miércoles, 6 de septiembre de 2023

Beethoven, y sus divinos movimientos lentos – Parte I

Breve selección

Sabemos que Beethoven tenía un carácter difícil, condición que se acentuó con su sordera, que comenzó a fastidiarlo cuando recién pasaba los treinta años. Vivirá hasta los 57, componiendo sus últimas obras en condiciones de sordera total. Por ello mismo, quizá, su fama y reconocimiento mundial descansan en la grandiosidad presente en la obra de un músico sordo, que se empeñó en dejar a la humanidad un legado esplendoroso en condiciones adversas.

Pero también existe el Beethoven íntimo, aquel que entregó su alma y corazón en los divinos, sublimes, movimientos lentos de algunas de sus obras.
Hoy, presentamos aquí una breve selección de adagios, andantes y larghettos, elegidos según el gusto popular, y también el nuestro, con alguna licencia, aunque esperamos que convoque a todos.


Sonata Op 27 No 2, llamada "Claro de Luna" - Adagio sostenuto 
(1800-1801)
Comenzamos, desde luego, con la pieza obvia. Aquella que todo el mundo conoce y quizá pueda tararear. El apodo, desde luego, no es del autor, sino que apareció más tarde, en unas notas del escritor alemán Ludwig Rellstab. Es la única sonata del maestro que comienza con un movimiento lento, novedad que ha llevado a los estudiosos a tildarlo de fantasía o improvisación. Y bueno, el mismo Beethoven quiso subtitularla: "Sonata quasi una fantasia", son las palabras que agregó a la partitura.
Como todos sabemos, fue dedicada a "una mágica niña que me quiere y a quien yo amo", la condesa Giulietta Guiciardi, por ese entonces su alumna, de 17 años.
Si hoy es muy popular, poco se ha dicho que ya lo era, en vida del maestro, cuestión que no le hacía mucha gracia. Se cuenta que a su pupilo Carl Czerny le comentó alguna vez: "He escrito cosas mejores".

Escuchamos este breve "canto fúnebre" en versión del maestro chileno Claudio Arrau


Concierto para violín y orquesta Opus 61 - Larghetto (1806)
En 1806, Beethoven escribió un gran concierto para violín para su amigo, el violinista Franz Clement. Era en parte un agradecimiento por los comentarios que éste le había hecho sobre su ópera Fidelio. Pero en el momento del estreno, el regalo de Beethoven se convirtió en una pesadilla: entregó la partitura tan tarde que Clement se vio obligado a leer a primera vista gran parte de ella.

Hoy en día, el Concierto para Violín se considera uno de los más difíciles del repertorio. Es extremadamente expuesto, huye de la ostentación y requiere una entonación y un control del arco sobrehumanos para tocarlo bien. No es de extrañar, pues, que un Clement a ciegas y leyendo a primera vista no se ganara al público. El concierto no entró en el repertorio hasta 1844, cuando un niño prodigio de doce años llamado Joseph Joachim y su mentor, Felix Mendelssohn, en la dirección, lo interpretaron con gran éxito en Londres.

La elegancia, sencillez y sensación de inevitabilidad del movimiento lento lo convierten en uno de los más exquisitos de Beethoven.

La versión es del joven artista italiano Augustin Hadelich, acompañado de la Colorado Music Festival Orchestra, dirigiada por el maestro canadiense Peter Oundjian.


Concierto para piano y orquesta Opus 73, "Emperador" - Adagio un poco mosso (1806)
El concierto para piano más brillante de todos los tiempos tuvo su génesis en momentos históricos complejos. En la primavera de 1809, por segunda vez en menos de cuatro años las tropas napoleónicas avanzaban sobre Viena. Y tal como había acontecido en 1805, la nobleza y las clases altas abandonaron la ciudad, encabezados por Francisco I de Austria, arrastrando también al archiduque Rodolfo, amigo, pupilo y mecenas de Beethoven.
El maestro permaneció en Viena, entre el humo y las balas de cañón. En carta a su editor en Leipzig, escribe:

"Hemos estado sufriendo miserias en la forma más intensa. A mi alrededor solo veo el caos y la destrucción, y no escucho más que tambores y cañones... la miseria humana en todas sus formas".

Los tres movimientos son memorables, pero hay algo en la sinceridad desgarradora del movimiento lento que lo hace especialmente inolvidable, sobre todo dadas las circunstancias dramáticas en las que fue compuesto.

La versión es del pianista polaco Krystian Zimerman, acompañado de la London Symphony Orchestra, dirigida por Sir Simon Rattle



Sonata Op. 31 no. 1 - Andante
(1801- 02)
Por último, me voy a permitir un gusto personal. Las sonatas para piano del maestro presentan en general bellos movimientos lentos, sin ir más lejos la popular que encabeza estas notas, pero también están en ese grupo la Patética, o la Sonata Op 2 No 3, o la desgarradora Op 10 No 3.
Pero a mí me encanta hasta el delirio este Andante, repleto de trinos de principio a fin.
Esta ornamentación, consistente en tocar dos notas adyacentes alternada y rápidamente, captura casi por completo el movimiento, y está encomendada a ambas manos, en alternancia, con duración de cerca de diez minutos. En mi opinión, este movimiento constituye la pieza precisa para la práctica de este adorno justamente porque la obra está en las antípodas de un ejercicio soso y aburrido como podría serlo su práctica en cualquier parte del teclado y con los dedos que a uno se le antoje. 
En mi opinión, una pequeña joya, 

La versión es de la pianista rumana Alexandra Vaduva.

7 comentarios :

  1. El inigualable sello de Beethoven...

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  2. Bello!. Una caricia para al alma.

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  3. Me encanta conocer el contexto historico y las circunstancias que acompañan el surgimiento de cada obra. Gracias!!!

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    1. Hola: Es exactamente nuestro propósito. Gracias a ti.

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  4. El del concierto Emperador es maravilloso

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    1. Hola, Marta: ASÍ ES!! Es mi preferido. No me canso de oírlo.

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