en rápida sucesión sin cambiar la dirección del arco.
Una deliciosa pieza de apenas dos minutos de duración.

En arreglo para orquesta de cuerdas, se presenta aquí en la versión de Miclen LaiPang acompañado de la agrupación asentada en Suiza, LGT Young Soloists.




sábado, 31 de octubre de 2020

Chopin: Vals opus 64 No 3


Nueve años estuvieron juntos Chopin y la escritora George Sand. La curiosa relación de pareja comenzó en el invierno de 1838 y terminó en el verano de 1847, a raíz de desavenencias familiares en las que Chopin tomó partido a favor de Solange, hija de la Sand, contraviniendo el sentir de la madre. Así las cosas, Chopin pasó el verano de ese último año en París, alejado de Nohant, la estancia estival de la Sand, donde componía apaciblemente, sin preocupaciones financieras. Ahora en París debe duplicar las lecciones privadas, y en poco más de seis meses ya no tendrá alumnos debido a los alzamientos de febrero de 1848. Está enfermo, tose mucho, compone poco. El frío y gris invierno de 1847 deteriora aún más el paisaje anímico: "...hay oscuridad fuera y dentro de mi corazón", escribe.



Chopin comenzó a escribir valses cuando tenía 14 años, y así continuó hasta casi el final de sus días. Catorce son también los valses considerados "canónicos", es decir, aquellos tenidos como de su autoría sin apelación (existe otro buen lote en las categorías de perdidos y/o destruidos). De los catorce, solo ocho de ellos fueron publicados en vida del autor.

Dibujo a lápiz de G. Sand
Los tres valses del Opus 64 serán los últimos que escriba Chopin, y los más breves. Publicados en 1847, forman parte de la última y escasa producción del maestro, vencido por la enfermedad que lo llevará a la muerte.
El Opus contiene el celebérrimo Vals del minuto (No 1), otra célebre y apacible joya en Do♯ menor (No 2) y el último, que nos ocupa.

Desde luego que los dos primeros son los más famosos, pero el No 3 no se queda atrás en inventiva y gloria. Quizá, incluso, sea el más notable de los tres, el último que escribió Chopin durante su corta vida.


Vals Op 64 No 3, en La bemol mayor
Como era lo usual, está dedicado a una dama noble, la condesa Katarzyna Branicka.
Menos de tres minutos de una belleza escrita en tempo moderato, no ofrecen ni el júbilo agitado del Op 64-1, ni la frágil melancolía del Op 64-2, sino un único y genuino tema en que lo esencial es la más pura expresión de equilibrio estructural y armónico.
En la sección central (en Do mayor) dos melodías dialogan.

La versión es del pianista canadiense, Charles Richard-Hamelin.

miércoles, 28 de octubre de 2020

Shostakovich: Piano concierto No 2


Regalo de cumpleaños para un hijo pianista

Durante gran parte de su vida, Dmitri Shostakovich tuvo que lidiar con el conservadurismo y la censura de la élite política de la fenecida URSS. Su música recibió variados y singulares epítetos, destacando aquel de "pornofónica" como el más conspicuo. Aparecido en un artículo de Pravda del 28 de enero de 1936, a los pocos días ya se rumoreaba que lo había escrito el propio Stalin. Desde luego, tal cosa parece hoy improbable, pero no lo es tanto que haya sido publicado con su venia.
Pero veinte años después, en 1957, ya hacía cuatro años que el caudillo había muerto. El maestro Shostakovich pudo entonces sentirse libre para escribir una obra a su entero capricho, y brindarla como regalo de cumpleaños a su hijo pianista.


Efectivamente, el Concierto para piano No 2 de Shostakovich fue compuesto para celebrar el cumpleaños de su hijo Maxim, habilidoso pianista que en 1957 cumplía 19 años. A diferencia de los trabajos anteriores del maestro (y posteriores también), por lo común algo tensos y desafiantes, la obra es una creación gloriosamente libre, anhelante y, hasta cierto punto, cándida –al menos en apariencia.

Por ello, algunos estudiosos consideran que estamos en presencia de uno de los trabajos menos importantes del autor. Es más, el mismo Shostakovich así lo percibió en su momento. En carta a su colega Edison Denisov, en febrero de 1957, recién terminada la obra, dice de ella que no posee "grandes méritos artísticos". Sin embargo, es muy probable que en prevención de las críticas acerbas de la "nomenclatura", el propio autor haya decidido restarle méritos a la obra y que tal comentario haya sido hecho "con la boca chueca".

Concerto para piano y orquesta no.2 op.102
Es indudable que el concierto se distancia enormemente de casi toda su obra anterior, por su noción de la libertad y su grácil abandono. Particularmente en el conocido segundo movimiento, un desgarrador Andante que le ha valido a la obra completa su persistente popularidad.

Acompañan al Andante dos vivaces movimientos, plenos de estilo y de un abrumador sentido del gusto y del solaz.

En abril de 1957, Shostakovich y su hijo Maxim, en arreglo para dos pianos, estrenaron la pieza en el Ministerio de Cultura. Poco después, fue interpretada para el público en el Conservatorio de Moscú. Una constante delicia de principio a fin, la obra es con toda seguridad el mejor regalo de cumpleaños que un pianista joven pudiera desear.

Movimientos:
00:38
  Allegro 
08:25  Andante
14:26  Allegro

La versión, excelente, es de la joven pianista española Brianda García Álvarez, acompañada por la Orquesta del Conservatorio de Utrecht bajo la conducción del maestro también español, Néstor Bayona.

miércoles, 21 de octubre de 2020

Mozart, concierto piano y orquesta No 24


WA Mozart se instaló en Viena en 1781, cuando tenía 25 años. Al año siguiente casará con Constanze Weber, desoyendo los consejos de su padre Leopold, y pronto formará una familia a la que habrá que sostener. Pianista consagrado, vio en ese talento el camino idóneo para forjar la prosperidad familiar. Compondría conciertos para piano y orquesta, organizaria su producción mediante la venta de entradas por suscripción y reuniría cada vez una pequeña orquesta a la que dirigiría desde el teclado. Lo cumplió cabalmente. Entre 1782 y 1786, el genio de Salzburgo compuso y estrenó doce conciertos para piano y orquesta.


Los primeros meses de 1786, Wolfgang Amadeus estuvo ocupadísimo llevando a término lo que quizá sea su ópera más conocida, Las Bodas de Fígaro, estrenada el 1 de mayo de ese año. Pero ello no impidió que simultáneamente trabajara en uno más de sus conciertos para piano destinados a estrenarse en la temporada de Cuaresma, cuando no se representaban óperas y entonces se hacía más fácil conseguir buenos músicos.

Concierto No 24 en Do menor, K 491
Fue estrenado casi un mes antes que Las Bodas... precisamente el 7 de abril de 1786, en el Burgtheater de Viena. Desde luego, la función fue a beneficio del autor, quien ofició de director y pianista. Es uno de los dos únicos conciertos que Mozart escribió en tonalidad menor (el otro es el muy aplaudido No 20 en Re menor). Y esa es una característica que contrasta ampliamente con Las Bodas... Al parecer, Mozart necesitaba imperiosamente ponerse serio, a ratos, mientras componia la ópera bufa.

