miércoles, 31 de octubre de 2018

Chopin: Estudio No 7 del opus 25


Los doce Estudios del opus 25 fueron compuestos por Frédéric Chopin entre 1832 y 1836. Publicados en 1837, seis años después de haberse instalado en París, sumaron un logro más en la producción del autor, convertido por ese entonces en "el artista del momento", de las veladas parisinas. Conformaban su segunda colección de estudios para piano. La primera, el opus 10, se había publicado en 1833, dedicada a "mon ami, Franz Liszt", distinción que a nadie podía sorprender pues ambos se conocían, y se profesaban admiración mutua.


Cuatro años después, el opus 25 fue dedicado a Marie d'Agoult, ex condesa, escritora de talento, y habitué de salón cuya cercanía con Chopin y la música se reducía a su condición de pareja de Franz Liszt. Un acto de cortesía que sorprende hasta hoy. Más aún, cuando nos enteramos de que Marie no congeniaba con Frédéric. Ese mismo año, 1837, la Sand propuso a Marie que se allegara a Nohant en compañía de "los polacos" (Chopin y sus amigos poetas). En respuesta, Marie escribió: "...Chopin, una ostra espolvoreada de azúcar..." ... "En él, solo su tos es permanente".
Otro enigma, en la insondable personalidad del maestro.

Estudio Opus 25 No 7, en Do sostenido menor
Una hermosa melodía, algo triste, acompañada de acordes pausados de ambas manos. La mano izquierda, en un par de pasajes, ataca semicorcheas a cierta velocidad, pero, nada comparable al extenso y rápido recorrido, también en semicorcheas, exigido en otros Estudios, el llamado "Revolucionario", por ejemplo. Se diría, entonces, que se trata de un Estudio bastante simple. La dificultad, sin embargo, va por otro lado.

La melodía avanza compartida por las dos manos. A veces en la izquierda, a ratos en la derecha. Para cantar la melodía debidamente, el intérprete debe entender cabalmente que está sucediendo con ella, musicalmente hablando. Y a este canto, dolido, hay que sumar una delicadeza extrema. Maestría en el fraseo, es la exigencia de quien fue llamado el poeta del piano.
El Estudio es el más extenso de los veinticuatro. No es un estudio de técnica propiamente tal, o de habilidades acrobáticas, si cabe el término, sino uno de musicalidad e interpretación. Así lo demanda la obra, que en menos de seis minutos, devela una de las páginas más emotivas de Chopin.

La versión, impecable, es del pianista polaco Szymon Nehring.



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lunes, 29 de octubre de 2018

Luys de Narváez: Siete diferencias sobre "Guárdame las vacas", y polo margariteño


"Guárdame las vacas" es el encantador título de una canción de autor anónimo muy popular en España durante los siglos XV y XVI. Su melodía fue ampliamente usada por numerosos autores de la época como tema sobre el cual construir una obra, las más de las veces, en el género tema y variaciones, o "diferencias", así llamadas las variaciones en la España de aquellos años. Su letra, no menos adorable, proviene de un poema del autor renacentista  Cristóbal de Castillejo, cuya glosa reza así:
Guárdame las vacas, carillejo  /  y besarte he
sino, bésame tú a mí  /  que yo te las guardaré

En la época, el Renacimiento, no se podía ser buen cortesano sin tocar un instrumento, como sentenció el tratadista italiano Baldassare Castiglione en 1528. Esto favoreció la producción de música instrumental, para danzar, o para tocar. Más bien, para tañer, si hablamos de España, pues allí el instrumento favorito en las cortes fue la vihuela, suerte de cruce entre la guitarra y el laúd, con seis o siete pares de cuerdas. El auge del instrumento llevó incluso a la creación de una célebre Escuela de vihuelistas. Uno de sus más renombrados integrantes fue el granadino Luys de Narváez.

Luys de Narváez (ca. 1500 - 1560)
Vivió aproximadamente entre 1500 y 1560, y fue uno de los primeros autores en denominar "diferencias" su arte de invención de breves variaciones sobre un tema. En 1538, mientras servía como músico de corte de Carlos V, publicó la extensa colección "Los seis libros del delfín de música de cifra para tañer vihuela".
Su título, desentrañado, revela que "de cifra" hace mención al tipo de notación de la época (específica para el instrumento), y que el delfín es ni más ni menos que el autor.

En el último libro de la colección están contenidas las Siete diferencias sobre Guárdame las vacas, siete variaciones para vihuela solista sobre la popular canción ya señalada, con duración inferior a los cuatro minutos.

La versión es de la vihuelista Emma Stein (cuya nacionalidad no fue posible averiguar.)


¿Y el polo?
Luego de la conquista, la popular canción cruzó los mares. Hasta recalar en la "pequeña Venecia", Venezuela, como será llamada más tarde. Los saberes de conquistador y conquistado se entremezclaron. Las "diferencias" de Narváez, ejecutadas noche tras noche por los españoles en animadas veladas, fueron ganando entusiastas entre los conquistados, o sometidos, que las tomaron para sí, y las transformaron.
Los arpegios originales se convirtieron en acordes, rasgueados en la pequeña guitarra a ritmo vivo, el de los nativos, o el de los esclavos africanos llegados con el conquistador. Y comenzó a cantarse, con nuevas letras, nativas, en cuartetas octosílabas, y rimadas como las que siguen:
El cantar tiene sentido
entendimiento y razón
La buena pronunciación
y el instrumento al oído
Dieron así origen al "polo margariteño", forma musical típica de una tierra de pescadores, la isla Margarita, de Venezuela, profundamente arraigada hoy en la cultura popular de ese país.

