Cuatro impromptus escribió Chopin a lo largo de su vida. El más célebre, por lejos, es el No 4, con el que Julian Fontana –amigo, colega y factotum de Chopin– se tomó dos libertades: lo denominó Fantasia Impromptu y lo publicó póstumamente, desatendiendo la voluntad del maestro polaco, que en su momento no lo consideró digno de publicarse. Anotemos, de paso, que lleva el No 4 precisamente por eso, por su publicación póstuma, pero fue el primero que abordó Chopin, casi recién llegado a París, en 1834, iniciando con él la serie de cuatro.
Chopin escribirá otros tres en los años siguientes, los que serán publicados prontamente, dedicados a alguna condesa, con excepción del segundo que, sencillamente, no lleva dedicatoria. Curiosamente, ninguno de ellos se acercará ni remotamente a la posterior popularidad de la Fantasia Impromptu. Sin embargo, son piezas tan perfectamente logradas como ella. (Especulemos que Julian Fontana habrá pensado de ella lo mismo pero al revés). Especialmente el Impromptus No 3 que, en opinión de los estudiosos, es la pieza más perfecta de las cuatro.
¿Improvisaciones?
Etimológicamente, sí. El término era de aparición reciente, no antes de 1817, en los trabajos de Kalkbrenner, o Schubert. Son improvisaciones, en principio, pero luego afanosamente trabajadas, si bien, como señaló con acierto el musicólogo y pianista Alfred Cortot, "la música debe parecer que nace de las manos del intérprete". A fin de cuentas, entonces, en un impromptu el intérprete debe "improvisar", si no las notas, el contenido emocional.
Su forma es simple. Responden al esquema A-B-A, un tema central flanqueado por dos episodios similares, quizá gemelos si no fuera por la coda imprescindible en la repetición.
Tercer Impromptu, en Sol bemol mayor, opus 51
Es el último que escribió, desde luego. Fue compuesto en 1842, y publicado en febrero del año siguiente, con dedicatoria a la condesa Esterházy, alumna del maestro, una de las numerosas pupilas de alcurnia que George Sand estilaba llamar sus "magníficas condesas".
Aunque sin ninguna concesión al virtuosismo gratuito, la primera sección está marcada vivace giusto, vivo y ligero pero sin rubatos. En opinión de los estudiosos, se trata de una música "estremecida de confesiones, henchida de impulsos y de éxtasis embriagador". Dobles notas caracterizan los afanes de la mano derecha en la segunda sección.
La versión, excelente, es de la pianista estadounidense Kate Liu, nacida en Singapur en 1994.
Amigo visitante:
Si te ha gustado el artículo, mucho te agradecemos si lo compartes, o lo recomiendas en Google con un cómodo clic
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Deja aquí tus impresiones, por sencillas que sean. Tu opinión siempre será bienvenida.