La partitura original se encuentra a buen recaudo en el Royal College of Music (el Conservatorio de Londres). Es un documento muy interesante porque da prueba irrefutable de lo que se ha sostenido siempre, tal es, que Mozart sencillamente improvisaba gran parte de la música asignada al piano. Las partes orquestales están claramente dibujadas, pero en los solos de piano, las escalas y los arpegios quebrados solo están esbozados, dando idea solo de su inicio o final.

Movimientos:
Allegro  [0:00] - Cadenza [10:57] El primer movimiento más largo y complejo de los escritos por Mozart.
Larghetto  [14:05] Sencillez de expresión, pura y conmovedora.
Allegretto  [21:20] Tema y variaciones en Do menor.

La versión es de Nikolai Lugansky, acompañado por la Russian National Youth Symphony Orchestra, conducida por Alexander Vedernikov.

lunes, 5 de octubre de 2020

Liszt: Rapsodia Húngara No 8


Mientras estuvo en Hungría, Franz Liszt transcribió numerosas melodías escuchadas a bandas gitanas autóctonas. Usando estas "antiguas" melodías en sus futuras rapsodias húngaras, el maestro creyó estar inmortalizando el alma del pueblo húngaro. La verdad es que muchos de esos trozos habían sido escritos por compositores contemporáneos, o inmediatamente anteriores, alcanzando popularidad en los sectores rurales. Claro que esto no le importó gran cosa al maestro. Con que las damas siguieran desmayándose en sus recitales, y se agarraran de las mechas por su pañuelo, estaba todo bien.


Las rapsodias húngaras de Liszt derivan de un estilo y danza del siglo XVIII llamada verbunkos, utilizada en Hungría durante el reclutamiento de tropas, para entusiasmar a los campesinos con la maravillosa vida de los ejércitos. (para entusiasmar, imaginamos).
Cuenta con al menos dos secciones contrastantes: una lenta, o lassan, y una rápida, o friska.
En toda su vida, el maestro compuso 19 rapsodias, cuya tarea abordó en dos etapas, entre 1846-53 y 1882-85.

Rapsodia Húngara No 8, en Fa sostenido menor
Ya dijimos que el maestro húngaro no necesariamente usó melodías genuinamente folklóricas en sus rapsodias húngaras. Pero en el caso de la No 8 hizo uso efectivamente de una melodía del folklore húngaro llamada Kaka toven kolt a ruca (cuya traducción no logré encontrar) en conjunto con una melodía del violinista y compositor húngaro Márk Rózsavölgyi (1789 - 1848).  
Ahora bien, lo que es genuinamente húngaro en estas obras es el molde "folklórico" que Liszt supo imprimir a la música. El sabor gitano abunda en todas ellas así como muchos otros estilos étnicos propios de Hungría. 

Rapsodia "Capriccio"
A raíz del inicio de la No 8, marcado Lento e capriccio, la pieza ha terminado siendo conocida también como "Capriccio". Se inicia con una corta y dramática introducción. A continuación, viene el tema principal, lento y melancólico, muy ornamentado (lassan). El segundo tema aparece más o menos a la mitad de la pieza, más brillante, evocando imágenes de una celebración campesina (friska). El ambiente festivo se vuelve muy alegre y retozón al final, cuando la pirotecnia pianística alcanza su clímax.
La pieza dura entre seis y siete minutos.

La versión es del pianista ruso Vasily Salnikov.


viernes, 25 de septiembre de 2020

Sergei Prokofiev: Toccata para piano Op 11

 
"Un compositor clásico es un loco que escribe música incomprensible para los de su propia generación. Ha tenido éxito en descubrir una cierta lógica que es todavía desconocida para los demás... Solo después de algún tiempo, los caminos por él mostrado se volverán evidentes para todos..."

Así, sencillamente, Sergei Prokofiev describió su quehacer, en su autobiografía. No le faltaba razón. Para el estreno de su Concierto para piano No 2, el público abandonó la sala indignado: ¡Los gatos en el tejado hacen mejor música! exclamaron. Pero al mismo tiempo, sus colegas, modernos, no cabían en sí de gozo, un regocijo futurista los animaba.


La experimentación
Son los años tempranos de la década de 1910. Prokofiev ha abandonado el Conservatorio tras graduarse en composición, en 1909. Considerado un chico rebelde, algo arrogante y un poco excéntrico, logró hacerse una reputación en los círculos musicales de San Petersburgo interpretando al piano sus propias composiciones, abundantes en experimentación armónica, melódica y rítmica, llevando al extremo las disonancias, conjugado todo ello con un virtuosismo feroz.

Toccata opus 11, para piano
Compuesta en 1912, fue publicada al año siguiente pero su primera interpretación en público debió esperar hasta 1916, cuando el propio Prokofiev la estrenó en San Petersburgo el 10 de diciembre de ese año.

La pieza se ha ganado una muy merecida reputación como obra de formidable dificultad. Sin embargo, o quizá por eso mismo, muchos virtuosos la han escogido como la pieza ideal para culminar un recital: un encore alocado de poco más de cuatro minutos.

Construida sobre el armazón rítmico de un perpetuum mobile que solo se abandona, y ligeramente, en la sección media, la pieza contiene dos temas principales. Ambos mantienen la misma energía y ansiedad; ambos augurando una próxima detonación o estrépito en la narración musical. Los temas se desarrollan, y luego se retoman. La coda que sigue contiene la temida explosión: el tema principal es martillado frenéticamente en el registro alto mientras enérgicas notas en el bajo hacen lo suyo. Un glissando acaba con todo.

La versión es de la pianista surcoreana Yeol Eum Son.

martes, 18 de agosto de 2020

Schubert: Notturno en Mi bemol


Como dijo alguna vez Alfred Brendel, el célebre pianista, poeta y escritor austriaco, Mozart vivió una vida musical que le permitió alcanzar, en sus pocos años, un estilo tardío, en tanto que Franz Schubert, por el contrario, estaba en la mitad de un venturoso desarrollo cuando lo alcanzó la muerte en Viena, a los 31 años, en 1828.

Efectivamente, el pequeño Franz (apenas sobrepasaba el metro y medio) obtuvo un cierto reconocimiento uno o dos años antes de su prematura muerte. Y son precisamente aquellos años en los que produjo sus obras más destacadas, aun cuando la reticencia editorial todavía campeaba, dudando de su grandeza, y posponiendo su publicación al apostar, sobre seguro, por la de autores plenamente consagrados.

Es el caso, por ejemplo, de sus celebrados ocho Impromtus para piano (opus 90 y 142), de 1827, de los cuales solo dos del primer opus fueron publicados en vida del pequeño maestro.

