lunes, 8 de agosto de 2011

Verdi: La Traviata



Por exigencias de programación de La Scala, al estreno de Nabucco le siguieron sólo siete funciones. Pero en el verano siguiente, la ópera se representó 57 noches, una cifra fabulosa incluso para esos años.
A esta entusiasta acogida, que abrió para Verdi las puertas de la fama y de la alta sociedad milanesa, no fue ajena una de las principales figuras de La Scala, la cantante Giuseppina Strepponi, quien en las primeras ocho funciones logró abordar magistralmente un rol dificilísimo.

Giuseppe y Giuseppina
La Strepponi era, a la sazón, amante de un célebre tenor de voz dulce y lánguida, especializado en morir en escena. El "tenor de la dulce muerte", como llegó a conocérsele, estaba casado y tenía hijos. Por consiguiente, para Giuseppina, mujer sensible pero sensata, no había pie para abrigar esperanzas de una vida y un futuro compartidos. No es raro entonces que algunos biógrafos de Verdi deslicen la posibilidad de que haya sido durante los ensayos de Nabucco que se sembraron los primeros gérmenes de una relación sentimental entre el maestro y Giuseppina. Pero al parecer, solo fue una ilusión.

Reencuentro en París
Cinco años más tarde, en 1847, Giuseppe y Giuseppina se reencontraron en París. Cómodamente instalados en las mesitas que dan a la calle del Cafe Les Deux Magots, celebraron el encuentro charlando sin reservas sobre sus vidas pasadas, sobre el presente, y el futuro. Giuseppe, tomando de a sorbitos su café cortado, escuchó con paciencia de santo todo lo que Giuseppina tenía que contarle. Mientras el chocolate caliente se enfriaba, intacto, sobre la mesita, Giuseppina confesó que su relación con el tenor de la dulce muerte había sido una experiencia atormentada e infeliz. Le contó que había tenido dos hijos con él y que finalmente, poco después del estreno de Nabucco, había decidido romper relaciones, de las cuales salió, como era de esperar, con el espíritu destruido y la voz dañada, de tanto llanto. Giuseppe, algo más contenido, esbozó a grandes rasgos su tristona vida sin Margherita, no obstante el éxito personal, con cinco nuevas óperas a su haber. Cuando ya no hubo nada que contar, se miraron a los ojos.
El café, o el chocolate, o las confidencias, habían hecho el milagro. Minutos después de pagar la cuenta, abandonaron el Café profundamente enamorados. Durante largos meses vivieron su idilio insospechado, en París, ajenos por completo al mundo circundante.

Ahora bien, en el mundo circundante Giuseppe ya gozaba de una sólida independencia financiera. Hacía poco se había comprado una finca en un pueblo cercano a Busetto. Hasta allá se llevó a Giuseppina. Y comenzaron las murmuraciones. El maestro Verdi, en opinión de sus paisanos, había vuelto a su tierra con una mujer que no era su esposa y, para colmo, era cantante. Su ex suegro tampoco se restó a las críticas y lo llamó a terreno, veladamente. El maestro contestó con una carta furibunda.
Un año después, Verdi comenzó la composición de La Traviata.

Grabado de la portada de La Dama de las Camelias

La Traviata
La Traviata ("La extraviada") es una ópera en tres actos basada en la novela de Alejandro Dumas hijo "La dama de las camelias".  Cuenta la historia de Violeta, cortesana de alto vuelo, que se enamora de Alfredo, como una adolescente. Parten a vivir en pecado, a una quinta, cercana a París. Allá llegará el padre de Alfredo a exigir a Violeta que termine su relación con su hijo pues esa convivencia impropia está perjudicando a toda su familia. Violeta accede aunque con ello perderá al único y verdadero amor de su vida, desencadenándose así la tragedia que terminará con ella moribunda en los brazos de Alfredo.

El estreno, en el teatro La Fenice de Venecia, en 1853, fue un completo fracaso. En buena medida debido a que la cantante que personificaba a Violeta tenía 38 años y estaba algo excedida de peso, en circunstancias de que su personaje es una mujer joven y, por cierto, tísica. El público, en la oportunidad, rió a carcajadas con la escena final. Sin embargo, al año siguiente obtuvo un éxito aplastante y desde entonces su popularidad no ha decaído, hasta hoy.

Acto II - Escena final
El encadenamiento continuo de célebres y hermosas arias, duetos y coros que conforman la obra, hace difícil escoger una pieza que sobresalga por sobre el resto. He escogido una escena de conjunto, donde nadie que esté sobre el escenario se queda sin cantar. Es el final del segundo acto. Como Violeta, la hermosa soprano rusa Anna Netrebko.


Amigo visitante:
Si te gustó el artículo, mucho te agradecemos si lo compartes, con un cómodo clic

2 comentarios :

  1. Sublime, Daguito.... preciosa el aria escogida!! Como bien dices, es tan requete hermosa la ópera completa, que es difícil elegir la mejor aria. Para nuestro próximo encuentro, ensayamos con Parigi o Addio (con tu propio piano). Besitosss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Dices verdad, Queca. Y recién me doy cuenta de que es el único trozo de La Traviata que hay en el blog, lo que es, a todas luces, una aberración. Ya lo corregiremos con Parigi o Addio, como sugieres.

      Eliminar

Deja aquí tus impresiones, por sencillas que sean. Tu opinión siempre será bienvenida.