El cuadro que encabeza estas líneas es obra del pintor italiano Lionello Balestrieri. Terminado en 1900, se titula "Escuchando a Beethoven", y con él, el pintor ganó una medalla de oro en la Exposición Universal de París de ese año. Nacido en un hogar humilde en Italia en 1872, Balestrieri se trasladó a París en 1897, donde hizo gran amistad con un músico italiano, frecuentando los círculos de su compatriota antes que los suyos propios. De ahí que gran parte de su obra tenga a la música y los músicos como tópico recurrente.
Es una pintura sombría, por cierto. Extrañamente, las figuras del cuadro más parecen sufrir que disfrutar con lo que escuchan. Acaso refleja el modo natural de acercarse a la música, en su entorno y su época. Faltaban todavía veinte años para que las primeras transmisiones radiales fueran accesibles al gran público.
Casi un siglo antes, en 1808, se daban a conocer en un mismo concierto, extremadamente largo −al parecer, costumbre de la época− la Quinta y Sexta sinfonías de Beethoven, junto a otras piezas que extendieron el espectáculo por cuatro horas, el 22 de diciembre de ese año. Un testigo del concierto, violinista y compositor amigo de Goethe, nos ha dejado relatada su experiencia en un diario de viajes, del cual extraemos algunos pasajes reveladores de que escuchar música en esos años implicaba una cuota no desdeñable de sacrificio, no obstante asistir al concierto invitado por el príncipe Joseph Franz von Lobkowitz a su palco del primer piso.
"Allí, en ese teatro frío y desapacible, permanecimos desde las seis y media hasta las diez y media... Ni yo ni el príncipe... podíamos abandonar la sala hasta que el concierto hubiera terminado aunque algunas de las interpretaciones, realmente desgraciadas, nos pusieron al borde de nuestra paciencia. El propio Beethoven dependía de este concierto para asegurarse... un saldo positivo del año que termina [...]. Los cantantes y la orquesta habían sido reunidos casi al azar, y algunas de las piezas... no habían tenido ni siquiera un ensayo por parte de aquella turba. [...] La voz de la joven cantante temblaba más que cantaba y nosotros, en nuestro palco, también estábamos temblando, enfundados en bufandas y abrigos, presos del insoportable frío... [...] Yo incluso deseé haber tenido el coraje necesario para abandonar el teatro mucho antes...".
(Johann Friedrich Reichardt: Cartas escogidas,escritas en un viaje a Viena).
La Séptima Sinfonía fue estrenada cinco años más tarde, en 1813 y, suponemos, en condiciones similares. O tal vez peores, porque el maestro ya estaba completamente sordo. Justamente doscientos años después de su estreno, está a nuestra disposición aquí, interpretada magistralmente por la Orquesta Filarmónica de Israel bajo la dirección de Zubin Mehta, a la distancia de un clic. El príncipe Lobkowitz y su invitado Reichardt no podrían creerlo.
Disfrutamos del primero de los cuatro movimientos de la sinfonía: Poco sostenuto - Vivace.
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Los dos años vividos con la condesa Marie d'Agoult en la tranquila paz de los alrededores de Ginebra, y el trabajo allí desarrollado, convirtieron a Franz Liszt en el compositor y brillante pianista que luego iba a deslumbrar a toda Europa. En 1838, a sus veintisiete años, decidió que ya era hora de emprender la proverbial peregrinación a Italia y hacia allá partió con su inseparable Marie. En Milán se presentó en La Scala con un repertorio conformado íntegramente por sonatas de Beethoven, inaugurando así los recitales monográficos, dedicados a un solo compositor. Pero el público milanés no estaba preparado. Encantados de la vida hubiesen escuchado fantasías sobre temas de Bellini o Donizetti, pero al maestro de Bonn todavía no. Había muerto hacía once años pero su música no concitaba aún la admiración del gran público.
Marie d'Agoult (1805 - 1876)
Instalado en Roma
De modo que en esta primera visita a Italia, lejos estuvo Liszt de provocar en la audiencia el entusiasmo que poco más tarde sería la norma. Sin embargo, el viaje en compañía de Marie cosechó frutos en otro sentido: Italia, sus paisajes y su cultura ejercieron una gran atracción en la pareja, y a comienzos de 1839, con sus dos pequeñas hijas, Blandine y Cosima, se instalaron en Roma. Allí permanecieron diez meses, empapándose del arte italiano y recibiendo el nacimiento de su tercer hijo, un varón.