La agrupación europea L'arpeggiata, de música antigua, acompaña a la mezzosoprano chileno-sueca Luciana Mancini, en su interpretación del polo margariteño popularizado con los versos recién señalados.


[Tomada, en parte, la idea, y modificada libremente, desde la página AB Música y Más.]


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viernes, 26 de octubre de 2018

Beethoven: Octava Sinfonía


El año 1812 marcó el final de la gloria de Napoleón y el inicio de su caída. Tras una invasión fulgurante había derrotado a los rusos y llegado hasta Moscú, pero la victoria fue efímera. No pudo con la técnica militar de "tierra arrasada". Luego de incendiar Moscú, los rusos se sentaron a esperar (es un decir) a que Napoleón iniciara el repliegue. Durante la retirada, el poderoso ejército napoleónico fue aniquilado en Vilna.
Mientras se gestaba el inicio del fin para su ídolo de otro tiempo, Beethoven viajó a Teplice para conocer a otro ídolo, el venerado y gran poeta Goethe. Estaba invitado. No fue una invasión. Pero los resultados fueron, a su turno, también desastrosos. Beethoven se encontró, en su opinión, con un cortesano envejecido que no era un colega demócrata ni menos un agitador, quizá un diletante. Al poeta, por su parte, si bien le impresionó la personalidad de Beethoven, le disgustaron profundamente sus toscos modales.


Todo fue una gran desilusión. Sin embargo, no impidió que ahí mismo, en Teplice, el maestro de modales gruesos comenzara a delinear los primeros bocetos de la Sinfonía No 8.

Sinfonía Nº 8, en Fa mayor, Op. 93
La completó en Linz el otoño de ese mismo año. Fue escrita "en simultaneidad" con la Sinfonía No 7, es decir, cuando la comenzó ya había comenzado la Séptima, que quedó para más tarde. Según parece, la Octava funcionó como válvula de escape para los problemas compositivos que le presentaba la Séptima. Los estudiosos coinciden en señalar que la escritura de la Octava Sinfonía fue para el maestro una labor carente de dificultades, casi un divertimento, lo que habría quedado reflejado de modo prístino en el carácter general de la obra.

Una obra "risueña"
Efectivamente, en comparación con la Tercera, la Quinta, y desde luego la Séptima, la Sinfonía No 8 ha sido calificada de "benigna", o "inofensiva", por críticos acerbos. Otros la han descrito, entre bromas, como "la última sinfonía de Haydn".
Lo cierto es que Beethoven adoptó esta vez un esquema jovial, desenvuelto. Prescindió del tiempo lento y en su lugar redactó dos scherzos, el primero de ellos una parodia del cronómetro musical, de reciente aparición, el artefacto que hoy conocemos como metrónomo. Y si se trata de hacer comparaciones, resulta acertado afirmar que desde tiempos de Haydn no se había escrito una resolución más divertida a una sinfonía que la que ofrece el allegro vivace con que finaliza la obra.

Pero como no siempre llueve a gusto de todos, un artículo crítico de 1827 se aventuró a señalar que la obra dependía "por completo del movimiento final, destinado a conseguir aplausos a como dé lugar; el resto es excéntrico sin conseguir entretener, y laborioso sin que se vean resultados".
Mal momento para crítica tan agria: el maestro morirá ese mismo año.

Estreno
La obra, sin dedicatoria, y con menos de media hora de extensión, tuvo su estreno el 27 de febrero de 1814 en la Redoutensaal de Viena, con la conducción de Beethoven. Las impresiones del público tampoco fueron muy entusiastas: el programa incluía la Séptima como obra de cartel.
Sir George Grove, fundador del diccionario que hasta hoy lleva su nombre, relató:
No fue bien recibida. Mucho más aplaudida fue la Séptima, lo que desconcertó a Beethoven. Pero se lo tomó con filosofía: "esto es porque es mucho mejor que la otra", observó.
Movimientos:
00:00  Allegro vivace e con brio
10:50  Allegretto scherzando
15:02  Tempo di menuetto
20:14  Allegro vivace

Daniel Barenboim dirige la West-Eastern Divan Orchestra, creación del conductor, formada por músicos palestinos, árabes e israelíes, durante los BBC Proms 2012.


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jueves, 25 de octubre de 2018

Bernstein: "Mambo", de West Side Story / Orquesta Sinfónica Infantil de Venezuela


A lo largo de toda su carrera, Leonard Bernstein debió sostener una lucha constante para conseguir y mantener un sano equilibrio entre todos sus extendidos talentos como director, compositor, pianista, divulgador de la música clásica y reconocida personalidad mediática. Se diría que su tarea como compositor podría haberse visto afectada ante tal carga de trabajo, pero se las arregló para dejarnos, a su muerte en 1990, un enorme catálogo especialmente rico en obras sinfónicas y para la escena musical. Entre las últimas, sobresale luminosamente el musical West Side Story, producción de Broadway de 1957, llevada al cine con éxito espectacular tan solo cuatro años más tarde, en 1961.


La historia
En sus inicios la obra se llamó East Side Story. Contaba libremente la eterna historia de Romeo y Julieta y estaba ambientada, desde luego, en el East Side de Nueva York, con población mayormente judía. Pero a poco andar, se consideró que venía mejor con los tiempos una historia que reflejara los conflictos de bandas adolescentes rivales, donde los inmigrantes latinos tenían una participación destacada. La locación cambió al Upper West Side. Fue todo un éxito. La historia de amor juvenil, con un fondo coreográfico espectacular y brillante música ad-hoc, se ganó para siempre un lugar prominente en el corazón de la cultura norteamericana.

