El pequeño Franz Peter Schubert nunca pudo recuperarse de la enfermedad de escaso glamour (en oposición a la tuberculosis) que contrajo alrededor de 1823: la sífilis, enfermedad algo vergonzante y de muy difícil cura en aquella época. Para el año 1827 ya había sufrido varias recaídas; una de ellas, poco después de visitar ese año al maestro Beethoven en su lecho de moribundo, a quien veneraba con toda su alma pero apenas conocía.
Durante más de veinte años, ambos músicos habían vivido en la misma ciudad, Viena, ciudad natal de Schubert, la de adopción para Beethoven. Pero nunca llegaron a intimar debido a que frecuentaban círculos sociales casi contrapuestos.
Franz Schubert (1797 - 1828) |
La denominación de impromptu es una sugerencia de su editor. Schubert no fue el primero en utilizarla, aunque puede decirse que a él se debe el auge que adquirió en el período romántico. Se trata de piezas breves, formalmente cercanas a los nocturnos de Chopin, de honda musicalidad y no exentas de cierto dramatismo no obstante enmarcarse en un lenguaje musical lleno de gracia y encanto.
Ocho son los Impromptus de Schubert, divididos en dos grupos de cuatro, el opus 90 y el opus 142 (también nombrados D. 899 y D. 935, respectivamente; la D reconoce la labor de Otto Erich Deutsch, que logró compendiar la totalidad de la obra de Schubert en 1950).
Se presenta aquí el Impromptu N° 1 del Opus 90, a cargo del maestro ruso Grigori Sokolov.
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