Por la misma época en que el público vienés lo tenía en su más alta consideración como el compositor más prestigioso de la capital del Imperio, Ludwig van Beethoven se iba quedando irremediablemente sordo, cuando el siglo XIX aún no completaba su primera década. El año 1808 marca su última presentación en público como solista, dirigiendo desde el piano una improvisada orquesta para el estreno del Concierto N° 4 en sol mayor.
Las fuerzas napoleónicas habían invadido Viena en 1805 y lo harían nuevamente en 1809. Tal vez intuyéndolo, los vieneses disfrutaban de un intermezzo de relativa paz cuando se programó la maratónica sesión del 22 de diciembre de 1808 en el nuevo pero increíblemente gélido Theater an der Wien, administrado por el empresario y ex libretista de Mozart, Emanuel Schikaneder.
Beethoven (1770 - 1827) Busto hecho a partir de una máscara en vida |
Una velada maratónica
Pero la velada se realizó y en ella Beethoven estrenó la Quinta y Sexta sinfonías, la Fantasía Coral, la Misa en do mayor y el Concierto para piano N° 4. Como era habitual, el programa incluyó además una Escena Italiana para voz femenina. El público vienés, quizá consciente del paréntesis histórico, soportó con hidalguía el frío implacable durante las cuatro largas horas que duró la velada.
Concierto para piano y orquesta N° 4 en sol mayor
Compuesto en 1806-07, el concierto gozó de una función privada bastante anterior a su estreno público, en marzo de 1807, en casa del príncipe von Lobkowitz, uno de los amigos nobles de Beethoven. Está dedicado a su pupilo, también amigo y mecenas, el archiduque Rodolfo de Austria, a quien el compositor favoreció con numerosas dedicatorias, entre otras, las del Concierto Emperador, el Triple Concierto, y varias sonatas.
El olvido
Si bien la crítica lo consideró en su momento el concierto más admirable, personal y complejo que Beethoven había compuesto hasta entonces, la obra fue olvidada por largo tiempo hasta que un año antes de su muerte Felix Mendelssohn lo interpretó en su última visita a Londres, en 1846. Hoy, es una página ineludible del repertorio estándar de la literatura concertística para piano.
La versión es del maestro chileno Claudio Arrau, acompañado por la Bavarian Broadcast Symphony Orchestra dirigida por Leonard Bernstein, en Munich, año 1976. Debió ser impresionante haber presenciado el efusivo reconocimiento mutuo entre los dos grandes maestros, imágenes con que finaliza el video.
Movimientos:
00 Allegro moderato Inusualmente, es el piano el que introduce el tema, rítmicamente cercano al célebre motivo de la Quinta Sinfonía.
21:22 Andante con moto Solista y orquesta dialogan en este movimiento simple y sencillo aunque lleno de contrastes.
27:01 Rondo. Vivace Alegre y optimista, es abordado sin pausa después del Andante.
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Amigo visitante:
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Arrau y Berstein... qué Grandes... Graciad por la guía de audición.
ResponderEliminarHola, José Luis. Efectivamente. Qué grandes. No te imaginas el gusto que me da ver ese gran abrazo final de la tarea cumplida. Lo malo es que ambos ya no estén aquí pa repetirlo. Y gracias a ti por dejar aquí tus impresiones.
ResponderEliminarExcelente todo. El compositor, el concierto, la orquesta, el director y el solista.
ResponderEliminarDesde pequeño me ha gustado la música clásica, y ahora en mi vejez, 67 Años, la disfruto como nunca. Gracias a ustedes por dejarnos disfrutar de ella. Gracias, muchas gracias.
Hola, Fam: Muchas gracias a ti por dejar aquí tu comentario. Saludos.
ResponderEliminarEl genio de Beethoven nos deleita con sus cinco conciertos para piano
ResponderEliminarcada uno en sus diferencias musicales brilla de tal manera que el autor sigue vivo para cada uno de sus seguidores
Hola, Pedro: Así es. Cada uno con su propia personalidad y belleza. Saludos, Pedro, y muchas gracias por tu comentario.
ResponderEliminarHace poco escuché este concierto en su totalidad. Que bueno que lo hice porque me estaba perdiendo una delicia para los oídos. Escuché esta misma versión con Arrau y Bernstein. Arrau interpreta de manera magistral, por ello Bernstein le saluda con tanta alegría al finalizar.
ResponderEliminarSaludos
Hola, Anónimo: Sí. Nos habituamos a quedarnos con el Emperador, o con el No3, y nos olvidamos de éste, que también es una maravilla. Saludos y muchas gracias por dejar aquí tu comentario.
ResponderEliminarHermoso,esta musica acompañó y deleitó a mi amado hasta el finaal de su vida.Fanatico admirador del compositor vibraba con este concierto..mil gracias
ResponderEliminarHola, Unknown: Qué bueno saberlo. Me alegro. Saludos y gracias por tu comentario.
ResponderEliminarSi me preguntaran qué me llevaría a una isla desierta, les diría, que la obra completa de Beethoven. En ella está reflejada la historia completa de la humanidad.
ResponderEliminarHola, Santi: Muy cierto. Gracias por tu comentario. Saludos.
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