El mambo
Leonard Bernstein (1918 - 1990)
Sus más destacados trozos musicales incluyen la balada romántica Maria, la canción America, de compás mixto, Something is coming, para tenor, Tonight, la "escena del balcón", y otros más de menor relieve. Un lugar especial ocupa el número del primer acto titulado Dance at the Gym, un mambo de inspiración cubana, altamente rítmico. Al calor del mambo, las bandas rivales, los Jets (americanos blancos) y los Sharks (americanos de Puerto Rico) encienden motores para el combate de esa noche.
La danza ha llegado a convertirse en pieza autónoma, también un encore imprescindible a la hora de rendir homenaje a los ritmos latinos con los medios de una orquesta sinfónica.

Orquesta Sinfónica Infantil de Venezuela
La versión que presentamos está a cargo de la asombrosamente profesional Orquesta Sinfónica Infantil de Venezuela, conducida por el maestro inglés y director de la Filarmónica de Berlín, Simon Rattle, durante la participación de la orquesta venezolana en el Festival de Salzburgo en 2013.
En la ocasión, 1.400 jóvenes músicos venezolanos asistieron al festival, marcando un hito histórico. Ocho agrupaciones forjadas en el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela, ofrecieron, en poco más de tres semanas, quince conciertos. El que aquí se cita, fue uno de ellos.
Los músicos que aquí escuchamos tienen entre ocho y catorce años. Previo al mambo de Bernstein, estos pequeños artistas entregaron su versión de la Primera Sinfonía de Mahler.

El Sistema
La organización venezolana, también conocida como El Sistema, es un programa de educación musical cuya misión es sistematizar la instrucción y la práctica colectiva e individual de la música a través de orquestas sinfónicas y coros, como instrumentos de organización social y de desarrollo humano. Sus inicios datan de 1975, por inspiración del maestro venezolano José Antonio Abreu. Sus frutos están a la vista, o, si pudiera decirse, "al oído.
(Muy lamentablemente –y no me lo explico– el video sólo puede escucharse en YouTube. Aún así, no he querido reemplazarlo).


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lunes, 22 de octubre de 2018

Friedrich Kuhlau: Sonatina en Do mayor


Recién iniciado el siglo XIX, el joven pianista y compositor de origen alemán Friedrich Kuhlau comenzó a presentarse regularmente en público, consiguiendo el aplauso de una audiencia gratamente sorprendida, pues a raíz de su copiosa obra para flauta, todo el mundo creía que era flautista. A tal extremo, que se le llegó a llamar "el Beethoven de la flauta". Lo cierto es que Kuhlau no sabía tocar el instrumento, y si escribió para él en esa época se debió exclusivamente a razones económicas: una exigencia del mercado.




Kuhlau escribió también un buen número de óperas, pero en nuestros días el autor es recordado principalmente por su obra para piano, en la que, además de un Concierto, sobresale una serie de sonatinas escritas con fines pedagógicos cuyo estudio hoy ningún futuro pianista puede descuidar, pues constituyen un indispensable ejercicio previo al abordaje de las sonatas de los grandes maestros.

Friedrich Kuhlau, en 1828
(1786 - 1832)
Amigo de Beethoven
Nacido al sur de Lüneburg, Alemania, a los veinte años huyó, con su familia, a Copenhague, para evitar ser reclutado por el ejército napoleónico. Allá establecido, dio a conocer a los daneses la obra de Beethoven, a quien admiraba. Posteriormente tuvo la suerte de conocerlo, en 1825, durante un viaje a Viena. Se dice que fueron grandes amigos. Al parecer, la admiración era mutua. Se cuenta que ambos asistieron, como buenos amigos, a una fiesta algo escandalosa en la cual, al calor de la champaña, intercambiaron chispeantes cánones compuestos sobre sus apellidos. Hay quienes agregan que Beethoven, al día siguiente, no recordaba nada.

Sonatas y sonatinas
Literalmente, una sonatina es una sonata pequeña. Más que una forma musical, la palabra es un título que el autor ha tenido a mano para designar una pieza en forma sonata pero más breve y ligera, o liviana, o técnicamente menos exigente, que una sonata típica. Las bellísimas sonatinas del opus 36 de Muzio Clementi cumplen a cabalidad con esta caracterización. Pero no siempre es así. Las hay, sonatinas, con exigencias no menores. Sirvan de ejemplo la Sonatina de Ravel o la de Alkan. Y por supuesto, las "sonatas fáciles" de Beethoven, del opus 49, de dificultad mediana, pero dificultad al fin. Kuhlau - Sonatina No. 4 en Do mayor, Op.55 No 1
Compuestas en 1823, el Opus 55 de Kuhlau contiene seis sonatinas. Todas ellas breves, de dos o tres movimientos, promediando los cinco minutos de duración, con un primer movimiento con sección de desarrollo muy breve o inexistente. La que escuchamos solo tiene dos movimientos, animados ambos. 

Movimientos
00:00  Allegro
02:49  Vivace

La versión es del maestro nacido en Osaka en 1934, Mitsuru Nagai.


