Para un compositor ruso, temporalmente asentado en París en 1921 y enfrentado a los rigores de la posguerra, no era nada desdeñable la oferta de cinco mil francos por la composición de una obra para piano. Esa fue la suma que el virtuoso del piano Arthur Rubinstein prometió a Igor Stravinski por una pieza de carácter ruso donde pudiera desplegar su grandiosa técnica.
Tres Movimientos de Petrushka
Stravinski recordó los trozos que había hilvanado en 1911 para una pieza orquestal con participación destacada del piano, que había reorientado hacia un ballet a instancias del empresario ruso Sergei Diaghilev. Esos bosquejos y extractos del ballet terminaron por conformar la pieza para piano solo Tres Movimientos de Petrushka, diez años después del debut del exitoso ballet que tiene como protagonista a Petrushka, la marioneta que cobra vida, en la tradición rusa.
Stravinski, pianista
Rubinstein, el dedicatario de la obra, quedó altamente complacido con ella, interpretándola en numerosas ocasiones porque, desde luego, también tenía el propósito de dar a conocer la obra pianística del compositor ruso, a quien, hasta hoy, no logramos relacionar fácilmente con la escritura para piano no obstante haber sido Stravinski un pianista de enorme talento que, durante gran parte de su vida adulta consagró la mitad de cada año a dar conciertos y la otra mitad a la composición.
Previo a la empresa que culmina con los Tres Movimientos, el futuro autor de La Consagración de la Primavera y de El Pájaro de Fuego, había sorprendido a los círculos musicales a sus veinte años con una sonata para piano, en 1903. Luego vendrán, en 1908, los Cuatro Estudios del opus 7 que ya muestran madurez y un lenguaje pianístico lleno de promesas. Pero la gran y nueva aportación al piano llegará en 1921 con esta "reducción" genial del ballet Petrushka, plagada de dificultades, y que pese a los cerca de cien años transcurridos desde su invención, se sitúa todavía hoy entre las obras más "espectaculares" del repertorio pianístico.
Tres movimientos de Petrushka
La obra es reconocida por sus enormes dificultades técnicas y musicales que, casi sin respiro, capturan sus tres movimientos con gran despliegue de polirritmia, extensos y rápidos saltos, velocísimas escalas, amén de glissandos y trémolos por doquier. Sus partes son:
00:00 No 1 Danza rusa
02:29 No 2 Con Petrushka
06:48 No 3 Semana de carnaval
La versión, deslumbrante, es de la extraordinaria pianista de origen chino, Yuja Wang.
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