Igual suerte correrá el Nocturno op 148 (D. 897, por el revisor de su catálogo Otto Deutsch), trío para piano terminado durante el otoño de 1827. También llamado "Adagio", se publicará tres décadas más tarde, con el título de Notturno, una licencia del editor, muy acertada por lo demás, en razón de su atmósfera.

Notturno en Mi bemol
La breve obra es un trío para piano, entendiéndose por ello la participación de dos instrumentos de cuerda acompañantes del piano. Se inicia evocando serenas imágenes nocturnas (como era de esperarse) nacidas de una textura de arpegios casi celestiales a cargo del piano que apoya una melodía hipnótica en estrecha armonía con los dos instrumentos de cuerda, violín y cello. La asombrosa melodía se repite varias veces, revelando cada vez con mayor énfasis todo lo que esconde, como si una vez asimilada, hubiese que empezar de nuevo a comprenderla.

La versión es de la agrupación Namirovsky-Lark-Pae Trio, conformada por Misha Namirovsky al piano, Tessa Lark, en el violin, y Deborah Pae, en el cello.

martes, 11 de agosto de 2020

Mozart: Sinfonía No 36, "Linz"


Se cuenta que cuando al director Otto Klemperer le pidieron que nombrara la lista de sus compositores favoritos, Mozart no estaba entre ellos. Al ser preguntado por ello, Klemperer habría respondido: "Ah, creí que se referían a los otros".
Valga esta deliciosa anécdota, quizá apócrifa, para presentar una vez más, una obra sinfónica del maestro de maestros, Wolfgang Amadeus Mozart.
         

El matrimonio de Mozart con Constance Weber, en 1782, sin el consentimiento de Leopold, dejó las relaciones padre-hijo bastante agrietadas. En el verano del año siguiente, la pareja partió de Viena en dirección a Salzburgo, para tratar de recomponer las cosas. Entre ellas, que Constance conociera a su suegro y Leopold conociera a su nuera, cuestión que naturalmente tuvo lugar, pero no impidió que las relaciones permanecieran tensas, durante los tres meses de estadía.

Para colmo de males, una mañana la pareja recibió una carta en que les informaban de la muerte de su primer hijo, Raimund Léopold Mozart, de tan solo algunas semanas, quien había quedado a cargo de una nodriza en Viena. Esto ocurrió en junio, pero la pareja se mantuvo en Salzburgo hasta fines de octubre. De regreso a Viena, hicieron una parada en Linz.

Allí estuvieron tres semanas, graciosamente alojados y durante las cuales se invitó a Mozart a ofrecer un concierto en el teatro de Linz. El maestro no cargaba con ninguna partitura (estaba de vacaciones) de modo que se vio obligado a componer algo sobre la marcha. Le escribe a su padre, el 31 de octubre: "El jueves 4 de noviembre tengo que dar un concierto aquí, y como ando sin ninguna sinfonía estoy escribiendo una a velocidad vertiginosa". Efectivamente, la Sinfonía No 36, hoy llamada "Linz", estuvo lista la misma tarde del concierto. Probablemente se tocó sin ensayo, junto a otras piezas.

Sinfonía No 36 en Do mayor, "Linz"
Su estreno en Viena tuvo lugar el 1 de abril de 1784, en el Burgtheater, en un concierto organizado por el maestro. Es probable que se haya escuchado una vez más, en vida de Mozart, en Praga, en 1787.
A pesar de la prisa con que fue escrita, la obra en su conjunto es uno de los más felices aportes de Mozart a la forma sinfónica. Ella inaugura la serie de las cinco últimas sinfonías del maestro, y hasta el día de hoy, es una de sus obras más interpretadas.

Movimientos:
00:00  Adagio - Allegro spiritoso
11:00  Andante con moto
18:23  Menuetto
22:18  Presto

La versión es de la Kurpfälzische Kammerorchester bajo la dirección de Johannes Schlaefli.

jueves, 6 de agosto de 2020

Schubert / Liszt: "Erlkönig"


En 1782, el poeta, escritor y músico Johann Wolfgang von Goethe honró a sus amigos y seguidores con una nueva obra maestra, su célebre balada "Der Erlkönig". Inspirado en la mitología nórdica acerca de un oscuro rey elfo, el poeta narró en ella la estimulante. mística, y finalmente trágica historia de la desesperada cabalgata de un padre para salvar a su hijo enfermo que, delirante, está por sucumbir a la seducción de Der Erlkönig, el Rey de los Elfos.


El poema fue un éxito inmediato, y un buen número de músicos se embarcó en la musicalización de la obra, en forma de lied, o canto para voz y piano, muy popular en la época. De todos ellos. el más célebre hasta hoy pertenece a un compositor que por esos años no había nacido, Franz Schubert, a quien, curiosamente, el poeta Goethe ignorará más tarde cuando le sean enviados poemas suyos musicalizados por el compositor.

Schubert tenía 18 años cuando compuso una primera versión del lied, en 1815. Pero la publicó recién en 1821, como su Opus 1, luego de las proverbiales revisiones a las que el autor sometía sus creaciones. En marzo de ese año se presentó al público por primera vez en el Theater am Kärntnertor, de Viena.
Para esas fechas, el pianista húngaro Franz Liszt tenía diez años. Ya veremos cómo interviene aquí.

Erlkönig
de Schubert no es un lied para cantantes aficionados, o de poco vuelo. Sus cuatro personajes (narrador, el padre, el hijo, y el Rey de los elfos) requieren voces altamente entrenadas. Asimismo, el piano acompañante es igualmente exigente. como el mismo Schubert lo señaló, refiriéndose a los tresillos en octavas del inicio: "Son muy difíciles para mí. Tal vez un virtuoso podría tocarlos".

Ese virtuoso fue Franz Liszt. Será él quien lleve Erlkönig —así como el lied en sí mismo— desde los salones a la sala de conciertos. Luego de la prematura muerte de Schubert (en 1828, a los 31 años), el joven pianista húngaro establecido en París tomó para sí la tarea de transcribir para piano solo los lieder de Schubert, con Erlkönig entre ellos, uniendo voz y piano en una pieza auto-contenida.
A las dificultades de origen del lied de Schubert, el maestro Liszt sumó el virtuosismo extraordinario del que hacía gala.

La pieza comienza con los "infames" tresillos de octavas (así calificados por célebres ejecutantes). que el mismo Schubert no podía tocar. Pretenden recrear el tono de horror, simulando el galopar del caballo. Después de poco más de cuatro minutos ―el trágico final ya ha llegado, el niño está muerto― la pieza termina del modo más simple imaginable, con una cadencia perfecta, aunque dramática.