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viernes, 19 de octubre de 2018

Beethoven: Concierto No 5 - "Emperador"


El concierto para piano más brillante de todos los tiempos tuvo su génesis en momentos históricos complejos. En la primavera de 1809, por segunda vez en menos de cuatro años las tropas napoleónicas avanzaban sobre Viena. Pese a que esta vez enfrentaron bastante más resistencia de la que habían tenido hacía tres años y medio, a comienzos de julio, luego de cruentos enfrentamientos la balanza se inclinó a favor de Napoleón. Y tal como había acontecido en 1805, la nobleza y las clases altas abandonaron la ciudad, encabezados por Francisco I de Austria, arrastrando también al archiduque Rodolfo, amigo, pupilo y mecenas de Beethoven.
El maestro permaneció en Viena, entre el humo y las balas de cañón. En carta a su editor en Leipzig, escribe:
"Hemos estado sufriendo miserias en la forma más intensa. A mi alrededor solo veo el caos y la destrucción, y no escucho más que tambores y cañones... la miseria humana en todas sus formas."

Por cierto que en entorno tan deprimente parece difícil escribir una obra de tal relieve y trascendencia. Pero el maestro lo hizo, sumando además un par de sonatas, una de ellas dedicada al archiduque en fuga, cantando el abandono, lo que no se explica sino por la época en que vive el maestro, una en que las guerras son consustanciales a la vida.

Estrenos
A diferencia de los cuatro estrenos anteriores, debido a la pérdida de sus capacidades auditivas Beethoven no fue el solista en el estreno de su último concierto. Dedicada también al archiduque, la obra tuvo su primera audición en público en Leipzig el 28 de noviembre de 1811, con Friedrich Schneider al piano, de quien solo sabemos su nombre.
El estreno en Viena, ciudad ocupada, tuvo lugar el 12 de febrero del año siguiente con Karl Czerny, pupilo de Beethoven, y quien, éste sí, es recordado como el autor de unos agotadores ejercicios que desde aquellos años ocupan el día a los futuros pianistas.

"Emperador"
Según cuenta la leyenda, en la première vienesa un entusiasta oficial francés se habría levantado de su asiento y exclamado con fuerza: "Ah... es el Emperador!!". Es uno más de los mitos que intentan explicar el título popular de tan grandioso concierto. Hay otras tesis. Pero con ésta quedó establecido, de un modo u otro, un nexo con Napoleón, mal que le pese al pobre maestro, quien, con toda justicia, más tarde eliminará su nombre de la Sinfonía Eroica, tras la autocoronación del corso.

Es innegable, también, que no hay adjetivo que mejor evoque la majestuosidad de la obra y su gran escala. Sus amplias formas, esa cierta marcialidad, su grandioso carácter, unidos al incomparable lirismo de su movimiento central, le aseguran un lugar destacado entre los trabajos decisorios en la vena heroica del maestro.

Concierto para piano y orquesta No 5 en Mi bemol mayor, "Emperador" – Movimientos:
00:00  Allegro
21:19  Adagio un poco mosso
30:15  Rondo - Allegro ma non troppo

La versión es del pianista polaco Krystian Zimerman, y la Wiener Philharmoniker con la conducción de Leonard Berstein.


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miércoles, 17 de octubre de 2018

Chopin: Polonesa-Fantasia en La bemol


En el transcurso de su vida, Chopin escribió al menos veintisiete polonesas, la primera de ellas, cuando solo tenía siete años. La última, en 1846, tres años antes de su temprana muerte a los 39 años. Y contabilizamos "al menos" 27 porque como mínimo siete polonesas se han perdido; aparecen referidas en su correspondencia a editores, alumnas, o amigos, pero no han llegado hasta nosotros.
Polonaise-Fantasie llamó a la última, a falta de mejor título, y así lo confiesa en carta de 1845 a su familia polaca, señalando su "dificultad para encontrar el título de una nueva composición". No serán las únicas dificultades. La armonía familiar está desfalleciendo, el amor también. Ese verano lo pasará en Nohant, y será el último.


Las dificultades son domésticas, no por ello menos agobiantes. Los chicos de la Sand ya no son niños. Maurice tiene veinte años y Solange quince. Ambos, van ingresando a la vida en plan de adolescentes difíciles. Chopin no toma partido, por ahora. Y más bien, se aburre:
"Todo el verano transcurrió aquí en paseos y excursiones por la región... En lo que a mí respecta, no participé, porque habría encontrado en ello más fatiga que placer. Estoy cansado, me aburro. Mi carácter se resiente debido a ello y los jóvenes no experimentan placer alguno en mi compañía."
Con todo, ese año de 1846 se mostró pródigo. Vieron la luz las tres mazurcas del opus 59, la sonata para cello y piano, esbozó la Barcarola y terminó la Polonesa-Fantasía, delineada probablemente el año anterior.

Como ya quedó dicho, preceden a esta "nueva composición" al menos veintiséis polonesas. Las hay brillantes, heroicas, militar y trágica. Pero en esta oportunidad le costó a Chopin encontrar un título, o subtítulo, adecuado. Y surge la pregunta: por qué no la llamó simplemente Polonesa. Había una razón. La obra era harto más que una familiar polonesa y, curiosamente, también algo menos.

Polonesa-Fantasía para piano No 7, en La bemol mayor, opus 61
Es uno de los trabajos más importantes de Chopin y uno de los de escritura armónica más compleja, por lo que recién en el siglo XX la obra comenzó a verse favorecida por público, crítica e intérpretes.
En opinión de los estudiosos, la nueva composición más que polonesa parece una fantasía (con lo que Chopin, vacilante, finalmente habría dado en el clavo), una suerte de ensoñación melancólica que, no obstante la atmósfera, logra mantener las características rítmicas de la tradicional danza, aunque sea a ratos.
Una larga introducción de carácter improvisatorio, marcada allegro maestoso, conduce al material temático propiamente tal.

