El año 1846 fue el último que Chopin disfrutó de un plácido verano en Nohant, la casa de descanso de su amiga, o compañera, Amantine Aurore Lucile Dupin, baronesa de Dudevant, la prolífica escritora que firmaba sus escritos con el seudónimo de George Sand. La relación había comenzado a deteriorarse, casi inadvertidamente, después de nueve años de sana amistad. Y decimos sana, sí, porque poco después, la autora escribirá a un amigo de ambos:
"hace siete años que vivo como una virgen, con él y con los otros. He envejecido antes de tiempo...".
George Sand tenía por ese entonces 32 años. Chopin, 26. Se habían conocido en París en mayo de 1836, cuando el autor llevaba ya cinco años en la Ciudad Luz, convertido en aclamado músico y profesor de damas nobles. El encuentro se produjo en el Hôtel de France, en una soirée convocada por Franz Liszt y su compañera, Marie d'Agoult (también seis años mayor que Franz, digamos de paso). Pero su primer vis-a-vis no prometió nada. Al contrario. Se cuenta que la Sand le murnuró a una amiga: "...ese señor Chopin ¿es una niña?". Por su parte, y siempre de acuerdo a la leyenda, Chopin habría murmurado a su vez: "...¡qué antipática es esa Sand! ¿Es una mujer?... lo dudo."
George Sand (1804 - 1876), pintura de Delacroix |
Sin embargo, estuvieron nueve años juntos. Nohant es el lugar donde la Sand escribe, vertiginosa y pródigamente; y Chopin compone, en los veranos, pues en Paris solo da clases y corrige las piezas surgidas en la placidez de la casa veraniega. Entre ellas, las piezas que él mismo llamó "petit choses", aquellas joyas de poco más de 5 min en promedio, sus 19 nocturnos, con número de opus.
Existen tres más, póstumos, aunque muy anteriores, escritos alrededor de 1830.
El último Nocturno
De aquel año, 1846, el año del adiós a Nohant, data el último nocturno que el maestro polaco escribió. Es, además. el último en ser publicado en vida del maestro. Hablamos del Nocturno No 2 del Opus 62, en la tonalidad de Mi mayor, dedicado a la señorita De Könneritz («à Mlle. de Könneritz»).
Consignemos que el título de "nocturno" no pertenece a Chopin sino al compositor irlandés John Field, aunque la mayor parte de los estudiosos coinciden en que "...las mejores piezas 'nocturnas' de Chopin pueden describirse muy acertadamente como aquello que un genio fue capaz de hacer con el tipo de materiales que Field inventó y utilizó. De ello, Chopin tomó lo esencial y lo intensificó mil veces."
Nocturno Opus 62 No 2, en Mi mayor
Una cálida melodía (que de sentimental tiene poco) sostiene el inicio y final de la pieza. Como muchos nocturnos anteriores, la sección central tiene un caráter más agitado. Hay una especie de diálogo, que contiene muchas sutiles imitaciones melódicas entre las dos voces exteriores. Durante la coda, Chopin pareciera resistirse a abandonar la pieza, a dejarla ir, como si presintiera estar a tres años de la muerte, como si adivinara que ésta sería su última entrada en uno de sus géneros más amados.