La versión, impecable, es de la extraordinaria pianista china Yuja Wang.

domingo, 26 de julio de 2020

Bártok: Piano concierto No 2


A lo largo de su vida, el compositor húngaro y notable pianista Béla Bartók compuso tres conciertos para piano y orquesta. El primero de ellos, de gran dificultad técnica, fue estrenado en Frankfurt en 1927, con el autor como solista puesto que había sido escrito precisamente para mostrar las habilidades como pianista del compositor Bartók, de 46 años, y ya bastante conocido, en Europa y EEUU.
No hubo quien no reconociera las altas exigencias técnicas de la obra. Por ello, al acometer la composición de su Segundo Concierto, el mismo Bartók señaló que esperaba simplificar su música, aunque haciendo mayor uso del contrapunto (las dos o más líneas musicales que se complementan). Este énfasis en el contrapunto terminó por convertir la obra en una de las más difíciles jamás escritas. Así lo señaló el maestro András Schiff:
"Para el pianista, es una pieza 'quiebra-dedos'. Es la más difícil que alguna vez haya tocado. Muy a menudo termino con el teclado cubierto de sangre".

La obra fue compuesta en los años 1830-31 y estrenada en Frankfurt con Bartók al piano el 21 de enero de 1933, el mismo mes y año en que Adolph Hitler accedió al cargo de Canciller en Alemania. Fue el último concierto que Bartók dio en Alemania. Muy ajeno a la ideolodía nazi, decidió no volver a tocar allí, rompiendo además con su editor alemán.

Béla Bartók (1881 - 1945)
Luego que en 1940 Hungría se uniera al Eje nazi-fascista, hizo pública su oposición, lo que le trajo no pocos problemas con el establishment húngaro, obligándolo a salir al exilio. En octubre de 1940 llegó a Nueva York en compañía de su esposa. No lo pasó bien el autor en América. Magníficamente saludado como pianista, no habia sin embargo gran interés en su propia música. Allí morirá cinco años después, en septiembre de 1945, apenas finalizado su Tercer Concierto para piano.

Concierto para piano y orquesta No 2, en Sol mayor
Está estrucurado en tres movimientos, pero la seccion central incluye en su interior un movimiento vivo. Fiel a su universo sonoro, las cuerdas, por ejemplo, están ausentes en todo el primer movimiento, y los constrastes entre los movimientos lentos y rápidos de la sección central son brutales. El piano de los movimientos extremos, está ya completamente alejado de la tradición romántica, con pasajes de extrema bravura acompañados de un vigor orquestal inusitado. Junto a todo ello, sin embargo, el adagio de la sección central es uno de los más bellos esscritos por Bartók

Movimientos:
00:00  Allegro
10:25  Adagio- Presto- Piu adagio
23:55  Molto allegro

La verisón es de la pianista china Yuja Wang, acompañada por la Orquesta de la Academia de Santa Cecilia, dirigida por Antonio Pappano.

domingo, 19 de julio de 2020

Mozart: "Laudate Dominum"


Como parte del acostumbrado tour por Europa Central a fin de encontrar empleo digno, en 1778 Mozart abandonó Salzburgo y al arzobispo Colloredo para iniciar viaje a Manheim y París. Esta vez lo acompañaba Anna Maria, su madre. Como era lo habitual, el viaje no rindió mayores frutos. Por el contrario, la gira se vio oscurecida, todavía más, por la muerte de Anna Maria, en París, el 3 de julio de ese año. Un mes más tarde, Leopold Mozart envió a Wolfgang una carta donde le informaba que se había abierto una posición en Salzburgo, como organista de la corte. El nuevo puesto comportaba un aumento de salario y generosos permisos para ausentarse.


Mozart llegó a Salzburgo la tercera semana de enero de 1779, haciéndose cargo de inmediato de sus nuevos deberes, que incluían tocar en la Catedral y en la corte, además de la instrucción a los niños del coro. Por supuesto, también debía componer, aunque sin las exigencias que debieron soportar otros maestros (como por ejemplo, Bach). Además de conciertos para diversos intrumentos, sonatas para piano y violín, y sinfonías, Mozart compuso ese año y el siguiente un buen número de piezas sacras entre las que sobresalen la misa "Coronación", la Missa Solemnis K337 y dos Vísperas, éstas últimas, composiciones corales sacras destinadas al uso litúrgico en la Catedral de Salzburgo.

Vesperae Solennes de Confessore
Es la segunda de las dos vísperas, data de 1780 y será la última obra coral que Mozart escriba para la Catedral. Tal como la primera, sigue el estándar de la litúrgica católica al incluir el Magnificat y los cinco salmos utilizados en el servicio de Vísperas. Las palabras "de confessore" (que no son de Mozart) sugieren que la obra puede haber sido concebida para la celebración de un día específico del calendario de santos (confessore). Por su parte, "solennes" indica sencillamente que la obra consta de acompañamiento orquestal.
La obra está constituida de cinco secciones más el Magnificat. La quinta sección, sobre el salmo 117 del Libro de Salmos del Antiguo Testamento, es la más célebre de todas.

Laudate Dominum Omnes Gentes
Más conocido sencillamente como Laudate Dominus (Alabemos al Señor), está escrito sobre el más corto de los salmos, de tan solo dos versos, puesto en música no pocas veces por compositores de toda época (Bach entre ellos, naturalmente). Escrito para orquesta, soprano y coros, su radiante belleza revela el lado más personal del acercamiento de Mozart a la música sacra, según los estudiosos. Alfred Einstein va algo más allá al señalar que quien no conoce esta obra no conoce a Mozart.

La versión es del niño noruego de 13 años Aksel Rykkvin, acompañado del Coro de la Catedral de Oslo y la IRIS Chamber Orchestra, conducida por Vivianne Sydness.

lunes, 29 de junio de 2020

Rachmaninof: "La Isla de los Muertos"


Un cuadro sugerente

El pintor Arnold Böcklin (1827-1901), simbolista suizo, trabajó largamente una serie de cuadros bautizados como "La isla de los muertos", que hoy se pueden ver en varios museos europeos. Los hay en Basilea, Berlín y Lepzig. También en Nueva York. Adolf Hitler tuvo en su poder una versión, como también Freud y Lenin colgaron otra en sus despachos.
Se cuenta que Sergéi Rachmaninof se habría inspirado en él para componer su poema sinfónico del mismo nombre. Debido a la ubicuidad del cuadro, la leyenda sitúa al compositor contemplándolo en las más diversas ciudades europeas. La más fiable señala que fue en París, en 1907, donde pudo apreciar la obra en la sencilla versión de una copia en blanco y negro. El maestro, por esos años, ya estaba en condiciones de contemplar una pintura así de melancólica sin caer en depresión. El doctor Dahl y su hipnoterapia habían hecho el milagro.


Diez años antes, en marzo de 1897, el autor, de 24 años, había estrenado su Primera Sinfonía, un fracaso rotundo que recibió acervas críticas. César Cui, el autor nacionalista ruso, llegó a decir que la obra sería aplaudida por los internos de un conservatorio de música en el infierno. La obra había tenido pocos ensayos, además de mal organizados. Por si esto fuera poco, dirigió el estreno Alexander Glazunov, de quien se sospecha que habría estado bebido. Por esos años, Glazunov ya no podía esconder su alcoholismo. El maestro Rachmaninof, por su parte, cayó en una depresión severa que duró tres años. Solo la hipnoterapia del doctor Nikolai Dahl, un amigo de la familia, pudo traerlo de vuelta al mundo real, luego de muchas entradas y salidas.

