jueves, 11 de agosto de 2022

Schubert, Sinfonía No 4 "Trágica"


Alrededor de 1815, el pequeño Franz tomaba clases privadas con Antonio Salieri, al que nadie inculpaba todavía de haber envenenado a Mozart. El maestro Salieri, por entonces la primera autoridad musical de Viena, instruyó a Franz en composición y contrapunto, instándolo a continuar con aquello que parecía tan difícil, componer sinfonías, en momentos en que el sinfonista de la época era ni más ni menos que Beethoven, que ya iba por la octava.

Pero el pequeño Schubert tampoco se iba a quedar atrás. Después de todo, el maestro de Bonn había compuesto su primera sinfonía cumplidos los treinta. Schubert, en cambio, a los 19 años ya sumaba tres e iba por la cuarta, que verá la luz en 1816 con la inquietante apostilla de Sinfonía Trágica, impensado título para un autor veinteañero.

Pero así fue. A diferencia de cientos de autores cuyas obras etiquetó el editor, sin preguntar siquiera, esta vez fue el mismo Schubert quien eligió el apodo. ¿Tanta desgracia acumulaba el pequeño Franz antes de cumplir los veinte años? En principio no lo parece. Pero nunca se sabe.

Olvidado el fracaso de su aspiraciones matrimoniales con Thérese Grob en 1814 a causa de las leyes de la época que exigían a todo aspirante a novio contar con recursos económicos, el año 1816 contempló algunos cambios positivos, que lo arrancaron en algo de la monotonía como maestro ayudante en la escuela que dirigía su padre. Un amigo lo invitó a vivir con él en la casa familiar, y abandonó las clases en la escuela para aventurarse en la enseñanza privada.

Franz Schubert, joven (1797 - 1828)
¿Un drama adolescente?
Al mismo tiempo, buscó un ascenso académico postulando a una reputada escuela de lengua alemana en la ciudad de Laibach (la actual Ljubljana, en Eslovenia) como maestro de capilla. Pero no le fue bien. Su postulación fue rechazada. Aquello significaba ni más ni menos que en algún momento –como realmente ocurrió– debería volver a la escuela de su padre.

Pero por desalentador que fuere, nada de esto implicaría alimentar el alma de sentimientos terriblemente trágicos.
Y, de pasada, la música, su música, la mismísima Cuarta Sinfonía, lo desmiente. El apodo de "trágica" responde más bien a una suerte de dramatización juvenil de la vida, porque lo que escuchamos es, sencillamente, bella música.

Sinfonía No 4 en Do menor, "Trágica"
Para nuestro gusto, lo que más destaca en ella es su movimiento lento, una maravilla, "schubertiana" hasta la médula, un anticipo del sublime Impromptu en La bemol del Op. 142, de 1828, el año de su muerte. Como si hubiera sido su sino, y tal como gran parte de su producción, no fue interpretada en vida del gran y pequeño maestro. La primera presentación pública tuvo lugar en Leipzig en 1849, 21 años después de la muerte de su autor, que solo estuvo en este mundo 31 años.

Movimientos:
Son cuatro, los habituales de toda sinfonía clásica:
00:00  Adagio molto – Allegro vivace  ∙
09:57  Andante   ∙
19:14  Menuetto. Allegro vivace – Trio – Menuetto   ∙
22:44  Allegro   

La versión es de la Frankfurt Radio Symphony, conducida por el maestro colombiano Andrés Orozco-Estrada.

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