Piotr Ilich y Antonina
Piotr Ilich, de naturaleza sensible, con tendencia a la depresión y sujeto de crisis nerviosas recurrentes, no se animaba a contactarse con aquella desconocida. Y no se trataba de temor a las habladurías pues la sociedad moscovita en la que se desenvolvía por esos años hacía rato que comentaba sotto voce, a veces ácidamente, algunas conductas del maestro que consideraba escandalosas. El autor que ese mismo año iba a regalar a la burguesía y aristocracia rusas el ballet más popular de la historia, El Lago de los Cisnes, estaba a un paso de ver su virilidad derechamente cuestionada.
Y quizá por eso mismo, finalmente, dio el mal paso. Piotr Ilich terminó conociendo a Antonina Milyukova, que resultó ser una joven mujer de 28 años, medianamente educada y de facciones agradables y sonrisa fácil. Piotr Ilich dio entonces el otro paso, el definitivo.
Apenas cuatro meses después de recibida la primera carta de su admiradora desconocida, Antonina y Piotr Ilich contrajeron matrimonio. El compositor tomó a Antonina como esposa, y a la vez, como muro de contención contra el avance de los rumores que alentaban la sospecha de una inclinación sexual impropia.
El resultado fue desastroso. Durante dos interminables meses, Piotr Ilich no fue capaz de acercarse al lecho conyugal. No tuvo fuerzas para ello y el matrimonio se acabó ahí mismo. Decidieron separarse, sin rencores.
El compositor cayó en una depresión de tal magnitud que estuvo a punto de llevarlo al suicidio. Antonina, por su parte, volvió a enviar cartas a otras celebridades a las que les mentía, como a Piotr Ilich, sobre su origen noble, y de quienes terminaba siempre enamorándose. Antonina también tenía lo suyo y terminó sus días en un asilo para enfermos mentales.