martes, 24 de enero de 2012

Schubert: Quinteto para cuerdas



La última schubertiada a la que asistió Franz Schubert tuvo lugar la víspera de su cumpleaños, el 30 de enero de 1828. Cumplía 31 años y le restaba por vivir algo menos de diez meses.
Hacía apenas tres años le había enviado a Göethe, por segunda vez, una pequeña colección de sus poemas puestos en música y dedicados al poeta. El vate alemán, también por segunda vez, se había hecho el sordo.

Son años en que la sociedad vienesa se encuentra cautiva de las entretenidas y alegres óperas del talentoso Rossini, lo que hace cuesta arriba la comprensión y entendimiento de este compositor más complejo, autor de una obra de mayor envergadura. Siendo éstas las circunstancias en Viena, ciudad natal del compositor, poco podía esperarse del poeta alemán, que al parecer no solo era sordo sino también displicente.

Schubert, a la derecha, y dos amigos. Dibujo al pastel
Pero no todo es tan negativo en esos años. Algunos editores presienten que las obras de este compositor de 28 años podrían contener un insospechado tesoro. Poco a poco, comienzan a publicar sus composiciones, aunque sin dejar de explotarlo, pues le pagan una miseria por ellas. Pero así se va haciendo conocido, y por 1827 ya está convertido en un músico a quien se cita en periódicos y revistas extranjeras. No hay beneficios económicos pero sí "honoríficos": ese mismo año es nombrado miembro de la Sociedad Filarmónica de Viena. Y en marzo de 1828 se hace posible la organización de una velada completa con música exclusivamente de Schubert, la primera y la última, con gran éxito de público y por ende económico, lo que le permitió a Franz saldar buena parte de sus deudas.

¿Y si Göethe hubiese dado una manito? El reconocimiento, sí, pudo, o debió, haber llegado antes. Al morir, las posesiones de Schubert son algo de ropa y una cantidad asombrosa de partituras, cuyo valor total se estimó en 63 florines. El funeral y la factura del médico costaron alrededor de 250. El bajo, regordete y miope Franz Schubert, amén de desafortunado en el amor, se fue debiendo de este mundo.



Quinteto para cuerdas en Do mayor - Adagio
Una de las obras cumbres de la música de cámara de todos los tiempos, fue completado sólo semanas antes de su muerte. Y su estreno tuvo lugar veintidós años después, en 1850. Su publicación... tres años después del estreno.
La obra está escrita para dos violines, una viola e inusualmente, dos violoncellos (lo habitual era doblar las violas, no los cellos). Consta de cuatro movimientos, y la obra completa dura aproximadamente una hora. Aquí se presenta el segundo movimiento, adagio. Una melodía desarrollada del modo más simple imaginable pero de extraordinaria belleza da inicio al movimiento. En la parte central surge un quiebre y se torna más brioso. Hacia el final se retoma la idea inicial, para terminar en un clima de lirismo todavía más intenso.
La versión es del grupo de cámara que dirige la violinista alemana de origen japonés Susanna Yoko Henkel.
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2 comentarios :

  1. Gracias por la versión que subieron a la red y el hermoso texto que la acompaña.

    Aparezco oyéndola en España, pero soy de Chile.

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  2. Hola, Anónimo chileno/a en España: Muchas gracias por tus palabras. Saludos.

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