Los doce Estudios del opus 25 fueron compuestos por Frédéric Chopin entre 1832 y 1836. Publicados en 1837, seis años después de haberse instalado en París, sumaron un logro más en la producción del autor, convertido por ese entonces en "el artista del momento", de las veladas parisinas. Conformaban su segunda colección de estudios para piano. La primera, el opus 10, se había publicado en 1833, dedicada a "mon ami, Franz Liszt", distinción que a nadie podía sorprender pues ambos se conocían, y se profesaban admiración mutua.
Cuatro años después, el opus 25 fue dedicado a Marie d'Agoult, ex condesa, escritora de talento, y habitué de salón cuya cercanía con Chopin y la música se reducía a su condición de pareja de Franz Liszt. Un acto de cortesía que sorprende hasta hoy. Más aún, cuando nos enteramos de que Marie no congeniaba con Frédéric. Ese mismo año, 1837, la Sand propuso a Marie que se allegara a Nohant en compañía de "los polacos" (Chopin y sus amigos poetas). En respuesta, Marie escribió: "...Chopin, una ostra espolvoreada de azúcar..." ... "En él, solo su tos es permanente".
Otro enigma, en la insondable personalidad del maestro.
Estudio Opus 25 No 7, en Do sostenido menor
Una hermosa melodía, algo triste, acompañada de acordes pausados de ambas manos. La mano izquierda, en un par de pasajes, ataca semicorcheas a cierta velocidad, pero, nada comparable al extenso y rápido recorrido, también en semicorcheas, exigido en otros Estudios, el llamado "Revolucionario", por ejemplo. Se diría, entonces, que se trata de un Estudio bastante simple. La dificultad, sin embargo, va por otro lado.
La melodía avanza compartida por las dos manos. A veces en la izquierda, a ratos en la derecha. Para cantar la melodía debidamente, el intérprete debe entender cabalmente que está sucediendo con ella, musicalmente hablando. Y a este canto, dolido, hay que sumar una delicadeza extrema. Maestría en el fraseo, es la exigencia de quien fue llamado el poeta del piano.
El Estudio es el más extenso de los veinticuatro. No es un estudio de técnica propiamente tal, o de habilidades acrobáticas, si cabe el término, sino uno de musicalidad e interpretación. Así lo demanda la obra, que en menos de seis minutos, devela una de las páginas más emotivas de Chopin.
La versión, impecable, es del pianista polaco Szymon Nehring.
Amigo visitante:
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excelente y novedoso por su informacion, desde Chile,gracias
ResponderEliminarHola, Guido: Desde Chile también, gracias por tu comentario. Saludos.
ResponderEliminarFascinante este bellísimo estudio de Chopin. Gracias por la valiosa información respecto a esta obra.
ResponderEliminarHola, Maria: Es lo que pretendemos, tratar de entregar información valiosa. Saludos, y muchas gracias por tu comentario.
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