sábado, 30 de septiembre de 2017

Borodin: Nocturno del Cuarteto No 2


A diferencia del largo tiempo invertido en la mayor parte de sus obras de envergadura, el Cuarteto para cuerdas No 2 en Re mayor de Alexander Borodin fue compuesto durante unas cortas vacaciones de verano en agosto de 1881. Borodin, doctor en química y cellista, había conocido a la pianista Ekaterina Protopopova hacía veinte años, durante una pasantía en Heidelberg como científico. Casados en 1883, quiso rendir homenaje al hallazgo de su amor de dos décadas con el cuarteto que se iba a convertir en el más importante de los únicos dos que compuso para el género.

Alexander Borodin (1833 - 1887)
La vocación "secundaria"
Breve es la música de cámara que escribió Borodin. Reducida también es la lista completa de su corpus. Hijo ilegítimo de un príncipe ruso, el autor de las populares Danzas Polovtsianas accedió a una educación privilegiada que le permitió desempeñarse gran parte de su vida como profesor de química en las academias de medicina en San Petersburgo. De modo que la música fue siempre su vocación secundaria, lo que no le impidió formar parte del célebre Grupo de los Cinco, músicos nacionalistas rusos que, dicho sea de paso, no veían con buenos ojos la música de cámara.

Cuarteto para cuerdas No 2 - Nocturno
La obra completa dura cerca de media hora. Estructurada a la manera tradicional para el típico cuarteto de cuerda (dos violines, viola y cello), sus cuatro movimientos (scherzo y andante ceñidos por dos ágiles secciones externas) rebosan de calidez y dicha, reflejo de que es ésta la obra de un ser enamorado al que nada hace falta, y donde, al parecer, el cello canta por Alexander y el primer violín por Ekaterina.
Su tercer movimiento, en tempo andante y titulado Nocturno, es el que ha hecho popular al cuarteto y cautivado a un amplio público. Numerosas versiones proliferan en los más diversos círculos de arte; en 2006, un cortometraje de animación de los Estudios Disney hizo uso íntegro del célebre andante.

Se presenta aquí en versión de músicos pertenecientes a la Chamber Music Society del Lincoln Center de Nueva York.


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viernes, 29 de septiembre de 2017

Mozart: Concierto para arpa y flauta


Mozart nunca profesó una especial predilección por el arpa como instrumento concertante pero cuando en 1778 visitó París en compañía de su madre, Maria Anna, decidió aceptar como alumna de música a una chica arpista, cuyo padre, un duque que tocaba la flauta, comisionó a Mozart la composición del único concierto para arpa y flauta que haya salido del magín del genio salzburgués. Mozart no enloqueció con el encargo pero cumplió con él debidamente. No así el duque flautista quien no le pagó a Mozart el concierto y de las clases de la niña saldó la mitad.

 

Una amarga gira
Fue una de las tantas desventuras a las que se enfrentaron Wolfgang y su madre durante esta desafortunada gira sobre la que cayó la sombra definitiva cuando Maria Anna, en julio de aquel año, falleció en una ingrata habitación de París. Ambos, madre e hijo, venían de una prolongada estancia en Mannheim donde Mozart había sido saludado como el genio que era, pero cuyo anhelo de acceder a un puesto en la corte resultó, como de costumbre, insatisfecho. Falsamente ilusionado, también, se despidió de Aloysia Weber, de quien se había enamorado, pero esa es otra historia.

Concierto para arpa y flauta en Do mayor, K 299
La combinación de ambos instrumentos no es fácil, pero Mozart lo hizo, y construyó con ellos una obra estilísticamente perfecta, saludada hoy por los más amplios públicos. Arpistas y flautistas de todo el mundo también lo agradecen, pues las oportunidades de presentarse en escena como solistas, al menos para el arpa, no abundan. La obra, destinada al salón, solo requiere de unos cuantos vientos madera y el estándar grupo de cuerdas.

Movimientos: 
Con duración aproximada de poco menos de treinta minutos, la obra se estructura en los tres movimientos habituales para un concierto de la época, siguiendo el estilo vivaldiano de secciones rápido-lento-rápido:
00:00  Allegro
10:12  Andantino
19:01  Rondeau. Allegro

La versión es de los artistas franceses Patrick Gallois (flauta) y Fabrice Pierre (arpa), acompañados de la orquesta suiza con base en Lugano, RTSI (Radio Televisione Svizzera Italiana), conducida por el director británico Sir Neville Marriner, hoy fallecido e ilustre fundador de la celebérrima agrupación orquestal londinense Academy or Saint Martin in the Fields.


