martes, 18 de agosto de 2020

Schubert: Notturno en Mi bemol


Como dijo alguna vez Alfred Brendel, el célebre pianista, poeta y escritor austriaco, Mozart vivió una vida musical que le permitió alcanzar, en sus pocos años, un estilo tardío, en tanto que Franz Schubert, por el contrario, estaba en la mitad de un venturoso desarrollo cuando lo alcanzó la muerte en Viena, a los 31 años, en 1828.

Efectivamente, el pequeño Franz (apenas sobrepasaba el metro y medio) obtuvo un cierto reconocimiento uno o dos años antes de su prematura muerte. Y son precisamente aquellos años en los que produjo sus obras más destacadas, aun cuando la reticencia editorial todavía campeaba, dudando de su grandeza, y posponiendo su publicación al apostar, sobre seguro, por la de autores plenamente consagrados.

Es el caso, por ejemplo, de sus celebrados ocho Impromtus para piano (opus 90 y 142), de 1827, de los cuales solo dos del primer opus fueron publicados en vida del pequeño maestro.

Igual suerte correrá el Nocturno op 148 (D. 897, por el revisor de su catálogo Otto Deutsch), trío para piano terminado durante el otoño de 1827. También llamado "Adagio", se publicará tres décadas más tarde, con el título de Notturno, una licencia del editor, muy acertada por lo demás, en razón de su atmósfera.

Notturno en Mi bemol
La breve obra es un trío para piano, entendiéndose por ello la participación de dos instrumentos de cuerda acompañantes del piano. Se inicia evocando serenas imágenes nocturnas (como era de esperarse) nacidas de una textura de arpegios casi celestiales a cargo del piano que apoya una melodía hipnótica en estrecha armonía con los dos instrumentos de cuerda, violín y cello. La asombrosa melodía se repite varias veces, revelando cada vez con mayor énfasis todo lo que esconde, como si una vez asimilada, hubiese que empezar de nuevo a comprenderla.

La versión es de la agrupación Namirovsky-Lark-Pae Trio, conformada por Misha Namirovsky al piano, Tessa Lark, en el violin, y Deborah Pae, en el cello.

martes, 11 de agosto de 2020

Mozart: Sinfonía No 36, "Linz"


Se cuenta que cuando al director Otto Klemperer le pidieron que nombrara la lista de sus compositores favoritos, Mozart no estaba entre ellos. Al ser preguntado por ello, Klemperer habría respondido: "Ah, creí que se referían a los otros".
Valga esta deliciosa anécdota, quizá apócrifa, para presentar una vez más, una obra sinfónica del maestro de maestros, Wolfgang Amadeus Mozart.
         

El matrimonio de Mozart con Constance Weber, en 1782, sin el consentimiento de Leopold, dejó las relaciones padre-hijo bastante agrietadas. En el verano del año siguiente, la pareja partió de Viena en dirección a Salzburgo, para tratar de recomponer las cosas. Entre ellas, que Constance conociera a su suegro y Leopold conociera a su nuera, cuestión que naturalmente tuvo lugar, pero no impidió que las relaciones permanecieran tensas, durante los tres meses de estadía.

Para colmo de males, una mañana la pareja recibió una carta en que les informaban de la muerte de su primer hijo, Raimund Léopold Mozart, de tan solo algunas semanas, quien había quedado a cargo de una nodriza en Viena. Esto ocurrió en junio, pero la pareja se mantuvo en Salzburgo hasta fines de octubre. De regreso a Viena, hicieron una parada en Linz.

Allí estuvieron tres semanas, graciosamente alojados y durante las cuales se invitó a Mozart a ofrecer un concierto en el teatro de Linz. El maestro no cargaba con ninguna partitura (estaba de vacaciones) de modo que se vio obligado a componer algo sobre la marcha. Le escribe a su padre, el 31 de octubre: "El jueves 4 de noviembre tengo que dar un concierto aquí, y como ando sin ninguna sinfonía estoy escribiendo una a velocidad vertiginosa". Efectivamente, la Sinfonía No 36, hoy llamada "Linz", estuvo lista la misma tarde del concierto. Probablemente se tocó sin ensayo, junto a otras piezas.