Con duración de poco más de doce minutos, fue publicada ese mismo año 1846, con dedicatoria a una alumna, Mme. Veyret, esposa del cónsul honorario de Ecuador.

La versión es de la excelente pianista Kate Liu –nacida en Singapur– durante su participación en el Concurso Internacional Chopin de Varsovia, el año 2015, ocasión en que fue galardonada con el Tercer Premio.


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martes, 16 de octubre de 2018

Shostakovich: "Obertura Festiva"


A diferencia de Sergéi Prokofiev, quien tuvo la mala suerte de morir el mismo día que Stalin (marzo 5 de 1953) ocasionando que sus funerales pasaran a un imborrable segundo plano, Dmitri Shostakovich sobrevivió al gran líder soviético por más de veinte años. Durante aquel periodo la vida cultural soviética experimentó cambios significativos, lo que pudo apreciarse ya a los pocos meses de la muerte del máximo líder.

Dmitri, que a la par de Sergéi, había encabezado la tristemente célebre lista de compositores que habían equivocado el camino, fue testigo de los nuevos aires cuando en diciembre de 1953 le fue solicitada la composición de un breve trabajo en conmemoración del próximo aniversario de la revolución bolchevique. Obertura Festiva la llamó... a tal punto festiva que el autor se permitió incluir en ella una tonadilla tomada de la ópera que en 1932 le había acarreado la primera reprimenda.


La leyenda cuenta que el maestro la habría compuesto con una rapidez asombrosa. Las míticas versiones sobre el tiempo empleado van desde unas pocas horas a tres días.
Lo que es indudable es que la nueva era cultural favoreció una nueva mirada a obras que Shostakovich había abandonado por la incertidumbre que rodeaba su composición y posterior recepción. El maestro las retomó con la seria intención de concluirlas. En eso estaba cuando recibió el encargo. Es posible, entonces, que, en esas circunstancias, a la breve obra que saludaba la revolución no le haya dedicado más de tres días.

Obertura Festiva, para orquesta, en La mayor, opus 96
Curiosamente, se trata de una obra tradicional, hasta conservadora. En sus escasos seis minutos de duración rebosa de humor alegre, sin alardes majestuosos, o pompa. La obra se inicia con una alegre fanfarria. Le sigue una viva sección basada en una melodía de la ópera ya señalada de 1932, que va tomando cada vez mayor velocidad. El final, algo grandilocuente, muestra que Shostakovich aquí no arriesgó nada. Tenía razón, dentro de diez años, a propósito de una nueva sinfonía, las autoridades soviéticas volverán a arriscar la nariz.

hr-Sinfonieorchester – Frankfurt Radio Symphony - Dirige Pablo Heras-Casado



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viernes, 12 de octubre de 2018

J-B Lully: "El burgués gentilhombre" - música incidental


Por estos días se cumplirán 348 años del estreno de la comedia-ballet El burgués gentilhombre, con textos y argumento de Jean-Baptiste Poquelin, llamado Molière, y música incidental de su tocayo Jean-Baptiste Lully, compositor de corte de Luis XIV. Efectivamente, el 14 de octubre de 1670, el Rey Sol y su corte asistieron a la primera función de la comedia que entremezclaba música, danza y canto de modo magistral. Su título original, Le bourgeois gentilhomme es un oxímoron. En la Francia de aquel tiempo, el título de gentilhomme estaba reservado a los nobles. Un "burgués gentilhombre" no podía ser sino una contradicción en los términos.


La obra fue escrita a pedido de Luis XIV. Hacía un año, el embajador del Imperio Otomano había estado de visita en Versalles. A su regreso, habló pestes de la corte francesa, afirmando que su par turca no tenía nada que envidiarle. El Rey Sol, algo disgustado, encomendó a Molière la composición de una obra que contuviera alguna escena turca para mofarse de sus costumbres y del mal hábito de hacer comparaciones absurdas. Molière fue más allá y resumió en ella las vulgares pretensiones de ascenso social de la clase media (en estado larvario) y el exclusivismo vano de la aristocracia. La historia le vino como anillo al dedo a Jean-Baptiste Lully, que además de músico, era comediante y bailarín.

Jean-Baptiste Lully (1632 - 1687)
El futuro creador de la ópera francesa llegó a Francia desde Florencia, con catorce años, bajo el nombre de Giovanni Battista Lulli. A los veinte años, el joven violinista, guitarrista y compositor ya había accedido a la corte de Luis XIV como músico de cámara. Pronto será el líder de una pequeña orquesta de cuerdas creada por el rey, y afrancesará su nombre. En 1661 accedió a un estatus de nobleza y fue nombrado secretario del rey.
Además de brillante músico, Lully fue un experto en finanzas, lo que unido a ciertos comportamientos algo inescrupulosos, le convirtieron en el músico más exitoso de toda Francia, si no de Europa, en la segunda mitad del siglo XVII.

El legado de Lully descansa en sus óperas, de las que compuso casi una por año a partir de 1673 hasta su muerte en 1687, como resultado de la gangrena originada luego de herirse un pie con su bastón de director mientras conducía el grupo de cámara que, irónicamente, celebraba la recuperación del rey de una complicación de salud.
En adición a su legado en la ópera, Lully compuso más de treinta ballets, motetes, danzas, marchas, también música sacra y, desde luego, música incidental.

