miércoles, 2 de marzo de 2022

Beethoven: Obertura "Coriolano"


El general y cónsul romano Gayo Marcio (siglo V a.C.) fue un militar romano de vida trágica, recogida por el historiador Plutarco en su magna obra Vidas Paralelas. Fue un paladín de los ciudadanos patricios y un acérrimo detractor de la plebe, a la que aborrecía. Tal determinación lo llevó a conseguir importantes victorias militares. En retribución a sus desvelos, le fue concedido un tercer nombre: Coriolano. Pero al militar le pareció poco. Así que presentó su candidatura a cónsul. Su ideología antiplebeya, sin embargo, le jugó en contra. Sus enemigos lo acusaron de traidor, siendo finalmente condenado al destierro. Desde allí, iniciará un ataque contra Roma. 

Veinte siglos después, William Shakespeare recreará la historia en su tragedia en cinco actos de c. 1608 que lleva por título el tercer nombre de Gayo Marcio. Es una de las obras menos representadas del bardo de Avon y suponemos que luego de dos siglos, se representaría todavía menos. Es aquí entonces cuando entra en escena el poeta austríaco Heinrich von Collin, quien, imaginamos, estimando que podría hacer un remake exitoso, retomó la historia de Gayo Marcio agregando un tinte de modernidad. Coriolan subió a escena en Viena en 1802.

El final
Como ya se dijo, la historia de Coriolano es trágica. A punto de asolar Roma con sus huestes (conformadas por sus ex enemigos), solo los ruegos de su madre, su esposa, y su pequeño hijo, le harán desistir. Pero esta decisión le conduce a la muerte. Sus huestes le acusan, a su vez, de traidor, y es ajusticiado en la plaza pública. Una verdadera tragedia, que Heinrich von Collin supo reconstruir muy bien, logrando encantar con ella a los vieneses de principios del siglo XIX.

También encantó a Beethoven. El maestro, un héroe solitario, será seducido por el tema, el conflicto moral y su resolución. Y le pondrá música, en 1807, en momentos en que las huestes de Napoleón ocupan Viena.

Obertura Coriolano, op 62   
Beethoven se inspiró en la versión de Collin, no en Shakespeare, tampoco en Plutarco. Lo curioso es que el drama de Collin fue muy bien recibido por el público, y así se mantuvo durante un par de años, hasta que finalmente desapareció de la escena, literalmente, y para siempre.
Nada sabríamos hoy del drama si no fuera porque una noche de 1807, en el palacio del príncipe Lobkowitz en Viena, revivió, por una sola vez. Esa noche fue estrenada privadamente una obertura destinada a operar como introducción musical a Coriolan, el drama del hoy olvidado poeta.

Un primer tema, tormentoso, muestra la naturaleza levantisca de Coriolano. Un segundo tema, más calmo, aborda una caracterización de su amante madre. El finale, la muerte de Coriolano, es el único posible: la música se desvanece.
La obra está dedicada a Collin, y dura ocho minutos.

El director belga Philippe Herreweghe dirige la Orquesta hr-Sinfonieorchester.

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