domingo, 4 de noviembre de 2018

E. Chausson: Poema para violín y orquesta


El compositor francés Ernest Chausson nació con suerte, pero murió sin ella. Fue el hijo que sobrevivió a la muerte temprana de sus dos hermanos, tragedia que no cuenta, por supuesto, en el inventario de su buena fortuna. Pero a partir de esos hechos concretos se convirtió en el hijo mimado, en la "niña de sus ojos" para sus atribulados aunque muy acaudalados progenitores. Su padre, llamado Prosper porque el destino es perspicaz, fue un reconocido contratista de obras públicas que estuvo ahí, en París, en tiempos del Segundo Imperio, cuando a Napoleón III se le ocurrió redibujar la Ciudad Luz, remodelando sus edificios, avenidas, parques y jardines.


De modo que Ernest no necesitó trabajar un día en su vida. Poseedor, desde niño, de diversos talentos para la pintura, la filosofia, o la literatura, de adolescente sumó la música a su vasto caudal de intereses. Cuando finalmente se decidió por la composición musical como proyecto de vida, sus padres aplicaron la corrección indispensable en estos casos: le enviaron a la universidad a estudiar leyes. El joven Chausson juró como abogado en 1877. Pero ese mismo año cambió de rumbo. El logro más notable de aquel año no será su juramento sino la composición de su primera canción, Les Lilas.

Ernest Chausson (1855 - 1899)
En el Conservatorio de París
Chausson nunca ejercerá la profesión. Dos años más tarde, en 1879, cuando tenía 24 años, el abogado ingresó al Conservatorio de París para estudiar composición con el maestro Jules Massenet. Más tarde, integrado al círculo que rodeaba a César Franck, será alentado a componer música no obstante su iniciación musical harto tardía.
No fue un compositor virtuoso pero un innato lirismo le ayudó a superar sus limitaciones técnicas.
Con todo el tiempo del mundo para madurar sus composiciones sin que ninguna ocupación extra musical lo perturbara, Chausson escribió canciones, música coral, algunas óperas y música de cámara. Hoy es recordado principalmente por dos imaginativos trabajos orquestales: una Sinfonía, y el Poema para violín y orquesta, de 1896.

El malhadado final
Vivió en París, junto a su esposa, toda la vida, pero los veranos la pareja se arrancaba a las provincias. En el verano de 1899, mientras paseaba en bicicleta, perdió el control del vehículo y estrelló su cabeza contra una muralla. Murió en el acto.
Sus funerales contaron con la presencia de las más conspicuas personalidades de la música y las artes francesas.

Poema para violín y orquesta, op. 25
Pocas razones tuvo en vida Chausson para estar triste. Sin embargo, buena parte de su música rezuma una innegable melancolía. El Poema para violín no escapa a ello, durante sus 17 minutos de bella nostalgia, o spleen, para ocupar la palabra que Baudelaire inventó por esos años.
Compuesta entre abril y junio de 1896, la obra tuvo su estreno público el 27 de diciembre de ese año, con la participación como solista del maestro belga Eugène Ysaÿe, a quien está dedicada y quien habría sido su solicitante.

La versión es de la violinista neerlandesa Janine Jansen, acompañada de la Swedish Radio Symphony Orchestra, conducida por Johannes Gustavsson.


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3 comentarios :

  1. sí poema: sonoro y poético; intensidad emotiva de principio a fin: lenguaje refinado, romanticismo imaginativo; riqueza armónica, ritmos sabiamente esparcidos en la obra.

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    1. Hola: Hermoso comentario, muy acertado. Gracias, y saludos.

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