Le bourgeois gentilhomme - Música incidental - Extractos
La obra está conformada por 40 partes o secciones que incluyen recitativos, coros, danzas varias (sarabande, bourrée), marchas y ballet. Su duración total alcanza la hora y treinta minutos.
Se presentan aquí la Obertura y tres secciones, que totalizan poco más de diez minutos de música, suficientes para permitirnos calibrar lo que imaginamos habrá sido el esplendor de la corte de Versalles.

00:00  Obertura
02:59  Canaries
05:22  Deuxieme Air pour les garçons tailleurs
07:51  Cérémonie pour les Turcs

La versión es de la agrupación francesa Les Siècles, especialista en barroco del siglo XVII. Conduce el director francés François-Xavier Roth, que para la ocasión hace uso de un bastón, dirigiendo al estilo de la época, es decir, solo marcando el ritmo con golpes en el piso, arriesgando la vida, de paso.


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miércoles, 10 de octubre de 2018

Ligeti: "Lux Aeterna" para coro mixto


En 1964, el realizador Stanley Kubrick puso la mira en la construcción de una película que explorara la relación del Hombre con el Universo. Cuatro años más tarde, se estrenaba 2001: Odisea del Espacio, con resultado y críticas de dulce y agraz. "Monumentalmente poco imaginativa", escribió un crítico. Otro, en cambio, señaló que era "un éxito magnífico a escala cósmica". Con algo de sorna, un tercero anotó: una obra "a medio camino entre lo hipnótico y lo aburrido". Hoy, a cincuenta años de su estreno, la crítica coincide con la opinión popular de su tiempo: una obra genial.

En este encantamiento popular la banda sonora jugó un papel muy destacado. En un principio se apostó por música original, pero a medio camino Kubrick se inclinó por música preexistente: alguna muy reconocida, otra conocida en ciertos círculos, y otro tanto desconocida por completo. A esta última categoría pertenece la obra Lux Aeterna, incorporada por Kubrick a la banda sonora sin ocuparse de solicitar permiso al autor, el compositor húngaro György Ligeti.


Ni más ni menos que cuatro obras de Ligeti incorporó Kubrick a la película, sin cancelar derechos. Ligeti supo de ello a través de un amigo, quien sugirió que fuera a ver el filme premunido de un cronómetro. Se enteró así de que una buena media hora contenía música de su autoría. Pero no armó ningún escándalo. Simplemente se querelló contra el cineasta, exigiendo indemnización por la módica suma de un dólar. No sabemos en qué terminó el conflicto. Solo esperamos que en el trabajo conjunto posterior (El Resplandor, Ojos Bien Cerrados) Kubrick haya sabido comportarse.

György Ligeti (1923 - 2006)
Nacido en Hungría en 1923, sobreviviente de campos de concentración, Ligeti fue parte del gran éxodo húngaro de 1956, asentándose en Alemania donde pudo empaparse del floreciente desarrollo de la música contemporánea. Se sumó rápidamente a la vanguardia, y pronto comenzó a producir trabajos cautivadores por su atrevimiento y complejidad, a menudo dentro de marcos rítmicos muy libres. A partir de 1960, la calurosa recepción a varias de sus obras lo transformaron en uno de los autores prominentes de la vanguardia europea. Después de todo, entonces, Ligeti no era tan desconocido cuando Kubrick se tomó la libertad de tomar sus obras sin permiso.

Lux Aeterna, para coro mixto
La misteriosa, tenebrosa y algo tétrica pero bellísima obra, está escrita para coro mixto de 16 voces a capella, es decir, sin acompañamiento. Los textos, en latín, están tomados de la tradicional misa de Requiem de la liturgia católica. Compuesta en 1966 mediante la técnica conocida como "masa sonora", introducida por Ligeti en los años sesenta, tiene como resultado un cuerpo sonoro que prescinde del ritmo y la melodía, utilizando la armonía para producir variaciones de timbres vocales en el tiempo.
Con sus algo más de ocho minutos de duración, pareciera sugerir, con su susurrante textura, una presencia universal capaz de impregnarlo todo. Es lo que suscitan las voces que emanan del monolito, en la célebre escena de la película de Kubrick.

La versión es de la agrupación Taipei Chamber Singers, bajo la conducción de su directora Chen Yun-Hung.


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lunes, 8 de octubre de 2018

Schumann: "Noveletten", opus 21


En febrero de 1838, en plena lucha por mantener en pie el complicado noviazgo, Robert Schumann envió a Clara Wieck una carta muy entusiasta comunicándole sus últimos avances en la composición. A esa altura, Clara, de diecinueve años, recorría Europa dando recitales como concertista. Robert, en cambio, había abandonado la idea de desarrollar una carrera similar, y estaba enfocado en la crítica musical y en la composición:
"En las últimas semanas, he escrito para ti una cantidad espeluznante de piezas: las hay alegres, historias varias, escenas familiares, una boda... Para resumir, las cosas más amables. A la obra completa le he dado un nombre, Novelleten, porque a ti te llaman Clara, pero 'Wiecketen' no calza bien."
Curioso título, pero más curioso todavía es la explicación que le acompaña.
Primero será necesario recordar que Robert Schumann amó durante toda su vida la literatura, el lenguaje, las palabras y... los juegos de palabras. Schumann explicó en la misma carta que la serie de ocho piezas, o "amables asuntos", también podían considerarse pequeñas historias, o aventuras. Es decir, pequeñas novelas. 