En Dresde y París
Sergéi Rachmaninoff, nacido en el seno de una aristocrática familia rusa, nunca fue muy entusiasta de la construcción de la primera sociedad socialista de la historia. De modo que, muy tempranamente, en 1906, abandonó Moscú junto a su familia para trasladarse a Dresde. Allí permanecieron hasta 1909, aunque regresaban todos los veranos a Rusia, para disfrutar de su residencia campestre, Ivanovka, un regalo de matrimonio. En 1907, la familia viajó a Moscú, como siempre, pero Rachmaninof se desvió a París, para para participar de los conciertos rusos de Sergei Diaghilev. Allí habría conocido el famoso cuadro.

"La Isla de los Muertos", poema sinfónico, opus 29
La obra fue compuesta en Dresde en 1909, entre enero y abril. Su estreno tuvo lugar el 1 de mayo de ese año, en Moscú.
Con extensión de alrededor de 25 minutos, la obra comienza con un motivo rítmico que sugiere el movimiento de las aguas. Pronto aparecerán atisbos del Dies Irae, el célebre tema del Réquiem católico, que será citado casi por completo al final. La música se hace intensa por momentos, llegando a un clímax en que se repetirá el tema del inicio, aunque más agitado. Al final, sombrío, regresa otra vez el tema inicial, junto a otra nueva cita del Dies Irae, y el sonido incesante del rumor de las aguas.

A fines de 1909, Rachmaninof hizo su primer tour por Estados Unidos. En su debut con la Sinfónica de Chicago, dirigió la Isla de los Muertos. Muy aplaudido como director, luego del intermedio regresó como pianista, para interpretar su famoso Concierto No 2.

La versión es de la Frankfurt Radio Symphony, conducida por el director inglés Edward Gardner.

miércoles, 27 de mayo de 2020

Schubert: Novena Sinfonía - "La Grande"


En búsqueda de un editor

Durante su corta vida, Franz Peter Schubert escribió nueve sinfonías y dejó seis sin terminar. Entre las nueve sinfonías terminadas se cuenta la célebre Sinfonía Inconclusa, de tan solo dos movimientos pero considerada uno de las más hermosas obras orquestales del autor. Pero de todo este caudal, nada interesó a los editores de la época. Ninguna de sus sinfonías fue publicada en vida del pequeño Schubert. Es más, todas fueron estrenadas completas recién cincuenta años después de la muerte del compositor. "Mi esfuerzo va hacia los artistas ya consagrados con los cuales puedo ganar más dinero... La misión de revelar nuevos talentos es para otro". Son palabras del editor Peters, de Leipzig, en 1821, rechazando la publicación de obras del desconocido Franz Schubert.


Pero al parecer, nada de esto molestaba gran cosa a Schubert. Se contentaba con escribir una página tras otra, al margen de que se interpretase. "El Estado debería mantenerme –dijo una vez–. He venido al mundo con el único propósito de componer". Los dos últimos años de su vida trabajó intensamente, pese a la parsimonia editorial y a su delicada salud. Cuando ya estuvo muy enfermo, se fue a vivir con su hermano Ferdinand, también músico. Allí murió el 19 de noviembre de 1828, a los 31 años. Sus posesiones, al momento de morir, eran algo de ropa y un buen número de partituras inéditas, cuyo valor fue estimado en 63 florines. Los gastos del funeral ascendieron a 270.

Schumann, exhumador
Diez años después, Robert Schumann visitó a Ferdinand para el año nuevo de 1838. Ferdinand permitió que Schumann revisara esa pila de manuscritos inéditos. Allí encontró una Sinfonía en Do mayor de la que Schumann tenía alguna referencia. Se la llevó consigo, con la venia de Ferdinand, y sus dos primeros movimientos fueron estrenados el 29 de marzo de 1839 en el Gewandhaus de Leipzig bajo la dirección de Felix Mendelssohn. Se supone iniciada en el verano de 1825 y abandonada luego por el autor. En 1828 la habría retomado para una última revisión. Recién en 1850, veintidós años después de la desaparición del compositor, se pudo escuchar completa en Viena.
En palabras de Schumann, es una obra que "nos transporta a un mundo en el que no recordamos haber estado nunca".

Novena Sinfonia, en Do mayor - Finale
El subtítulo "La Grande" se originó en un principio para distinguirla de la Sinfonía No 6, también en Do mayor. Hoy, el apodo hace referencia a su grandeza y majestuosidad. Su extensión, al menos, no deja dudas de que estamos ante una obra mayor. Con sus cuatro movimientos, alcanza cómodamente una hora si se respetan todas las repeticiones que indica la partitura:
   Andante - Allegro ma non troppo
II   Andante con moto
III  Scherzo. Allegro vivace - Trio
IV  Allegro vivace

Tal extensión era inusual para su época. También lo es hoy para una entrada de blog. Por eso, hemos escogido el cuarto movimiento para ilustrar la obra.

El Finale de la sinfonía, si algo despliega, es exuberancia. Es la conclusión lógica a un trabajo de tal envergadura. Durante todo el siglo XIX, la Novena de Beethoven sirvió como inspiración y desafío a todos los autores de sinfonías. Por eso, un pasaje central rinde homenaje al gran maestro de Bonn, cuando, en el minuto 3:47, un clarinete nos trae a la memoria la famosa melodía del movimiento coral de la Novena, estrenada un año antes de que Schubert iniciara el abordaje de su propia obra mayor.

La versión es de la Filarmónica de Viena, con la conducción del maestro John Eliot Gardiner.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Wagner: Lohengrin - Preludio al acto III


El fruto de un verano en Marienbad

A lo largo de su vida, Richard Wagner escribió un total de 23 óperas, o "dramas musicales", como gustaba llamarlas. En todas ellas, además de la música, aportó el guión y la escenografía, ímpetu dramático que lo acompañó desde la adolescencia.
Cuando tenía 19 años, escribió el libreto para "Die Hochzeit" (La Boda) y parte de la música. Decimos parte de la música porque después de enterarse del libreto, su hermana mayor le aconsejó abandonar el proyecto. Se trataba de una drama mórbido sobre una muchacha que mata a un pretendiente porque no lo deseaba, arrojándolo por la ventana de su habitación. La culpabilidad de la mozuela sólo se descubre cuando está a punto de casarse.


Muchos años después, en 1845, pese a sus incesantes dificultades económicas, Wagner era un compositor maduro y reconocido. Ya había escrito y representado Rienzi (1842), El Holandés Errante (1843) y Tannhäuser (1845).

