Ludwig van Beethoven se estableció en Viena en 1793, en un momento privilegiado. Al menos esa era la impresión de algunos de sus contemporáneos. Mozart acababa de dejar su trono vacante, fallecido dos años antes en la misma ciudad a los treinta y cinco años. Por ello, apenas supo del viaje de Beethoven a Viena, el conde Waldstein le envió una carta al joven Ludwig, de 23 años, donde le sugiere que estudie con Haydn, todavía vivo, para que así "heredara el espíritu de Mozart".
Pero Beethoven no está dispuesto a heredar el espíritu de nadie. Además, con ambas personalidades en las antípodas, el magisterio de Haydn no podía funcionar. Lo mismo ocurrió con otros maestros. La excepción fue Antonio Salieri, presunto envenenador de aquel cuyo espíritu era aconsejable que heredara. Beethoven estudió con el maestro italiano hasta 1802; con posterioridad, siempre estuvo dispuesto a recibir sus consejos.
En 1801, todavía discípulo de Salieri, el maestro Beethoven ya es toda una personalidad en Viena y vive acorde con las comodidades de un hogar burgués, gracias a su propio esfuerzo y también al mecenazgo de algunos amigos: el príncipe Lichnowsky, a quien dedicará la sonata Patética, "me ha hecho llegar una comisión de 600 florines", cuenta en una carta de ese año.
Pero la salud no lo acompaña. En la misma carta, señala que "mi sentido del oído se ha debilitado progresivamente". Más adelante confiesa llevar una vida de ermitaño: "durante casi dos años he tratado de evitar toda compañía, sencillamente porque no puedo decirle a la gente que estoy sordo".
Sordo y todo, 1801 es el año de la composición de la sonata que, desde esa época hasta hoy, ha obtenido el mayor favor del público: la sonata Opus 27 N° 2, popularmente conocida como Sonata Claro de Luna.
Se presenta aquí la versión completa, sus tres movimientos, interpretados por el maestro Claudio Arrau (nacido en Chillán, Chile, en 1903 y muerto en 1991, en Austria, cuando iba en camino a dar un recital con el que se inauguraba una sala de música en una ciudad austríaca). El video es una pequeña joya, como señala un buen número de comentarios en Youtube. El más entusiasta exhorta a los jóvenes maestros a observar y comprender, escuchando a Arrau, "el verdadero sentido del arte de la interpretación pianística".
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Esperemos tengamos buen "Tiempo", para entonces.
ResponderEliminarAsí sea. El programa es súper oreja. Además, el TM ya no es lo que antes. No sólo en la galera sino que en los balcones se ve gente de origen más bien popular (clase media emergente) porque ir a escuchar a un pianista de primera categoría mundial es muy barato (sólo hay que pagarle a un tipo, a diferencia de la ópera, por ejemplo). Pa darte una idea, la galera cuesta dos lucas, y anfiteatro, de frente al escenario, cuatro luquitas. En la galera, además, la gente no tose. Eso sí, hay que volver a aprender la manera de comportarse correctamente con los sectores de menores recursos.
EliminarMuy agradecido por tu comentario.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs que me equivoqué...
EliminarBeethoven: hermoso, genial y macabro al mismo tiempo....
ResponderEliminarArrau: como siempre sublime.
Wow....
EliminarSublimes, tanto el genio creador como su intérprete.. ¿Nos anotamos para mayo? Besis...
ResponderEliminarYa estamos anotados. Pasa que "te he buscado dondequiera que tú vas y no te puedo hallar..." (es el viernes 18)
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