Nadie sabe cómo lo hizo pero Domenico Barbaja, ex camarero de
café, se las ingenió para convertirse a mediados de la segunda década del siglo
XIX en el empresario de espectáculos musicales más importante de Nápoles. Dueño
de una cuantiosa fortuna y regente del Teatro San Carlo, en 1815 decidió
contratar al compositor Gioacchino Rossini para que compusiera dos óperas al
año, pese a que la última entrega del autor, la ópera Sigismundo, había resultado un
fracaso. Con todo, a esa altura Gioacchino Rossini se había transformado ya en el compositor más popular de Italia con tan solo cuatro años de carrera.
Isabel Colbrand, cantante
Como mandamás del teatro napolitano, Barbaja estaba en condiciones de contratar a los mejores artistas de la plaza, y en busca de sopranos y mezzo dramáticas que pudieran encarnar los roles dramáticos que el público estaba esperando –según su intuición empresarial–, había visto en la cantante española Isabel Colbrand a la artista que necesitaba. En 1811, la soprano entró a formar parte del elenco estable del teatro, y poco después Barbaja establecía con ella una relación sentimental.
Hasta que llegó Rossini.
Isabel y Gioacchino
Rossini no solo se vio obligado a comenzar a componer óperas serias para cumplir su compromiso con Barbaja –aunque en medio de todo ello compuso El Barbero de Sevilla– sino que debió hacerlo teniendo en mente a la Colbrand como protagonista. Pero tanto empeño tuvo su recompensa. El mismo año que comenzó su colaboración con el empresario napolitano, el joven Rossini, de 23 años, logró cautivar a Isabel, siete años mayor que él. La Colbrand abandonó a Barbaja y se convirtió en la compañera de Rossini, con quien estableció una prolongada relación, con altibajos, que duró hasta la muerte de ella, en 1845.
Semiramide
Diez óperas escribió Rossini para Isabel protagonista o encargada de un rol destacado. La última de ellas, la obra en dos actos Semiramide, en 1823, cuando las facultades vocales de la prima donna habían comenzado a experimentar un franco declive que, hábilmente, el compositor fue capaz de hacer pasar inadvertidas. Su estreno, en el teatro La Fenice, de Venecia, el 3 de febrero de 1823, fue todo un éxito, al punto de que se representó 28 veces más durante la temporada.
Bel raggio lusinghier
Poco representada hoy en día, sobreviven su célebre Obertura, y algunas arias consideradas aún hoy obras maestras; entre ellas, la dificilísima aria del Acto I, Bel raggio lusinghier, donde Semiramide, reina de Babilonia, expresa su alegría por el regreso del general Arsace, de quien está enamorada; lo que no sabe es que el general es su hijo –intrigas prerrománticas del XIX.
La versión, brillante, es de la soprano estadounidense June Anderson, en el MET de Nueva York, en 1990.
Isabel Colbrand (1785 - 1845) |
Como mandamás del teatro napolitano, Barbaja estaba en condiciones de contratar a los mejores artistas de la plaza, y en busca de sopranos y mezzo dramáticas que pudieran encarnar los roles dramáticos que el público estaba esperando –según su intuición empresarial–, había visto en la cantante española Isabel Colbrand a la artista que necesitaba. En 1811, la soprano entró a formar parte del elenco estable del teatro, y poco después Barbaja establecía con ella una relación sentimental.
Hasta que llegó Rossini.
Rossini no solo se vio obligado a comenzar a componer óperas serias para cumplir su compromiso con Barbaja –aunque en medio de todo ello compuso El Barbero de Sevilla– sino que debió hacerlo teniendo en mente a la Colbrand como protagonista. Pero tanto empeño tuvo su recompensa. El mismo año que comenzó su colaboración con el empresario napolitano, el joven Rossini, de 23 años, logró cautivar a Isabel, siete años mayor que él. La Colbrand abandonó a Barbaja y se convirtió en la compañera de Rossini, con quien estableció una prolongada relación, con altibajos, que duró hasta la muerte de ella, en 1845.
Semiramide
Diez óperas escribió Rossini para Isabel protagonista o encargada de un rol destacado. La última de ellas, la obra en dos actos Semiramide, en 1823, cuando las facultades vocales de la prima donna habían comenzado a experimentar un franco declive que, hábilmente, el compositor fue capaz de hacer pasar inadvertidas. Su estreno, en el teatro La Fenice, de Venecia, el 3 de febrero de 1823, fue todo un éxito, al punto de que se representó 28 veces más durante la temporada.
Bel raggio lusinghier
Poco representada hoy en día, sobreviven su célebre Obertura, y algunas arias consideradas aún hoy obras maestras; entre ellas, la dificilísima aria del Acto I, Bel raggio lusinghier, donde Semiramide, reina de Babilonia, expresa su alegría por el regreso del general Arsace, de quien está enamorada; lo que no sabe es que el general es su hijo –intrigas prerrománticas del XIX.
La versión, brillante, es de la soprano estadounidense June Anderson, en el MET de Nueva York, en 1990.
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toda esta pagina es clasica
ResponderEliminarHola, Anónimo: Supongo que es un halago. Muchas gracias. Y gracias por el comentario.
ResponderEliminarexcelente!! muchas gracias
ResponderEliminarHola, AdryP: Gracias por el comentario. Saludos.
EliminarNo la conocía y me ha encantado
ResponderEliminarHola, Chechu: Me alegro. Gracias por dejar aquí tu comentario. Saludos.
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