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miércoles, 27 de septiembre de 2017

Prokofiev: Sinfonía No 1 "Clásica"


En las primeras décadas del siglo veinte, Sergei Prokofiev era ya reconocido como una figura prominente de la música rusa de vanguardia de la época. Sin embargo, para la composición de su Primera Sinfonía eligió adscribir a los moldes clásicos. Más aún, fue el mismo compositor y no algún perspicaz editor quien subtituló la obra con el apodo de "Clásica". Hay quienes dicen que con ello el autor anunciaba, humorísticamente, que la obra llegaría a ser algún día ni más ni menos que un "clásico". Otros, aseguran que con el subtítulo Prokofiev solo quería mofarse de los críticos de la época, pues de seguro los tendría intrigados un buen rato.


EEUU, y el regreso
La época de su composición, 1916-17, encuentra a Prokofiev, de veintitantos, en la Rusia pre-soviética, aunque abandonará San Petersburgo pronto, seis meses después de la revolución bolchevique, con destino a los Estados Unidos. Su compatriota Sergei Rachmaninof ya había partido en la misma dirección y todo parecía indicar que las cosas andaban de maravillas por allá. De maravillas, y algo más, se comportó la vida con Rachmaninof, no así con Prokofiev. El autor regresó a Europa en 1922, y once años después se atrevió a dar el salto a la Rusia estalinista, en compañía de su esposa e hijos. Logró apañárselas (su esposa no tanto, pero esa es otra historia), y allí murió, en Moscú, como artista de la Revolución, en 1953, el mismo día que Stalin.

Sinfonía No 1 opus 25, en Re mayor, "Clásica"
Cualquiera hubiese sido el propósito de Prokofiev, el apodo de "clásica" no le viene nada de mal, aunque esto no debe entenderse en la línea "neoclásica" adoptada en su momento por Stravinski y otros compositores contemporáneos. Más bien, con su sencilla elegancia la obra evoca sin tapujos el espíritu del más puro clasicismo vienés de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, aunque no faltan en ella los sorprendentes saltos tonales y una que otra inesperada disonancia.

Movimientos:
Con todo, desde el punto de vista formal, nada más clásico que su estructura en los cuatro movimientos habituales: rápidos el primero y el último, un segundo movimiento lento y una mozartiana gavotta en el tercero.
00:00  Allegro con brio
04:55  Larghetto
09:05  Gavotta - non troppo allegro
10:51  Finale - molto vivace

La versión es de la agrupación sinfónica hr-Sinfonieorchester – Frankfurt Radio Symphony, conducida por François Leleux.



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lunes, 11 de septiembre de 2017

Schumann: Romanza opus 28 No 2


Las Tres Romanzas del opus 28 de Robert Schumann fueron escritas en 1839 con la intención de conformar una obra que debía ser interpretada en conjunto. Pero ayer y hoy, hubo una pieza que se ganó el favor del público, la No 2, que los pianistas acostumbran presentar hoy como pieza independiente.
El Opus fue dedicado a un tal Graf Heinrich II Reuss-Köstritz, un completo desconocido hoy. No lo habrá sido tanto para Clara Wieck (futura Clara Schumann) porque, encantada con el lirismo que derramaba la segunda pieza, no quedó muy contenta con que le fuera dedicada al hoy ignoto noble Graf Heinrich y no a ella. Y así se lo hizo saber a Schumann:

"…siendo yo tu novia, debes obligadamente dedicarme algo más, aunque no conozco nada más tierno que estas tres romanzas, en particular la del medio, un hermoso dueto de amor". Sí, Robert no las dedicó a Clara pero en cambio se las envió como regalo de Navidad, en 1839, y así las conoció Clara, casi "de oídas". Sabemos que Clara ya era por aquella época una extraordinaria pianista que pasaba la mitad del año en gira por Europa. Robert entendió que las tres piezas no eran dignas de una artista de tal categoría.

