Nueve años estuvieron juntos Chopin y la escritora George Sand. La curiosa relación de pareja comenzó en el invierno de 1838 y terminó en el verano de 1847, a raíz de desavenencias familiares en las que Chopin tomó partido a favor de Solange, hija de la Sand, contraviniendo el sentir de la madre. Así las cosas, Chopin pasó el verano de ese último año en París, alejado de Nohant, la estancia estival de la Sand, donde componía apaciblemente, sin preocupaciones financieras. Ahora en París debe duplicar las lecciones privadas, y en poco más de seis meses ya no tendrá alumnos debido a los alzamientos de febrero de 1848. Está enfermo, tose mucho, compone poco. El frío y gris invierno de 1847 deteriora aún más el paisaje anímico: "...hay oscuridad fuera y dentro de mi corazón", escribe.
Chopin comenzó a escribir valses cuando tenía 14 años, y así continuó hasta casi el final de sus días. Catorce son también los valses considerados "canónicos", es decir, aquellos tenidos como de su autoría sin apelación (existe otro buen lote en las categorías de perdidos y/o destruidos). De los catorce, solo ocho de ellos fueron publicados en vida del autor.
Dibujo a lápiz de G. Sand |
El Opus contiene el celebérrimo Vals del minuto (No 1), otra célebre y apacible joya en Do♯ menor (No 2) y el último, que nos ocupa.
Desde luego que los dos primeros son los más famosos, pero el No 3 no se queda atrás en inventiva y gloria. Quizá, incluso, sea el más notable de los tres, el último que escribió Chopin durante su corta vida.
Vals Op 64 No 3, en La bemol mayor
Como era lo usual, está dedicado a una dama noble, la condesa Katarzyna Branicka.
Menos de tres minutos de una belleza escrita en tempo moderato, no ofrecen ni el júbilo agitado del Op 64-1, ni la frágil melancolía del Op 64-2, sino un único y genuino tema en que lo esencial es la más pura expresión de equilibrio estructural y armónico.
En la sección central (en Do mayor) dos melodías dialogan.
La versión es del pianista canadiense, Charles Richard-Hamelin.
admirable, sencillamente, admirable.
ResponderEliminarHola, Guido: Gracias por tu comentario. Saludos.
ResponderEliminarTe sigo desde hace poco y has sido todo un descubrimiento, que placer encontrar tus gustos, y tú buen hacer.
ResponderEliminarUn saludo, Enrique
Hola: Muchas gracias por tu alentador comentario. Saludos.
EliminarA pesar de tu debilidad nos dejaste tu música ,envidio tu lugar en el cielo ,Chopin te escucho y siento esa paz en el alma que me permite seguir viviendo, Gracias Dago, que bien me sienta escucharlo
ResponderEliminarHermoso comentario, Félix. Gracias, y saludos.
Eliminar