Sinfonía No 36 en Do mayor, "Linz"
Su estreno en Viena tuvo lugar el 1 de abril de 1784, en el Burgtheater, en un concierto organizado por el maestro. Es probable que se haya escuchado una vez más, en vida de Mozart, en Praga, en 1787.
A pesar de la prisa con que fue escrita, la obra en su conjunto es uno de los más felices aportes de Mozart a la forma sinfónica. Ella inaugura la serie de las cinco últimas sinfonías del maestro, y hasta el día de hoy, es una de sus obras más interpretadas.

Movimientos:
00:00  Adagio - Allegro spiritoso
11:00  Andante con moto
18:23  Menuetto
22:18  Presto

La versión es de la Kurpfälzische Kammerorchester bajo la dirección de Johannes Schlaefli.

jueves, 6 de agosto de 2020

Schubert / Liszt: "Erlkönig"


En 1782, el poeta, escritor y músico Johann Wolfgang von Goethe honró a sus amigos y seguidores con una nueva obra maestra, su célebre balada "Der Erlkönig". Inspirado en la mitología nórdica acerca de un oscuro rey elfo, el poeta narró en ella la estimulante. mística, y finalmente trágica historia de la desesperada cabalgata de un padre para salvar a su hijo enfermo que, delirante, está por sucumbir a la seducción de Der Erlkönig, el Rey de los Elfos.


El poema fue un éxito inmediato, y un buen número de músicos se embarcó en la musicalización de la obra, en forma de lied, o canto para voz y piano, muy popular en la época. De todos ellos. el más célebre hasta hoy pertenece a un compositor que por esos años no había nacido, Franz Schubert, a quien, curiosamente, el poeta Goethe ignorará más tarde cuando le sean enviados poemas suyos musicalizados por el compositor.

Schubert tenía 18 años cuando compuso una primera versión del lied, en 1815. Pero la publicó recién en 1821, como su Opus 1, luego de las proverbiales revisiones a las que el autor sometía sus creaciones. En marzo de ese año se presentó al público por primera vez en el Theater am Kärntnertor, de Viena.
Para esas fechas, el pianista húngaro Franz Liszt tenía diez años. Ya veremos cómo interviene aquí.

Erlkönig
de Schubert no es un lied para cantantes aficionados, o de poco vuelo. Sus cuatro personajes (narrador, el padre, el hijo, y el Rey de los elfos) requieren voces altamente entrenadas. Asimismo, el piano acompañante es igualmente exigente. como el mismo Schubert lo señaló, refiriéndose a los tresillos en octavas del inicio: "Son muy difíciles para mí. Tal vez un virtuoso podría tocarlos".

Ese virtuoso fue Franz Liszt. Será él quien lleve Erlkönig —así como el lied en sí mismo— desde los salones a la sala de conciertos. Luego de la prematura muerte de Schubert (en 1828, a los 31 años), el joven pianista húngaro establecido en París tomó para sí la tarea de transcribir para piano solo los lieder de Schubert, con Erlkönig entre ellos, uniendo voz y piano en una pieza auto-contenida.
A las dificultades de origen del lied de Schubert, el maestro Liszt sumó el virtuosismo extraordinario del que hacía gala.

La pieza comienza con los "infames" tresillos de octavas (así calificados por célebres ejecutantes). que el mismo Schubert no podía tocar. Pretenden recrear el tono de horror, simulando el galopar del caballo. Después de poco más de cuatro minutos ―el trágico final ya ha llegado, el niño está muerto― la pieza termina del modo más simple imaginable, con una cadencia perfecta, aunque dramática.

La versión, impecable, es de la extraordinaria pianista china Yuja Wang.