domingo, 18 de diciembre de 2011

Chopin: Andante spianato y Gran polonesa brillante



Cumplidos recién los veinte años, Frédéric Chopin entendió que ganarse la vida en Varsovia era una tarea imposible. Su vocación exigía que buscara otros escenarios donde su talento fuera más apreciado y a la vez rindiera mejores frutos. El problema residía en la elección del destino, hacia adónde partir. 
Pero tampoco tenía muchas ganas de hacerlo. Premonitoriamente, escribe:
"No me siento con fuerzas para fijar el día de mi partida. Si me voy, no volveré a ver la casa, me parece, y pienso que moriré lejos..."
La situación política, por otra parte, no es de las mejores. Bajo la ocupación zarista desde 1813, el hostigamiento a los polacos es pan de cada día en 1830: se persigue a académicos de la Universidad de Vilna y el poeta Adam Mickiewicz es deportado a Rusia. Con el duque Constantino a la cabeza proliferan los arrestos, en tanto varios de los amigos de Chopin difunden libelos y poemas sediciosos. Estas circunstancias llevan al padre de Frédéric a apurar su partida, pues a la motivación legítima por dar a conocer el talento de su hijo en el extranjero, se sumará la información que, fruto de sus contactos con la masoneria, Nicolás Chopin maneja sobre la inminente insurrección polaca.

Chopin abandona Varsovia
Frédéric ha pasado el verano en Zelazowa Wola en compañía de amigos de la infancia. A fines de agosto está en Varsovia trabajando en "una polonesa con orquesta" y en el rondó del concierto en mi menor. Partirá el 2 de noviembre, a Viena. La víspera, junto a sus compañeros de estudio y amigos, beben, cantan y tocan el piano. Al término de la jornada, recibe de ellos una copa de plata con un puñado de tierra polaca.
Cuatro semanas después de su partida, la noche del 29 de noviembre, estalla la insurrección en Varsovia, con el asalto a la residencia del Duque liderado por alumnos de la escuela de oficiales polacos. Chopin se entera de ello en tierra extranjera y habrá de enfrentarse al hecho poco promisorio de que la burguesía vienesa no ve con buenos ojos el alzamiento polaco, cuyo desenlace será la derrota total por el ejército ruso, inmensamente superior, el año siguiente.



Gran Polonesa Brillante
La polonesa para orquesta en que Chopin trabajaba tres meses antes de la insurrección, es la Gran Polonesa Brillante para piano y orquesta, opus 22. Posteriormente, en 1834, agregará a la pieza una introducción para piano solo cuyo título es, curiosamente, una indicación de tempo antes que una descripción. Andante spianato la llamó Chopin. Si echamos mano al lenguaje de la ópera, nos enteramos de que se trata de un canto sin florituras, canto spianato, que va directo a la nota que quiere alcanzar, sin circunloquios.
De carácter intimista, el andante precede con comedimiento la enorme brillantez y solemnidad de la polonesa, que algunos han llegado a tildar de "presumida". Y bueno, su autor tiene veinte años.
Más tarde, Frédéric hará de la Gran Polonesa un arreglo para piano solo. En unión con el andante, la escuchamos aquí en versión del excelente pianista chino Yundi Li, en el escenario de la Opera Narodowa, Varsovia, año 2010.

La escena final de la película El Pianista –que narra la historia verídica del pianista polaco Vladyslaw Szpilman ante otra ocupación más de Varsovia cien años más tarde– nos regala la versión para orquesta. No puedo omitir aquí que toda la música para piano en la película es interpretada por el pianista polaco Janusz Olejniczak.

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2 comentarios :

  1. Qué grande, Chopin!! Hermoso Andante spianato, Dago. Gracias por el Blog.. sabes que lo disfruto muchísimo. Besos..

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