Quizá las Tres Romanzas no estaban a la altura de Clara pero ello no fue obstáculo para que Robert las tuviera en gran estima. Con el paso del tiempo, la Romanza "del medio" se constituyó en una de sus obras breves más populares. De más está decir que Clara contribuyó a ello significativamente, dando a conocer las Tres Romanzas a públicos de media Europa. Así se ganaron un lugar seguro en el repertorio pianístico, junto a las obras anteriores de Schumann de mayor envergadura, digamos Carnaval (1835) o Kreisleriana (1838).

Romanza No 2 del Opus 28
Es una pieza relativamente breve. Con sus 34 compases, repeticiones incluidas, no sobrepasa los cuatro minutos de duración en las versiones estándar. Su métrica ternaria de 6/8 (seis corcheas por compás) le imprime a placer el sabor de una barcarola cuyo bello lirismo se desvanece al final en síncopas que mueren, piano y pianissimo.

La versión es de la pianista suiza Luisa Splett, parte de cuyos estudios los realizó, curiosamente, al sur del mundo, en Santiago de Chile.


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martes, 5 de septiembre de 2017

Mozart: Sonata en Do menor, K 457


En un arranque de compostura y equilibrio, a principios de 1784 Wolfgang Amadeus Mozart inició un minucioso registro de sus obras. Gracias a ello, sabemos hoy que la Sonata No 14 en Do menor fue terminada el 14 de octubre de ese año. Al menos, con esa fecha ingresó a su catálogo privado. Seis meses después, Mozart incorporó a este registro una nueva obra para piano, la Fantasia en Do menor. Ambas piezas fueron entregadas en 1785 a su editor en Viena, la casa editora Artaria, para ser publicadas en conjunto como Opus 11, con el título "Fantasie et Sonate pour le Forte-Piano", y dedicado el opus a Therese von Trattner.


Las mudanzas de la familia Mozart
Por razones que nunca se han dilucidado del todo, mientras los Mozart vivieron en Viena se mudaron en numerosas oportunidades. Los años 1784-85 los encontramos alquilando una casa propiedad de Johann von Trattner, librero y editor vienés que había construido un pequeño imperio al interior del otro imperio gracias a un privilegio otorgado por Maria Teresa que le confería la exclusividad para imprimir todos los libros de texto que las escuelas de Austria y sus alrededores requerían.

Therese von Trattner, dedicatée
Von Trattner era, pues, un impetuoso y acaudalado empresario, un prominente miembro de la naciente burguesía que para disfrute y solaz de la familia podía adquirir sin titubear un moderno forte-piano... Un costoso Stein, por ejemplo, el piano preferido de Mozart al que sin embargo jamás accedió. A menos que el piano de la familia Trattner haya sido precisamente un Stein. Sí, porque como correspondía a sus intereses y condición social, Therese, la mujer de Trattner, se convirtió en alumna de Mozart. Y a ella está dedicada la Sonata, y la Fantasia, claro está, para dar más vuelo a la ofrenda.

La Sonata en Do menor es la última de las cinco sonatas agrupadas en un periodo "sonatístico" que va desde 1782 (Mozart recién instalado en Viena) hasta 1784, producción que no tenía otro objetivo que componer para la propia satisfacción o para la práctica de sus alumnos, consciente Mozart de que la forma sonata era la más completa de las formas musicales "hogareñas", la traza de piezas destinadas al regocijo y solaz de las familias, en un plano íntimo. Therese von Trattner, suponemos, no habrá desentonado.

Sonata No. 14 en Do menor, K. 457
El mismísino Ludwig von Köchel, compilador de la obra de Mozart de mediados del siglo XIX, catalogó la obra como la sonata para piano más importante de las veintidós compuestas por el genio de Salzburgo para piano solo. Con alrededor de quince minutos de extensión, exhibe una pasión e intensidad poco habituales en Mozart (hablamos de sus sonatas), prefigurando lo que el género llegará a ser más tarde en las manos del genio subsiguiente, Beethoven. Es más, en el noble y sufriente adagio cantabile no resulta difícil oír "anticipos" del adagio de la Sonata Patética, que verá la luz quince años más tarde.

Movimientos
Como todos los conciertos para piano de Mozart, está estructurada en tres movimientos siguiendo el esquema clásico: rápido-lento-rápido.
00:00  Allegro
08:26  Adagio cantabile
17:35  Allegro assai

La versión es del notable pianista austriaco y poeta Alfred Brendel.


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