"Pocas obras de música valen lo que El Albaicín, donde se encuentra la atmósfera de esas noches de España que huelen a clavel y a aguardiente. Es como los sonidos ensordecidos de una guitarra que se queja en la noche, con bruscos despertares y nerviosos sobresaltos".
Las entusiastas y poéticas palabras son de Claude Debussy, en la época en que junto a Fauré y Granados, promovía ante el gobierno francés la concesión de la Gran Cruz de la Legión de Honor al pianista y compositor español Isaac Albéniz. El maestro no alcanzó a recibirla.
Debussy hacía mención a la pieza considerada la obra maestra al interior de esa otra obra maestra que es la suite Iberia, compuesta entre 1905 y 1908, al final de la vida del compositor.
"El Albaicín" encabeza el tercer cuaderno de los cuatro que conforman la colección de doce piezas, y su título parece remitir al barrio gitano granadino del mismo nombre. Arrancando de una simple "bulería" (un ritmo flamenco), la pieza logra erigirse sobre tres claras secciones de alto y definido contraste entre sí.
Isaac Albéniz (1860 - 1909) |
En mi humilde opinión, la maestra, pianista y compositora Alicia de Larrocha, no obstante sus manos pequeñas, fue capaz de hacer de El Albaicín una versión inigualable, respondiendo a cabalidad con el calificativo de "gran dama del piano", como se la conoce en España.
La pieza no sobrepasa los siete minutos.
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