El ídolo popular del siglo XIX, Niccolo Paganini, hizo su debut en Parma a los quince años. Luego, acompañado de su padre, recorrerá la región de Lombardía ofreciendo conciertos e incrementando su fama con sus brillantes actuaciones y el infernal virtuosismo que acompañaba cada una de ellas. No por casualidad, entonces, antes de los veinte años, el eximio violinista habrá conseguido su independencia económica, circunstancia que unida a su juventud y carisma lo hará aficionarse al juego y cómo no, a las aventuras románticas.
Un intenso trabajo
Pero la dispendiosa vida que su talento le permitió llevar no fue obstáculo para que entre 1801 y 1807 se abocara a la composición de sus primeras grandes obras, que van a revolucionar para siempre la técnica del violín. Uniendo el goce de la vida con un intenso trabajo surgió su obra más conocida e interpretada hasta hoy, el conjunto de los 24 Caprichos para violín solo, y los dos conjuntos de seis sonatas para violín y guitarra. Diez años después compondrá su primer concierto para violín.
Niccolo Paganini (1782 - 1840) |
El retiro
Acaso por ello, al poco tiempo decidió retirarse de los escenarios. En 1834 abandonó simultáneamente París y la carrera de concertista, aunque regresó a la ciudad luz dos años más tarde pero en plan de empresario, para abrir un casino, el Casino Paganini, empresa en la que invirtió gran parte de su fortuna con resultados desastrosos pues el emprendimiento debió cerrar sus puertas apenas dos meses después de inaugurado.
La leyenda
El increíble virtuosismo de Paganini fue atribuido en su tiempo a un pacto con el diablo o a ocultos tratos con seres de ultratumba, a lo que contribuía animosamente su semblante casi cadavérico y una estampa sombría. Señala la leyenda que la música de Niccolo provenía del alma de mujeres de voz hermosa que mantenía cautivas al interior de su violín.
Concierto para violín y orquesta No 1
Compuesto alrededor de 1817-18, el concierto N° 1 asombró en su estreno a audiencia y crítica por su brillantez y exigente virtuosismo. Está estructurado en los tres movimientos habituales. El primero, al igual que el último, dan muestra de la increíble habilidad técnica que Paganini debió poseer. El segundo rebosa de melodías elegantes, con momentos de gran belleza.
00:00 Allegro maestoso
20:35 Adagio espressivo
25:42 Rondo. Allegro spiritoso
La versión es del maestro ruso-israelí Shlomo Mintz, acompañado de la Limburg Symphony Orchestra, de Maastricht, dirigida por Yoel Levi.
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Bellísimo como todo lo que publicas amigo¡¡ gracias
ResponderEliminarY a mí me parecen bellísimas tus palabras. Gracias, Gaby, por dejar aquí tu comentario.
Eliminar¿Alguien puede dudar que Sara Chang tiene pacto con el Diablo?
ResponderEliminarEnrique, desde Oxford
Con el diablo y quizá con qué más... Gracias por tu comentario, little Henry.
EliminarSi eso se consigue haciendo pacto con el Diablo,entónses salgoa buscarlo para ver si me enseña un poquito de lo que interpreta esa hermosa dama.
ResponderEliminarHola, Anónimo: Gracias por tu comentario. Saludos.
ResponderEliminarnada más hermoso que escuchar esos violines ejecutados con la maestría digna de lo mejor esos adagios sublimes que cosquillean el alma realmente sensacional bello, bello
ResponderEliminarHola, Unknown: Muchas gracias por tus palabras tan entusiastas. Un saludo.
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