La génesis
Wagner tenía recién 32 años, y decidió retomar la leyenda de Lohengrin y trabajar sobre ella. Era el verano de 1845, años en que Wagner se desempeñaba como maestro de capilla en la corte real de Dresde. Con su mujer, Minna, planificaban su visita anual a Marienbad, a tomar los baños. Wagner no deseaba otra cosa que disfrutar allí del ocio, releyendo poemas y leyendas alemanas de la Edad Media. Allí, en Marienbad, nació el libreto. El protagonista, Lohengrin, está tomado precisamente de un romance alemán del medioevo. Debe inspiración también a la épica francesa de El Caballero del Cisne, un cuento medieval sobre un caballero que rescata doncellas navegando en una barca arrastrada por un cisne.

La historia
Lohengrin es, por cierto, un drama de contenido histórico que aborda conflictos entre la Cristiandad y el Paganismo. Pero en palabras sencillas, digamos que la historia –que transcurre en el siglo décimo– cuenta los avatares de Elsa de Bravante, acusada injustamente de hacer desaparecer a su hermano, a la sazón un niño pero futuro duque. Un enigmático caballero llegará para protegerla y eventualmente tomarla en matrimonio, siempre y cuando nunca pregunte por su nombre. El caballero, naturalmente, es Lohengrin, quien como todo caballero del Santo Grial, debe permanecer en el anonimato mientras realiza sus buenas acciones. Lohengrin llega en una barca, remolcada por un cisne. En esa misma barca se irá cuando, Elsa, curiosa, pregunte por su nombre, acabando así con el encantamiento.

Lohengrin - Preludio al Acto III
La obra, en tres actos, fue terminada en 1848. La primera presentación tuvo lugar en Weimar, en 1850, bajo la dirección de Franz Liszt, porque Wagner se encontraba en el exilio luego de su participación en los levantamientos de mayo de 1849, en Dresde.
La obra es representada regularmente en los escenarios del mundo. Sus pasajes más reconocidos son también interpretados con frecuencia como piezas independientes. Entre ellos, El Coro Nupcial, o Marcha Nupcial del acto III, asi como los Preludios al Acto I y Acto III.

Este último, con duración de poco más de tres minutos, se presenta aquí en la versión es de la Orquesta Filarmónica de Viena, conducida por el director vienés Franz Welser-Möst. 

lunes, 18 de mayo de 2020

Rachmaninof: Sonata para cello y piano


La obra más celebrada de Sergei Rachmaninof es, a no dudarlo, el Concierto para piano No 2, estrenado en octubre de 1901. El compositor recién se recuperaba de la seria crisis de confianza gatillada por el ominoso estreno de su Primera Sinfonía, de 1897. Durante tres años no había escrito casi nada, hasta que un tratamiento con hipnoterapia logró rescatarlo de la sequía creadora. Con gran entusiasmo emprendió una nueva obra, una sonata para cello y piano. La terminó en noviembre, un mes después del exitoso estreno de su aplaudido concierto, que por lo mismo, terminó por eclipsar la menos ambiciosa sonata, no obstante su hondo lirismo.


Se dice que Rachmaninof amaba el cello. Harto más que el violín. Por eso, las pocas obras de cámara del compositor están escritas para cello, o para trío con cello. Lo cautivaba su timbre melancólico y nostálgico, que le traía a la mente "las voces interiores" del alma rusa.
Rachmaninof fue un talentoso melodista y un artesano meticuloso, a quien las innovaciones de su tiempo parecen haberlo dejado un tanto "demodé". "Soy muy pesimista respecto de la música moderna", dijo una vez. "Me siento como un fantasma que vaga por un mundo extraño". Se veía a sí mismo como un compositor del siglo XX que se sentía cómodo con el Romanticismo del siglo anterior.

Sonata para cello y piano en Sol menor 
Está dedicada al eximio cellista ruso Anatoliy Brandukov, quien estrenó la obra en Moscú con Rachmaninof a cargo del piano, altamente exigente, por cierto. Catorce años menor, Brandukov fue sin embargo un gran amigo del compositor. Fue el padrino de su boda, y ambos se presentaron juntos en muchos conciertos.
La sonata es la última obra de cámara que escribió el autor. De ahí en adelante, solo escribirá para el piano, u obras corales y grandes piezas orquestales.

Tiene una duración de alrededor de 35 minutos, en cuatro movimientos colmados del típico carácter de la era romántica rusa.

Movimientos:
00:00  Lento - Allegro moderato
12:31  Allegro scherzando
18:54  Andante
24:45  Allegro mosso

La versión es de la pianista china Yuja Wang y el cellista americano recientemente fallecido, Lynn Harrell.

viernes, 15 de mayo de 2020

Scriabin: Sonata para piano No 4


La incómoda frontera entre la locura y el genio

Alexandr Scriabin fue un compositor pequeño. De baja estatura, queremos decir. Excelente pianista, aunque no de primera categoría, se vio limitado por sus manos menudas, que a duras penas alcanzaban una octava. A ello hay que sumar que su mano derecha había quedado técnicamente muy disminuida debido a la práctica, en extremo celosa, de obras dificilísimas de su coterráneo Mili Balakirev, reconocido por haber escrito la pieza para piano más difícil de todos los tiempos.


De Alexandr Scriabin se ha dicho de todo. Un comentario en Youtube sobre la sonata que aquí presentamos, señala, con cierta gracia: "Scriabin estaba loco. Y este pianista está chiflado. Todo concuerda". Cierto es que en sus últimos años el compositor cultivó ideas religiosas extramusicales que se convirtieron en una obsesión, llegando a identificarse con Dios. A medida que desarrollaba un malsano misticismo, su vida cotidiana también se vio tensionada. Sufría la compulsión de lavarse las manos a toda hora, y las cubría con guantes antes de tocar el dinero.

Scriabin ¿un genio?
Es innegable, al menos, que fue uno de los más innovadores y controversiales compositores entre los primeros autores modernos. La Gran Enciclopedia Soviética dice de él: "Ningún compositor ha sufrido mayor desdén o gozado de mayor aprecio". Y León Tolstoy describió su música como "una genuina expresión de genio". La idea que más le hace justicia, creemos, es aquella que expresaron quienes fueron sus amigos y cercanos colaboradores: un hombre profundamente neurótico, que vivió en la incómoda frontera entre la locura y el genio.

A. Scriabin (1872 - 1915)
Las diez sonatas para piano
En sus tempranas composiciones, Scriabin recibió gran influencia de Chopin. Llegó a componer un conjunto de 24 Preludios, asi como nocturnos y mazurkas. Más tarde, bajo la influencia de la teosofía, el misticismo, la sinestesia, y el "súperhombre" de Nietzsche, su música se fue acercando a la atonalidad. Sus diez sonatas para piano así lo muestran, en su desarrollo. Todas son, en una medida u otra, obras programáticas que irán expresando, cada vez más, un suerte de éxtasis místico.

Sonata para piano No 4
Fue compuesta en 1903, y publicada al año siguiente. Consta de solo dos movimientos, estrechamente relacionados, escritos ambos en la radiante clave de Fa sostenido mayor. Scriabin no ha abandonado todavía las estructuras tonales, pero está en el proceso de desarrollo de nuevas formas para tales estructuras.
La pieza dura poco más de ocho minutos.

