En el transcurso de su vida, Chopin escribió al menos veintisiete polonesas, la primera de ellas, cuando solo tenía siete años. La última, en 1846, tres años antes de su temprana muerte a los 39 años. Y contabilizamos "al menos" 27 porque como mínimo siete polonesas se han perdido; aparecen referidas en su correspondencia a editores, alumnas, o amigos, pero no han llegado hasta nosotros.
Polonaise-Fantasie llamó a la última, a falta de mejor título, y así lo confiesa en carta de 1845 a su familia polaca, señalando su "dificultad para encontrar el título de una nueva composición". No serán las únicas dificultades. La armonía familiar está desfalleciendo, el amor también. Ese verano lo pasará en Nohant, y será el último.
Las dificultades son domésticas, no por ello menos agobiantes. Los chicos de la Sand ya no son niños. Maurice tiene veinte años y Solange quince. Ambos, van ingresando a la vida en plan de adolescentes difíciles. Chopin no toma partido, por ahora. Y más bien, se aburre:
"Todo el verano transcurrió aquí en paseos y excursiones por la región... En lo que a mí respecta, no participé, porque habría encontrado en ello más fatiga que placer. Estoy cansado, me aburro. Mi carácter se resiente debido a ello y los jóvenes no experimentan placer alguno en mi compañía."Con todo, ese año de 1846 se mostró pródigo. Vieron la luz las tres mazurcas del opus 59, la sonata para cello y piano, esbozó la Barcarola y terminó la Polonesa-Fantasía, delineada probablemente el año anterior.
Como ya quedó dicho, preceden a esta "nueva composición" al menos veintiséis polonesas. Las hay brillantes, heroicas, militar y trágica. Pero en esta oportunidad le costó a Chopin encontrar un título, o subtítulo, adecuado. Y surge la pregunta: por qué no la llamó simplemente Polonesa. Había una razón. La obra era harto más que una familiar polonesa y, curiosamente, también algo menos.
Polonesa-Fantasía para piano No 7, en La bemol mayor, opus 61
Es uno de los trabajos más importantes de Chopin y uno de los de escritura armónica más compleja, por lo que recién en el siglo XX la obra comenzó a verse favorecida por público, crítica e intérpretes.
En opinión de los estudiosos, la nueva composición más que polonesa parece una fantasía (con lo que Chopin, vacilante, finalmente habría dado en el clavo), una suerte de ensoñación melancólica que, no obstante la atmósfera, logra mantener las características rítmicas de la tradicional danza, aunque sea a ratos.
Una larga introducción de carácter improvisatorio, marcada allegro maestoso, conduce al material temático propiamente tal.
Con duración de poco más de doce minutos, fue publicada ese mismo año 1846, con dedicatoria a una alumna, Mme. Veyret, esposa del cónsul honorario de Ecuador.
Amigo visitante:
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excelente articulo, didáctico y muy bien documentado, gracias por vuestro aporte a nuestra cultura musical, desde Chile un fraternal abrazo
ResponderEliminarHola, Guido: Muchas gracias por tus palabras. El abrazo viene de cerca... yo tb te mando otro abrazo, desde Chile!!! Y Saludos!!!
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