En 1770, el niño Wolfgang Amadeus Mozart accedió a un puesto en la pequeña orquesta de la capilla de Salzburgo. Tenía trece años. El cargo era de concertino, es decir, el solista en la sección de primeros violines. Imaginamos que nuestro amado Wolfgang habrá estado encantado con su temprano oficio, si bien era algo protocolar y por ello, creemos, no recibía salario alguno. Sin embargo, poco antes de cumplir los veinte años, comenzó a recibir un pequeño ingreso, 150 florines al año, que Wolfgang consideró miserables.
En septiembre de 1777, Wolfgang abandonó Salzburgo y se embarcó, en compañía de su madre, en una gira que incluía Augsburgo, Mannheim, París, y Munich. En Augsburgo, presentó su segundo concierto para violín y orquesta. Escribió a su padre: "...todo el mundo estaba sorprendido... todos alabaron mi sonido hermoso y claro". Poco después, en Munich, repitió la gracia y le contó a Leopold que el público había "mirado con ojos como plato y la boca abierta... Toqué cómo si hubiese sido el mejor violinista de toda Europa".
Genio del violín
Así pues, el pequeño maestro fue tan violinista en sus años mozos como tecladista durante toda su corta vida. Y su padre Leopold lo sabía. En respuesta al hijo genio, escribió: "No me sorprende en absoluto" ... "Tú mismo no sabes lo bien que tocas el violín". Recordemos que hacía veinte años Leopold había publicado su célebre tratado sobre el aprendizaje y la enseñanza del violín, tratado que estuvo vigente durante medio siglo. De modo que la opinión no venía de un padre lisonjero, sino de un experto.
El violinista Brunetti Ahora bien, cuando en 1772 Jerónimo Colloredo fue elegido príncipe-arzobispo de Salzburgo –convirtiéndose así en el patrón de Mozart–, trajo consigo un entusiasmo generoso por la música italiana que le llevó a contratar a varios músicos italianos. Entre ellos, un violinista de nombre Antonio Brunetti, quien no cayó nada de bien a los Mozart. Según se contaba, el violinista había tenido una hija fuera del matrimonio con una hermanastra de Michael Haydn. Cotilleos aparte, a Wolfgang no le quedó más que soportarlo, y participar, junto a él, en las giras que Colloredo acostumbraba, llevando de paseo a sus mejores músicos.
Adagio para violín en Mi mayor, K 261
Fue compuesto en 1776, precisamente para Brunetti. El italiano consideraba que el segundo movimiento del Concierto No 5 de Mozart, era muy lento y engorroso, opinión que no hizo sino confirmar a Mozart sus peores impresiones sobre el gusto italiano. No se molestó para nada y, sencillamente, escribió un sucedáneo, que resultó todo un éxito. Hasta hoy. Es una pieza de concierto independiente que gusta a intérpretes y público.
Escrita para dos flautas, dos trompas, cuerdas y violín solo, dura alrededor de cinco minutos.
El maestro Itzhak Perlman, al violín, dirige la Orquesta Filarmónica de Israel.
En el año 1776, el virtuoso violinista y compositor de ascendencia africana, Joseph Boulogne, también llamado Saint-Georges, estaba a punto de ser nombrado director de la Ópera de París. No por nada había sido el creador de la primera orquesta profesional de la ciudad desde los tiempos de Lully. Por añadidura, María Antonieta, gran admiradora, era presencia obligada en los conciertos que Boulogne ofrecía en el Palais de Soubise, en el papel de solista y director de sus propios conciertos. El nombramiento era inminente, pero un pequeño grupo de primeras damas de la ópera hicieron una petición a Su Majestad asegurándole que "su honor y refinada conciencia jamás les permitirían someterse a las órdenes de un mulato". En consideración a la reina, Boulogne retiró su postulación.
El artista nació en la isla de Guadalupe, colonia francesa, en 1745. Su padre fue un rico hacendado francés, casado. La familia tenía esclavos, y esclavas, desde luego. Su madre, de nombre Anne pero dite Nanon, fue una de ellas.
París A los diez años, la familia se lo llevó consigo a París, donde su vida experimentó un giro espectacular. En París aprendió a montar a caballo, a bailar, a nadar, a patinar y... a practicar la esgrima, habilidad en la que destacó muy pronto, llegando a convertirse en uno de los más grandes espadachines de la Europa de su tiempo. También recibió instrucción militar pero no tomó la carrera de las armas sino, muy por el contrario, a poco de cumplir veinte años comenzó a recibir lecciones privadas de violín y composición. Primero fue un brillante alumno. Poco después su virtuosismo con el instrumento hacía palidecer sus mejores desempeños con el florete.
Joseph Boulogne Chevalier de Saint-Georges (1745 - 1799)
La Revolución Su carrera fue meteórica. Ya en 1773 Boulogne era un muy respetado músico. Por eso, Maria Antonieta lo quiso tener bajo su alero en 1776. Pero vendría la Revolución y ya nada volvería a ser lo mismo. A esa altura, Boulogne era noble, y se lo conocía mejor como Chevalier de Saint-Georges. Sin embargo, en 1791 se unió a la nueva República, abandonó la música por completo y llegó a ser capitán de la Guardia Nacional en Lille. Pero tuvo que sufrir aquello de que las revoluciones devoran a sus hijos. Fue llevado a prisión, aunque por acusaciones infundadas, por lo que muy pronto fue liberado de todo cargo.
Luego de su liberación se entusiasmó con la rebelión de esclavos en Sto. Domingo, y hacia allá se embarcó. Retornó a París en 1797 para reanudar su carrera. Y pese a que ya no había reinas protectoras de músicos, logró crear una nueva agrupación sinfónica que dirigió hasta su muerte, en la más absoluta pobreza, en junio de 1799.
La Obra Saint-Georges fue capaz de utilizar excelentes líneas melódicas, una tras otra, en una misma obra. Sus ideas temáticas parecen interminables, empleando a veces tantos pasajes hermosos seguidos que casi parece un desperdicio. No obstante, su caudal creativo nunca se agotó. Se le recuerda sobre todo por sus cuartetos de cuerdas y conciertos para violín. Sus seis óperas fueron también muy populares, aunque hoy día no se representan. Su estilo musical se adaptaba naturalmente a la música operística y teatral, y se cree que algunas otras obras operísticas se han perdido.
Concierto para violín y orquesta en La mayor, Op 7 No 1 Catorce conciertos para violín y orquesta escribió el compositor. Uno de los más abordados por los intérpretes es el Concierto en La mayor, compuesto alrededor de 1777. Su estructura es la típica, en secuencia rápido-lento-rápido, con duración aproximada de dieciocho minutos.
Movimientos:
00:00 Allegro moderato
05:57 Adagio (con expressione)
11:00 Allegro moderato
La versión es de la intérprete Maya Iwabuchi acompañada por la Royal Scottish National Orchestra, dirigida por Thomas Søndergård.