Las giras, y la ruptura
Roma se constituyó en el centro de operaciones del músico y desde allí emprendió giras a prácticamente todas las ciudades europeas. Cuando no viajaba con él, Marie, fiel enamorada, lo esperaba anhelante y al regreso le prodigaba su amor sin medida, hasta que se enteró de que no había gira en la que su amado no incurriera en una aventura amorosa. La infatigable conducta de Franz, mantenida por años, finalmente condujo a la ruptura de la pareja en 1844.
Años de peregrinaje
Los Années de Pelerinage son un conjunto de tres suites para piano compuestas por Franz Liszt durante un extenso período, aproximadamente entre 1837 y 1877. En ellas Franz plasmó la fascinación que despertaron en él los paisajes y las vivencias experimentados en sus continuos viajes. La segunda suite, titulada "Italia", incorpora revisiones de los Tri sonetti del Petrarca, compuestos alrededor de 1839-1846, esta vez no inspirados en los paisajes sino en la lectura de los sonetos del poeta italiano. Se presenta aquí la pieza inspirada en el Soneto 104, interpretado por la pianista Anna Fedorova, nacida en Kiev, Ucrania, hace apenas 23 años. (La calidad del video permite su disfrute en pantalla completa.)
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La pianista y compositora francesa Cécile Chaminade nació en París en 1857, en el seno de una familia de clase media acomodada amante de las artes. Su madre cantaba y tocaba el piano y de ella recibió, como es natural, las primeras lecciones. A temprana edad ya dio muestras de su talento y pudo haber entrado al Conservatorio de París, pero su padre, si bien también aficionado a la música, se opuso a tal aventura por considerarla indecorosa.
Cécile Chaminade (1857 - 1944)
Una autora prolífica
Pero como la situación económica familiar lo permitía, Cécile tomó clases privadas con renombrados profesores del París de la época. La niña no desaprovechó la oportunidad y ya a los 8 años escribía música religiosa. Diez años después, daría su primer concierto, y a los veinte años daba recitales interpretando sus propias piezas.
A lo largo de su vida, Cécile producirá cerca de 400 obras, que incluyen música de cámara, piezas para piano, una ópera y un ballet. Célebres son sus melodies, obras vocales con acompañamiento de piano que harán furor en los salones parisinos de la época. En EEUU
Serán estas piezas las que le darán sus mayores satisfacciones. Con ellas se dio a conocer en toda Francia, Inglaterra y posteriormente en los Estados Unidos, adonde viajó en 1908 cosechando un éxito y popularidad avasalladores, al punto de que una firma dedicada a la fabricación de jabones comenzó a producirlos envasados en unas glamorosas cajitas que llevaban su firma. Pero es por esta época también que la compositora que había conseguido la admiración de Vincent d'Indy por su Suite Orquestal de 1881 comienza a flaquear y su música a ser considerada vulgar entretenimiento de salón.
Se alega que, después de muerto su padre, Cécile debió hacer el papel de proveedor de la familia y, dado que sus mayores éxitos provenían de la música de salón, es forzada por sus editores a escribir música que pudiera venderse fácilmente y en "grandes volúmenes". Cécile comienza a escribir, entonces, a gusto de la clientela.
El cambio de siglo
Por otra parte, también es cierto que la autora no acertó a entender el cambio de siglo. A comienzos de la nueva centuria, Cécile seguía componiendo como si el romanticismo estuviera rebosante de salud y fortaleza. Cuarenta años después de los cumplidos de d'Indy, la compositora apenas si había cambiado su estilo. Y lejos de intentar adaptarse al nuevo siglo, le confiesa a una amiga en 1920:
"...ya no puedo adaptarme a la música moderna, así como tampoco puedo hacerlo con la pintura, la arquitectura, la literatura, la mentalidad ni la moralidad modernas".
El renacer de su música
El estallido y consecuencias de la Primera Guerra Mundial habían terminado por sepultar la carrera de Cécile como concertista, pues su música reflejaba otro tiempo, uno más amable. Durante sus últimos años de vida, Cécile y su música pasaron al olvido, si bien a partir de 1994, luego de cumplirse cincuenta años de su muerte, la compositora ha gozado de un renacer, de la mano de diversos pianistas y agrupaciones de cámara.
En versión de Rina Cellini escuchamos el estudio de concierto "Automme", compuesto en 1886, interpretado por la pianista italiana en la intimidad de su hogar.
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Aparte de que en algún momento se casó, poco es lo que se sabe de la vida del compositor barroco nacido en Venecia, Tomaso Albinoni, hoy famosísimo a raíz de una obra que no le pertenece. Autor de música de cámara y de una cincuentena de óperas, representadas con éxito durante su larga existencia, era hijo de un rico comerciante en papel, fabricante y distribuidor. A su nacimiento en cuna de oro se debe tal vez que, a diferencia de otros músicos de su tiempo, no tuviera necesidad alguna de acudir a una iglesia o corte palaciega para ofrecer sus servicios como maestro de capilla o músico de corte.