Movimientos:
00:00  Andante
04:52  Prestissimo volando

La versión es del pianista ruso, Vassily Primakov.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Haydn: Sinfonía No 100 - "Militar"


Haydn sale de gira, después de 30 años

Joseph Haydn pasó casi tres décadas al servicio de los príncipes Esterházy, la poderosa familia que gobernó vastas regiones de Europa Central durante siglos. Desde la Edad Media, para ser precisos. Durante su pasantía, Hayn tuvo de patrón al príncipe Nicholas Esterházy, quien murió en 1790. Lo sucedió su hijo Anton, un príncipe que no se sentía especialmente ligado a la música. Así que decidió hacer recortes presupuestarios en la corte. Y despidió a Haydn –en ese momento el compositor más admirado de Europa– pero otorgándole una pensión anual de mil florines, lo que al parecer era una decisión ya tomada por el difunto Nicholas. Por primera vez en décadas, Joseph Haydn se sintió libre, para explorar el mundo.


Las invitaciones llegaron de todas partes. Pero fue el músico y empresario alemán avecindado en Londres, Peter Salomon, quien logró agendar para Haydn un tour por Inglaterra en la temporada 1791-92 y luego en 1793-94. Con ocasión de estas dos giras, Haydn compuso 12 sinfonías (Nos 93 a 104), que desde entonces se conocen como las Sinfonías de Londres, o Sinfonías Salomon.

Desde la muerte de Johann Christian Bach en 1782, la música de Haydn dominaba la escena en los conciertos londinenses, al punto de que no cabía imaginar un programa de conciertos que no contemplara una obra de Haydn. No es de extrañar entonces que ambas giras hayan constituido un suceso formidable. El maestro recordará más tarde aquellos días como los más felices de su vida.

Joseph Haydn (1732 - 1809)
Sinfonía No 100, llamada "Militar"
Fue compuesta para la segunda gira. El célebre King's Theater de Londres acogió su estreno el 31 de marzo de 1794, con la dirección del maestro que aquel día cumplía 62 años. La audiencia vitoreó la obra, especialmente por su sutil contenido programático. El título no es de Haydn, pero se asoció a la obra casi inmediatamente después de su estreno. Recordemos que el siglo XVIII fue una centuria belicosa. Y que en la década de los 90 el periodo del Terror en Francia llevó a Inglaterra a aliarse con Austria, Holanda y España, ante el avance de las ideas antimonárquicas. De modo que los tonos y ritmos marciales en Inglaterra se percibían en el aire.

Una semana después de su estreno se realizó una segunda presentación. Al igual que en la primera, el segundo movimiento, que incluye notables fanfarrias para trompetas, fue recibido con vítores y aplausos, pidiendo su repetición. Un reporte de The Morning Chronicle señaló: "...se siente crecer el estruendo infernal de la guerra hasta alcanzar un clímax de horror sublime".

Movimientos:
00:00  Adagio - Allegro
08:02  Allegretto
14:20  Menuetto - Moderato
19:20  Finale Presto

La versión es de la Royal Concertgebouw Orchestra, bajo la dirección del maestro de origen letón, Mariss Jansons, recientemente fallecido.


sábado, 9 de mayo de 2020

Prokofiev: Piano Sonata No 7


Prokofiev y el Premio Stalin


"El premio lleva el nombre de Stalin. Esto da fe de la gran importancia que nuestro comité otorga a los premios como un medio para educar a las masas a través del arte."

Son las palabras introductorias de Aleksandr Fadeev, presidente del Comité del Premio Stalin para las Artes, con ocasión de la apertura de la ronda de selecciones del año 1948.
El Premio Stalin fue el más alto honor que el Estado soviético podía otorgar en reconocimiento de una obra en el campo de las ciencias o de la cultura. Se honraba así todo logro que significara un avance del Estado soviético en la construcción del socialismo. Se otorgó desde 1941 hasta 1954, por lo común, a una obra concreta más que al individuo que la creaba.

Sergei Prokofiev, Shostakovich, y Khachaturian, la recibieron en varias oportunidades, mejor dicho, varias de sus obras fueron galardonadas con el premio. Curioso, porque en otras tantas ocasiones habían sido catalogados como compositores de música ajena a los intereses del pueblo soviético.

Las Sonatas de guerra
El piano ocupa un lugar central en la obra de Prokofiev. Poco antes de estallar la II Guerra, comenzó la composición de tres sonatas para piano. Son las llamadas "sonatas de guerra", Nos 6, 7 y 8. Las tres fueron terminadas en 1942. Mientras la 6a refleja los nerviosos preparativos de la guerra inminente y la 8a mira retrospectivamente los horrores de ésta, la No7 proyecta la angustia de los años de guerra experimentados en tiempo real.

Sonata No 7 Op 83, en Si♭ mayor
Es una de las obras más exitosas de Prokofiev, distinguida por su ajustada estructura y el desarrollo cuidadoso y complejo del material musical. Su exigencia técnica es enorme, especialmente su tercer movimiento, que ha sido descrito como "un reventón explosivo de rock 'n' roll con aristas cromáticas". Así lo ha entendido un puñado de virtuosos que han decidido ofrecer el endiablado movimiento como bis en sus presentaciones.
La sonata fue interpretada por primera vez el 18 de enero de 1943, en Moscú, a cargo del maestro Sviatoslav Richter. Ese mismo año se hizo acreedora del Premio Stalin, de segunda clase. (Sí, porque los había de 1a, 2a y 3a clase).

Movimientos:
00:00  Allegro inquieto
09:46  Andante caloroso
18:03  Precipitato

La versión es de la pianista rusa Olga Scheps.

miércoles, 6 de mayo de 2020

Leos Janácek: Sinfonietta, para orquesta


"La radio estaba sintonizada en una emisora clásica en FM. Tocaban 'La Sinfonietta', de Janácek –no precisamente la música ideal para escuchar en un taxi atrapado por el tráfico."
Así comienza 1Q84, la extensa novela orwelliana del escritor japonés Haruki Murakami, quien hace de la obra de Janácek un personaje central. En sus 984 páginas la música de Janacek interviene una y otra vez, para animar, o proteger, a su protagonista. La novela, publicada en 2009-10, se convirtió de inmediato en un best-seller. De paso, la Sinfonietta de Janácek se ganó un espacio en Japón.


Ochenta y cinco años antes, un día radiante de 1925, el compositor checo Léoz Janácek se hallaba sentado en un idílico parque, escuchando bellos trozos de música interpretados por una banda militar. Surgió así la idea de componer él mismo alguna fanfarria para banda militar. Al poco tiempo, los organizadores del Festival de Gimnasia "Sokol" le solicitaron "algo de música" para el festival. Janácek aprovechó la oportunidad y se embarcó en la composición de la obra que en 1926 será publicada como "Sinfonietta militar", dedicada a las Fuerzas Armadas Checoslovacas (más tarde, la palabra "militar" será retirada del título).

