miércoles, 10 de marzo de 2021

Chopin: Allegro de Concierto


Chopin escribió sus dos primeros conciertos para piano en Varsovia, cuando estaba por cumplir veinte años. Poco después, abandonará la ciudad para iniciar una gira por el mundo. No fue fácil. Salir de la ciudad ocupada por la Rusia zarista comportaba algunas dificultades. Las subsanó a medias. Las autoridades francesas, finalmente, le otorgaron un permiso de tránsito: Passeport en passant par Paris à Londres (en tránsito a Londres vía París). Chopin bromeará más tarde con ese especial permiso haciéndole ver a todo el mundo que en París, solo estaba "de paso".

Ambos conciertos fueron publicados en París al poco llegar, en 1830. Ese mismo año contó que estaba planeando un concierto para dos pianos, que finalmente dejó de lado. Diez años más tarde, según Robert Schumann y otros colegas, Chopin dedicó un tiempo a la composición de un tercer concierto para piano, del cual solo conocemos el primer movimiento, allegro. O los otros dos movimientos se perdieron, o nunca fueron escritos. Lo último es lo más probable. No hay indicio alguno de que Chopin haya estado abocado en algún momento a la composición de los movimientos restantes.

Los primeros esbozos de la pieza, titulada Allegro maestoso, datan de 1832. No es novedad que de Chopin se diga que la orquestación no era su fuerte. Quizás ello explique el abandono. Nueve años más tarde lo enviará como pieza autónoma a sus editores, que lo publicarán como Allegro de Concert, en noviembre de 1841.
La pieza está dedicada a una de sus alumnas favoritas, Friedericke Müller, a quien Franz Liszt comenzará a llamar desde entonces "mademoiselle opus quarante-six", ya que es la única obra de aquel opus.

Allegro de Concierto, en La bemol, op 46
Aunque más convencional, o quizá, sencillamente menos ambicioso que sus dos conciertos anteriores, la partitura permite apreciar los pasajes brillantes del piano así como aquellos plenos de solemnidad que requerirán de una orquestación posterior (min 4:06, por ejemplo, o 5:45). Considerado hasta hoy como una de las piezas más difíciles del compositor, el virtuosismo no escasea. Según algunos estudiosos, la obra es una de las raras excepciones en que Chopin hizo concesiones al "estilo de la época". De duración aproximada de 12 minutos, hace gala de un cierre espectacular.

La versión es del pianista Mei-Ting Sun, nativo de Taiwán.

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