Creada en 1373 por el papa Gregorio XI (por ese entonces, en Avignon), la orden monástica de San Jerónimo prescribe una vida religiosa en soledad, silencio, oración y penitencia. Entregados al Señor a tal extremo, las actividades diarias de los monjes de la orden comenzaban a las cinco de la mañana y entre rezos, lecciones y oraciones ante las Estaciones del Vía Crucis, terminaban a las doce de la noche con un último ejercicio de vida contemplativa y oración.
El Padre Soler
Pero al clavecinista y compositor español Antonio Soler y Ramos, más conocido hoy como el Padre Soler, no lo arredró tanto sacrificio personal y cuando contaba poco más de veinte años ingresó a la orden, dispuesto a llevar una vida de penitencia. Había comenzado sus estudios musicales a los seis años, y diez años más tarde se desempeñaba como maestro de capilla en la catedral de Lérida. En 1752 ocupó el cargo de organista y director del coro del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde pasó a formar parte de la comunidad de monjes jerónimos del monasterio, y en cuya compañía permaneció hasta su muerte, en 1783.
Una producción enorme
Resulta asombroso, entonces, que el grado de devoción ya señalado no haya sido obstáculo para que el padre Soler, en su condición de monje jerónimo, haya sido capaz de componer más de 200 sonatas para clavecín, 6 quintetos para órgano y cuerda, 6 conciertos para dos órganos, 9 misas, 25 himnos eclesiásticos, 5 réquiem y 60 salmos, amén de un elevado número de magnificats, motetes y villancicos.
Otros aportes
A esta vasta producción musical debe añadirse la construcción de un instrumento de teclas y cuerdas que llamó afinador o templante, y la escritura de un tratado de armonía, Llave de la modulación y antigüedades de la música, publicado por la comunidad jerónima de El Escorial en 1762, y que suscitó alguna controversia por sus avanzadas teorías sobre la modulación.
Las sonatas
Alumno de Doménico Scarlatti mientras estuvo en El Escorial, el padre Soler es quizá el músico más importante del siglo XVIII en España. Si bien estableció diferencias con su tutor, la música de Soler está ciertamente influida por la huella que el compositor italiano dejó en España, lo que se aprecia con claridad en sus sonatas para clavecín, especialmente en el reiterado uso del cruce de manos y grandes saltos.
Las "sonatas" de Soler (así como las de Scarlatti) son piezas muy breves de un solo movimiento; llevan ese nombre como equivalente de "música instrumental" para diferenciarlas de la música vocal ("cantatas") y tenían como finalidad la práctica del instrumento y la diversión de quien las ejecuta.
Se presenta aquí la Sonata para clave N° 88 en re menor, interpretada al piano por el músico suizo Jean Baptiste Muller.
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La obra escogida es extraordinaria pero la version és malísima. La obra pierde toda su gracia y aire flamenco, parece que acuchille las notas. Mucho mejor la version de Marcella Roggeri o la version de Rafael Puyana.
ResponderEliminarHola, Angel: Ahá. Supongo que fue lo mejor que encontré en Yt. Veré si están las versiones que nombras, y nos olvidamos del suizo. Gracias por dejar aquí tu enterada opinión.
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