Segundo. Schumann había quedado muy impresionado en el arte de una gran soprano de aquel tiempo, Clara Novello, a la que había escuchado hacía poco. Naturalmente, Clara Wieck también sabía de ella. Y quizá, aquí nos permitimos especular, y con profusión:
Clara podría haber sentido celos de la Novello (que también se llamaba Clara). Y entonces, Robert añade la explicación. Está diciendo: van destinadas a ti, Clara Wieck, no lo dudes, pero no se pueden llamar Wiecketen porque no suena bien.

Pero no solo no sonaba bien. Llamarlas Wiecketen constituía una declaración de amor de tal envergadura que habría añadido más leña al fuego, desatando la ira del pedagogo más renombrado de Leipzig, el maestro Friedrich Wieck, padre de Clara.

Noveletten Op 21 - No 8
Representa una de las series para piano más ambiciosas de Schumann, no solo por su extensión sino por sus exigencias técnicas. (Anotemos que Franz Liszt la sumó a su repertorio en cuanto pudo).
Como ya se dijo, conforman la obra ocho piezas que se extienden por cerca de 45 minutos, las que debían tocarse como una obra integral. Esa fue al menos la intención original de Schumann. Pero en nuestros días es más frecuente que se tomen una o dos piezas y se presenten como bis, o encore. Por lo general, se escoge la pieza que inicia la serie, o la última de ellas.

Presentamos aquí la última, la No 8, en Fa sostenido menor. Comprende dos grandes secciones, con un lírico interludio que las conecta. La segunda sección incluye una "cita" a un nocturno escrito por Clara en 1836.

La versión es del pianista alemán Adrian Brendle.


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viernes, 5 de octubre de 2018

Aram Khachaturian: Concierto para violín


En 1937, tres años después de graduarse en el Conservatorio de Moscú, el compositor Aram Khachaturian ingresó a la Unión de Compositores Soviéticos, creada por Stalin hacía cinco años. El autor, uno de los compositores líderes de su generación, resultó elegido dos años más tarde para un puesto directivo de cierta relevancia. Pero ello no le impidió concluir ese año el Concierto para violín que le hará merecedor de un galardón, el Premio Lenin.
La ilustre distinción, sin embargo, tampoco será obstáculo para que, diez años más tarde, junto a Shostakovich, Prokofiev y otros prominentes autores, el compositor sea acusado de escribir música contraria a los intereses del pueblo soviético.


Efectivamente, en 1948, Khachaturian fue incluido en la lista negra del comisario Andrei Zhdanov, junto a los compositores ya nombrados, acusados de "formalismo", "modernismo" y otras desviaciones de la conducta proletaria. Naturalmente, a Khachaturian no le quedó más alternativa que "arrepentirse", mediante la confesión de sus "errores" en una humilde apología. Sin embargo, su música siguió igual, sin cambios. Al parecer, más que su música, al Politburó le preocupaba su participación en la Unión de Compositores, considerada a esa altura un bastión de la música incorrecta. En todo caso, de ahí en adelante el autor se las ingenió para combinar arte y política, con una habilidad notable.

Ahora bien, si la música del maestro contenía irreverencias, estaba muy lejos de presentar las características y rasgos de la música de sus colegas más osados, digamos, de Shostakovich. Claros ejemplos de ello son el ballet Gayane, de 1942 (con su famosísima Danza del Sable), o el ballet Espartaco (que ganó ¡un premio Stalin! en 1959). El Concierto para violín de aquel año laborioso, sin ir más lejos, es una obra abiertamente romántica, clara y expresiva, que ganó popularidad de inmediato para no abandonar hasta ahora los escenarios del mundo.

Concierto para violín en Re menor
Como toda la música del maestro, los elementos folklóricos (armenios) permean la obra, a través de exuberantes ritmos y fragmentos melódicos repetidos obsesivamente. Estructuralmente, no rebasa ningún límite, adscribiendo al tradicional formato de tres movimientos en secuencia rápido-lento-rápido. El primero en forma sonata, el segundo un lírico interludio, y el tercero un brillante rondó conclusivo.
La obra está dedicada al maestro ruso David Oistrach, quien fue el solista para su estreno, el 16 de noviembre de 1940.

Movimientos:
00:22  Allegro con fermezza
15:33  Andante sostenuto
28:58  Allegro vivace 

La versión es del violinista armenio Sergey Khachatryan, con la Orchestre National du Capitole de Toulouse, dirigida por Tugan Sokhiev.


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miércoles, 3 de octubre de 2018

Dittersdorf: Concierto para arpa y cuerdas


En su tiempo un afamado compositor, a la altura de Haydn o Mozart, el alemán Karl Ditters von Dittersdorf no escribió nunca un concierto para arpa. Pero escribió cinco conciertos para teclado. Para fortuna de los cientos de instrumentistas de arpa del mundo entero, tomó uno de éstos y lo transcribió para arpa. Hasta hoy se lo agradecen, es su favorito. Cierto, porque los conciertos para el instrumento no abundan. Mozart incursionó en ellos pero compartiendo el protagonismo con la flauta. De Haendel se conocen transcripciones de obras para órgano. Para arpa solista, solo destacan el del francés Boieldieu, otro de Castelnuovo-Tedesco, y otro de Villa-Lobos. Uno por músico. Y Dittersdorf fue el pionero, transcripción mediante, en el siglo XVIII.


