Las tres Giudittas
La primera Giuditta era casada y se apellidaba Cantú. Amaba profundamente el bel canto y en menor medida a su marido, con quien se había casado a los 16 años, en 1819. Antecedentes sencillos que sin embargo arrojan una luz para entender el hecho de que nueve años más tarde, con ocasión de la inauguración del Teatro Carlo Felice, en Génova, cayera rendida a los pies del joven autor de la obra, Vincenzo Bellini, nacido en Catania en 1801, niño prodigio a los 7 años y destinado a ser el último representante del bel canto romántico del siglo XIX.
Vincenzo Bellini (1801 - 1835) |
Este temprano desencanto llevará al compositor, ya maduro, a decidirse a jugar a tres bandas en el asunto amoroso. Es entonces cuando a Giuditta no le quedará más alternativa que compartir.
Durante unos buenos años, Vincenzo había vivido una larga serie de lances amorosos, en Milán y en Génova. Como resultado de estos idilios, para el estreno en 1831 de su gran obra maestra, Norma, en la Scala de Milán, subieron a compartir escenario otras dos Giudittas, la soprano Giuditta Pasta y la contralto Giuditta Grisi, dos pasiones que Bellini mantenía en un discreto segundo plano y que no abandonó mientras Giuditta primera estuvo a su lado, afortunada coincidencia que impidió que al caer enfermo en 1830, mientras la fiebre lo consumía, confundiera en el delirio sus nombres.
En el primer tercio del siglo XIX se pusieron de moda en Europa las obras ambientadas en La Galia o los pueblos prerromanos. La ópera Norma, ambientada en el siglo I a.C., no escapa a esta tradición: la protagonista homónima es una sacerdotisa druida enamorada fatalmente de un cónsul romano. Su plegaria a la Luna –Casta Diva– se convertirá en el aria más célebre del bel canto belliniano. Muy difícil y exigente, serán pocas las cantantes que en el siglo XX puedan rendir una performance a la altura del vuelo lirico que supone la soberana belleza de su melodía. Notables excepciones fueron en su momento Maria Callas y Monserrat Caballé.
Dicho esto, se presenta aquí en una versión de concierto, más reciente, a la soprano norteamericana Renée Fleming, en el Palacio de los Zares, San Petersburgo.
Amigo
visitante:
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Interpreta bastante bien Renee Fleming esta pieza. Usa bien su voz y ésta es muy dulce.
ResponderEliminarDisfruté mucho escuchando
Gracias, Dago
Hola, Anónima:
ResponderEliminarSe dice que la mejor interpretación es la de la Maria Callas, pero los audios que hay disponibles no son muy buenos. Yo prefiero a la Fleming. Me alegro que te haya gustado.
Muchas gracias por tu comentario.
Dago
Ahora sí la hay. Es conmovedora
EliminarOk. Gracias. Saludos.
EliminarLa reina de los helados sin duda es Maria Callas, yo tengo una version remasterizada de ella, y sin duda la dulzura de su voz, la amornia musical, el timbre de su voz y el bel canto tan magistral no tiene comparación.
ResponderEliminarHola, José: Así parece ser, pero siempre y cuando se trate de las versiones remasterizadas, como dices. Saludos y gracias por el comentario.
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