Este año se cumplieron cien años del estreno, el 29 de mayo de 1913, de una obra de música clásica que por primera vez fue capaz de desatar en la audiencia poco menos que una batalla campal entre admiradores y detractores de una obra nueva, agresiva y revolucionaria: el ballet
La Consagración de la Primavera, con música de
Igor Stravinski y coreografía del bailarín y coreógrafo ruso de origen polaco, Vaslav Nijinsky.
El escándalo
Entre los presentes se encontraban artistas y compositores. Maurice Ravel la encontró genial y del mismo modo reaccionó el dramaturgo y futuro cineasta Jean Cocteau, pero la anciana condesa de Pourtales, según un testigo, llegó a romper de rabia su abanico mientras exclamaba, roja de cólera: "Es la primera vez que se burlan de mí". Cuarenta personas fueron desalojadas del recién estrenado
Théâtre des Champs-Elysées, se supone que después de llamar a la policía.
Ese 29 de mayo
Las risas burlonas del público se hicieron oír apenas comenzada la Introducción, dando pronto paso a las pifias y la silbatina. Luego, según señaló el director Pierre Monteaux, "todo lo que había a mano fue lanzado hacia la orquesta aunque nosotros seguimos tocando". La velada había comenzado con
Las Sílfides (con música de Chopin, ya se sabe), y a ella siguió
La Consagración... así que la indignación era de algún modo comprensible. Pese a todo, el último cuadro fue escuchado en un silencio comedido. A fin de cuentas, en algunos minutos más se podría disfrutar de
El Espectro de la Rosa, de Weber, para terminar complaciendo a moros y cristianos con las
Danzas Polovetsianas de Borodin. Ese era el programa completo, y solo había que armarse de paciencia. Así, la velada logró llegar a su término, y con aplausos, pese a los disturbios ocasionados por la música irreverente del compositor ruso de treinta años, Igor Stravinski.
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Parte de la escenografía para el estreno de 1913 |
Otro encargo de Diaghilev
Al igual que
El Pájaro de Fuego y
Petrushka, la partitura había sido encargada en 1911 a Stravinski por el empresario Sergei Diaghilev, fundador de la Compañía de Ballets Rusos que a principios del siglo pasado hacía furor en París. Luego de una serie de interrupciones debida a su actividad profesional, cuando finalmente Stravinski se instaló a orillas del lago Leman para huir del invierno ruso, en el otoño de 1912, tenía prácticamente terminada la partitura definitiva, que lleva por subtítulo
Cuadros de la Rusia Pagana en Dos Partes.
Un rito pagano
Y sí. La idea de Diaghilev era montar una ceremonia pagana. Efectivamente, la obra escenifica un rito de la Rusia antigua donde sus primitivos habitantes realizan un sacrificio humano para acabar con el invierno y ayudar a que vuelvan la luz y el calor de la naturaleza. Según cuenta Stravinski en su autobiografía de 1936, la idea ya había surgido antes en su magín: "Un día [de 1910], mientras trabajaba en las últimas páginas de
El Pájaro de Fuego en San Petersburgo tuve una visión fugaz... Con mi imaginación logré ver un solemne rito pagano: unos ancianos sabios, sentados en círculo, miraban a una joven danzar hasta caer muerta. Era el sacrificio exigido por el dios de la Primavera".
La revolución musical
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Igor Stravinski (1882 - 1971) |
Dejando de lado la puesta en escena altamente novedosa, casi sin argumento específico y que un estudioso califica más bien de "sucesión de episodios coreográficos", la
Consagración... revolucionó completamente el lenguaje musical en boga, subvirtiendo los tres componentes básicos de la música: la melodía, el ritmo y la armonía.
La
melodía es sencilla en apariencia y sus motivos "parecen" de origen folklórico si bien se trata de un folklore renovado, al estilo Bartók. Pero su factura, su "forma", es nueva y también la insistencia con que Stravinski repite los temas sin tregua, sin ninguna intención de conducirlos a su tradicional "desarrollo".
A ello se suman
ejercicios bitonales, es decir, la superposición de dos o más tonalidades, con el añadido de quitar o suprimir ciertas notas para crear rupturas del equilibrio y exacerbar las tensiones con el fin de alcanzar un primitivismo bárbaro.
En el
plano rítmico, amén del importante papel asignado a la percusión, el oyente tiene permanentemente la sensación de imprevisión, o brutalidad y desorden, porque los ritmos se vuelven irregulares por el constante cambio de compás o por su aplicación altamente compleja.
La "parte rara" de la música
Han pasado cien años y a los oyentes legos o ni tanto, esta música nos sigue pareciendo "rara". Un comentario en Youtube se sorprende de estar "en la parte rara de Youtube otra vez" pero se alegra por ello, y agradece a Stravinski que haya "inventado la parte rara" del alojador de videos cuando Internet aún no existía. Como sea, con
La Consagración de la Primavera Stravinski alcanzó la obra maestra inmortal, acaso la más grande partitura del siglo XX, de enorme influencia en todos los compositores posteriores y hasta el momento uno de los trabajos más representados y grabados de toda la música clásica.
La coreografía original
Si bien la obra se escucha hoy mayormente en versión orquestal, hemos preferido ofrecer aquí el espectáculo completo, la música junto a la coreografía, pues así resulta más cómoda la aproximación a esta experiencia nueva, altamente embriagadora y revolucionaria. La coreografía es la original de Nijinski, recuperada y reconstruida por la compañía Joffrey Ballet, de Chicago, en 1980, después de creerse perdida durante casi setenta años. Durante la Introducción, las cortinas no se levantan, y los autores del video han aprovechado de montar ahí los créditos. El primer cuadro comienza en
2:43.
La ceremonia
(Tomado y editado desde www.teatrogayarre.com)
Primera parte: Adoración de la tierra
En un escenario desolado, donde se vislumbra un montículo sagrado, varios grupos de jóvenes inmóviles esperan una señal: la llegada de una anciana, quien les iniciará en los secretos y misterios de la naturaleza. Después, se oye cómo el cortejo del sabio se aproxima. Con su poder, el sabio arrastra tras de sí a las jóvenes hacia lo alto del lugar sagrado. Allí, con cierto temor, las jóvenes le rinden sumisión. Los golpes de la música despiertan a los varones y comienzan a bailar; se les unen las mujeres. Pero nada parece previsible, y cualquier cosa puede ocurrir. La danza se convierte luego en pura violencia, los dos sexos se enfrentan y el baile se intensifica hasta el éxtasis. La atracción sexual acaba por dominarles: vuelve la calma y se emparejan entre ellos para bailar la danza de la primavera. Una vez concluido el rito, comienza un juego violento entre dos tribus rivales. Esta vez es el sabio quien serena la contienda y conduce las energías de los presentes hacia la adoración de la madre tierra. La danza se hace frenética.
Segunda parte: El sacrificio (
15:24)
En el crepúsculo reina la tranquilidad. Las muchachas deberán elegir a una de ellas quien será obligada a danzar hasta la muerte: será el sacrificio a la tierra, la restitución de las fuerzas que la juventud ha robado al mundo. Todos, en un círculo, invocan a los espíritus de sus antepasados. En el centro del círculo, la elegida comienza su terrorífica danza. Como sometidos a una hipnosis colectiva, todos los presentes se unen a ella hasta que, en la cúspide del frenesí del baile, la elegida cae muerta. Los hombres la alzan como muestra del sacrificio y la encaraman al montículo sagrado. La primavera ha sido consagrada.
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