Las tres sonatas para piano del opus 10 (de 1798) las dedicó Beethoven a la condesa Anna Margaret von Browne, esposa de un general del ejército imperial ruso que devino conde, quien se distinguirá como mecenas de Beethoven en Viena. Los Browne ya habían tenido el honor de recibir una dedicatoria del joven maestro. En esa oportunidad, retribuyeron la distinción obsequiándole un caballo.
Tras digerir la sorpresa, Beethoven montó en él en un par de ocasiones y luego se olvidó completamente del obsequio, circunstancia que su criado aprovechó para alquilar el equino en su propio provecho cuantas veces quiso.
La anécdota da cuenta del ambiente cultural y musical que Beethoven encontró en Viena, adonde había llegado en 1792, cuando contaba veintidós años. La ciudad ya era la capital musical de Europa, edificada sobre la base de una economía floreciente y el patronazgo de la aristocracia. Era un ambiente muy competitivo, desde luego. Los pianistas/compositores (roles indistintos) debían rivalizar por la disputa de los favores financieros de los nobles benefactores, cuyos nombres quedaban así inscritos para siempre en las obras de los grandes maestros.
Para el final de la década de 1790, Beethoven ya era reconocido como el más importante virtuoso del piano en Viena, posición que, por cierto, debía defender, pues la competencia era poco menos que despiadada. Las virtudes pianísticas mostradas en las improvisaciones en cualquier salón aristocrático eran rápidamente imitadas por otros colegas. Asimismo, la obras debía publicarse con prontitud para asegurar su proveniencia y, al mismo tiempo, para dar a conocer a una audiencia culta los nuevos logros estilísticos y técnicos a los que el compositor había accedido.
En suma, había que esforzarse mucho, aunque tales empeños fueran recompensados a veces con un regalo que no estaba a la altura de la grandeza del artista homenajeado.
Sonata No 6, opus 10 No 2
Está estructurada en tres movimientos pero ninguno de ellos califica como "movimiento lento", aunque esto no será inusual en el Beethoven futuro. Es la más breve (aproximadamente 14 minutos) de las tres sonatas que conforman el opus (No 5 y No 7, las restantes) y ha sido considerada también como la menos importante del grupo. Aún así, contiene la belleza sencilla (no exenta de humor, según los estudiosos) de las obras primeras que auguran ya la maestría del compositor maduro.
Movimientos
00:00 Allegro
05:28 Allegretto
10:11 Presto
La versión es de la pianista ucraniana Valentina Lisitsa, en un estudio de grabación.