viernes, 15 de mayo de 2020

Scriabin: Sonata para piano No 4


La incómoda frontera entre la locura y el genio

Alexandr Scriabin fue un compositor pequeño. De baja estatura, queremos decir. Excelente pianista, aunque no de primera categoría, se vio limitado por sus manos menudas, que a duras penas alcanzaban una octava. A ello hay que sumar que su mano derecha había quedado técnicamente muy disminuida debido a la práctica, en extremo celosa, de obras dificilísimas de su coterráneo Mili Balakirev, reconocido por haber escrito la pieza para piano más difícil de todos los tiempos.


De Alexandr Scriabin se ha dicho de todo. Un comentario en Youtube sobre la sonata que aquí presentamos, señala, con cierta gracia: "Scriabin estaba loco. Y este pianista está chiflado. Todo concuerda". Cierto es que en sus últimos años el compositor cultivó ideas religiosas extramusicales que se convirtieron en una obsesión, llegando a identificarse con Dios. A medida que desarrollaba un malsano misticismo, su vida cotidiana también se vio tensionada. Sufría la compulsión de lavarse las manos a toda hora, y las cubría con guantes antes de tocar el dinero.

Scriabin ¿un genio?
Es innegable, al menos, que fue uno de los más innovadores y controversiales compositores entre los primeros autores modernos. La Gran Enciclopedia Soviética dice de él: "Ningún compositor ha sufrido mayor desdén o gozado de mayor aprecio". Y León Tolstoy describió su música como "una genuina expresión de genio". La idea que más le hace justicia, creemos, es aquella que expresaron quienes fueron sus amigos y cercanos colaboradores: un hombre profundamente neurótico, que vivió en la incómoda frontera entre la locura y el genio.

A. Scriabin (1872 - 1915)
Las diez sonatas para piano
En sus tempranas composiciones, Scriabin recibió gran influencia de Chopin. Llegó a componer un conjunto de 24 Preludios, asi como nocturnos y mazurkas. Más tarde, bajo la influencia de la teosofía, el misticismo, la sinestesia, y el "súperhombre" de Nietzsche, su música se fue acercando a la atonalidad. Sus diez sonatas para piano así lo muestran, en su desarrollo. Todas son, en una medida u otra, obras programáticas que irán expresando, cada vez más, un suerte de éxtasis místico.

Sonata para piano No 4
Fue compuesta en 1903, y publicada al año siguiente. Consta de solo dos movimientos, estrechamente relacionados, escritos ambos en la radiante clave de Fa sostenido mayor. Scriabin no ha abandonado todavía las estructuras tonales, pero está en el proceso de desarrollo de nuevas formas para tales estructuras.
La pieza dura poco más de ocho minutos.

Movimientos:
00:00  Andante
04:52  Prestissimo volando

La versión es del pianista ruso, Vassily Primakov.

2 comentarios :

  1. Es curioso como con el mismo compás (no sé si se dirá así, de música no entiendo nada) se pueden crear en ocasiones obras tan melodiosas, y en otras ocasiones, obras que crean como un ambiente de suspense. Me imagino, por lo que he visto en tus vídeos del blog Dago que el compás es la parte plana, el camino, y las notas son la parte vertical, los saltos que se hace en esa porción de camino, y así se van creando cosas tan bonitas como las que nos pones. Muchas gracias Dago por abrirnos a lo inspirador

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    1. Hola, Jorge: ¡Excelente imagen! Nunca se me ocurrió algo así, pero la encuentro perfecta. Muy bonita y poética. Muchas gracias por tu comentario, Jorge. Saludos y abrazos cuarenteneados.

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