Como dijo alguna vez Alfred Brendel, el célebre pianista, poeta y escritor austriaco, Mozart vivió una vida musical que le permitió alcanzar, en sus pocos años, un estilo tardío, en tanto que Franz Schubert, por el contrario, estaba en la mitad de un venturoso desarrollo cuando lo alcanzó la muerte en Viena, a los 31 años, en 1828.
Efectivamente, el pequeño Franz (apenas sobrepasaba el metro y medio) obtuvo un cierto reconocimiento uno o dos años antes de su prematura muerte. Y son precisamente aquellos años en los que produjo sus obras más destacadas, aun cuando la reticencia editorial todavía campeaba, dudando de su grandeza, y posponiendo su publicación al apostar, sobre seguro, por la de autores plenamente consagrados.
Es el caso, por ejemplo, de sus celebrados ocho Impromtus para piano (opus 90 y 142), de 1827, de los cuales solo dos del primer opus fueron publicados en vida del pequeño maestro.
Igual suerte correrá el Nocturno op 148 (D. 897, por el revisor de su catálogo Otto Deutsch), trío para piano terminado durante el otoño de 1827. También llamado "Adagio", se publicará tres décadas más tarde, con el título de Notturno, una licencia del editor, muy acertada por lo demás, en razón de su atmósfera.
Notturno en Mi bemol
La breve obra es un trío para piano, entendiéndose por ello la participación de dos instrumentos de cuerda acompañantes del piano. Se inicia evocando serenas imágenes nocturnas (como era de esperarse) nacidas de una textura de arpegios casi celestiales a cargo del piano que apoya una melodía hipnótica en estrecha armonía con los dos instrumentos de cuerda, violín y cello. La asombrosa melodía se repite varias veces, revelando cada vez con mayor énfasis todo lo que esconde, como si una vez asimilada, hubiese que empezar de nuevo a comprenderla.
La versión es de la agrupación Namirovsky-Lark-Pae Trio, conformada por Misha Namirovsky al piano, Tessa Lark, en el violin, y Deborah Pae, en el cello.