Tanto es así que, hasta antes de la publicación de sus sonatas para violín Op. 6 (c. 1712), Tomaso firmó sus obras con el título de diletantte, es decir, aquél que realiza una actividad por el simple placer (diletto) de hacerlo. Pero a partir de esta publicación, Tomaso comenzó a firmar como "musico di violino", debido posiblemente a lo que hoy entenderíamos como su "profesionalización", sin contar con que el conjunto de estas sonatas fueron publicadas bajo el título colectivo de Trattenimenti armonici per camera, que suponemos no soportaría a un "diletante" como autor, aun en aquella época ni en el sentido expuesto.
Tomaso Albinoni (1671 - 1751)
El bombardeo de Dresde
Se sostiene que el relativamente escaso conocimiento actual de su obra y vida es consecuencia del bombardeo de Dresde durante la II Guerra Mundial, pues parte importante de su producción así como datos biográficos se encontraban documentados en archivos de la Biblioteca Estatal de esa ciudad, de la cual no quedó ni la muestra después de los bombardeos, ni qué decir de la ciudad entera.
Giazotto entra en escena
Pero de esta circunstancia ominosa, el musicólogo italiano Remo Giazotto en conjunto con la casa editorial Ricordi, sacaron partido, en 1958. Giazotto aseguró haber recibido unos fragmentos rescatados de entre las ruinas de la Biblioteca, que pertenecerían al movimiento lento de una sonata a trio de Tomaso Albinoni. Sobre la base de escasos compases, Giazotto compuso la obra que hoy conocemos y que Ricordi lanzó al mercado como "Adagio de Albinoni, arreglado por Remo Giazotto". El complemento del sujeto estaba en letra chica. Hasta el día de hoy nadie ha visto los fragmentos rescatados de entre las ruinas. Es más, la Biblioteca de Dresde asegura no tenerlos en su catálogo.
Pero la pieza es bellísima (desde aquí te saludamos, Remo) y se ganó su fama desde el primer momento. Ampliamente empleada en la cultura popular como fondo musical en películas, publicidad y programas televisivos, cuenta también con versiones cantadas de Camilo Sesto y Sarah Brightman, entre otros.
La versión que presentamos es de la orquesta Franz Liszt Chamber Orchestra, grabada en una basílica de una localidad húngara.
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El choro ("llanto" o "lloro") es una forma musical brasileña surgida probablemente a mediados de 1870 en Rio de Janeiro. No obstante su nombre, se caracteriza por un ritmo agitado y alegre, y requiere de los intérpretes gran técnica y dominio de los instrumentos. Del ciclo de quince choros que el prolífico compositor brasileño Heitor Villa-Lobos escribió para diversos instrumentos, el único compuesto para guitarra es el que aquí escuchamos, el choro N° 1. La versión es del guitarrista y compositor Denian Arcoleo.
Al igual que algunos grandes compositores (Brahms, por ejemplo) Villa-Lobos se ganó la vida cuando joven tocando en bares de su ciudad natal, Rio de Janeiro, adonde vino al mundo en el año 1887. Hijo de un músico aficionado, de quien recibió sus primeras lecciones, hacía las delicias de los parroquianos con el violoncello, aunque, si las circunstancias lo requerían, podía tocar también la guitarra, el clarinete y el piano.
Los primeros pasos en su formación musical transcurren completamente al margen de las instituciones oficiales, sobre las cuales no tenía una buena opinión, al punto de haber llegado a expresar en una ocasión: "pon el pie en la academia y cambiarás para peor". Según algunos estudiosos, Heitor era hijo de madre indígena, lo que explicaría su interés sempiterno en los viajes etno-musicales, ocasiones en las que se adentraba profundamente en la selva de los estados nororientales de Brasil para empaparse de la música folklórica de esos territorios.
Heitor Villa-Lobos (1887 - 1959)
Sin embargo, al regreso del primero de sus viajes, se matriculó en el Instituto Nacional de Música de Río de Janeiro. Pero serán los cantos tradicionales de los indios de la selva amazónica los que ejercerán una influencia decisiva en la conformación de su estilo, apartado por completo de las convenciones académicas, y más bien orientado a recrear con instrumentos europeo-occidentales las melodías y ritmos que escuchó en el Amazonas.
