Como toda dictadura que se respete, la del general Onganía en la Argentina de los años sesenta no se anduvo con chicas para aplicar la censura a un amplio abanico de manifestaciones de la cultura. En el ámbito de la música, fue censurado un ballet de Béla Bártok y La Consagración de la Primavera de Igor Stravinsky. Y como ley pareja no es dura, fue prohibida por decreto la representación de la ópera Bomarzo, obra de un compatriota, un connacional, el compositor Alberto Ginastera, debido a su "referencia excesiva al sexo, la violencia y la alucinación".
Ginastera (1916 - 1983), uno de los compositores latinoamericanos más destacados del siglo XX, era por esos años una celebridad internacional. Había estudiado con Aaron Copland y entre quienes estudiaron con él se contaban Astor Piazzolla y Waldo de los Ríos. Pero el compositor argentino más importante de todos los tiempos nunca mantuvo buenas relaciones con las autoridades políticas, fueran dictaduras o no.
En el año 1945 fue exonerado de su cargo como profesor del Liceo Militar. Luego de una serie de escaramuzas con el peronismo, una beca Guggenheim le permitió abandonar el país.
A su regreso, dos años más tarde, fundó el Conservatorio de La Plata, del que fue director. Pero las autoridades lo obligaron a dar al conservatorio el nombre de Eva Perón, a lo que Ginastera se opuso porque si bien Evita había promovido con toda justeza el voto femenino, la verdad es que desde el punto de vista artístico era una buena recitadora y muy popular actriz de radioteatro pero nada la ligaba a la música. Ginastera fue nuevamente exonerado en 1952, por "antiperonista".
Autor de una extensa obra de música de cámara, dos conciertos para piano, dos para cello, uno para violín, tres óperas y un largo etcétera, Alberto Ginastera se convirtió en una figura hegemónica del nacionalismo musical argentino. Su composición para piano, Danzas Argentinas, de 1937, propició la identificación de su música en todo el mundo como la "música de las pampas", la música gauchesca; cada una de las tres danzas que conforman la pieza llevan también un título de gran poder evocativo: danza del viejo boyero, danza de la moza donosa y danza del gaucho matrero. Las Danzas... gozaron de gran popularidad desde su estreno y hoy forman parte del repertorio tradicional de los pianistas, al menos de los latinoamericanos.
En brillante versión del maestro Daniel Barenboim, la segunda danza, la Danza de la moza donosa. Presentación en vivo en Buenos Aires, hace unos años.
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