El pianista austriaco Paul Wittgenstein, hermano mayor de Ludwig, el filósofo, tenía una constitución psicológica que hoy llamaríamos muy propia de una personalidad resiliente. Muy buen pianista, regresó del frente ruso durante la Primera Guerra Mundial sin su brazo derecho. Una lamentable pérdida, desde luego. Pero contra todo pronóstico decidió seguir impulsando su carrera a como diera lugar. Para ello se embarcó en una sostenida campaña solicitando a los compositores de la época obras para ser interpretadas al piano sólo con la mano izquierda.
Un cliente difícil
Wittgenstein, sin embargo, era un cliente difícil de complacer. Así, por ejemplo, rechazó música escrita por Richard Strauss y Sergei Prokofiev. A este último le regresó su Cuarto Concierto para piano con una nota que decía algo así como muchas gracias pero no entiendo una sola nota de su concierto y no pienso tocarlo. A Maurice Ravel no le fue tan mal. Al menos Wittgenstein no rechazó la obra aunque alegó que era necesario modificar en una medida importante el Concierto en re mayor, solicitado en la primavera de 1929 y terminado en nueve meses. Ravel no se lo permitió.
Paul Wittgenstein (1887 - 1961) |
No podía permitírselo. Ravel contaba con 55 años, era toda una celebridad en Europa y hacía tres años había dado el batatazo mundial con el genial Bolero que, digamos de paso, tuvo la curiosa virtud de sorprender al mismísimo compositor.
Así que, Wittgenstein, algo reticente (no le gustaba nada la larga cadenza con que la obra se inicia), se vio forzado a estrenar el Concierto en re mayor para la mano izquierda tal cual Ravel lo había escrito. Era lo menos que podía hacer, dar el brazo a torcer, aunque tuviera uno solo. Para cumplir el encargo del pianista "discapacitado", Ravel había suspendido la labor creadora de su Concierto en Sol, largo y antiguo anhelo del compositor, si bien, al parecer, por momentos trabajó en ambos simultáneamente.
El entusiasmo posterior
Pese a las reticencias iniciales de Wittgenstein (quizá no se entusiasmó de primeras con los guiños rítmicos y armónicos de corte jazzístico que presenta), la obra terminó por gustarle. A él y a todo el mundo: hoy se ha convertido en la más célebre de las composiciones que se hayan escrito para la mano izquierda.
Su estreno tuvo lugar en Viena el 5 de enero de 1932, acompañado de la Orquesta Sinfónica de Viena bajo la conducción no de Ravel sino del director francés Robert Heger.
Con duración cercana a los veinte minutos, las opiniones acerca de su estructura están divididas. Algunos sostienen que consta de un solo movimiento. Otros que dos, pero ligados. Un tercero afirma que el concierto muestra tres secciones: lento - rápido - lento, en oposición a lo habitual, rápido - lento - rápido. Esto último es indudablemente cierto. También lo es, que para atreverse con él, hay que ser un virtuoso de primera.
La versión es de la pianista francesa Hélene Tysman, acompañada de la University of Music Franz Liszt Orchestra, de Weimar, dirigida por Nicolás Pasquet.
La pianista aprobó con esta performance su examen de graduación.
Amigo visitante:
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¿Existen otros conciertos compuestos a pedido del intérprete, después de una pérdida?
ResponderEliminarInteresante pregunta. No sé. Pero lo veo difícil si se trata precisamente de una pérdida. Saludos.
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