Karl Ditters von Dittersdorf nació en Viena en 1739, cuando Haydn tenía siete años. De nacimiento se llamó escuetamente Karl Ditters, pero las vueltas de la vida le hicieron acreedor de un merecido título. Comenzó su carrera como virtuoso del violín, y en esa calidad se paseó (es un decir) por las cortes de media Europa. En algunas de ellas se desempeñó como maestro de capilla, pero a diferencia de su contemporáneo Haydn, nunca logró acceder a un patronazgo estable en una corte vistosa.
Con todo, uno de sus patrones de bajo relieve que en un momento temió su alejamiento debió encandilarle con honores y títulos a fin de retenerlo. Así, en 1772 Ditters devino noble, y agregó a su apellido el apéndice "von Dittersdorf". Pese a ello, morirá en la pobreza, veintisiete años más tarde.

Karl von Dittersdorf (1739 - 1799)
Un prolífico compositor
Dittersdorf fue un prolífico autor de música de cámara, sinfonías (más de 120) y conciertos, a los que suma ni más ni menos que 32 óperas. Su periodo más creativo parece ser aquel que pasó con el patrón pródigo en honores. Al punto de que estuvo cerca de acceder a la corte de José II como maestro de capilla (de ahí los temores). A mediados de los ochenta (del mil setecientos, naturalmente) varias de sus numerosas composiciones fueron dadas a conocer en los más prestigiosos círculos. En 1786 fue estrenado en Viena su mayor éxito en el género operático, el singspiel "El Farmacéutico y el Doctor", que no demoró en ser representado en los escenarios de toda Europa. Sus últimos años, los pasó dedicado a escribir su autobiografía.

Concierto para arpa y cuerdas, en La mayor
Se desconoce por completo la fecha de composición del concierto para teclado original, aquel que fue transcrito para arpa. Menos aún se sabe sobre la transcripción. Solo sabemos que la idea fue genial, si recordamos que los pianos contienen en su interior una gran pieza que alberga todo su cordaje. Esa pieza se llama "arpa". La transcripción tenía pleno sentido. Solo cabía esperar un alza en el caudal de musicalidad, habida cuenta del halo de lirismo y ensoñación que rodea al instrumento.

Movimientos
Son tres, al estilo "vivaldiano", un movimiento central, lento, flanqueado por dos movimientos más vivos.
00:00  Allegro
07:22  Larghetto
16:35  Rondo - allegretto

La versión es de la arpista española Rosa Díaz Cotán, acompañada de la Neubrandenburger Philarmonie, conducida por el director ruso Daniel Stratiesvsky.


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martes, 2 de octubre de 2018

Mozart: Cuarteto "Disonancia", K 465


"... El señor Joseph Haydn y los dos barones Tinti nos visitaron el sábado. Escuchamos los nuevos cuartetos, pero solo los tres más recientes, los que compuso en adición a los otros tres que ya tenemos; es verdad que son un poco más "fáciles", o "ligeros", pero están espléndidamente compuestos. El señor Haydn me dijo: 'Le digo ante Dios, y le doy mi palabra de honor, que su hijo es el más grande compositor que yo haya conocido, personalmente, o de nombre. Tiene gusto, y un gran talento para la composición...".
Con estas palabras, Leopold Mozart, de visita en Viena, relataba a su hija Nannerl en febrero de 1785 la impresión que en Haydn habían causado los últimos tres cuartetos de Wolfgang.
En unión con los tres anteriores que Leopold menciona, Mozart los envió a Haydn el 1 de septiembre de 1785, ofrendados a él mediante una afectuosa carta en la que le transfería "todos mis derechos sobre ellos".


Conocidos hoy como los "cuartetos Haydn", fueron compuestos entre 1782, año del arribo de Mozart a Viena, y 1785. El Cuarteto en Do mayor, llamado popularmente "de la disonancia", es el último de la serie, terminado el catorce de enero de ese último año y, según señala Leopold, uno de los que se escucharon en la velada que contó con la presencia de Haydn.

El apelativo hace referencia a los pasajes iniciales del primer movimiento y, como es usual en lo que a apelativos toca, no tiene nada que ver con Mozart. Tampoco tiene que ver con una ocurrencia armónica capaz de destrozar los oídos del auditor. La "disonancia" se escucha en los primeros compases del movimiento inicial y consiste en una progresión de acordes sobre una "nota pedal" llevada por el cello. Quizá no era un recurso muy socorrido en la época pero cumple enteramente con las reglas de la armonía del siglo dieciocho.

Opiniones encontradas
Pero también se cuenta que más de un berrinche provocó en uno que otro distinguido aristócrata, que le llevó a romper la partitura en mil pedazos. Tampoco faltaron intérpretes respetables que devolvieron la obra a la casa editora, con correcciones, de su puño y letra. Sin embargo, el mismísimo dedicatée de los seis cuartetos, Joseph Haydn, señaló con toda discreción que si así lo había escrito Mozart, así debía ser.

Lo que Mozart se propone es sencillamente crear una deliberada sensación de ambigüedad. Nos mantiene en la niebla, en lo oscuro, lo brumoso, durante los primeros compases, hasta que asoma el familiar acorde de Do mayor, y el alma nos vuelve al cuerpo.

Cuarteto No 19 en Do mayor, K 465, "Disonancia" - Movimientos
Como es habitual para un cuarteto de cuerdas, sus movimientos son cuatro, con dos movimientos calmos enmarcados por dos allegros. La obra dura poco menos de treinta minutos.

00:00  Adagio - Allegro
10:00  Andante cantabile
17:30  Menuetto. Allegro - Trio
22:44  Allegro molto

La versión es del Cuarteto Gewandhaus, en el elegante y sofisticado ambiente del Rammenau Baroque Castle, in 2005.



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