En 1915, a los 28 años, decidió dar en Rio un concierto con música de su exclusiva autoría, que no tuvo buena recepción debido, por una parte, al conservadurismo del público presente y por otra, a la novedad de sus composiciones. Sin embargo, algunos años más tarde, el gobierno brasileño lo premiará con una beca de perfeccionamiento en París. A su regreso, le será confiada la dirección de la educación musical de Rio de Janeiro, con lo que comienza una segunda etapa en su vida musical, la de pedagogo. Conjuntamente, su música comenzó a recibir el reconocimiento internacional. El mundo habrá de asombrarse más tarde con una obra vastísima. Alrededor de dos mil composiciones integran su catálogo, entre las que sobresalen los Choros y las Bachianas Brasileiras, amén de conciertos para diversos instrumentos, sinfonías, música de cámara, ballet, piezas para piano y un largo etcétera.
El ya fallecido compositor chileno Luis Advis, nacido en el puerto de Iquique, en el norte de Chile, en 1935, inició estudios formales de música recién a los 23 años, cuando decidió tomar clases particulares de composición con Gustavo Becerra y de piano con el profesor Alberto Spikin. Según él mismo contó más de una vez, hasta antes de iniciar los estudios sistemáticos consideraba a la música solo como una afición, a la cual destinaba parte importante de su tiempo, deleitándose con Beethoven y Wagner, de manera casi exclusiva.
Luis Advis (1935 - 2004)
Por ello, al ingresar a la universidad optó por el Derecho y la Filosofía, licenciándose en esta última en la Universidad de Chile y luego ejerciendo durante muchos años la docencia en diversas instituciones de educación superior. Pero la música lo reclamaba, y justo cuando decidió tomarla en serio, un grupo de amigos le encargó musicalizar una comedia infantil, por cuyo resultado recibió enormes elogios. Años más tarde dirá que esta circunstancia, unida al intercambio creativo con el equipo de actores, fue lo que le abrió definitivamente la puerta al mundo de la música popular, cuyos códigos luego va a combinar con el rigor heredado del universo docto. Esta novedosa amalgama, si bien no del todo inusual en los compositores de formación clásica, la explicaba Advis en pocas y sencillas palabras:
"No es que yo busque ser diverso ni emplear elementos que otros no emplean. Es solo que me acostumbré a tratar la música desde muchos planos."
De ahí en adelante, con base en su gran compromiso con la música clásica, Luis Advis se abocará a tomar elementos de ésta para revitalizar la música folklórica a través de cantatas, suites, sinfonías y otras formas musicales con siglos de historia y desarrollo en el continente europeo.
Entre sus obras más importantes se cuentan la Suite Latinoamericana (estreno: Santiago, 1994, Orquesta Sinfónica de Chile) y la sinfonía Los tres tiempos de América (estreno: Mérida, 1998; con el grupo Quilapayún y Paloma San Basilio). La banda sonora de tres o cuatro películas chilenas, entre ellas Coronación, del cineasta Silvio Caiozzi, pertenece también a su catálogo.
Escuela Domingo Santa María, en Iquique
(alrededor de 1907, según la Wikipedia)
Pero no hay duda de que su huella en la memoria popular plasmó para siempre a través de la célebre Cantata Santa María de Iquique, compuesta por Advis como tributo a uno de los hechos históricos más dolorosos para la memoria de Chile: la matanza de alrededor de 3.000 mineros del salitre el 21 de diciembre de 1907 en la Escuela Domingo Santa María, en Iquique, perpetrada por un destacamento de soldados a cargo del general Roberto Silva Renard, durante el gobierno del presidente Pedro Montt. (A ambos los recuerdan, ignominiosamente, sendas calles en Santiago de Chile.)
La obra fue compuesta entre fines de 1969 y marzo de 1970, año en que fue grabada por primera vez, a cargo del grupo Quilapayún, con la voz del actor Héctor Duvauchelle en los relatos. Está estructurada en dieciocho partes que incluyen cinco relatos, un preludio y tres interludios, dos pregones y siete canciones; los ritmos e instrumentación de estas últimas varían ampliamente para conseguir el énfasis que el tema tratado en cada una de ellas exige.
Los textos se basan en el libro "Reseña histórica de Tarapacá", de donde se extrajo la mayor parte de los datos históricos. Musicalmente, la obra sigue la estructura de las antiguas cantatas populares, sustituyendo el tradicional motivo religioso por uno de contenido social. El estreno oficial de la composición se realizó en agosto de 1970 en el Estadio Chile, hoy Estadio Víctor Jara, convirtiéndose rápidamente en un emblema para los sectores sociales que apoyaban a Salvador Allende, elegido Presidente de Chile en septiembre de ese mismo año.
