Otro niño prodigio
El multifacético y superdotado intelectual y músico Camille Saint-Saëns compuso su primera pieza para piano cuando tenía poco más de cuatro años. Pero no por ello se echó a dormir en los laureles, y a los siete ya deleitaba a un amplio público en conciertos familiares. Tan prometedor comienzo lo decidió a abandonar, momentáneamente, sus estudios de latín, griego, literatura y otras ciencias para consagrarse exclusivamente a la música, decisión muy acertada que lo condujo a dar su primer concierto público en la Sala Pleyel, en París, a los diez años.
Un recital asombroso
Acompañado en un segundo piano por un maestro italiano, en la oportunidad se despachó un concierto de Mozart y otro de Beethoven, amén de piezas de Hummel, Haendel y Bach. Al finalizar, ofreció al público hacer bis con cualquiera de las treinta y dos sonatas de Beethoven que, por cierto, se sabía de memoria. El público casi echó la sala abajo aplaudiendo y la noticia de este increíble concierto se expandió por los periódicos de toda Europa, llegando incluso a tener eco en la prensa de los Estados Unidos. Tres años más tarde, ingresará al Conservatorio de París, a estudiar órgano y composición. No había otro camino.
Camille Saint-Saëns (1835 - 1921) |
Antes de los veinte años, con dos sinfonías a su haber, Camille se habrá ganado la admiración y el apoyo de Liszt, Berlioz, Gounod y Rossini, entre otros.
Para 1875, a sus cuarenta años, su intenso ritmo creativo ha dado enormes frutos, abarcando todos los campos de la música y todas las combinaciones instrumentales y vocales posibles.
Es el año que señala el gran triunfo de su tercer poema sinfónico, Danza Macabra, que le valdrá más notoriedad aún, convirtiéndolo en el compositor francés de su época con mayor reconocimiento internacional.
La obra
En ritmo de vals y de escasos siete minutos, la obra está basada en un poema de Henri Cazalis, que describe a la Muerte tocando el violín ante las tumbas, y a cuyo llamado acuden los esqueletos a danzar para ella. Doce campanadas anuncian el comienzo de la obra. La Muerte irrumpe luego con un violín algo distorsionado en su afinación para crear un clima fantasmagórico. En el minuto 2:47, entran los xilófonos a remedar el golpeteo de los huesos al danzar y al final (7:02), el oboe anuncia el nuevo día con el canto del gallo, llamando de regreso a sus tumbas a las osamentas danzantes.
La excelente animación pertenece a un señor Henderson que en los créditos, desafortunadamente, asigna la obra a Liszt, acaso confundido por una pieza del autor húngaro de nombre similar: Totentanz. La pieza de Camille termina en el minuto 7:45, con dos acordes de escaso realce, en dominante y tónica (como los tangos). Lo que se oye a continuación es el tema Destroying Angel, de la banda inglesa Sneaker Pimps.
Y como de todo hay en la viña del Señor, el video ha recibido en Yt diversos y encontrados comentarios, desde el saludo más entusiasta hasta el calificativo de estupidez soberana, pasando por el reclamo de que los esqueletos danzantes parecen gay. A mí, me parece simpatiquísimo.
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Muy bueno!!
ResponderEliminarLos esqueletos son de mujeres!!
Tu conocimiento de la anatomía femenina es más profundo de lo que pensaba, Jaime. Llega hasta los huesos.
EliminarGracias por el comentario.
Excelente reseña y el video me gusta, muy simpático y moderno. ¡Gracias!
ResponderEliminarHola, Anónimo: Gracias por tu comentario. Saludos.
ResponderEliminarNO ME GUSTA NADA ESTA FATAL LA INFORMACION
ResponderEliminarNO me gusta la información esta mal explicado.
ResponderEliminarME REQUETE ENCANTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
ResponderEliminarEsta GENIAAAAAAAAAAAAAAAl
ResponderEliminarMe a servido muy bien para clase de musica muchas gracias compañero
ResponderEliminarESTO ES UNA BAZOFIA PURA
ResponderEliminar"Nada sabra de la musica quien no se deje invadir por ella, sin ningun tipo de proteccion".....
ResponderEliminarHola, Juan: Así es, o así parece que sea. Muchas gracias por tu comentario. Saludos.
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