Leos Janácek (1854 - 1928)
Un compositor "tardío"
Sus mejores logros, y el reconocimiento, llegaron tarde a su vida. Escribió nueve óperas. Jenuffa, la más exitosa, tuvo su estreno en Brno en 1904, cuando el autor tenía 50 años. Pero fue conocida en Praga recién en 1916, cuando, esta vez, el autor iba por los 62. Con esa obra fue reconocido, finalmente, como una de las grandes figuras de la música checa, a la par que Smetana y Dvorak.
Su música tiene sus raíces en la música popular morava. Y cómo no, si el maestro checo fue un genuino amante del folklore, recopilador de toda una vida de las melodías de su tierra natal.

Sinfonietta para orquesta
Fue estrenada en Praga el 26 de junio de 1926. Es una obra claramente festiva, aunque en un sentido "puramente Janacekiano", según señalan los estudiosos. Es una obra grande, extensa, de cinco movimientos, escrita para una orquesta de gran tamaño (requiere ni más ni menos que nueve trompetas). Es, quizá, la mejor de sus obras orquestales, y como todas sus otras composiciones, es inequívocamente suya.

Movimientos:
Todos llevan un subtítulo descriptivo:
00:00  Allegretto (Fanfarria)
02:40  Andante (El castillo, Brno)
08:40  Moderato (El monasterio de la reina, Brno)
14:11  Allegretto (La calle que lleva al castillo)
17:14  Andante con moto (El ayuntamiento, Brno)

La versión es de la London Symphony Orchestra conducida por el director británico Simon Rattle.


lunes, 4 de mayo de 2020

Debussy: "Nuages", de Tres Nocturnos


Claude-Achille Debussy alcanzó su madurez musical en la última década del siglo XIX, cuando Francia vivía un momento mágico. Los amantes de las artes visuales abrazaban con fervor el delicado brillo del impresionismo, los poetas navegaban dichosos por el simbolismo, los compositores bregaban con la música de Wagner, y la Ciudad Luz resplandecía todavía más, hechizada por el encanto de La Belle Époque. Pero la vida personal del compositor distaba de ser tan mágica.


En 1890, había roto con Marie Vasnier (aunque, más exactamente, Marie había roto con él). Pero ese mismo año comenzó una nueva relación con Gabrielle Dupont, su "Gaby de ojos verdes", hija de un sastre parisino con quien vivirá diez años. Por esas mismas fechas conoció a Erik Satie, un espíritu afín en la búsqueda de nuevos conceptos musicales. Con él compartió veladas en tabernas y cafés, cuando la situación económica de ambos les daba un respiro.

Pero en diciembre de 1894 su carrera dio un gran salto, con el estreno del poema sinfónico Preludio a la Siesta de un Fauno, paráfrasis musical del poema de Mallarmé del mismo título. Su colega compositor Alfred Bruneau escribió sobre la obra: "Es una de las más exquisitas fantasías instrumentales que la joven escuela francesa haya producido. Es sencillamente exquisita". El maestro Debussy se había convertido en un compositor maduro.

Claude Debussy (1862 - 1918)
Tres Nocturnos
Y si de exquisitez se trata, no existe, según los estudiosos, mayor exquisitez que la reflejada en las tres secciones sinfónicas de sus Tres Nocturnos, su primer gran trabajo orquestal después del pionero Preludio recién comentado.
Su génesis data de 1892-1894, cuando el autor se embarcó en una obra titulada "Tres escenas al crepúsculo", un experimento en formación orquestal que luego dejó de lado.

En 1899 volvió a trabajar sobre estos bocetos, con una nueva aproximación, titulando el conjunto Tres Nocturnos para orquesta y coro femenino, conformados por las secciones Nuages (Nubes), Fétes (Fiestas) y Sirénes (Sirenas). Cada una de ellas evoca un paisaje en particular, inspirado en una serie de cuadros de JA Whistler, pintor impresionista americano radicado en París por la época.
Fueron estrenadas como un todo el 27 de octubre de 1901.

"Nuages"
El maestro Debussy no tenía por costumbre explicar sus obras con palabras, pero en este caso sí lo hizo, detenidamente, porque deseaba que sus nocturnos no fueran asimilados a la romántica forma tan en boga en la primera mitad del siglo XIX. Sobre Nuages, señaló:
"Nuages representa el aspecto inmutable del cielo y el movimiento lento y solemne de las nubes, desvaneciéndose en tonos grises ligeramente teñidos de blanco".
La versión es de la YouTube Symphony Orchestra (conformada por más de 96 músicos profesionales y amateurs provenientes de más de 30 países), conducida por el director y pianista estadounidense Michael Tilson Thomas.

sábado, 2 de mayo de 2020

Mozart: Sonata para piano No 13, K 333


En el lapso de catorce años, Wolfgang Amadeus Mozart escribió 18 sonatas para piano solista. Decimos "piano solista" porque también escribió otras seis para piano a 4 manos, y una para dos pianos. La producción para piano solista le tomó de 1774 a 1789, con un curioso lapso de "infertilidad" que duró cuatro años, los que van de 1778 a 1781, periodo en el cual no escribió ni una sola sonata. Renovará la producción en 1782, año en que desposó a Constanza Weber, joven soprano de veinte años. Mozart, adulto joven de 26 años, iba a formar una familia. Y vendrían hijos, a los que había que alimentar.


A Leopold, el padre, no le hizo ninguna gracia que Wolfgang decidiera contraer matrimonio. Muy tardíamente, dio su consentimiento, que llegó a Viena al día siguiente de la ceremonia. Las relaciones padre-hijo se resintieron. En junio del año siguiente, Wolfgang viajó a Salzburgo en compañía de Constanza, para presentarla oficialmente a la familia. La visita no fue del todo placentera, sin embargo, permanecieron allí, de visita, durante tres meses.
De vuelta a Viena, pasaron por Linz, donde Mozart dio un concierto y compuso algunas obras. Además, por cierto, de la Sinfonía Linz, la Sonata para piano No 13 está datada en esas fechas, según las más recientes investigaciones.

Al parecer, las relaciones finalmente se recompusieron, pues existe una carta de Mozart del 31 de octubre, donde, con su habitual buen humor y calidez, le cuenta a Leopold del apuro que tiene pues debe presentar una sinfonía en Linz y no carga con ninguna de sus obras.

Sonata No 13 en Si bemol mayor, K. 333   
Publicada en Viena al año siguiente, 1784, es una de las más extensas sonatas de Mozart, y a la vez, una de las más exigentes. Sus movimientos son los típicos, en secuencia rápido-lento-rápido.

Movimientos:
00:00  Allegro - Abre con un tema cantabile "que solo Mozart pudo haber escrito", según los estudiosos.
07:30  Andante cantabile - Solemne y profundo.
13:58  Allegro grazioso - Un rondó, amable y cordial.

La versión es del maestro Daniel Barenboim.