Mineros del salitre (Norte Grande, Chile)
Tras el golpe de estado de 1973 que derrocó al presidente Allende y acabó con la democracia en Chile, el conjunto musical que había dado a conocer la obra, Quilapayún, debió permanecer en el exilio en Europa, donde los había sorprendido el golpe, en medio de una gira. Numerosas presentaciones con la Cantata realizó el grupo por casi toda Europa, así como grabaciones en varios idiomas, para lo cual debieron traducirse los textos de los relatos, con el objeto de que la pieza no perdiera carga dramática.
Con ocasión de la grabación en Francia con el actor Jean Louis Barrault en los relatos, y dada la circunstancia de que el escritor argentino Julio Cortázar residía en París, alguien tuvo la disparatada idea de solicitar al escritor alguna mejora en los relatos, a lo que éste accedió gustoso. Las dificultades para la comunicación con Chile durante los años de dictadura, impidieron que Luis Advis fuera informado oportunamente de estas modificaciones. Al compositor, esto no le hizo ninguna gracia: "No me gusta que corrijan mis textos sin preguntarme, además de que en ninguna parte yo uso la palabra pueblo como la usa Cortázar. Estaba tan molesto con ese señor que le iba a escribir una carta, pero no lo hice porque murió al mes siguiente", mencionó alguna vez a la prensa.
En entrevista con la publicación chilena Punto Final, hace un par de años, el director de Quilapayún relató las circunstancias del desaguisado y sus derivaciones:
"Eso ocurrió en el momento en que estábamos por hacer la versión francesa con Jean Louis Barrault. Pensamos que podía ser el momento de someter el texto a la consideración de un especialista y se la mostramos a Julio Cortázar. Él consideró que había cosas que se podían mejorar y propuso algunos cambios. Lamentablemente, por las dificultades que tenía en ese momento cualquier relación nuestra con Chile, no pudimos discutir esto con Lucho (Advis) [...] Cuando por fin Lucho pudo escuchar esta versión, le pareció todo pésimo y desde ese momento volvimos a la versión original. En realidad nuestra idea era mala y no tenía gran justificación. [...] Felizmente, el mal rato que pasó Lucho con toda esta historia rápidamente quedó olvidado. A él le gustó mucho la versión en DVD de El Reencuentro y fui testigo de su gran emoción cuando lo vimos juntos en mi casa pocos días antes de morir. Creo que ese día se reconcilió con la Cantata, que siempre le penó como una obra que por su éxito extraordinario ocultó el valor del resto de sus obras."
El año 2007, para la conmemoración del centenario de la matanza, se estrenaron varias nuevas versiones de la obra, entre ellas una versión de la banda chilena Chancho en Piedra, y la versión para cuerdas del cuarteto Strappa, realizada en Canadá.
Luis Advis, el compositor que fue capaz de superar fronteras musicales logrando vincular las tradiciones clásica y romántica con las expresiones populares latinoamericanas, murió en Santiago de Chile, el 9 de septiembre de 2004.
Estructura de la obra:
•01. Pregón (Señoras y señores, venimos a contar...) - 0:00
•02. Preludio instrumental - 2:09
•03. Relato (Si contemplan la pampa y sus rincones...) - 7:49
•04. Canción (El sol en desierto grande...) - 9:58
•05. Interludio instrumental - 12:17
•06. Relato (Se había acumulado mucho daño...) - 13:49
•07. Canción (Vamos, mujer...) + Interludio instrumental - 15:09
•08. Relato (Del 15 al 21, mes de diciembre...) - 19:02
•09. Interludio cantado (Se han unido con nosotros...) - 20:37
•10. Relato (El sitio al que los llevaban...) - 22:41
•11. Canción (Soy obrero pampino y soy...) - 23:41
•12. Interludio instrumental - 25:24
•13. Relato (Nadie diga palabra...) - 27:18
•14. Canción letanía (Murieron 3 600...) - 29:26
•15. Canción (A los hombres de la pampa...) - 30:59
•16. Pregón (Señoras y señores...) + Canción final (Ustedes que ya escucharon...) -33:53
Nada más que agregar en esta entrada. La historia de la música occidental, ilustrada, desde sus inicios hasta el heavy metal, pasando por Palestrina, Bach y Schoenberg, en un sorprendente video de tan solo siete minutos de duración, realizado por el ilustrador, historietista, poeta, pintor, cuentista, guionista y novelista Pablo Morales de los Ríos, nacido hace 33 años en Las Palmas de Gran Canaria, a quien desde ya, y desde aquí, saludamos y agradecemos por su genial idea.
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