Tal como aconteció con el primer concierto, la escritura inicial, las necesarias revisiones, y la versión final del Concierto para piano No 2 le tomaron a Liszt un buen tiempo. Casi veinticinco años. Comenzó a trabajar en él en 1839 y dio por terminada una primera versión (digamos, un primer borrador que lo dejaba satisfecho) en 1857, es decir, dieciocho años después. Tras las obligadas revisiones, lo consideró finalmente terminado en 1861, pero su publicación se dilatará hasta 1863.
Liszt, en 1866. Grabado a partir de una fotografía. |
Si hablamos de dinamismo o soltura para la composición concertante, la distancia con sus antecesores, digamos los "clásicos", es holgada. Y si la comparación se hace con Mozart, resulta gigantesca: recordemos que el genio de Salzburgo en sus años vieneses llegó a componer dos conciertos al mes (en febrero y marzo de 1785, ni más ni menos que los Conciertos Nos 20 y 21). Las circunstancias de vida, desde luego, son muy distintas. Mozart componía con el ojo puesto en sus conciertos por suscripción, un ingreso vital. Liszt, en cambio, llegaba a fin de mes muerto de la risa.
Liszt, el concertista
Precisamente en 1839 Franz Liszt dio comienzo a una carrera de virtuoso del piano que no tiene paralelo en la historia de las presentaciones artísticas del siglo XIX. Entre 1839 y 1847 sus giras como "concertista" (recordemos que es el inventor del "recital", el primer pianista en presentarse solo en el escenario) le llevaron a –tomemos aliento– España, Portugal, Francia, Alemania, Austria, Inglaterra, Irlanda, Rumania, Turquía y Rusia.
El abandono de los escenarios
En 1849, sin embargo, su nueva pareja, Carolyne de Sayn Wittgenstein, sugirió el abandono definitivo de los escenarios y la dedicación exclusiva a la composición. Así, el concierto que había ofrecido en Rusia en septiembre de 1847 se convirtió en su último concierto pago. De ahí en adelante, el maestro de solo 36 años tocó el piano a beneficio dando a conocer las composiciones de sus colegas menos reconocidos. También, se dio tiempo para trabajar en las obras que había imaginado hacía diez años.
Concierto para piano y orquesta No 2, en La mayor
El concierto está dedicado a Hans von Bronsart, alumno de Liszt, quien lo estrenó en Weimar el 7 de enero de 1857. Al igual que el primer concierto, la obra está construida sobre un solo movimiento, conformado por numerosas secciones, todas ellas derivadas de la misma melodía inicial al punto que un destacado musicólogo se ha permitido renombrar la obra como "Vida y andanzas de una melodía".
Algo irrespetuoso quizá, pero no tan alejado de la realidad porque a través de los veinte y pico minutos que dura la obra, la melodía inicial va y viene, experimentando variaciones, transformaciones y giros diversos. Amplísimos glissandos que abarcan el teclado completo anuncian un gran finale de características espectaculares.
La versión es de la pianista georgiana Khatia Buniatishvili, acompañada de L'Orchestre de Paris, conducida por el director ruso Andrey Boreyko.
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