Karol Szymanowski nació en 1882 en Tymoszówka, entonces bajo la tutela del imperio ruso, pero antes, parte del antiguo reino de Polonia. Durante toda su vida el autor apoyó con fuerza la música polaca, y como justo reconocimiento en 1926 accedió al puesto de director del Conservatorio de Varsovia. Sin embargo, en sus últimos días se quejó amargamente del abandono y aislamiento en que lo habrían mantenido los círculos culturales polacos, muy probablemente debido a su orientación sexual. Pero al mismo tiempo se atrevió a vaticinar que, pese a todo ello, su funeral iba a ser magnífico.
El compositor murió de tuberculosis en Lausana, Suiza, en 1937, y no accedió a uno, sino a dos funerales. Uno en Varsovia, de carácter "republicano" y el otro en Cracovia, adonde fue sepultado en una iglesia, en el sector destinado a los polacos distinguidos.
Szymanowski nació en cuna de oro. Sus padres, ricos hacendados, mantenían un ambiente familiar abierto al mundo artístico. Recibió de su padre sus primeras lecciones de piano a los siete años, mientras sus hermanos incursionaban en la pintura, o la poesía. En 1901 entró al Conservatorio de Varsovia a estudiar composición. Tras publicar sus primeras obras, viajó extensamente por Europa y más allá, llegando hasta África del Norte, adquiriendo ricas experiencias de vida y musicales. Una breve estadía en París ayudó a cimentar en él la admiración por Debussy y la escuela impresionista francesa. Su nombre iba siendo conocido. Todo andaba de maravillas. Hasta que llegó la guerra.
Karol Szymanowski (1882 - 1937) |
Contra todo pronóstico, sumado a un enorme caudal de piezas breves, entre 1914 y 1918 el compositor produjo sus más importantes obras maestras, entre las que se cuentan su Tercera Sinfonía, varios cuartetos de cuerda y, por cierto, el Primer Concierto para violín.
Concierto para violín y orquesta No 1, Opus 35
Fechado en 1916 pero no estrenado sino hasta 1922, la obra dura aproximadamente 25 minutos, entregados en un solo trazo sin interrupción. No es una obra tradicional, desde luego, y su único movimiento así lo señala: un lienzo de temas entrelazados, quizá de un modo nuevo pero igualmente fascinante. Es encomiable, por cierto, que el autor haya podido crear tal encantamiento en momentos oscuros y altamente complejos.
La versión es del violinista escocés Michael Foyle, acompañado de la Rotterdam Philharmonic Orchestra, conducida por el director venezolano Rafael Payare, con ocasión de un concurso de violín en Holanda, y donde el intérprete se adjudicó el Primer Premio. (El video incluye la ceremonia de premiación).
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Extraordinario, excelante, postpostimpresionista. Cómo me gustaría que mis alumnos e hija se motivaran por la música. Arturo
ResponderEliminarExtraordinario, excelante, postpostimpresionista. Cómo me gustaría que mis alumnos e hija se motivaran por la música. Arturo
ResponderEliminarHola, Arturo: Pues gracias... Obligalos a leer el blog. Saludos.
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